Partida Rol por web

Las volutas de niebla colgaban sobre las piedras del muelle, como si tentáculos vaporosos extendiesen sus garras desde lo más profundo del mar y quisiesen adentrarse tierra adentro, conquistando la, en estos momentos, cansada ciudad.

Las calles empezaban a vaciarse de gente, que retornaba a sus casas después del duro trabajo y las luces intentaban mitigar la oscuridad que se avecinaba al caer el día. Los charcos llenaban los huecos del empedrado de la ciudad, restos de las lluvias que habían insistido durante toda la mañana.

Uno de esos charcos salpicó el pantalón del empleado de correos que se apresuraba con la última entrega del día, e hizo que exclamara una maldición. Se paró frente a  un viejo edificio de viviendas, entró y se paró en el rellano de uno de los pisos. Revolvió en su bolsa y comprobó, antes de tocar el timbre, que la dirección que figuraba en el telegrama era la correcta, y miró el nombre del destinatario:

Peter Dark

Peter, sentado a oscuras frente a su máquina de escribir rodeado de viejos volúmenes de polvorientos libros y una taza de té inglés... se sobresaltó ante el sonido del timbre mal instalado en la puerta.

Malhumorado ante la llamada, se levantó de la vieja silla y se acerco sigilosamente a la puerta para ver al que parecía ser un mojado trabajador de correos.

Tras ver quien es se asegura que el pestillo y la cadena de seguridad están cerrados correctamente y exclama...

Lance la carta por debajo de la puerta! No entiendo porque me molestan cuando es tan sencillo darme la carta.

La voz suena atenuada tras la puerta, pero a las claras el funcionario está gritando:

- Tiene que firmar la recepción del telegrama, señor.

Y dicho esto parece que sigue a la espera en el rellano.

Peter, se pone nervioso y exclama... Espere un momento enseguida vuelvo... y tras decir esto sin comentar nada más se marcha al dormitorio de su pequeño apartamento y vuelve con unos guantes puestos al cabo de un minuto...

Tras esto abre la puerta sin descorrer la cadena de seguridad y le pide la hoja para firmar... La coge con repugnancia y la firma sobre la puerta intentando no tocarla demasiado...

Tras esto coge lo más rápido el telegrama y exclama un seco... Gracias.

Tras esto cierra la puerta y se lleva el telegrama a su escritorio donde se pone a leerlo tocandolo con los guantes lo mínimo posible.

El telegrama aún presenta alguna mancha provocada por su portador (¿sudor? ¿suciedad? ¿alguna salpicadura de un infecto charco?). Compruebas que el remitente es de Londres, e intentas relacionar su nombre con una cara concreta. Finalmente te das cuenta que se trata de un Lord venido a menos con el que estuviste carteándote cierto tiempo.

El telegrama reza:

Tras ver la suciedad del telegrama Peter coge unas pequeñas pinzas para cogerlo y no infectarse...

Tras esto lee el telegrama y con evidente fastidio y curiosidad por igual, quema el telegrama en cubo pensado para ello...

Porque querrá verme.. llevamos años sin cartearnos?

Tras esto sigue con su vida, sin esperar más que nadie le moleste.

Peter, pasa la noche según su rutinaria y solitaria vida, con la que piensa es feliz y pasa la noche...

Se despierta por la mañana temprano, con un sudor frio tras una pesadilla espeluznante que no recuerda... Se queda incorporado sobre la cama, con una sensación de malestar terrible...

Peter tu vida está como siempre... Sigue con tu libro y nada ha sucedido.

Tras esto se levanta para tomar un té y se sienta para intentar concentrarse toda la mañana sobre su escritorio...

La lluvia repiqueteaba con pausada insistencia sobre el techo metálico de la estación, aunque solamente las palomas encaramadas en las vigas parecen estar angustiadas.

El resto de pasajeros (pocos, a estas horas del mediodía) se mueven por los andenes con una prisa irregular, esperando a sus trenes. El eco de las locomotoras reverbera en todo el interior, haciendo muy difícil el poder conversar, con lo que la gente se deja llevar por el ambiente místico, casi similar al de una catedral que reina en el edificio.

Una fila de taxis discurre fuera de la estación, y una parada de autobuses cubierta se encuentra directamente al otro lado de la calle.

Al salir, el viento que sopla del cercano mar resulta ser sorprendentemente fresco, incluso revigorizante. Nada tiene que ver con el ambiente siempre viciado de vuestra ahora lejana Londres. 

Mortimer baja del tren, viste de forma impecable con chaqueton, sombrero de copa y un elegante baston negro con empuñadura de plata. Tras apearse tiende la mano a Eli para ayudarla a bajar del tren

-permiteme Elizabetha-

una vez estan ya todos abajo se gira hacia la gente de la estación

-en el telegrama le comunique al señor Dark que llegabamos en este tren, no estoy seguro de si vendra el en persona, pero supongo que en cualquier caso tendremos noticias suyas- dicho esto se pone a otear a ver si hay alguien buscandoles o si ve al mismo Dark

-lo cierto es que nunca me he encontrado con el en persona, mantenemos correspondencia sobre algunos temas academicos, pero creo que lo reconocere-

Peter, siguiendo su propio estilo y sin aclarar lo que se esperaba de él, no salió de casa a recibir al Lord.

Siguió con su rutinaria vida esperando que contacte con él.

El metálico gorgoteo del lugar se cuela por la ventana. Doy un respingo, sorprendido y un tanto desorientado. Paso mis manos por los ojos y comienzo a abrirlos para reconocer el lugar. En el vagón, algunas personas están tomando sus maletas y dirigiéndose abajo.

No veo a ninguno de mis compañeros de viaje. Seguramente han bajado ya. Me resulta gracioso el hecho de haber esperado poder conversar un poco con McHollister, y terminar durmiéndome la mayor parte de la travesía.

Tomo mi maleta y comienzo a moverme por el pasillo. Bajo de la máquina y me acerco a los demás.

"- Disculpen, al parecer no reparé en nuestra llegada a la estación- comento mientras lanzo un furtivo bostezo".

Me rasco un poco la cabeza y llevo mi mano al bolsillo. Saco un cigarro y lo prendo. "¡Ah!... pareciera como si mi boca hubiese extrañado el sabor del tabaco mientras yo dormía", pienso. Al momento, escucho las palabras de Mortimer...

"- Ustedes se han visto ya, ¿verdad?- le pregunto-. O por lo menos usted a él o él a usted... Digo, porque, si bien el grupo de cuatro personas podría darle una idea de quien somos, si no está aún aquí sería un tanto... inútil buscarlo- agrego con una mueca en mi rostro".

Me gustan los viajes; disfruto viendo el paisaje y hablando con Mortimer y con el señor Allen, que cuando llegamos está durmiendo como un tronco. Aprovecho cuando paso a su lado para darle un golpecito en la cabeza y despertarlo, y Mortimer y yo le esperamos en la estación.

Miro mal a Mortimer cuando me tiende la mano; saber muy bien que me molesta, pero sigue haciéndolo para molestarme, estoy convencida. "Muchas gracias tío, no sé qué haría si no me dieras la mano, seguro que me caía a las vías, soy tan torpe...", le digo mientras bajo. Luego, miro alrededor, y cuando el detective baja le respondo también: "Si no le conoce debería haber alguien con un cartel o algo así, ¿no?... ¿como has quedado con él, Mortimer?".

Yo llevo mis dos maletas, no necesito la ayuda de los chicos.

Mortimer se permite una pequeña sonrisa ante la respuesta de Eli al ayudarla a bajar "y el caso es que verdaderamente no entiende que lo hago porque es lo correcto, no porque ella me necesite, en fin, cosas de la educacion liberal"

-No, no le conozco en persona pero si he visto alguna foto suya- de nuevo mira a la gente de la estación, pero es evidente que ninguno es el señor Dark ni nadie que les espere

-y no quedemos en nada concreto, me contesto con un telegrama muy escueto- Mortimer suspira y da un golpecito de impaciencia al suelo con su baston -estos escoceses, no me extrañaria que se haya quedado en su casa-

Tras considerar un momento sus opciones dice -creo que lo mejor sera coger un taxi y ir a su casa directamente. Si viene tarde a por nosotros supondra que es lo que hemos hecho-

Tras salir del ruidoso reverberar de la estación, el silencioso interior del taxi negro permite disfrutar más al sentido de la vista de lo que os espera en la ciudad.

Una vez le enseñáis al taxista la dirección en la vieja y arrugada carta que conserva Mortimer de su antiguo compañero de correspondencia, el coche se pone en marcha recorriendo las tranquilas (comparadas con las bulliciosas vías londinenses) calles de Aberdeen.

Y en el corto trayecto comprobáis porqué le llaman la ciudad del granito. El contraste de los altos picachos de las torres que desafían al cielo apuntando como esqueléticos dedos y las casas, por lo general bajas, simplemente se trata de una diferencia de alturas, pues el color gris monótono de éste material abunda por doquier.

Pero si hay algo más que os llame la atención es el omnipresente olor marino, que os trae recuerdos de vuestra memoria ancestral de las profundidades insondables del ahora muy cercano océano.

Finalmente, el auto para y os deja frente a un decrépito edificio de pisos en lo que creéis un barrio en el interior de la ciudad.

Antes de que alguien le abra la puerta, Eli sale del coche y va al maletero, donde va descargando las maletas mientras mira la fachada de los edificios. "¿Cual es el portal, Mortimer?, ¿Ése de en frente?", pregunta.

Mortimer baja del coche y lee una nota -aja, numero 45, si es este portal- luego dedica una rapida mirada a Eli que esta descargando las maletas y levanta una ceja a McHollister que va rapidamente a hacerse cargo del equipaje

-veamos si esta en casa- y golpea la puerta con la cabeza en forma de leon de su baston

Tras una anodina mañana, la puerta resuena como si la estuviesen golpeando con algún pequeño objeto contundente, no con los nudillos como habitualmente suelen hacer los molestos visitantes.

Sorprendido ante la nueva interrupción... Cae en la cuenta del telegrama...

Será él...

Sin decir palabra se pone unos guantes finos y abre la puerta dejando la doble cadena puesta.

Quien es?!

Bajo del carro y me pongo a un lado con mi maleta en la mano. Miro un poco el barrio en el que nos encontramos, su arquitectura, sus gentes, adornos. Bostezo nuevamente y golpeo un poco mi rostro para despertarme de una vez.

Camino hacia la acera y dejo en el suelo la valija. Saco un cigarro y lo enciendo para pasar el rato. En el ínterin, miro hacia Elizabetha y sonrío. "Mujer, solamente quieren ayudarte... cargar unos bolsos no te hará ni más ni menos independiente", pienso.

Luego, observo a Mortimer que busca entre las casas la que debe ser la de Dark. Cuando parece haber encontrado la correcta, se mueve hacia el umbral de la puerta y golpea.

"Interesante lugar, interesantes edificios... me pregunto que habrá sido del amigo de la muchacha. Esperemos poder encontrar algo de él y que no se haya desvanecido como el pobre Edmund", cavilo parado junto a mi maleta mientras doy una pitada tras otra al cigarro.

Se oyen un par de cadenas de seguridad tras la puerta y una voz velada por la madera pregunta:

-Quien es?!