Partida Rol por web

Tras informaros de cómo llegar, en la iglesia de Champillon, y ser advertidos, una vez más, de que os alejéis lo máximo posible de vuestro destino, ponéis rumbo a la Plantación Butler.

Después de haber recorrido, aproximadamente, medio kilómetro, bajo una fuerte tormenta, llegáis a un puente de madera, el cual cruza un pequeño río que rodea los terrenos de los que es propietario Isaac. Las tablas y travesaños crujen, y se comban, bajo el peso de vuestro vehículo, pero, por suerte, consiguen resistir sin romperse.

Una vez cruzado el puente, continuáis avanzando por un sendero sin pavimentar altamente embarrado. A medida que seguís vuestro camino, dejáis atrás abandonados y pantanosos restos de campos de arroz y azúcar. Antiguas barracas rústicas se vislumbran en la distancia. Quizá sean los restos abandonados de las antiguas colonias de esclavos.

Al final del sendero, junto a una desvencijada colección de cabañas, encontráis la residencia de los Butler, silueteada sobre el cielo oscuro, y rodeada de maleza incontrolada. Se trata de una mansión de dos pisos, de arquitectura clásica y renacentista, en mal estado. Hay partes del techo combadas, tablas deterioradas, y las enredaderas cubren las paredes. Aún así, la fachada, con su espléndido pórtico sustentado por columnas jónicas, aún resulta impresionante. Los cristales están ocultos por desvencijadas contraventanas de madera, ahora cerradas debido a la tormenta. Briznas de humo surgen de algunas de las chimeneas, y un Packard gris, con matrícula de Massachussets, descansa ante la puerta.

Cuando subís los escalones, y os aproximáis a la puerta principal, podéis ver el débil destello de la luz de una vela a través de una de las ventanas del segundo piso.

Al llamar a la puerta, nadie responde. Cuando comenzáis a pensar que tendréis que pasar la noche a la intemperie, la puerta se abre de improviso, con un fuerte rechinar de goznes.

Isaac permanece en la entrada. Vacila un momento, pero luego os da la bienvenida con una sonrisa, os estrecha la mano, y os invita a entrar.

El Doctor Butler, quien luce un tupido bigote, y parece gozar de buena salud, toma vuestros abrigos, y los cuelga para que se sequen. Después, os conduce, a través de un elegante recibidor con escaleras de roble curvadas, hasta un espacioso salón, el cual posee una gran chimenea de piedra, y está amueblado con sillas y sofás de aspecto confortable.

- Os debo una explicación, y una gran disculpa - os dice, mientras os invita a sentaros, y os ofrece brandy y puros. El fuego crepita en la chimenea, y las lámparas de parafina proporcionan una iluminación vespertina. Parece ser que la finca no dispone de luz eléctrica. - Ese telegrama que os envié fue una estupidez... y completamente innecesareo. Estaba cansado, y el lugar pudo conmigo. Mi mente me jugó una mala pasada -

Alguien llama a la puerta, e Isaac añade precipitadamente:

- Por favor, no mencionéis nada de esto a mi esposa. Ya está bastante asustada con la plantación, y no quiero causarle más preocupaciones -

Vuestro amigo abre la puerta, y deja pasar a Hannah.

La señora Butler sigue siendo la mujer bella, y esbelta, que conocéis. Va sin maquillar, y está vestida con atuendos tradicionales de la zona.

No puede evitar sorprenderse al veros, y, educadamente, os pregunta cuál es el motivo que os ha traido hasta la plantación.

Fuera, la tormenta continúa. Los truenos retumban con fuerza, y, a través de las ventanas del salón, los relámpagos centellean.

Aunque le llenó de alegría ver a su amigo en perfecto estado y sintió el impulso de abrazarlo, Jeremy se mantuvo en segundo lugar y dejó a sus acompañantes saludar primero. Al fín y al cabo, él era un mero encargado de mantenimiento entre gente de buena educación. Una vez los demás le hubieron saludado, contuvo su emoción y se contentó con dar la mano sonriente al señor Butler.

-Esta casa necesita un repaso doctor. Cuando escampe, veré si puedo tapar las goteras.

No hizo preguntas. Ya habría tiempo para explicaciones.

Jonathan le ofreció la mano a su viejo amigo.

-¡Isaac!¡Cuánto tiempo!-dijo con afecto-Por el amor del cielo ¿qué ha sucedido?

El cambio de actitud de su amigo, respecto a las graves palabras del telegrama lo desconcertó. Se enfadaría si le creyese...pero no le creía. Con todo, su amigo siempre le había parecido una persona cabal e inteligente, incapaz de dejarse llevar por las supercherías de un puñado de pueblerinos. Decidió seguirle la corriente para de ese modo, poder ver de dónde venía todo esto.

-Me alegro de que la situación no sea tan grave como la que nos planteaste y descuida que puedes contar con nuestra discrección.

Entró en la casa y se quedó mirando a aquella estancia.

-Qué acogedora. Se ve muy...hogareña con la luz de las velas. ¡Ah! y vos sin duda sois la señora Butler. Encantado querida. Soy Jonathan Bradley, amigo de la universidad de Isaac.

Jonathan besó cortésmente la mano de la mujer.
 

El humor de Sonya no mejora ante la visión de las chozas, ni de la mansión, no mejora cuando su chaqueta de ante se moja, probablemente liquidando la prenda para siempre.
Sonya se queda a punto de estallar cuando Isaac le comenta que cree que ha sido un error. Pero dos Lagos tragos de brandy en su estómago vacío consiguen calmarla un poco.
- Descuida querido, no diremos nada. Ya nos explicarás que ha motivado que vivas en esta ruina.
Cuando llega la esposa, Sonya ya ha recompuesto un poco su calamitoso estado, y la saluda efusivamente.
- Estas estupenda querida, la plantación nos pillaba de paso en un viaje que hacíamos y hemos decidido venir a visitaros un par de días, si no es abusar de vuestra hospitalidad, claro.

Después del viaje por los terrenos pantanosos y el mal tiempo en general, el humor de Hellen no pasa por su mejor momento. Aún así cuando ve a Isaac, mejor de lo que esperaba, todo hay que decirlo, una sonrisa acude a sus labios.
Asiente ante la petición de no decir nada a Hanna.

Justo cuando va a preguntar por ella, aparece por la puerta, ve como Sonya acude a recibirla y decide imitarla.

-¡Cuánto tiempo sin vernos! En cuanto Sonya me comentó que pasaríamos cerca de aquí en nuestro viaje, no dudé ni un instante en pasar a saludaros a ti y a Isaac- dice mirando de reojo a su amiga. Mentir nunca ha sido lo suyo.

Isaach querido, cuentanos que tal os va en este sitio. Hemos parado en el encantador pueblo y hemos conocido algunos de los lugareños antes de venir, amén de contrubuir al sostenimiento de la gaceta local con una donación.

Si no fuese un abuso nos gustaría quedarnos un par de días, antes de continuar viaje. Y si fueses tan amable de ofrecerme un té caliente no hallaría forma de darte las gracias.

Se sienta, augurando cháchara intrascendente hasta que la señora se retire.

-Claro, como no- dice mientras coge una campanilla metálica de la mesita que tiene a su lado y la hace sonar -avisaré a Gullah para que nos prepare uno a todos, y disculpad mis modales por no haberoslo ofrecido antes, debéis estar calados y helados- vuelve a dejar la campanilla tras hacerla sonar.

No pasa ni un minuto cuando un hombre negro aparece por la puerta.

Gullah es un anciano de color que camina con una perceptible cojera. Sufre una catarata en su ojo izquierdo, que le ha dejado medio ciego. Se acerca a la mesa y espera sin decir nada.

-Prepara té para todos- dice mirando al resto de invitados esperando una respuesta contraria -y que esté bien caliente el de mis invitados, están calados, les ha cogido la tormenta- y hace un gesto con la mano al criado para que se retire. Vuelve la vista hacia su mujer -¿Te hemos despertado cariño? ¿O ha sido este temporal? La verdad que esta casa necesita muchas reformas, cuando hay mal tiempo hay muchos ruidos por el repiqueteo del agua, las goteras y el viento- os dice por sacar un tema de conversación.

Alzando la cabeza pude ver un techo viejo, ruinoso y con numerosas telarañas. Las paredes no estaban mucho mejor y el suelo crujía a cada paso que daba. Me acerqué a la ventana y pensé:
-"Dos días dije....varios meses diría ahora....por no hablar del jardín..." movía la cabeza lentamente preocupado por el estado del mismo.
Algo llamó mi atención: un ruido de bisagras oxidadas al abrirse una puerta. Me giré.
Y allí estaba ella; la Sra. Butler seguía tan hermosa como la recordaba, sin embargo, parecía cansada, evadida...y algo asustada. Quizás por el ruido de la tormenta que continuaba.
-"No, definitivamente no podemos marcharnos; más aun con éste tiempo....con ésta lluvia" Pensé mientras volví la mirada hacia el cristal de la ventana al ver reflejado la luz de un rayo.
-"Buenas noche" le dije a la esposa de mi amigo educadamente, antes de ser interrumpido de nuevo por el ruido de una puerta al abrirse.
La entrada en la sala de un viejo sirviente de color, cojo y medio ciego; no hizo más que recordarme el estado de la vieja mansión de mi amigo Isaac.
-"Tiene usted razón amigo mío, esta vieja mansión necesita una buena reforma. Por no hablar de los posibles daños que pueda provocar esta tormenta. ¿Suelen durar mucho?".Pregunté siguiendo el tema sacado por Isaac.
Era evidente que no quería preocupar más a su bella esposa.

-Es normal-dijo Jonathan quitándole importancia al estado de deterioro de la casa-Tanto tiempo deshabitada, era inevitable que hubiese que hacer algunas reformas. Pero está bien esto. Es acogedor. Me encantan el estilo de construcciones de esta zona. Tienen...personalidad. Estoy seguro de que en poco tiempo y con un poco de esfuerzo, acabaréis por hacer de esto un hogar.

- Pues a mí no me gusta nada querido, sabes que soy una chica sureña adaptable como la que más a lugares campestres, pero el pueblo es horrible y la mansión se cae a pedazos, en mi opinión estabais mejor en apartamento del centro de la ciudad. Cerca de los amigos y del trabajo.

Agita sonriente la cucharilla dentro del té con una cordial sonrisa.

Mi consejo,es que abandonéis esta locura de vivir aquí.

Ale, ya está dicho, cuanto antes entremos en harina mejor.

-Sonya...- susurra mirando a su amiga. -No creo que eso sea lo que Isaac y Hanna esperan escuchar...-.

Sonya siempre tan directa. Es una de las cosas que más le gusta de ella, pero le resulta algo embarazoso en algunas circunstancias, ésta es una de ellas.

-Lo que quiere decir es que es un ambiente muy diferente a Boston. Es un poco menos... amigable...- intenta suavizar la intervención de su amiga.

Cuando Sonya menciona el estado de la plantación a Isaac le cambia el rostro, parece molesto por sus palabras pero intenta cambiar el tema -Bueno, ¿A donde os dirigís? Mencionaste un viaje, ¿Otro reportaje tal vez?- el tono no es el mejor con el que podría preguntar, pero también es cierto que os había pedido evitar el tema de la mansión y de que estáis aquí delante de su mujer.