Partida Rol por web

Turno 706

Me mantuve mirando a aquellos hombres que nos apuntaban con las lanzas, mientras el anciano nos "invitaba" a dejar nuestras armas a un lado simplemente para seguir hablando. No parecían dispuestos a utilizarlas, mas bien parecía que alguien, o algo, había disparado su paranoia hasta el punto de casi tratar como criminales a unos simples viajeros que habían acudido a la Villa por una de sus dos rutas posibles, sin subterfugios, ni malos modos.

- Estos humanos están locos..., bufé, en mi mente, mientras trataba de evaluar la situación, tratando de encontrar una solución que satifaciera tanto nuestros intereses, como los de nuestros "anfitriones", ya que los necesitábamos... O no..., estaba pensando, cuando de pronto, algo que no preví ocurrio: mis compañeros no eran tan dados como yo a sopesar tanto las opciones, y reaccionaron tal cual les dictó el corazón o la cabeza, según el caso.

Me sorprendió sobremanera el ailgratha: no hace tanto, había desenvainado su espada para atacar a Erik en una discusión, y ahora se mostraba en todo punto conciliador. Quizá había madurado. O simplemente había aprendido de la experiencia. O el dolor por la perdida de su amigo equino le había ablandado un poco el ánimo.

Haelembor, fiel a su modo de ser, ni se planteó el enfrentamiento, aunque dejó una velada amenaza en el caso en que su báculo de madera adornado con cuentas sufriese algún percance.

Erik, cien por cien Erik, se sintió ofendido por el atropello, aunque, soldado como era, esperaba una orden para acometerla con todas sus consecuencias: - Yo también lo estoy, compañero, pero este no es el enemigo al que debemos enfrentarnos..., pensé, poniendo una mano sobre su hombro.

Entonces, dí un paso al frente, y plantando ambas manos a mis costados, me giré hacia el anciano:

- Soy Tülak, del Paramo Helado, elegido representante de este grupo. No se cuales son las razones que les hacen emboscar a unos hombres de bien que han venido a su Villa a bordo de El Madero del Capitan Captarion, desde Tir Linduin, recomendados por él, pero coincido con mi compañero Erik: no son formas. Si estan son las normas de Tir Limclaro, deberían haberlas dejado claras incluso al atracar, o cuando usted mismo nos recibió en la puerta, Señor, en lugar de hacerlo a posteriori, arriesgándose a un enfrentamiento y un inutil derramamiento de sangre, dije, con voz grave y seria. Sin embargo, continué rápido, temiendo que a Erik le bastase la mitad de mi exposición para justiificar el enfrentamiento, dista mucho de nuestras intenciones, aunque le sugiero que pida a sus hombres que dejen de amenazarnos con sus lanzas..., continué girando lentamente hacia los soldados, hasta volver a encarar al anciano. Esperé un breve momento mientras observaba su reacción, y concluí:

- Si esta es la manera en que se trata a los viajeros que vienen a la Villa del Limclaro, le pediré que nos abra de nuevo la puerta, y volveremos por donde hemos venido, hasta el barco, en el que partiremos mañana, cuando el Capitán Captarion haga los negocios que haya venido a hacer con ustedes, pero que sepa que este recibimiento será transmitido a los mandos del Ejercito del Reino Unificado, al que pertenecemos, en cuanto nos reunamos con nuestro destacamento..., acabé con voz serena, pero dura.

Sin quitar por un momento la mirada de los ojos del anciano, anuncié: - Haelembor, recoge tu vara. Nos marchamos...

El silencio cayó y nos envolvió como un sudario, mientras, a buen seguro, las mentes de todos los que alli estábamos bullían con las distintas posibilidades que sobrevolaban aquella sala...

Turno 706

El hombre se había quedado junto a la puerta cuando cerro el cerrojo. Sin embargo, ante la visión de que aquellos viajeros hacían frente a los soldado, se envalentono. Se sentía protegido entre aquellos extraños. Abrió corriendo de nuevo la puerta

- ¡Rápido huyamos! - grito al tiempo que corría el cerrojo y abría hacia dentro la puerta.

Después salió deprisa - ¡Son orientales!¡Han tomado la villa! - grito mientras lo hacia.

Turno 706

En cuanto aquel hombre grito y fue a abrir la puerta, los soldados sin pensarlo, atacaron a los viajeros. No mediaron palabra, solo asestaron sendos golpes con sus lanzas. Por si no había quedado claro con el grito del hombre, ahora sabían que aquello podría acabar mal..

Turno 706

La subida a la villa por aquella empinada cuesta, empedrada firmemente, activó el cuerpo del tuerto que lo notaba algo entumecido después de la tranquila, en mayor parte, travesía por el Anduin. Durante la ascensión miró a los lados, aquella villa se defendía aprovechando lo inclinado de la ladera y de lo agreste de aquel paraje.

Al llegar a la puerta de roble, Erik ya estaba llamando usando la aldaba. Temüdyin se distrajo mirando los sombríos adornos mientras esperaban a que les abrieran. Asomó un hombre con algo de malas formas pero que al final les dejó pasar.

Dentro, el calor de la gran chimenea le recordó el frío exterior al que ya empezaba a estar acostumbrándose. Allí, media docena de soldados bien equipados les apuntaron amenazantes según se cerró la puerta. Instintivamente, el bosquimano al ver la actitud de estos, asió con fuerza su lanza pero no la levantó en posición atacante, fue más para prepararse para lo que pudiese venir. Estaban en inferioridad numérica y ahora echaba en falta al bueno de Kolli. Miró a los soldados más cercanos, como midiéndose con ellos. Viendo algún punto de debilidad del que poder aprovecharse. Solamente querían desarmarlos. Un mero tramite de seguridad, pero que había sido pedido de malas formas. Chaka no pensó nada, solo espero las ordenes de su jefe.

Turno 706/2

Al ver la reacción de sus compañeros, perfectamente lógica y normal, el beórnida, sin hacer desaparecer en ningún momento la sonrisa de su rostro, dio un paso atrás y recogió de nuevo su vara, alargando el brazo, sin dejar de mirar a los hombres que los rodeaban. En sus labios aún brillaban los dientes de Haelembor, sin embargo, su mirada no decía precisamente "soy un bobalicón amistoso". 

Enarboló su bastón con ambas manos, apoyándolo en el suelo delante de él, sin resultar amenazante pero preparado para tenerlo a punto si era necesario. Después miró de nuevo a los hombres y se encogió de hombros. 

—El jefe manda —explicó, con voz suave—, caballero, ¿seríais tan amable de abrirnos la puerta trasera de nuevo y permitirnos volver a "El Madero"? —preguntó, clavando su mirada de brillante sonrisa en el hombre de la puerta. 

RESOLUCION TURNO 706
 

La situación era tensa. Los soldados apuntaban a los viajeros, mientras el anciano trataba de que estos dejasen las armas a un lado. Algunos, como Haelembor, tomaron una postura sumisa pues comprendían que en aquellos tiempos la desconfianza era máxima y en muchos lugares no se permitía la entrada de armas. Incluso Freagulf, cuyo temperamento le había hecho enfrentarse a incluso a sus propios compañeros, ahora trataba de mediar para cumplir la orden.

También estaba la postura más desafiante, como la de Erik, cuyo impulso resulto ser fiel a su manera de ser. El enano no dejaría las armas así como así, y faltando al respeto a aquellos soldados así lo indicó. Temudyin tampoco cedió ante ellos, lejos de dejar su arma, sujeto está a modo de bastón, erguido y orgulloso ante ellos, a la espera de que alguien tomase una decisión.

Tülak fue el último en decir algo. Pero no fue lo esperado por todos, algunos miembros del grupo pensaban que su electo líder cedería ante aquellas ordenes de dejar las armas en un rincón. No fue así, el atropello al que los estaban sometiendo no le pareció bien al umli. Decidió plantarse, prefería marcharse de allí que acatar aquellas órdenes. Algunos estaban de acuerdo e incluso pidieron al hombre que voliese a abrirles para marcharse.

El hombre, que se sentía arropado por aquellos extraños, estallo de puro miedo. Gritando advirtió, al tiempo que corría el cerrojo y trataba de salir por la puerta. Aquellos hombres no eran soldados de Tir Linduin, eran malditos orientales que se habían colocado sus armaduras.

Los gritos, la excitación, todo exploto en una vorágine de violencia. Los soldados no dudaron en atacar con sus lanzas sin esperar reproche alguno.

Turno 707

En cuanto aquel hombre grito y fue a abrir la puerta, los soldados sin pensarlo, atacaron a los viajeros. No mediaron palabra, solo asestaron sendos golpes con sus lanzas. Por si no había quedado claro con el grito del hombre, ahora sabían que aquello podría acabar mal..

Turno 707

En cuanto Tûlak dictó sentencia, el viejo portero empezó a gritar dando la voz de alarma...y nuestras peores sospechas se hicieron realidad.

La tormenta estalló y aquellas armaduras emplumadas que escondían los ojos cetrinos de los orientales se abalanzaron sobre nosotros sin apenas tiempo para reaccionar. Sus botas metálicas se hundieron en la amplia alfombra de piel de oso creando un extraño contraste sonoro. Por una parte el almohadillado tapete de piel gimió deslizándose contra el suelo de piedra dando lugar a un sonido acolchado, mientras por otra banda las armaduras de metal chirriaron al movimiento de los atacantes, quienes empujaron sus lanzas sin compasión buscando segar nuestras vidas.

Rápidamente terminé el gesto que había llevado mi mano a la empuñadura de mi martillo y desenvaine tratando de esquivar yo detener aquella primera arremetida. Me alegraba de no haber dejado mis armas en una esquina como pretendían Haelembor y el ailgratha, pero aun más de que el Umli hubiese tenido la sensated de no inclinarse ante aquellos indeseables.

¡¡A los muelles!! ¡¡Rápido!! grité a quienes se encontraban a mi espalda. El viejo había abierto de nuevo el portalón...y algo me decía que aquella seria nuestra única vía de escape ahora que la batalla se había desatado.
Si lo que el portero decía era cierto y los Orientales habían tomado la villa, habría muchos más tras aquellos muro de piedra, y el madero, parecía la única salida posible de aquella trampa que apestaba a muerte por todas las esquinas.
Mientras retrocedía unos pasos ante el empuje de los lanceros, traté de formar un frente con quienes se encontraban a mis flancos a fin de bloquear la entrada y dar unos metros de ventaja al resto que deberían abandonar la sala cuanto antes para avisar a Captarión y poner en marcha el plan de fuga.

Turno 707

Todo ocurrió muy rápido: pedí al hosco anciano que nos abriera la puerta, pensando que, sin no siendo el Señor de la Casa, al menos actuaría en su representación. El hombre chilló, avisándonos de la emboscada, mientras los orientales pertrechados como guardias de Tim Limclaro atacaban sin piedad, buscando acabar con nosotros en una contundente embestida.

Erik chilló, mientras todos nos poníamos en movimiento: no íbamos a ser una presa fácil, toda vez que no nos habíamos desarmado, salvo Haelembor.

Me habían elegido como líder de la compañía, pero en cuestión táctica y militar sin duda delegaba en la experiencia e instrucción de Erik, guerrero de profesión, así que cuando planteó su idea enseguida traté de colocarle codo con codo con él. Esperando que mi armadura, que siempre, salvo en operaciones que requiriesen sigilo a campo abierto, solía llevar puesta, aguantara la embestida de los invasores orientales agarre el martillo por el mango, sacándolo de su brida, y traté de armar mi brazo, sabiendo que, muy probablemente, no solo la esquiva valdría ahora para evitar los filos. Si El Herrero no me llamaba a su lado tras aquel atroz ataque, trataría de incrustar la cabeza de mi martillo en la propia de uno de mis enemigos, antes de moverme hacia el naugrim y gritar:

- Freagulf, Chakka, con nosotros!! Haelembor, avisa a Captarion!!

Esperaba que, a pesar del ruido de la lucha y los gritos, me pudiera hacer oir: - El río es nuestra única salvación!!, pensé.

Turno 707

Los gritos del viejo hicieron saltar la alarma de Temudyin y aún así casi no tuvo tiempo de reaccionar. ¿¡Orientales!? Pensó mientras veía como aquellos bastardos se lanzaban al ataque. Una ola de calor creció virulencia en su interior. La adrenalina empezó a recorrer su cuerpo tensándolo y preparándolo para el combate. Los dientes crujieron al ser apretados con toda la fuerza que su mandíbula podía ejercer. Dio un pequeño paso para atrás para intentar esquivar el ataque de aquellos perros acorazados y acto seguido, se lanzó al ataque. La rabia, la ira, tanto tiempo apaciguada, volvían a crecer con la fuerza de un tsunami y lo lanzaban al combate de manera alocada y sin control.

RESOLUCION TURNO 707
 

Una vorágine de violencia se desato. En cuanto aquel hombre entrado en años alerto al grupo, de que aquellos soldados no eran sino orientales pertrechados como la guardia de la villa, la lanzas cortaron el aire. El enemigo se había hecho con aquella enorme edificación, seguramente la controlarían con suficiente fuerza como para poder someter a sus habitantes.

Lo más probable es que tras dejar las armas y ser conducidos a otra sala hubiesen sido apresados, en el mejor de los casos. Conociendo la ferocidad de aquella raza, el ser hechos cautivos era lo mejor que podría pasarles. Temudyin había vivido entre ellos y sabía bien que aquellos salvajes acabarían con ellos, no sin antes hacerles sufrir, en cuanto tuvieran oportunidad. También existía la posibilidad, de haber sido gente importante, que los usaran como moneda de cambio para obtener oro con el que financiar sus fechorías.

Los soldados atacaron sin miramientos. Todos esgrimían con bastante habilidad sus armas giraban y se abalanzaban contra sus enemigos con suma destreza. Las armaduras que portaban les limitaban, poco acostumbrados a ellas, los movimientos. Aun así conseguían herir a sus objetivos.

Haelembor fue alcanzado por uno de los orientales (#1), recibiendo una fea herida en el muslo, rasgando sus pantalones, que enseguida comenzó a sangrar copiosamente tintando de rojo su ropa. A pesar de que el beornida había usado su propia arma para tratar de desviar los ataques, a pesar de ello volvió a ser alcanzado.  La misma lanza giro para volver a impactarle en el pecho, lacerando piel y vestimentas de esa zona también. De nuevo la sangre surgió, en menor medida, allí donde el filo lo había herido.

La posición de Tülak era más delicada. Dos de aquellos perros orientales se abalanzaban sobre el con sus armas prestas a usarlo de alfiletero. Saco rápidamente su arma del cinto, pero los venablos hacían difícil que el umli fuese a salir ileso. Su defensa no fue más que intento de ataque, que quedo frustrado cuando uno de sus dos oponentes (#2) logro impactar en la pierna con cierta severidad. Los tendones del medioenano se habían desgarrado a la altura de su gemelo derecho, cosa que le obligo prácticamente plantar la rodilla en el suelo. Su otro contrincante (#3), sin embargo, no acertó más que golpearle con su lanza en un costado, pero sin causar más daño que el de un simple impacto bajo su armadura. Quedo postrado, en una situación comprometida, y quedando ligeramente desorientado por el dolor.

Erik logro desviar el rejón que iba directo a su cuerpo, en un hábil movimiento había logrado descolgar su martillo para lograrlo. Sin embargo, el oriental (#4) no ceso en su empeño y usando la parte trasera de su lanza, golpeo con fuerza al enano en el brazo. Fue un golpe fuerte, pero la cota del naugrim consiguió que quedase en una contusión. Erik respondió con un tímido ataque de su arma en una sucesión de débiles golpes interceptados por el escudo de su enemigo. Solo uno de ellos logro impactar en la pierna acorazada del oriental, aunque su armadura disipo casi todo el daño.

Freagulf había desenvainado también con bastante rapidez como para lograr que el soldado (#5) que tenía delante errase sus ataques. Una serie de poco acertados intentos que se encontraron con el arma del ailgratha y que no lograron hacer blanco. Freagulf, centrado en su defensa, no efectuó ningún ataque.

El último de los soldados (#6) dudo un instante al ver a Temudyin. Tenía el aspecto de uno de ellos, pero se acompañaba y vestía del mismo modo que los occidentales a los que atacaban. Esa duda no duró más que un efímero instante, tras el cual, su arma hablo por él. Temudyin tomo su lanza con premura y la manejo todo lo bien que pudo mientras se lanzaba en un furioso ataque. El soldado estaba seguro de lo que hacía, y logro impactar varias veces en el cuerpo del bosquimano. En su pierna y en el hombro se abrieron sendos cortes, mientras que el no logro más que golpear el escudo enemigo. El corte de la pierna era profundo y dejaba escapar un copioso hilo de sangre que goteaba pierna abajo.

La situación se complicaba. Tülak estaba malherido, y Haelembor y Temudyin tenían feos cortes. Debían de huir de allí, acabando o no con los soldados orientales. El hombre que les había abierto la puerta, había salido por la puerta sin mirar atrás, y corría ya hacia el embarcadero. No era el único que gritaba, uno de los soldados (#2) también alzo la voz, seguramente dando la alarma. Si llegaban más, pronto tendrían serios problemas.

Turno 708

La primera acometida de los orientales casi resultó fatal. A pesar de nuestro recelo, nos habían pillado por sorpresa, y solo la suerte y cierta habilidad evitó que todos terminásemos ensartados en las lanzas enemigas.

Aun y con todo, algunos de mis compañeros recibieron feas heridas.

Mi situación no me permitía estar pendiente de todo lo que ocurría, pero por el rabillo del ojo, pude observar como Haelembor y Chakka sangraban profusamente por sendas heridas de lanza. El tuerto se había lanzado al ataque en un movimiento temerario, gobernado una vez más por el odio visceral que sentía hacia aquellos que lo habían esclavizado en el pasado. Era consciente de su rabia, y preveía que convencerlo de una retirada no sería nada sencillo.

Sin embargo quien se había llevado la peor parte había sido Tûlak. El Umli, con quien luchaba hombro con hombro recibió una durísima lanzada en el gemelo que lo obligó a plantar la rodilla en el suelo. No necesité comprobar la profundidad de la herida para entender que  aquel golpe le había hecho mucho daño.

¡¡ATRÁS!! Grité, al tiempo que mi cuerpo adiestrado para el combate se hacía cargo de embrazar el escudo y retroceder unos pasos mientras empujaba al Umli a mis espaldas.

La situación empezaba a ser desesperada. Si la victoria ya parecía lejana con todos en buenas condiciones. Estaba claro que ahora, con el grupo mermado y mal pertrechado, nuestra única esperanza residía en llegar al embarcadero y alejarnos de allí antes de que el resto de Orientales se nos echasen encima.

En momentos como aquellos, echaba de menos un par de brazos fuertes como los de nuestro compañero Kolli. Sin duda con él en el grupo, las cosas hubieran resultado muy diferentes.

No podía saber si los hombres de Captarión sabían usar las armas que les había visto llevar en las guardias...ni si tendrían el valor suficiente para ello. Por el momento no podía contar con ello, después de todo no eran más que marineros. En cualquier caso, si la muerte los enfrentaba, lucharían por sus vidas, y eso era algo que pronto comprobaríamos.

¡¡FREAGULF, TEMUDYIN, A MI!!  Solicité al ailgratha y al Tuerto para que cerrasen la formación en torno a la puerta toda vez pude constatar que el Umli se mantenía a mis espaldas. Desde allí, si nos manteníamos unidos podríamos conseguir unos segundos para permitir la retirada de Tulak y Haelembor. La puerta no era muy ancha...dos personas podrían intentar bloquearla desde el umbral exterior con cierto éxito obligando de ese modo a los orientales a enfrentarnos de dos en dos, aunque para ello era imprescindible que Temudyin no se alejase más de la entrada.

¡¡CHAKKA; NO OLVIDES LA MISIÓN!! Insistí, con la esperanza de sacar al bosquimano de aquel estado enajenado, apelando a lo único que podría hacerlo entrar en razón. Su palabra.

Por mi mente cruzó vagamente la idea de volver a cerrar el portón  y pasar el cerrojo. Pero no tenía tiempo para fijarme si la llave continuaba en la puerta, y el viejo portero ya se había alejado cuesta abajo voz en grito. Si se la había llevado, aquella posibilidad ya no tenía sentido.

¡¡HAELEMBOR, LA PUERTA!! Dije finalmente, instando al Beornida a alejarse de la batalla con el Umli y comprobar la viabilidad de aquella alternativa

Una vez reunidos, me preparé para recibir el ataque de aquellos lanceros que habían enfrentado a Tûlak  y ahora quedaban a mi izquierda, sin perder de vista a aquel que me había atacado en primer lugar.

Las lanzas volvieron a bailar y mi martillo se movió para recibirlas dispuesto a vender cara mi vida a coste de sangre Oriental.

Turno 708

El beórnida había visto la lanza del enemigo pasar por su lado mientras recogía su bastón en un abrir y cerrar de ojos. De pronto, el pecho le dolía y la pierna también. Algo en su interior se revolvió, rugiendo por el dolor, tratando de salir para vengarse del malnacido que le había hecho aquello. Sin embargo, haciendo acopio de su fuerza de voluntad, Haelembor fue capaz de controlarlo lo suficiente como para que no aflorara... todavía. 

Se tomó un segundo para echar un vistazo a la puerta y comprobar si la llave seguía en ella o si veía hacia dónde estaba corriendo el viejo.*

Y fue entonces cuando escuchó los gritos de Erik y enseguida supo lo que éste pretendía hacer. Tenía razón, quizás fuese su única oportunidad. Sin dudarlo un momento, el Gigante de las Verduras agarró a Tülak y tiró de él para que se fuera yendo hacia atrás, intentando interponer su cuerpo entre el del umli y los lanceros que lo acechaban, mientras trataba de defenderse con el bastón por todos los medios del oriental que lo atacaba a él. 

Turno 708

- En que estabas pensando, medio-imbecil??, me castigué, zahiriendome por mi mestizaje, cuando, en mi imprudencia, había pensado que podría embrazar mi martillo y golpear a uno de los orientales, antes de que ellos me ensartaran como si de un guarro al que poner al espeto me tratase. Y pagué cara la imprudencia, pues, pese a que pude evitar el daño de una de las lanzas, la otra se clavó profundamente en mi pantorrilla. El dolor fue insoportable, y no pude evitar maldecir en el idioma de los hielos, mientras apretaba los dientes, al notar como algo se desgarraba cerca de mi rodilla, haciendo que me fallara el pie, y provocando una hemorragia que enseguida empapó mis grebas.

No podía siquiera enfocar la mirada, tal fue el vahído que me asaltó, y pese a que escuchaba las palabras del naugrim, dudaba que pudiera siquiera levantar el martillo para hacer frente a mis enemigos: - Es buen plan!! Digno de un gran estratega!! Pero apenas me tengo en pie!!, pensé en responder, sin volver la cabeza, pero noté la mandíbula y la lengua muy pastosas, y apenas acerté a balbucear algo ininteligible:

- AAaaaaaaaaaaaaaaaaarrg!!!, grité, meneando la cabeza, mientras levantaba el martillo, dispuesto a desviar los golpes que, a buen seguro, me brindarían los enemigos a los que me enfrentaba, mientras, aguantando el dolor, trataría de retroceder, como había pedido Erik. Pero era imposible, al menos de momento no podía apoyarme en esa pierna, y el mareo ya me hacia dificil tratar de evitar que mis enemigos acabaran conmigo, así que, pese a la intención, no pude moverme¹

Conseguir superar la puerta, y crear ahí una linea de defensa, mientras el viejo o Haelembor avisaban a Captarion y sus hombres, se me antojaba la única oportunidad de mantener al vida aquella aciaga tarde, pero, mientras luchaba contra el dolor, se me antojaba muy muy muy lejana...

Turno 708

La rabia circulaba por el cuerpo del bosquimano y nublaba su raciocinio. Quizás por ello, no pudo evitar varios ataques certeros de su contrincante y el resultado fue otra vez su sangre derramada. Apretando los dientes aguanto el dolor de aquellas heridas, pero sabía que le debilitaban y que aquel combate no terminaría bien. La impotencia de verse de nuevo superado en combate, empezó a refrenar sus instintos vengativos.

Entonces un grito de una voz conocida que lo llamaba, le centró aún más. Por el rabillo del ojo consiguió ver como estaban sus compañeros. Tülak con una rodilla en el suelo fue el que más le preocupó. Erik intentaba defenderlo pero tenía a tres adversarios delante. Freagulf y Haelembor parecían más enteros. Estaban en una situación muy desfavorable. Que bien les hubiesen venido los certeros golpes de martillo de Kolli.

Pero no había tiempo para divagaciones. Eriik volvía a gritarle para centrarle en aquella difícil situación. Le apremiaba para unirse el grupo y cerrarse en formación defensiva. Ya funcionó en el bosque. Funcionará ahora. Pensó mientras se defendía de aquella mortífera arma que esgrimía el bastardo hijo de mil perras con quien "bailaba". Lanzó un leve golpe con su lanza para hacer que su contrincante diese un paso atrás y aprovechó el momento para volver junto a sus compañeros.

Turno 708/2

El beórnida, viendo la situación, se defendió como pudo, ahora ya sí, cayado en mano, del ataque del oriental que tenía a su izquierda quien, evidentemente, no iba a cejar en su empeño tan fácilmente. 

Mientras lo hacía, se acercó en dirección a Tülak y a la puerta, dispuesto a tirar de él en cuanto viera la más mínima oportunidad para sacarlo de ahí. Echó un vistazo rápido para comprobar si la llave estaba aún puesta en la puerta. 

Turno 708.2

La situación era desesperada. A pesar de mis intenciones el Umli se encontraba peor de lo que pensaba. Y no parecía reaccionar a mis palabras.
Al ver que no retrocedía, me mantuve al frente tratando de no dejarle solo frente el avance de los orientales. Con suerte Haelembor podría arrastrarlo hacia la entrada antes de que fuera demasiado tarde.

Turno 708

Los soldados se prepararon para un nuevo ataque. Sus lanzas volvieron a cortar el aire con el fin para el que habían sido hechas. Ensartar a sus enemigos. Delante tenían a un grupo, débil a sus ojos, mientras que ellos iban pertrechados con fuertes armaduras que les protegerían.

RESOLUCION TURNO 708
Asalto 3
 

La lucha continuaba. Una pelea complicada tras haber sido sorprendidos. No esperaban que aquellos soldados completamente pertrechados, pudieran ser orientales. Debían de haber tomado la villa, y no hacía poco tiempo, para preparar semejante ardid. El anciano sucumbió ante las amenazas y fue participe del engaño, aunque en cuanto vio la oportunidad salió corriendo dejando abierta la puerta tras de sí.

Pero dentro de la sala el conflicto se encrudecía. Temudyin lanzo un débil arponazo a l soldado con el que luchaba (#6), más temeroso de ser alcanzado que de penetrar pesada armadura de su enemigo, fallo uno tras otro sus ataques. El sagath tampoco estuvo muy acertado, pues además de no alcanzar al tuerto, se hizo daño en un hombro al tratar de hacerlo.

En el otro lado de la sala, Haelembor, más preocupado por su compañero Tülak que por el mismo, trato de defenderse del soldado (#1) que volvía a acosarlo con su lanza mientras se acercaba al Umli. El beornida uso su propia arma para repeler los envites, pero el hábil lancero consiguió herirle. No lo hizo una si varias veces. Logro hincar bien hondo su lanza en el muslo, y tras un certero movimiento, abrió un corte hacia abajo. Un dolor intenso que el pobre descendiente de Beorn no pudo aguantar. Su cuerpo cayo sin vida contra el suelo.

Freagulf se mantenía en una postura defensiva ante otro de los soldados (#5). Estaba concentrado en no ser alcanzado, y le estaba resultando bien. Todos y cada uno de los movimientos del arma enemiga eran respondidos la suya propia, desviando sin siquiera tocarlo, todos los intentos de herirlo.

Junto a Haelembor, no muy lejos, estaba Tülak. El umli había sido herido y ahora luchaba por protegerse todo lo bien podía. Dos soldados (#2 y #3) al mismo tiempo esgrimían sus lanzas para terminar con su vida. Alzando su martillo, repeliendo la lanza enemiga de uno de ellos, parecía ser capaz de salir de esa situación. Una ilusión que se rompió cuando ambos lograron enfilar bien sus armas. El umli recibió varios lanzazos en una cruel sucesión de golpes. Las lanzas penetraron incluso en la armadura, hiriéndolo en el antebrazo, en el muslo, y desgarrándole los tendones de la otra pierna. Su cuerpo no pudo tampoco aguantar semejante dolor y cayó hacia atrás, lentamente, mientras su vida se escapaba.

Ajeno a lo que ocurría, por el momento, Erik movía su martillo en busca del enemigo. Como su compañero Temudyin, sus golpes resultaban infructuosos por estar más pendiente de no ser alcanzado que de alcanzar al contrincante. Sin embargo, en uno de los lances, llego a impactar con cierta fuerza, aunque la coraza detuvo casi todo el daño que hubiera hecho de no llevarla. El oriental (#4) que tenía delante era tan hábil como sus compañeros, pero gracias a la férrea defensa que el enano estaba haciendo, sus ataques no hirieron al enano, o sencillamente rozaron su armadura sin mayor daño.

El grupo trato de cerrarse atrás, lo más cerca de la puerta que pudieron. Al hacerlo fueron conscientes de lo que había ocurrido. Tülak y Haelembor habían muerto. Ambos tenían grandes heridas abiertas y la sangre empapaba las losas del suelo y la alfombra de oso que cubría parte del mismo.

Las cosas se habían torcido mucho, ahora solo tres se enfrentaba a seis, pronto acompañarían a sus amigos si no hacían algo.

Turno 704

Los soldados sabían que estaban en gran ventaja. Había terminado con dos de aquellos guerreros y solo quedaban tres. Dos a uno, esa era su aplastante superioridad.
​Cuatro de los soldados (#1,#2, #3 y #4) fijaron su objetivo en el feo enano que estaba mas cerca de ellos. Otro (#4) continuaría con sus ataques sobre el etheod mientras el ultimo (#6) no dejaría al traidor tranquilo hasta verlo muerto.

Esgrimieron sus lanzas, un arma bien conocida por ellos, tratando de malherir a sus contrincantes. La coraza les pesaba demasiado, no estaban acostumbrados a ellas, y sus movimientos eran pesados. Esa lentitud era compensada por una protección extra otorgada por la dureza de aquellas armaduras.