Partida Rol por web

Ante las buenas noticias del mensaje-paño, el grupo se organiza y comienzan el ascenso. Holloc se asegura de que la cuerda esté firme y encabeza la marcha, seguido de Theo, mientras que Aura y Richard ayudan al pobre Campre a escalar la macabra escalinata que lleva hacia la rampa. Resulta evidente que al hombre le cuesta horrores caminar en su estado, pero con la ayuda de la sierva de Irori y del arqueólogo consigue llegar hasta la abertura de la rampa.

El grupo asciende entonces de uno en uno por la rampa macabra, tratando de ignorar la peste, los insectos y los restos de sangre que abundan en semejante salida. La cuerda parece bien afianzada, lo que les permite trepar por el conducto sin mayores complicaciones.

Mientras Holloc y Theo emprenden su ascenso, Campre va respondiendo a las preguntas de Aura. La voz del hombre asciende por la rampa, de manera que todo el grupo puede escuchar la conversación que tiene lugar en la planta inferior mientras trepan por la rampa macabra.

—También se le conoce como el asilo de Briarstone, donde tratamos a pacientes con algún tipo de problema mental. Debíais de ser pacientes, aunque como os he dicho, no era yo quién os atendía... —de repente el hombre parece algo aliviado—. La doctora Willa se encargaba de los pacientes más agresivos, con esquizofrenia o trastornos esquizoides de la personalidad. Hacíamos una buena labor en este lugar.

Cuando llega su turno, Campre se aferra a la cuerda y comienza a trepar por la rampa.

—Hasta que todo se fue al garete. Una extraña niebla amarilla rodea la isla, y desde entonces no han dejado de aparecer cambia-formas, cadáveres que caminan, y todo tipo de aberraciones…  Recuerdo que hubo un fuerte temblor. Luego desperté en las celdas, con otros compañeros —hace una pausa y resopla, agotado por el esfuerzo—. Poco después os trajeron a los cinco, inconscientes. El resto ya lo sabéis.   

Holloc es el primero en salir del túnel, seguido de cerca de Theo. La rampa da a una pequeña habitación en el piso superior, donde les espera Mequetrefe, visiblemente aliviado de verles. La cuerda está atada al pomo de la única puerta de la habitación de manera bastante precaria. Por suerte ha aguantado su ascenso sin mayores complicaciones.

Les siguen el herido, el arqueólogo y por último la sierva de Irori. La habitación contiene un par de carritos de tela, llenos de harapos, sábanas y ropas manchadas de sangre, seguramente pertenecientes a los pobres “sujetos experimentales” que se agolpan más abajo.

De nuevo reunidos y con algo más de información sobre el lugar en el que se encuentran, ¿qué hará el grupo a continuación?  

Ante la protesta, Theo torció el gesto, pero no dijo nada. Entendía que en aquella situación era un recurso valioso que tenía que racionarse, el auxilio divino, y no estaba en su lugsitedesollaranatiellatedejariaandarhorasasiar cuestionar la decisión de la irorita. Hizo de tripas corazón y empezó a escalar por aquel lugar, mientras trataba de evitar la suciedad y el olor. Oh dios, el olor en un lugar húmedo y caliente de la sangre, hasta de la sangre reciente. Se le pegaba a la carne mientras trataba de empujar su cuerpo menudo con sus brazos de chupatintas.

Y cuando llegó arriba aún trató de ayudar a Aura y a Richard a que subieran a Campre, con todo el cuidado posible para que el hombre tuviera que sufrir lo mínimo... ya que evitar que sufriera del todo era imposible. Se apoyó en la pared por unos segundos, levantó el índice y corazón de la mano derecha a la altura de sus ojos

-Ph´naa

y conforme lo movía de derecha a izquierda, trazando un arco con sus compañeros, estos vieron que la suciedad, la mugre y la sangre, e incluso hasta el hedor y el sudor que los atenazaban se apartaban de ellos, dejando un pequeño momento de respiro y frescor detrás.

-Pacientes -tenía que admitir que se sentía como una persona que debería estar allí, en parte- No, no tiene sentido. Si sólo éramos pacientes, por qué estaban nuestros equipos tan al alcance. No es la clase de cosas que harías con un ingresado.

"¿Me entregué a una cura de salud en un sanatorio? Parezco la clase de persona a la que le haría bien. Quizá por los nervios"

-¿Garita de la guardia? ¿Alguna capilla? ¿Zona de calabozos o celdas? ¿Algún despacho de alguno de los jefes que esté lo bastante resguardado o bastante fortificable como para que podamos tratar de concentrarnos allí?
 

Mequetrefe sonrió con alegría al ver a sus compañeros ascender por la cuerda y llegar con él a la habitación. Reprimió sus ganas de saludarlos con énfasis y se acercó hasta ellos para susurrarles.

- No hagáis ruido... esa niebla amarilla del sueño... está por todas partes. Tras esta puerta hay un patio rodeado de niebla... cerca hay otra puerta que da a un pasillo, pero cuando entré por ahí vi que había luz viniendo de uno de los lados del pasillo, deberíamos intentar pasar desapercibidos, no sé que podríamos encontrar. Aparte de eso poco más he visto... un cuarto de calderas que es por donde salí cuando subí por los conductos del horno. Deberíamos movernos inmediatamente y salir de aquí cuanto antes, no quiero imaginar lo que nos pasaría si esa doctora macabra nos pusiera las manos encima, no señor... o pero aún... esa criatura con la que soñé... esa criatura si que era realmente inquietante.

A Holloc Le incomodaba la suciedad adherida a sus ropas y también en sus manos. El pútrido olor contribuía a que la sensación fuera aún más desagradable, no obstante podía soportarlo. Por alguna razón le resultaba familiar la idea se estar cubierto de sangre ajena y vísceras, así como el característico olor de la muerte. Al fin y al cabo era un soldado o eso creía. Habría estado en alguna batalla... O no...

- Lo último que quiero hacer es encerrarme en otro sitio, no señor... - Holloc se sorprendió a sí mismo utilizando la clásica coletilla del gnomo al responder a Theo.

La información que Mequetrefe había reunido era muy valiosa. Tener una pequeña idea de donde se encontraban era imprescindible para seguir adelante. Lo cierto era que no tenían demasiado tiempo para pensar. Aquel extraño hombre con aún más extraño compañero, proponía buscar cobijo para hacerse fuerte en éste, o eso creía Holloc haber entendido. No necesitaban atrincherarse, eso sólo retrasaría más su captura y su muerte. Debían escapar.

- Campre, usted sabe mejor que cualquiera de nosotros como funciona ésto. - Dijo muy serio el guerrero. - ¿Quién puede haber en el pasillo con luz? ¿Dónde puede haber ido la doctora? ¿Por dónde es más fácil huir? ¿Hay vigilancia? ¿Vigilancia armada?

El hombre se recostó contra la pared mientras recuperaba el aliento, aun visiblemente fatigado por el esfuerzo que debía de haberle supuesto subir en su estado por la angosta rampa.  Cerró los ojos, tratando de aclarar sus ideas.

—La capilla debería de estar cerca de aquí —dijo volviendo la vista hacia el grupo—.  Hacia el sur, junto a la entrada del edificio. Si las criaturas no han invadido esa zona, es la ruta más directa hacia la salida. Los ordenanzas se encargaban de la seguridad del asilo. Muchos de ellos habían servido en el ejército, aunque no sé si seguirán vivos... 

Mequetrefe parecía sopesar las palabras del malherido hombre.

- ¿Hacia el sur? Nunca he sido demasiado bueno orientándome -dijo en voz queda- sin embargo estaría bien trazar un plan de acción antes de salir de aquí, sí señor. Esta puerta da al patio, ahí no podemos detenernos ni un instante, la niebla amarilla inunda el patio completamente y no me cabe la menor duda de que dentro de esa niebla sólo nos espera una muerte horrible y atroz. Justo a la derecha encontraremos otra puerta que lleva de nuevo al interior del edificio. En principio es seguro ir de una a la otra puerta sin quedar atrapado en la niebla, aunque deberíamos movernos con celeridad, así al menos fue cuando lo hice yo al venir. 

A continuación se mantuvo unos segundos en silencio, atusando su verde barba. Parecía estar ordenando sus ideas.

- Pues bien una vez lleguemos a esa puerta estaremos en una encrucijada. Saldremos a un pasillo, a la derecha el paseo continúa pero está bastante oscuro. A la izquierda es de donde provenía la luz que dije antes, pero además tendríamos otro problemilla para tomar esa ruta, y es que hay una barricada que bloquea el paso. De frente nos encontraremos con dos puertas, la de la derecha es por donde vine yo, y ahí no hay nada de interés, la de la izquierda no sé a donde lleva, pues no llegué a atravesarla, pero está pegada a la barricada y la fuente de luz.

En ese momento empezó a caminar por la habitación mirando hacia el techo y dándose golpecitos en la barbilla con su pequeño dedo índice.

- Como he dicho antes, nunca he sido demasiado bueno en temas de orientación, sin embargo, si tuviera que apostar mi precioso pelo diría que tendríamos que tomar el pasillo hacia la derecha. De todas formas, hacia la izquierda no podríamos pues está bloqueado y abrir la puerta que tendríamos de frente probablemente nos expondría demasiado. Además, si mis cálculos no fallan, ese pasillo debería llevar hacia el sur, y en consecuencia, hacia la capilla, sí señor.

El pequeño gnomo se acercó en ese momento a Campre y con una sonrisa le dijo:

- ¿Tengo razón amigo? Esperemos que así sea, si no alcanzar la capilla podría resultar muy difícil... y peligroso.

Aura escuchó a Campre. La Sierva de Irori sintió un mareo cuando el viejo les dijo que debían de ser pacientes del lugar. ¿Entonces si que habían perdido la cabeza?

Pero soy consciente de mis acciones.

¿Pero podía estar segura? ¿Acaso los locos no creen que son normales? ¿Y si nada de eso era real y todo estaba en su cabeza?

¿Y Campre? Bueno, quizás él también estaba loco.

Fue entonces cuando hizo mención a la niebla, los cambia formas y los cadáveres que caminan.

¡CÓMO LOS DEL SUEÑO!

Si la joven no se fue al suelo fue por puro milagro. La ansiedad se hizo con el control y no parecía que ni el truco de la respiración funcionase. Menos mal que se ha quedado la última en subir para que sus compañeros no la vieran así. Aura no supo cómo fue capaz de sobreponerse y subir.

Ya en el piso superior, Theo descartó la posibilidad que fueran pacientes y eso reconfortó a la Sierva de Irori. Tenía todo el sentido del mundo. Le habría sonreído al semielfo que por primera vez desde que se conocían (¿o quizás desde que se habían vuelto a conocer?) había hecho (o más bien dicho) algo que le agradaba. Pero no tenía ánimos. Además lo acabó estropeando un poco con la idea de fortificarse.

Mequetrefe mencionó a la criatura del sueño y un escalofrío recorrió la espalda de Aura.

—Buen trabajo Mequetrefe—felicitó al gnomo con su habitual tono severo mientras ignoraba la desagradable sensación—. Estoy de acuerdo con Holloc. No podemos encerrarnos.

¿Se podía fiar de Mequetrefe? No tenía ni idea, pero había escuchado, o creía haber escuchado que la gente menuda era buena ocultándose. Aquel gnomo lo había demostrado  tras atravesar aquellos corredores  sin ser detectado. También podía ser que si le hubieran visto y que estuviera esperándoles  apostados en algún lugar. Eso tampoco lo sabía, así que quizás lo mejor que podían hacer era seguir las indicaciones del gnomo.

- La luz indica seguramente que alguien está en la zona. -  Reflexionó en voz alta. - La barricada me dice que ese alguien no quiere que nadie pase por ahí... -  Suspiró. -  La zona más  oscura va hacia el sur... ¿No Mequetrefre? Y Campre dice que la capilla está  en el sur y es la principal vía de escape.  - Alzó una ceja. - Todo parece indicar que debemos coger el pasillo de la derecha. ¿Todos de acuerdo? - Dijo agarrando la empuñadura de sus estoques.

Richard asintió.

—A dónde queráis, pero pongámonos ya en movimiento.

Las heridas del viejo Campre parece que han dejado de sangrar, aunque nada garantiza que no vuelvan a abrirse de nuevo después de un movimiento brusco es probable. Parece asimismo algo más animado después del cariz que toman las cosas, animado por la perspectiva de salir de allí de una vez por todas.

—Debemos de estar en el patio interior. Torciendo a la derecha iríamos hacia la lavandería, y más allá hacia están las cocinas y los despachos de varios médicos. Hacia la izquierda es por donde debería de estar la capilla. Pero por lo que dices allí está la barricada. Sinceramente, preferiría ir hacia la luz que hacia los pasillos oscuros. Quizás encontremos allí a más supervivientes…  

Mequetrefe pareció sopesar las palabras de Camre.

Vaya, vaya... Si el camino hacia la capilla está bloqueado por la barricada, podría ser un problema llegar hasta allí. No sería fácil quitar la barricada sin hacer ruido y... si hubiese alguien esperando por el otro lado gozaría de una posición excelente para atacarnos, sí señor. Como dije antes, hay otra puerta al lado de la barricada... ¿Sabe usted a donde lleva esa puerta señor Linweigh? Quizás podamos sortear la barricada de alguna forma...

Aunque estar allí encerrado le apetecía tan poco como a los demás, atrincherarse en un sitio sólido y seguro con comida a esperar que les rescatasen (porque alguien tendría que darse cuenta de aquello más tarde o temprano) no le parecía tan mala idea. Al menos si no conseguían la idea de poder poner millas de forma segura entre ellos y nada de lo que estuviese pasando en aquella mazmorra infernal que había sido hasta hace días un sanatorio.

-¿Quizá quien está al otro lado de la barricada esté refugiándose de lo mismo que nosotros? -preguntó- En ese caso podríamos tratar de comunicarnos con ellos, y podríamos pasar si demostrásemos que no somos cosas aullando tratando de matarles. N-no debería ser difícil.

Emitió una risilla nerviosa, bordeando el histerismo.

Campre cierra los ojos durante un instante, tratando de recordar.

—Si estamos pensando en la misma puerta —dice mirando al gnomo—, diría que es un armario de la limpieza. No lleva a ningún lugar.

Aquella revelación desmoralizó a Holloc. En su mente había estado trazando una estrategia para abordar la huida empezando por aquella puerta. Si era en realidad un armario de limpiza poco iban a hacer por ahí. Las opciones se reducían, camino oscuro o barricada. Si querían llegar a la capilla, debían atravesar la barricada. No quedaba otra. Además Campre preféria la luz que la oscuridad, algo lógico por otra parte.

- Vamos hacia la barricada... - Expuso Holloc. - Si como dice Campre puede haber supervivientes, es posible que sean ellos los que hayan montado las barricadas... - Se encogió de hombros. - Si al final vamos hacia allí debemos hacerlo ordenados y en silencio.

Holloc desenfundó sus estoques e inspiró profundamente. Sin esperar respuesta alguna se en caminó hacia la zona de la barricada. Lo haría en primer lugar, al fin y al cabo era un guerrero, pero trataría de ser silencioso como una gato.

Aura no tenía claro si iban a poder evadir la barricada, pero todos sus compañeros se mostraron a favor de dirigirse hacia la capilla y ella había optado tomar un papel más pasivo en las decisiones, así que no puso pegas al camino propuesto.

—Movámonos en ese caso—se limitó a decir con su voz autoritaria.

La capilla es la luz... si no ha sido profanada—pensó con amargor.

Una vez tomada la decisión y recuperados los ánimos, el grupo no tarda en ponerse en movimiento. El gnomo encabeza la marcha, seguido de cerca de Holloc. Unos pasos por detrás Aura y Theo caminan ayudando al pobre Campre. El herido se mueve con dificultad, pero al menos ahora es capaz de mantenerse en pie sobre los hombros de la sierva de Irori y del investigador. Aunque resulta evidente que la visión del Nuevo Príncipe le sigue incomodando, al menos parece tolerarlo. Cerrando la marcha se encuentra Richard, siempre con el arco dispuesto.

El grupo abandona la pequeña sala para encontrarse ahora  a cielo descubierto. Una extraña —si bien familiar— niebla amarilla le recibe en cuanto abren la puerta y salen al exterior. Los girones de niebla amarillos parecen en esta especie de patio algo menos espesos que sus sueños, aunque su sola visión resulta de por sí inquietante. El gnomo tuerce a la derecha a toda velocidad hasta un muro enladrillado, tratando de exponerse lo menos posible a los elementos. El menudo hechicero enseguida da con una puerta  y el resto no tarda en seguirle.

Tan pronto como todo el mundo ha atravesado el patio (una travesía de apenas diez pasos), Richard cierra la puerta, impidiendo a la niebla internarse en el edificio. Se encuentran ahora en angosto pasillo, donde apenas hay iluminación. Las paredes están enyesadas y salvo algunas grietas, su aspecto parece funcional.

El pasillo se extiende en dos direcciones: hacia la derecha el pasillo continúa hasta donde se pierde la vista, hacia la izquierda un montón de muebles, mesas y hasta camas yacen apilados formando una especie de parapeto. Un farolillo en lo alto de la improvisada barricada ilumina tenuemente esa zona del pasillo. El grupo se dirige entonces hacia allí.

A medida que todos se acercan hacia la barricada, distinguís una puerta a la derecha. Debe de tratarse del armario de la limpieza del que hablaba Campre. Cuando el grupo se encuentra a tan sólo unos pasos de la barricada, se escucha una fuerte voz fémina:

—¡Ni un paso más o abrimos fuego! —la cabeza de una mujer con un casco de cuero se asoma al otro lado de la barricada y les alumbra con el farolillo.

Dos hombres más emergen de entre las sombras, ballesta en mano, y apuntan en dirección al grupo.   

Cuando escuchó la voz de aquella mujer le dio un vuelco el corazón y casi dejó caer sus estoques. Pese a que era evidente que tras las barricadas habría alguien y ya habían hablado de esa posibilidad, en el fondo esperaba encontrar el lugar desierto. No fue así y eso le sorprendió más de la cuenta.

Aquellas palabras eran las primeras señales de vida desde que aquella extraña mujer saliera corriendo de la mazmorra de operaciones y aunque habían pasado pocos minutos desde aquello, a Holloc le parecía llevar un año sin contactar con otro ser pensante que no fuera uno de sus nuevos compañeros.

De no ser aquella amenaza lo suficientemente intimidante como para capitular de inmediato, dos hombres salieron apuntándole con ballestas. A nadie le gustaba que le apuntaran con una ballesta y Holloc no era una excepción. No obstante, algo le decía a Holloc que aquella gente, al igual que él mismo y el resto de sus compañeros, trataban de protegerse de algo. Ese algo era un ente indeterminado que no obstante le causaba un terror de proporciones incalculables.

Holloc se detuvo de inmediato al escuchar la orden y envainó sus estoques levantando las manos en señal de rendición y mostrando sus buenas intenciones. Quizás ese era un acto temerario, pero recordaba que en el sueño tan vívido previo a acabar en aquel laberinto de los horrores, había muerto por confiar demasiado en su esgrima.

- ¡Sólo queremos salir de aquí! – Exclamó el guerrero. – Queremos irnos a casa… - Donde sea que sea mi casa… - Pensó. – No queremos hacer daño a nadie…

Mequetrefe salió de entre las sombras con las manos en alto, mostraba una sonrisa de oreja a oreja.

¡Que alegría! ¡Son ustedes humanos! Aquí hay unos bichos horribles que nos persiguen y nos intentan torturar, y esa niebla... nada bueno puede haber en esa niebla, no señor. Verán ustedes buenos señores y... hermosa dama, nosotros no pretendemos herir a nadie, sólo queremos salir de este horrible lugar lo antes posible.

Imagino, por el parapeto que habéis construido, que también estáis asustados de esa doctora macabra cambiaformas torturadora sin escrúpulos, nostros mismos hemos sufrido sus ataques -dijo, señalando a Campre- este pobre hombre ha sido torturado por ella a saber durante cuanto tiémpo. Él nos había hablado de posibles supervivientes al extraño suceso que ha ocurrido aquí, si sois ustedes, no somos enemigos, no señor, todo lo contrario, somos aliados.

Si nos ayudamos los unos a los otros seguro que podremos salir de aquí con vida, sí señor, vale la pena intentarlo, ¿no créeis amigos? Porque ustedes también queréis huir de este horrible lugar y no mirar atrás nunca más, olvidar los terribles sucesos que aquí sucedieron y... bueno, me estoy desviando otra vez del tema... ¡céntrate Mequetrefe!... Ah sí, eso, que somos aliados e imagino que ustedes también queréis huir de esta horrible isla, así que como aliados que somos deberíamos ayudarnos los unos a los otros, sí señor.

Por cierto, mi nombre es Mequetrefe Salpicabirras, pero podéis llamarme Meq, o Salpi, como queráis en realidad, bueno tampoco es que sea demasiado importante... vaya ya me estoy desviando otra vez... esto... es un auténtico placer conoceros.