Partida Rol por web

Las cosas se suceden a tal velocidad que no logro coordinar prácticamente mi vista con mis movimientos. Mientras Elizabetha se mueve hacia atrás, escapando de tan abominable cosa, observo como uno de sus tentáculos casi apresa su brazo. Suspiro tal vez por la suerte de que no le haya atrapado, pero mi rostro se torna serio al darme cuenta de la terrible herida que ahora tiene.

Dispararle nuevamente sería una estupidez. No sabemos con qué posibilidades de movilidad cuenta este ser, y no pienso averiguarlo sacándolo del barril. Trato de concentrarme en el tentáculo, pues mi compañera ahora se encuentra lo suficientemente lejos como para no recibir disparos de mi parte. Pero me resulta dificultoso... el movimiento, tan continuo e inconstante, hace que se complica mi puntería con el arma.

Repentinamente, me percato de que la señorita Durand da con unos rastrillos. "Tal vez haya una posibilidad de salirnos rápido de esto", pienso. La muchacha lanza una de las herramientas hacia mí y me pongo en posición observando nuevamente el tentáculo.

"- De lograr atrapar su extremidad con esto, y aunque no lo logre también, trate de alejarse lo más que puedo, para salir del rango de acción de esta cosa- le expreso agitadamente a Elizabetha-. Mi ataque atraerá seguramente su atención, así que dispondrá del instante necesario para moverse".

"Una casa vieja... tal vez la madera se encuentre en pobre estado... la humedad de esta zona puede haberle afectado en demasía... la fuerza de esta alimaña parece ser suficiente como para librarse. Quizá unos cinco segundos como máximo, lo necesario para alejarme", cavilo mientras mi cabeza acompaña la danza del pululante tentáculo. E inmediatamente, llevo con fuerza y hacia adelante el rastrillo.

La criatura serpentea trazando una curva alrededor de los pinchos metálicos del rastrillo, frenando tu ataque y enroscándose alrededor del mismo. Con un convulsivo bandazo, intenta aprovechar tu agarre del mango para lanzarte contra el barril y tenerte a su alcance.

Lanzo el rastrillo, tratando de atrapar a la criatura. Pero no puedo lograrlo, aún me encuentro alterado por tan horripilante visión... y la bestia se aprovecha de ello. Agarra la vara que sujeto con fuerza y comienza tironear de ella. "Si me acerco demasiado estoy muerto", pienso rápidamente.

"- ¡Elizabetha, es el momento... aléjate!- grito a mi compañera mientras lucho contra la bestia".

Siento como comienza a arrastrarme de a poco. Su fuerza es superior a la mía, sólo es cuestión de un momento para que me convierta en la comida de esa cosa.

Inmediatamente, llevo mi pierna hacia atrás y la flexiono un poco. La que queda adelante, la acerco hacia la otra levemente. Agacho un poco el cuerpo y comienzo a tironear con más fuerza. "No ha llegado a agarrarme a mí, significa que inicialmente ya estaba fuera de su alcance... Entonces, el impulso que he de generar me alejará efectivamente de él", me digo preparándome finalmente para lo que voy a hacer.

Sigo presionando un poco y, al instante, tironeo con mis piernas a la vez que suelto el rastrillo. Espero que el empuje me deje lo suficientemente lejos... será cuestión de suerte... o de un favor divino.

La extraña masa se desliza aferrando en espiral el mango del rastrillo, y una vez ha cubierto parte de su longitud, se contrae apretándolo con fuerza. Ante la resistencia de Raymond ella ejerce aún más fuerza y por causa de ese forcejeo, el detective es impulsado uno par de metros hacia atrás al soltar la madera.

Parpadeo incrédula y esa misma incredulidad impide que me mueva.

-¿Esa... esa cosa razona?

La idea es descabellada, lo sé, pero visto lo visto no parece serlo tanto. Puedo entender eso del instinto, puedo entender muchas cosas ¿pero ésto?.

Raymond me grita, no consigo entenderle porque tan sorprendida me encuentro con todo lo que ocurre que tengo la sensación de que todo cuanto ocurre a mi alrededor lo hace a cámara lenta. Veo el forcejeo, cómo Raymond es desprendido del rastrillo y a su vez cómo sale despedido un par de metros lejos del lugar en el que inicialmente estaba. El rastrillo, mi rastrillo, continúa en mis manos. Lo observo y por mi mente surca la idea de utilizarlo, de arrojarme sobre la criatura y atravesarla con el, pero...

-¡¡Esa cosa tiene ahora el rastrillo de Ray!!

Aquel pensamiento, aquella certeza me hace reaccionar. Si el bicho ese razona, por poco que haga, podría usar el rastrillo en nuestra contra. Corro hasta donde está Raymond y lo ayudo a ponerse de pie. Tenemos que alejarnos y pensar, buscar el modo de neutralizar a esa cosa, que no acabarla, porque sí, lo siento, no puedo evitar pensar que será una inagotable fuente de estudio y la sola idea de formar parte de su descubrimiento me excita de sobremanera, pese al riesgo que conlleva.

-Venga, Raymond, venga. ¿Está usted bien? -le pregunto halando de él- Tenemos que buscar, que pensar en otro modo de vencer a ese bicho, pero tenemos que hacerlo, no podemos dejarle allí, sepa Dios qué clase de daño podría llegar a causar -miro mi herida al tiempo que pienso en Edward-... De seguro esa cosa está relacionada con lo que sea esté sucediéndole... Dios mío, Edward ¿en qué te metiste esta vez?

La masa amorfa, tras hacer unos golpes furiosos cargando contra lo más cercano que tiene (el borde del barril y la pared del porche) se queda haciendo unos movimientos sinuosos, semejantes a un ofidio, como si esperase que os volviéseis a acercar para reanudar el ataque.

La forma en que la criatura parece estar preparándose para hacer frente a un posible nuevo ataque, nuevamente hace presumir a la arqueóloga que se trata de una criatura con algún grado de raciocinio, descartando casi por completo la opción de "instinto de supervivencia".

-Deberíamos pedir ayuda -dijo a Ray-, está claro que nosotros dos no vamos a poder contra esa cosa...

Me calmo un poco, ya nos encontramos fuera de su alcance. Es peligroso, mucho... con sólo agarrar a alguno de nosotros podría matarlo enseguida. Sin embargo sonrío.

"- Es interesante. Se está preparando para recibirnos... esta criatura es muy interesante y peligrosa- menciono como si hablase conmigo mismo y luego observo a Elizabetha-. Tienes razón... no tenemos elementos suficientes como para matar a esta cosa. Sin embargo, tal vez haya una forma de hacerlo- contesto a mi compañera-. Me gusta leer y antes lo hacía con mayor frecuencia. Recuerdo que estos animales suelen disfrutar de cuevas, y podemos hacer uso de ello para matarle. Imagina que cavemos unos pozos delante nuestro y rompamos el barril... el animal saldría y se apostaría en los hoyos como si fuese su escondrijo... manteniéndonos a una distancia prudente, podría dispararle a la cabeza y con eso terminaría todo- le comento-. Sin embargo, el punto negativo es que son seres inteligentes... y este parece ser más inteligente de lo esperado. De hacer eso, puede que nosotros nos llevemos la sorpresa y estaríamos en problemas- agrego".

Tomo un poco de aire para tranquilizarme y rasco un poco mi cabeza. Luego, de mi bolsillo saco un cigarrillo y lo prendo. Mantengo la primera bocanada del refrescante humo en mi boca y la lanzo despacio.

"- La otra posibilidad es que nos vayamos de aquí, del patio, cautelosos y llamemos a la policía para recibir algo de ayuda. Lo que ha pasado con su amigo, los hombres afuera y la presencia de este animal aquí no me gustan nada- expreso y vuelvo a dar una pitada al cigarro".

Frunzo el ceño, la idea de involucrar a la policía no me convence del todo.

-No lo se, creo que sería mejor avisar al señor Dark y a Lord Mortimer primero. Estamos todos en ésto, de un modo u otro y... bueno, la verdad es que antes de involucrar a la policía me gustaría saber o cuando menos tener una idea más clara de lo que le ocurrió a Edward -me mordí el labio inferior en un claro gesto de preocupación-... Tengo el extraño presentimiento que si agitamos mucho las aguas con todo este asunto las posiblidades de encontrarlo van a disminuir considerablemente.

Resoplé algo frustrada por todo lo que estaba pasando y por seguir, pese a lo encontrado, sin tener respuestas.

-Dices que has leído sobre esta criatura -volví a tutearlo de modo inconsciente- o cuando menos pareces tener noción de lo que puede tratarse. ¿Serías tan amable de ilustrarme al respecto? ¡¡Porque yo no tengo ni la más puta idea de lo que es!!

Y ahí estaba yo otra vez, mandando al carajo con semejante exclamación todo lo que en una sociedad como la que vivíamos era considerado como "buenas maneras" o "correcto" para cualquier señorita que se preciara como tal.

"- Pues... digamos simplemente que es un pulpo... un muy grande, malo e inteligente- contesto a Elizabetha sonriendo un poco".

Observo para todos lados, tratando de percatarme si alguien está observándonos. Tal vez sea simple paranoia, pero no comprendo cómo esto llego aquí solo. Un animal, o cosa, que ha de vivir en el mar no puede encontrarse ahora aquí si más.

"- Lo que dice sobre la policía es cierto, señorita. Sin embargo, nuestras posibilidades están cayendo cada vez más... no sé en qué efectivos puedo confiar aquí, pero necesitaría percatarme de eso primero- le digo mientras doy otra pitada al cigarro-. Por otra parte, los señores Mortimer y Dark tal vez estén en camino o no... puede que aún sigan con sus quehaceres, y el punto de reunión era este".

Miro al suelo un momento y comienzo a patear las cenizas hasta que estas se deshacen. Apago en la tierra el cigarrillo y limpio un poco... guardo la colilla en mi bolsillo.

"- Lo mejor que podemos hacer ahora es irnos y dejar esta... batalla... por empate. Cuando estemos más tranquilos podremos pensar mejor- le expreso a mi compañera y comienzo a observar por dónde podemos irnos".

-¿Irnos? -miro en dirección de la criatura indecisa- ¿Y si alguien más encuentra a esa cosa? -se mordió el labio, no le agradaba la idea de irse y dejar esa cosa allí, sin más, pero debía admitir que Ray tenía razón ¿qué otra cosa podían hacer?

-Bueno, vámonos, pero quede claro que no me convence esa opción porque así como nosotros encontramos esa cosa cualquier otro podría hacerlo si la dejamos así sin más. ¿Y si no tienen la misma suerte que nosotros y no viven para contarlo? -frunzo el ceño- No quiero cargar con la culpa de una muerte...

Apreto los ojos y niego con la cabeza. Suspiro.

-Tenemos que volver, prométamelo -puse los brazos en jarras y mi voz sonó más autoritaria-... Y si no me lo promete me da igual, volveré aquí aunque deba hacerlo sola.

Tras palpar infructuosamente por el radio alredededor del barril, el hinchado tentáculo comienza a replegarse deslizándose en el interior del negro líquido provocando un ligero tambaleo del tonel.

Solo entonces, la puerta trasera queda tranquila y en silencio, dejándoos en el borde del jardín casi lindante con la destartalada verja que parece guarecer el cementerio familiar.

Me quedo quieta observando el barril desde la distancia al ver que la cosa esa ha dejado de moverse.

-Ya no se mueve -musito. Mis palabras, técnicamente, no van dirigidas a Raymond, son en realidad un pensamiento en voz alta, pero para el caso es lo mismo.

-Si nos acercamos con cuidado podríamos poner otra vez la tapa al barril, asegurándola, y entrar a la casa a investigar.

Mi mirada se desvía hacia lo que parece ser un cementerio.

-Tal vez deberíamos echar un vistazo allá también -añado señalando en la misma dirección que estoy mirando.

"- Así es... no se mueve- contesto a esa suerte de suspiro que emana de los labios de Elizabetha-. El animal es astuto... si no puede alcanzarnos, no tiene caso seguir golpeteando y cansándose".

Un problema menos... el ser que se encuentra en el barril ahora no debe preocuparnos, pero: ¿si esto se encuentra aquí, qué habrá adentro de la casa? Rasco mi barbilla pensando un poco, tratando de despejar mi mente. Pero, repentinamente, la voz de mi compañera me envuelve de nuevo.

"- ¿Usted quiere acercarse, señorita Durand?... aconsejaría que, debido al golpe que ha recibido, se mantenga lo suficientemente alejada de la criatura- le expreso-. Yo no estoy aquí para preocuparme de otros, sino para intentar averiguar que fue de su amigo y, por respeto a Lord Mortimer, cuidar que a usted no le pase más nada... Puede que le guste, puede que no, pero así son las cosas...".

Observo hacia el cementerio y comienzo a caminar hacia allí despacio.

"- Mejor será que veamos el cementerio y dejemos descansar los ánimos de ese animal... luego veremos la casa".

Una destartalada verja de hierro rodea el pequeño camposanto, que al parecer y debido a sus reducidas dimensiones está dedicado a un puñado de familias de la barriada.

Las gastadas lápidas y ninguna flor (a excepción de los restos marchitos en a los pies de alguna de las piedras) denotan su estado de completo abandono. La tierra blanda con algunos parches de hierba aquí y allá se hunde ligeramente cuando entráis en el cementerio.

Frunzo el ceño, no me gusta nada ese tonito que Ray ha adoptado conmigo.

-Se cuidarme sola, gracias -le respondo cuando él menciona eso de que "por respeto a Lord Mortimer, cuidar que a usted no le pase más nada". De verdad, eso fue como si... como si... ¡¡Como si me echasen ají en el culo!!

El horno no estaba para bollos y, pese a que fue a regañadientes, debía admitir que él tenía razón. ¡Pero no se lo diría, no señor!

Caminé hacia el cementerio con la cabeza bien erguida, toda orgullosa, pero al poco andar noté que la tierra bajo mis pies estaba suelta. Aquello, en teoría, no debía de extrañarme, pero dadas las actuales circunstancias y, sobre todo, que ese tenía más el aspecto de un cementerio abandonado que uno en uso, la existencia de tierra blanda me daba a pensar que nada bueno había detrás.

-¿No le parece que la tierra está demasiado suelta? Me atrevería a decir que hace poco ha sido removida -alcé una ceja-... ¿Será que este lugar no está tan abandonado como parece?

Una ráfaga de aire frío y húmedo azota vuestro rostro en cuanto traspasais la reja, como si el mismo cementerio os diese una reprimenda al invadirlo con vuestra presencia.

Aunque peor es el escalofrío que produce el tener a vuestra espalda la inquietante casa y el temible inquilino del barril.

Eli se adelanta hacia el interior, movida por su ímpetu, pero sin reconocerlo, aún temblando por el encuentro con el ser del barril, aún todavía demasiado cerca.

Echa un vistazo a las lápidas, buscando el hecho de que hayan sido profanadas o la tierra removida, aunque quizás solo sea un efecto del tipo de suelo arcilloso del camposanto.

Escucho la respuesta que Elizabetha meda, un tanto seca y con el enojo que le ha caracterizado desde que la conocí hace poco. Lo único que puedo hacer es sonreír un momento.

"- Graciosamente predecible- me digo a mi mismo en un susurro".

Me agrada su forma de ser... un tanto infantil y descuidada a veces, pero con un valor y energía vital envidiable. Me agrada y cela al mismo tiempo, puesto que me recuerda al muchacho que hace no tanto tiempo fui.

La miro dirigirse hacia el cementerio y camino detrás de ella. Doy un vistazo nuevamente al barril y me percato de que esa cosa no nos esté engañando. "No es tan inteligente Raymond, no tanto", pienso. El viento helado cubre mi rostro y hace danzar mis cabellos. Tomo aire y endurezco mis rasgos... no es momento de andar dubitativo.

Las palabras que la señorita Durand dice hacen un click en mí El movimiento en la tierra puede deberse, si, a un reciente movimiento en la misma, pero espero, por el bien de ella, que no sea lo que supongo. Tan sólo asiento a lo que dice y, cigarrillo mediante, me pongo en cuclillas para tomar un poco de tierra.

Hago moverse entre mis manos la porción de suelo que he tomado y dejo caer el pedregullo de la misma. Llevo la mano a mi nariz, tratando de percibir cualquier aroma extraño que tenga. Varias cosas se mueven ahora en mi cabeza... La historia de las brujas muertas en este cementerio, la situación del... aquelarre... algo parecía moverse en la misma dirección y me estaba poniendo incómodo.

Levanté mi vista para observar a Elizabetha buscando toda pista posible que pudiera darle respuesta a algo, lo que sea. Recordé las marcas de las que habló Mortimer en Londres, las que había mencionado el borracho, e inicié la búsqueda junto a mi compañera. Sólo esperaba no obtener más dudas.