Partida Rol por web

Turno 709. Asalto 4

El mundo continuaba su curso. Los gorriones cantaban y revoloteaban sobre la hierba y las ramas bajas, el agua se escurría por los arroyos silenciosos y el rumor de las altas copas de abedules parecía reírse en la lejanía, arrastrados por un viento frió y traicionero.
El sol del mediodía había quedado ya atrás, y los primeros rayos de la tarde bañaban las orillas del rio grande.
En una pequeña ensenada a los pies de una pendiente, varios marineros se afanaban en la carga y descarga de mercancías en el embarcadero de una pequeña pero prospera villa comercial.

Los sonidos de la naturaleza se confundían con el vaivén de aquellos hombres recios y voluntariosos.Se respiraba una fragancia apacible y todo destilaba calma y tranquilidad...todo, hasta que un grito y el sonido de metales entrechocando se alzaron sobre el trasiego vespertino.
Una disputa se había desatado a pocos metros de allí, sobre la pendiente, en una sobria edificación que hacia las veces de parapeto y dominaba el camino que llevaba a la ensenada.

Allí, un grupo de viajeros luchaba por sus vidas muy lejos de lo que algún día habían podido llamar su hogar.
Eran hombres y enanos, todos ellos diferentes, la mayoría unos completos desconocidos tan solo unas semanas atrás. El destino los había reunido en torno a una extraña misión. Una misión cuya importancia no estaba clara, pero que aquellos viajeros estaban dispuestos a cumplir hasta sus ultimas consecuencias.

Las primeras sangres saltaron y varios entre ellos sucumbieron a los primeros envites de las lanzas enemigas...
La misión peligraba y con ella se desencadenarían las funestas consecuencias de un futuro incierto. Pero sobre todas las cosas, las vidas de aquellos hombres que perseguían el sueño de la libertad empezaban a extinguirse como la llama de una vela que ha derramado demasiada cera.
Cada hombre era mas que un individuo, era un sueño, un anhelo y con ellos se evaporarían todas aquellas cosas que pretendían llevar a cabo asi como las esperanzas de aquellos que aun sin saberlo, esperaban ansiosos su llegada. Un advenimiento que traería consigo su salvación.

Tûlak y Haelembor cayeron a mis pies. Sus rostros se congestionaron reflejando la brutal descarga de dolor que acababan de soportar. Pude leer en sus ojos la rabia y la impotencia que pugnaban por salirse de sus cuencas y atravesar los muros invisibles de lo físico para materializarse en forma de fantasmas atormentados.
una plegaria silenciosa se escapo de de mis labios, venida de algún oscuro recoveco de mi imperturbable mente.
La crueldad de la guerra los había alcanzado demasiado pronto, y yo me arrepentiría el resto de mi vida de haber subestimado los últimos consejos del Umli, a quien había acusado de exceso de celo en tantas ocasiones los últimos días. Sin embargo no tendria tiempo para lamentarme. El Yunque del herrero me atenazaba fuertemente la espalda, mientras el martillo de la muerte se aproximaba inexorable hacia mi, dispuesto a purgar cualquier acto impuro que hubiese cometido en mi corta y miserable existencia.

¡¡A ELLOS CAMARADAS!! ¡¡QUE ULMO SE ENVENENÉ CON LA PONZOÑA DE LOS ORIENTALES ANTES DE JACTARSE BEBIENDO NUESTRA SANGRE!!

Hasta 4 de aquellos indeseables orientales me enfrentaban ahora que Haelembor y Tulak descansaban a mis pies. Poco podría hacer para defenderme de todos, pero yo era un Pelarnuv, o algún día lo seria si los Dioses hubiesen tenido a bien concederme una vida más larga de lo que parecía presagiarse en aquellos instantes. Un Orgulloso descendiente de Gibal BarbaBlanca y BalinYelmorojo, un enano defensor, y los enanos de mi orden se habían labrado una solida reputación como excelsos luchadores. Guerreros que jamas retrocedían en una contienda y que no otorgaban cuartel. Mi cuerpo estaba entrenada para reaccionar involuntariamente a las vicisitudes de un combate y mi martillo, dispuesto para hacer sangrar a aquellos Orientales que querían arrebatarme la vida.

¡FREAGULF AYUDA! Grité al ailgratha. No estaba seguro de que aquel hombre me ayudase después de todo lo que habíamos pasado, sin embargo en el bosque, tras la conjura y la elección del nuevo lider tanto él como su caballo me habían salvado la vida cuando enfrentaba a los Orientales, de modo que tampoco había razones para dudar de su lealtad...al menos mientras enfrentásemos un enemigo común.

Me giré levemente para enfrentar al que se encontraba a mi izquierda, no quería que los mas alejados aprovechasen para situarse a mi espalda y me lanceasen a traición. No quitaba ojo a ninguno de mis adversarios, pero sabia que ante todo, necesitaría una buena dosis de suerte para salir indemne de aquel enfrentamiento.
Sin miedo a la muerte gloriosa que me esperaba, alcé mi mano contra el oriental y descargué mi brazo contra el poniendo en el golpe toda la experiencia y virtud de las que había hecho acopio a lo largo de mi vida.

¡¡¡MAHAAAAL!!! fue lo ultimo que salio de mi boca antes de que las armas explotasen.

Las negras cortinas del azar se cerraban sobre el destino del grupo. Mas allá de la ensenada, el mundo continuaba su curso. Los gorriones cantaban y revoloteaban sobre la hierba y las ramas bajas, el agua se escurría por los arroyos silenciosos y el rumor de las altas copas de abedules parecía reírse en la lejanía arrastrados por un viento frió y traicionero. El viento venia del Nordeste y traía fragancias que no nos resultaban ajenas...venia de Eryn Lasgalen, El bosque de las Hojas verdes...

Turno 709, Asalto 4

Mientras notaba como la sangre goteaba con alarmante facilidad de las heridas sufridas, Temudyin escuchó un gruñido y un gemido de dolor a su espalda. Le eran familiares y parte de él no quería darse la vuelta, pues temía lo peor. No pudo resistirse y en un momento en que el maldito perro que tenía delante, hacía una mueca de dolor y se retiraba, aprovechó para girarse. Era peor de lo que esperaba. Tülak y Haelembor yacían en el suelo y su sangre creaba un charco alrededor de sus cuerpos inertes. - ¡No! ¡no! ¡¡NOOO!! - Gritó con todas sus fuerzas el bosquimano y con ello perdió el control. - एक हजार बीट्सचे बापरे! जरी मी मरतो तरी मी या जीवनात आणि पुढच्या काळात तुम्हाला छळ करेन!! - El descontrol hizo que al gritar lo hiciese en la lengua oriental. No porque le entendiesen, sino porque la rabia le hacía volverse más primario y le volvían sus raíces, lo que desde pequeño aprendió.

El oriental que tenía delante había retrocedido un par de pasos y entonces vio como el que luchaba con Freagulf se descuidaba un momento y tenía la guardia baja y sin pensárselo se lanzó al ataque. Sin control.  Sin contemplaciones. Sin miedo a una muerte casi segura. Nadie tenia ya que le uniese a este mundo. Nada tenía que perder.

Turno 704

Freagulf se defendía con su espada todo lo bien que podía. Sabia que bajar la guardia era peligroso, e intentar herir a unos soldados completamente protegidos por duras corazas era algo complicado.

Aun así, vio como sus compañeros, sin media alguna, se abalanzaban sobre sus oponentes con fiereza. Habían dejado de lado su propia seguridad en un intento de superar a los enemigos a los que se enfrentaban. Pensaba que huirían ante la superioridad de los orientales. Lejos de eso, sus compañeros contraatacaron.

Arengado por los gritos del enano, alentado por la rabia de su medio hermano, el ailgratha se lanzo también al ataque desesperado. Su objetivo era uno de los soldados que estaba atacando al enano ya que Temudyin se abalanzaba, para protegerlo, contra el que lo acosaba.

RESOLUCION TURNO 709
Asalto 4
 

Tras la muerte de sus amigos, la superioridad de los sagath se hacía patente. Eran seis, mientras que el grupo había sido mermado hasta quedar tan solo tres. Haelembor y Tülak yacían en el suelo, aparentemente muertos, mientras su sangre continuaba manando por sus heridas. Pero aquello ocurría mientras la contienda se tornaba más sangrienta, si aquello era aún posible.

Las luchas individuales, con la muerte de sus compañeros, se habían convertido en una sola. Todos luchaban con todos, atacando a los que estaban más cerca, aunque estos no fuesen los que los atacaban. Una melé de armas y cuerpos que se movían en una danza mortal.

Temudyin dejo su objetivo para lanzarse a por el que había atacado antes a Freagulf (#5). Su lanza, usada con habilidad con ambas manos, giraba y lanzaba estocadas a su nuevo contrincante. Pero la mayoría de los intentos se estrellaron con el escudo, fueron esquivadas, o sencillamente absorbidos por la dura armadura. Mientras, el oriental que había herido antes al tuerto (#6), continuó atacándolo. Pero el bosquimano se las apaño para esquivar sus golpes mientras realizaba su propio ataque.

Freagulf, a su vez, se enzarzo en contra de otro de los soldados. Hasta ese momento el ailgratha se había mantenido en una posición defensiva, lo que le había valido para librarse de algunas heridas casi seguras. Ahora, envalentonado ante la acción de Temudyin y los gritos del enano, se lanzó imitándolos a por el sagath (#4). Su espada silbó en el aire con cada movimiento, pero todos ellos resultaron infructuosos. La armadura que llevaba el enemigo hizo que la hoja resbalara son causar daño alguno en la mayoría de los casos, en otros, sencillamente el arma paso sin llegar a importar. Mientras el etheod trataba de herir a su objetivo, el enemigo que había sido atacado por Temudyin (#5) se esmeraba en atravesar con su lanza a Freagulf. Eso tampoco ayudo al acierto del amante de los caballos. El arma enemiga lo golpeo alguna vez mientras trataba de esquivarlo, su armadura de cuero endurecido resistió los golpes.

Erik estaba en una situación más peliaguda. Con su martillo en alto y su escudo embrazado, se dispuso a realizar lo que podría llamarse un desesperado intento. En lugar de tratar de resistir, ataco con todo su ímpetu a uno de ellos (#3). Una serie de golpes que llegaron por todos lados, golpeando con fuerza al soldado, tanto en el escudo, como en la armadura. Un sonido seco del hierro golpeando el hierro. Un duro golpe en las costillas que obligo al oriental a recular por un segundo. Lejos de amilanarse, le contesto con una serie de ataques, debilitados por el golpe sufrido, que lograron dañar levemente al enano. Su armadura pudo absorber la mayor parte del daño.

El soldado al que Freagulf hostigaba (#4), continuo con sus ataques sobre el enano mientras se defendía como podía de la espada. Su lanza estaba centrada en el enano. A la par, los otros dos orientales (#1 y #2) enfilaban sus lanzas contra el naugrim. Devastadores lanzazos que harían sin duda un gran daño.

El desdichado Erik vio, sintió, como las cuatro lanzas lo alcanzaban una y otra vez. Su armadura lo protegió en alguno de los envites, pero resultó inútil para otros. Su pecho sufrió tres heridas distintas, cada una de las cuales laceró la piel, comenzando a sangrar y a teñir la cota de rojo. También fue alcanzado en ambas piernas, la derecha recibió un profundo y feo corte. En la izquierda el corte fue menos grave, aun así, de ambos broto también una hemorragia. Todo aquel dolor, aquel daño recibido, lo hizo caer de rodillas. Estaba a merced de sus enemigos.

Turno 709 (asalto 5)

La vida se me escapaba sin remedio, podía sentirlo en lo mas hondo de mi pecho. Conseguí evitar los primeros envites del enfrentamiento, pero por cada estocada que esquivaba, otras dos venían en camino. Por cada lanza que bloqueaba con el escudo, una nueva punta mortífera se encaminaba a ya a mis puntos ciegos.
El dolor llegó de varios lugares a la vez y una intensa sensación de vació se apoderó de mi estomago. mis piernas vacilaron y al instante siguiente, me encontraba de rodillas en el suelo. No tardaría en perder la consciencia y desvanecerme para siempre junto al resto de mis compañeros...

Una arcada de rabia me subió por la garganta empujada por la sangre que brotaba de mi pecho. Mi hermano permanecería abandonado a su suerte allá donde se encontrase, y el mensaje que Faelginor me había encomendado se perdería para siempre o pasaría a manos de los Orientales, donde quizás finalmente hiciese más daño que el bien que se había previsto para el.

En un ultimo y desesperado intento, trate de abalanzarme sobre mis asesinos a fin de dar una ultima oportunidad a Chakka y al ailgratha.

¡KHAZUD, KHAZUD, KHAZUD...¡¡AAARGhhh!!

Pero las fuerzas me traicionaban una vez más...mis ojos se cerrarón como una cortina de seda mecida por el viento de la tarde...lo ultimo que sentí fue el suave tacto de la alfombra de piel de oso sobre mis mejillas. Ni tan siquiera pude sentir el firme aliento de la dura roca en mis ultimos instantes, y de ese modo Erik Frost, hijo de Balin YelmoRojo, hijo de Gibal BarbaBlanca, llego a su fin tal y como había nacido:

Tenaz, orgulloso y entre gritos de júbilo...pero también desafortunado, horriblemente feo y entre espantosos dolores, rodeado de gente conocida...pero terriblemente solo.

Que la roca lo acoja en su inquebrantable seno.

TURNO 709 (Asalto 5)

Había, con su habitual prudencia de combate, protegido el flanco del soldado enano; pero, esta ocasión estaban siendo superados. No se podía creer que la misión acabara así de mal, cuando ya estaban llegando al final del trayecto. No se resignaba a ello. Como había solicitado, y obtenido, la comisión en el Servicio de Exploradores, había que buscar alternativas para cumplir la misión. No servía perecer todos allí. Incluso, para mayores, su sorpresa aumentaba por momentos. El "amigo" enano, había decidido realizar una carga alocada y fanática, en lo que Freagulf empezaba a entender que era un mal entendido o una traición vil. No se creía que aquellos guardias pudieran ser orientales, con esas flamantes armaduras. No les consideraba capaces de tal capacidad. Su amigo Temudyin se tenía que haber percatado de eso.

- Amigo enano, Ulfer dio la vida por ti, y tú por todos nosotros.

Pensó para sus adentros. Se había dado cuenta que era algo del destino. Era algo que estaba escrito.

- Por la misión.

Con un grito entre dientes apeló a su amigo, mientras le propinaba una sonora palmada para que le acompañara.

- ¡¡¡Sígueme!!!.

No le dio explicaciones. Ya hablarían de ello, pero no era el momento de discutir; no era el momento de ponerse a pensar, analizar y comprobar. Había que actuar, así que con el mismo movimiento que usaba para llamar la atención del otro superviviente (daba ya al enano, caído en una épica carga), abrió la puerta para lanzarse ladera abajo, hacia el barco, donde marinos, o tal vez el agua, pudiera poner espacio de por medio. Imaginaba que con esas pesadas armaduras no podrían nadar en condiciones, y tampoco correr como gamos. Le daba igual, correr, caer, que rodar ... que lo que fuera. Saldrían de allí con toda la velocidad que sus pies, espalda y alma pudieran dar, y esperaba que tanto Temudyin como él mismo, fueran lo suficientemente rápidos, como para salir "en condiciones" de esta.

Turno 710, Asalto 5

Aquellos condenados orientales sabían como luchar y esquivaban casi todos los envites de la equilibrada y brillante lanza de Temudyin. Además la herida del hombro del bosquimano no ayudaba a que sus golpes consiguieran la suficiente fuerza para que los pocos que llegaban a su objetivo, sobrepasasen las duras armaduras. Un gruñido mostró la desesperación del tuerto. 

En un momento que se retiró para coger aire escuchó a su izquierda el claro sonido de las lanzas hundiéndose en carne y se temió lo peor. Instintivamente miró hacia allí y solo vio como Erik caía de rodillas envuelto en sangre, pero al instante el enano se lanzó encima de uno de sus agresores gritando. Un grito atronador que retumbo en aquella sala de masacre y barbarie. Un claro gesto de sacrificio o de locura que por un instante hizo que todo transcurriese a cámara lenta. El enano levantándose con sus últimas fuerzas mientras saltaba intentando caer encima de uno de aquellos perros enlatados. Todo esta perdido. Pensó en ese instante con pesimismo.

Y un golpe en su hombro y un grito de una voz en la que confiaba ciegamente, le sacó de su bloqueo. Freagulf había visto la oportunidad de retirarse, estaban al lado de la puerta que se mantenía abierta como única escapatoria. El rubio rohirrim se daba medía vuelta para salir corriendo y un impulso recorrió el cuerpo del tuerto. No había otra salida e imitó a su compañero y hermano, con rabia por abandonar a los demás compañeros, aunque sabía que ya poco se podía hacer por ellos.

Pues oculta entonces.

Turno 710
​Asalto 5

Los soldados (#5 y #6) vieron como Freagulf y Temudyin traban de irse de allí, abandonando a sus suerte al enano. Tenían que impedirlo. Maniobraron sus lanzas para alcanzar a los huidizos enemigos. Los muy cobardes no escaparían tan fácilmente.

El resto vio como el enano se abalanzaba contra ellos. Pero era un malherido naugrim lanzándose a la desesperada. Dos de ellos (#3 y #4) no dudaron en acabar con la vida de un guerrero al borde de la muerte. Mientras, los otros dos (#1 y #2)trataron de alcanzar a los dos que trataban de huir.

RESOLUCION TURNO 710
Asalto 5
 

El enano, en un desesperado intento de dar a sus compañeros alguna posibilidad, se abalanzo sobre los soldados que lo habían herido de muerte. Se levantó estoicamente mientras su sangre, toda la que le quedaba, se empeñaba en abandonar su cuerpo. Dios dos pasos al frente con los brazos abiertos, como queriendo dar un mortal abrazo el enemigo.  Un último esfuerzo en la recta final de su vida, una heroicidad que no cambiaría el hecho de que la vida se le escapaba a cada borbotón. Un grito de evocación a toda una raza, una llamada a sus ancestros, y un último esfuerzo. Los soldados, solo dos de ellos, elevaron sus lanzas para dejar que el propio peso del enano chocase contra sus puntas. El enano no había logrado su objetivo, pues ninguno de ellos siquiera fue rozado. La realidad, era que sí había logrado lo que deseaba, al menos en parte. Esas dos lanzas terminaron con su vida, pero a la vez consiguió que sus amigos no fuesen los nuevos objetivos.

Freagulf fue consciente, estaba junto al naugrim, de que tenían una oportunidad. Su compañero se sacrificaba para abrir un pasillo hacia la salida. Lo aprovecharon, el ailgratha grito a Temudyin que tenían que salir de allí, que lo siguiera. Obviamente fue escuchado por el enemigo que, aunque no entendía todo lo que decían, supo por el propio tono de las palabras lo que quiso decir. Lamentablemente para el enemigo que tenían delante (·5 y ·6), la agilidad demostrada por Temudyin y Freagulf solo sirvió para que sus lanzas silbaran en el aire, incapaces de golpearlos. Los otros dos, que habían dejaron de lado al enano, también trataron de clavar sus armas en los cuerpos del enemigo. Pero no fueron capaces de lograrlo, mucha culpa la tuvo la maniobra del enano.

Los dos corrieron, todo cuanto pudieron, saliendo por la puerta, dejando atrás los cuerpos de sus amigos, pero salvando la suya.

Corrieron, como alma que lleva el diablo para salir de allí. Pero nadie los persiguió, los soldados se limitaron a cerrar la puerta en cuanto atravesaron la puerta. Corrieron aun así, cuesta abajo. Pero un grito por parte de uno de los soldados, hizo que aparecieran varios arqueros en lo alto del muro, sobre el tejado…

TURNO 711 (Asalto 6)

Conocía el carácter de los enanos y para que este guerrero hiciera aquello, es que le había perdonado. Seguro que el sacrificio que se realizó a costa de la vida de Ulfer había sido suficiente como para saber que no era alguien desleal. Aún seguía resentido con el enano por el principio de la misión. Había intentado hablar con él, para que si sucedía algo parecido, o sea, "el porteador del mensaje" sufría algún percance, los demás pudieran continuar con la misión. Conocía el carácter de los enanos, y pensándolo bien, era normal que fuera reticente y reservado ... pero ahora veía el error. El fallo fue del mando militar por confiarle a un enano esta misión, y no difundirla, como si los demás, que éramos parte integrante de tiempo atrás del ejército, fuéramos solo subalternos ... en los que aún no se podía confiar.

- Ya le daré las novedades y le comunicaré mis resentimientos.

Ahora tenían algo que hacer. Correr. Y no sólo era cosa de correr por salvar la vida. Era cosa de correr por poder terminar la misión en otro momento, en nombre de los compañeros perdidos. Algunos de ellos, aún con la sangre caliente y brotando por los cortes que un enemigo les había causado sin razón. No habíamos dado motivo para que nos intentaran cazar, pero ... había algo. ¿Una confusión?¿Una emboscada? Si era lo primero, era imperdonable, si era lo segundo, es que habían habido filtraciones de información, y habían llegado antes que nosotros para avisar. Teníamos que correr, y no solo por salvar la vida, sino por la misión, por los compañeros caídos.

El aligharta corría todo lo que podía, intentando cruzarse con cualquier cosa que pudiera hacer de parapeto, cobertura, impedimento par que les vieran, siguiesen o lo que pudiera ayudar. Daba igual un árbol, que un matujo, que lo que fuera. Toda ayuda era buena, y correr en perfecta línea recta igual no era lo mejor. Había que hacer algún que otro quiebro de cuando en cuando. No correr en zig-zag, que eso hacía previsibles los movimientos y era fácil de predecir, sino ... saltitos, algún paso lateral, correr durante unos instantes por una línea paralela a la inicial .... y sobre todo, cruzarse con lo que fuera.

- Hay que avisar al barco para suelten amarras, y si no lo hacen, pillar todas las monturas y escapar al galope durante ... lo que estas puedan dar. Masculló entre dientes. Realmente era un pensamiento en alto de sus intenciones, y no esperaba que nadie las hubiera oído. Eran sus pensamientos y no creía posible que sus lábios lo hubieran materializado en sonido. En lo más profundo de su mente había una sola orden.

- CORRE.

Turno 711, Asalto 6

Consiguieron escapar por la puerta, dejando atrás a sus compañeros caídos. Los malditos perros orientales no les siguieron y cerraron la puerta tras ellos y a un grito, varios arqueros se asomaron por encima de la muralla para intentar acabar con la pareja que huía. La rabia espoleaba al tuerto que imitaba el correr errante del ailgrata, corriendo cuesta abajo todo lo que daban sus piernas y variando aleatoriamente su rumbo.

Esto no acabará así. Se decía una y otra vez el bosquimano mientras en su cabeza se acordaba de cada uno de los compañeros caídos y les prometía vengarse. Aún no se creía como habían caído en aquella maldita trampa y como no había sido capaz de oler a esos perros. Se culpaba de lo sucedido.

La sangre seguía brotando de sus heridas, pero estas no dolían, solo la perdida de los compañeros era la que le hacia notar un dolor en el pecho, tan grande como el día que perdió a su hermano.

Turno 711
​Asalto 6

Varios arqueros se asomaron por lo alto del muro. Aunque realmente aquella villa no era un castillo, sus muros estaban adornados como si lo fueran, con almenas. Entre ellas seis arqueros cargaron sus armas y dispararon. Su objetivo estaba claro, acabar con los enemigos que huían malheridos.

RESOLUCION TURNO 711
Asalto 6
 

Fuera el sol brillaba alto, aunque los ojos no tardaron en acostumbrarse. Las flechas no tardaron en volar tras atravesar la puerta. Abajo Temudyin y Freagulf corrían todo lo rápido que sus piernas podían. El tuerto estaba herido, pero eso no dejo de dar grandes zancadas por la adoquinada cuesta que descendía. Su amigo corría tras él, ambos trataban de no ser alcanzados.

Seis flechas mortales silbaron al unísono en el aire mientras buscaban su objetivo. Ambos comenzaron a zigzaguear mientras corrían para tratar de evitarlas. La primera de ellas iba directa hacia Temudyin, este respondió con un buen salto hacia delante para rodar sobre el empedrado. Un gran tiro cuyo daño minimizo con su movimiento, aun así, la saeta atravesó en el muslo, partiéndose y dejando dentro su mástil cuando el explorador se revolcó por el suelo. Un terrible dolor atenazo su ser, pero siguió corriendo tras volver a la verticalidad. Freagulf, lo adelanto mientras hacía eses.

El segundo proyectil también impacto sobre Chaka, y aunque no le provocó una gran herida sí que lo hizo caer al suelo de bruces, dejándolo tendido de bruces, inmóvil y aparentemente muerto. El ailgratha, ajeno a lo ocurrido, continuaba su carrera hacia el embarcadero.

El resto de flechas chocaron contra el duro suelo, algunas partiéndose y otras deslizándose cuesta abajo. Dos de los arqueros había logrado terminar con la vida de aquel al que consideraban un traidor, mientras que el resto, defraudados, se lamentaban por haber errado.

Freagulf llego hasta el amarradero, donde los marineros se apremiaban en soltar amarras y desplegar los remos y velas de la embarcación, querían salir de allí cuanto antes. Pero no pensaban abandonar a sus viajeros, pues la pasarela seguía tendida, y un último cabo sujetaba al muelle el barco. Junto al estrinque uno de los marineros se parapetaba tras la borda hacha en mano, dispuesto a seccionarlo. En poco tiempo podrían partir. No tardarían en lanzase a la corriente del Rio Grande.

Solo cuando el ailgratha llegó al embarcadero, fue consciente de lo sucedido. A mitad de camino, su hermano, su amigo, yacía muerto en el suelo. Sangraba copiosamente, haciendo que el líquido vital serpenteara ente las talladas piedras del adoquinado.

Captarion apremio a Freagulf a marcharse, no tenían mucho tiempo antes de que las flechas volvieran a volar. Los arqueros preparaban una nueva andanada.

Turno 712A - Asalto 7

El nórdico, con su altura, consiguó suficiente velocidad como para llegar pronto al embarcadero, y se felicitaba por haber puesto a buen recaudo ya las monturas. Se imaginaba que el viaje sería aún más por el "Madero" que navegaba por el rio, pero jamás hubiera pensado que sería así de forzado. Así de duro.

Nada más pisar las tablas que formaban el forro de aquel "navío" se giró dispuesto a animar, ayudar y obligar a ocultarse al Chaka, para evitar los proyectiles que los traidores lanzaban sobre ellos. Aquellos viles invasores que sólo buscan muerte y botín. Su decepción empezó a convertirse en odio. Podía ver, en la distancia, como la vida del amigo se escapaba, fluyendo como el agua, en el empedrado que les había servido de camino. Le desesperación de la misión fracasada le reconcomía por dentro. Antes le repugnaban aquellos desgraciados; ahora los odiaba. Por su culpa había perdido al Ulfer. Por su culpa había perdido a sus amigos. Por su culpa habían fracasado la misión. Su mejor amigo sangraba ante sus ojos, impotentes, viendo como se desvanecía su mundo. Su universo.

Con lágrimas en los ojos usó la frase marinera: - Larga muchacho, larga. No largaría, eso era demasiado lento. Simplemente degollaría la estacha y eso libraría al barco de su último amarra. No podía seguir mirando. Su estómago no se lo permitía. Enseguida recordó a las monturas. Él había sido el encargado de ellas durante el viaje. Igual porque su amor a aquellas bestias, igual por que su cultura las encumbraba hasta lo más alto, igual ... porque era el que más sabía de estas. Marchó a las monturas, que ya estaban a bordo. Se tenía que ocupar de ellas, y allí que fue. Se metió entre grupas y patas, y allí empezó a llorar, tras caer de rodillas, entre los excrementos de caballo y las pezuñas de aquellos equinos.

Turno 712
​Asalto 7

Las flechas volaron de nuevo, una vez muerto Temudyin los objetivos estaban claros. Por un lado, terminar con la vida del guerrero, ese odiado etheod. Por el otro, impedir que aquella embarcación partiese del muelle. Cualquiera que asomase la cabeza, cosa que harían, seria ensartado.

Las flechas fueron preparadas y las cuerdas tensadas. Una nueva andanada de flechas surco el aire.

RESOLUCION TURNO 712
Asalto 7
 

Freagulf había logrado con su carrera llegar hasta la embarcación, pero lejos de estar a salvo lo que se avecinaba era estremecedor. Seis nuevas flechas se dirigían hacia el amarradero, seis saetas que buscaban terminar con la vida de los que allí se esmeraban en dejar atrás aquella situación. Los marinos tenían casi todo listo. Remos en el agua, velas tendidas, tan solo faltaba cortar el cabo que los unía al muelle para poder remar hasta la corriente y alejarse de allí.

El ailgratha paso por la tabla ágilmente, uno de los marinos la pateo en cuanto estuvo a bordo y salto para ponerse a cubierto. Otro de los marineros levanto su hacha para cortar la amarra. Las flechas llegaron. Tres de ellas se clavaron sonoramente en la madera no muy lejos de esos dos tripulantes, y de un tercero que estaba a los remos. Otro proyectil paso a pocos centímetros del cuerpo de Freagulf, sin siquiera rozarlo, y partiéndose al chocar contra una de las varias piezas metálicas que protegían la quilla. Las otras dos saetas iban bien dirigidas, e impactaron fieramente contra la armadura del explorador. Una de ellas no logro penetrar, pero la fuerza que llevaba basto para contusionar la espalda, a la altura del hombro derecho. La segunda, sin embargo, hizo su trabajo y se quedó bien clavada bajo el brazo, cerca de las costillas.

Por suerte para el etheod la herida no era mortal, era demasiado superficial para haberle causado una muerte prematura. Bajo su armadura, su carne tan solo había sufrido una leve laceración que no le causaría problemas.

Cuando estuvo a bordo, Freagulf se dirigió a los caballos instintivamente. Vio a lo lejos como su amigo, aquel al que había llegado a considerar amigo, regaba los adoquines con su sangre mientras su alma lo abandonaba. Había perdido a todos sus compañeros, con los que llevaba casi un mes pasando penurias en el camino, y enfrentándose con éxito a los mismos enemigos que ahora habían conseguido acabar con ellos. Los caballos, lejos de estar nerviosos, mascaban algo de heno ajenos a lo que ocurría.

Un hachazo certero, corto el estrinque, momento en que cuatro marineros separaron la embarcación armados con largos bicheros. Después los remos comenzaron a bailar al ritmo de los potentes gritos del capitán, que arengaba a sus hombres para que transmitiesen su fuerza al agua y aumentar la velocidad. Se alejaban lentamente de allí mientras veían como los enemigos cargaban de nuevo.

Turno 718

Al llegar a esconderse entre la paja y las pezuñas fue consciente del impacto recibido. Le dolía lo suficiente el costado bajo el brazo, que ni notaba el golpe en el hombro. Había sido más que otra cosa, un "topetazo" y se sentía como si le hubiera arrollado un rebaño de potros asalvajados. No había sido consciente del repiqueteo de impactos que la nave estaba sufriendo. No le preocupaba. Unas pocas flechas clavadas no sería suficiente para hundir este "Madero", o por lo menos, eso pensaba él. No se había dado cuenta, pero realmente no había venido a consolar a las bestias de monta. Había venido a ocultarse entre ellas. Había huido como un ratón. - Mierda frita. Soy un cobarde. He escapado. He "jodido" la misión,  y encima, mis compañeros han muerto. Sus ánimos se hundían, justo al contrario de como esperaba que el barco no lo hiciera. - Pérdidas y más pérdidas. Sólo le consolaba que esto no había acabado. Haría por llegar al final, pero no era suficiente para rellenar su desconsuelo. - Por vosotros compañeros; por vosotros amigos. Eso lo dijo entre dientes, con lágrimas en los ojos, pensando en Ulfer, en Temudyin, en el barbudo que cuidó de su cadera, en los enanos resistentes de cuerpo y duros de mollera, e incluso en aquel oso que les ayudó en la batalla.

Turno 713
​Aslato 8

Los sagath se dieron mucha prisa para cargar y disparar de nuevo sus arcos. Veian como el barco comenzaba a alejarse y sabían que pronto desaparecerían, en cuanto la llegasen a la corriente principal del Anduin. Se marcaron sus objetivos en los remeros, con la esperanza de que aquella embarcación no lograse su objetivo.