Partida Rol por web

*MIERDA!! - éste tío tenía claro a lo que venía.

-Espérame!! -corrí tras él. Fijándome en hacia dónde huían el resto de presos?¿ Era la única salida? Si era la única salida al menos tendría que intentar encontrar un arma con la que defendernos/me/les. 

Al parecer todos aquellos actuales fugitivos de la justicia no les importaba meterse de lleno en la boca del lobo, entendiéndose esta por la puerta en donde más jaleo, gritos y explosiones estaban ocurriendo en estos momentos. Al parecer la salida del lugar era por allá, algo que El Negro hubiera sabido si no hubiera quedado inconsciente... de nuevo, para cuando lo trajeron aquí.

Al parecer los que estaban luchando en el otro lado de la pared era un grupo armado con cócteles molotov y otro tipo de armas improvisadas, mientras que los soldados y policías simplemente tenían armas de fuego, chalecos anti-balas, equipos antidisturbios y demás elementos de tecnología diseñados para ejercer la violencia y aplacar rebeliones... ¡Y aún así parecían estar perdiendo!.

Uno de los policías con el rostro quemado se desploma justo frente a El Negro, al parecer entró tratando de que las llamas que le cubrían la cara, de algún modo, dejaran de derretirle el jeto solo por cambiar de cuarto o algo así. Este estaba armado con una pistola reglamentaria y una porra antidisturbios.

Pandemonium molotov. Lleno de chinos muertos. Les habían pillado por sorpresa pero bien. - Elijah eres un crack!! - Y yo pensando que sólo era un mojigato que miraba panfletos. Aunque sí era cierto que tenía un arma en el coche... Y hablando de armas, se desploma un chino con la cara derretida frente a mí. 

De porras poco sabía, lo mío no era zurrar hasta cansarme. Pero la pistola reglamentaria la cogería sin dudar, que para algo tenía entrenamiento. Y acto seguido me dispuse a apuntar cubriendo a Elijah mientras corría vete tú a saber dónde. Si los otros presos inocentes sabían por dónde estaba la salida, sólo podía cruzar los dedos para que no acabasen fiambres como la vieja.

Saliendo por la otra puerta, siguiendo a Elijah Hoffman que había cruzado las llamas de su coctel molotov como si nada, El Negro se encontró con un espacio bastante abierto con algunas que otras cajas aquí y allá, en completa penumbra, pero lo que más resaltaba debido a la única lámpara del techo que lo iluminaba era la silla ensangrentada con el cuerpo de Forbúl Tamejiri completamente apaleado e inmovil. Al parecer le habían estado torturando.

Por otro lado, eso explicaba las herramientas de tortura que había a su lado en una mesita, todas ellas usadas desde los talados hasta las cuchillas, desde las peras hasta el bate. Lo que había pasado en sus últimos momentos de vida el pobre Forbúl Tamejiri no tenía nombre.

Al parecer alguien trató de ocultar algo en aquella sala, en concreto había un pequeño bulto en una de las mesas tapado con una lona ensangrentada, probablemente la lona que se había usado para no manchar todo el suelo de sangre de Forbúl Tamejiri. Echando un vistazo más a fondo, parecía ser un teléfono, y estaba caliente. Es decir, alguien lo había usado hace poco.

La puerta de detrás de ellos se cerró y de entre las sombras de aquel almacén reconvertido en zona de tortura aparecería Ted Hyun armado con lo que parecía ser una katana hermosamente decorada y con la capacidad de partir a alguien por la mitad; de hecho, eso mismo fue lo que este hombre trató de hacer con Elijah Hoffman si no fuera por el empujón de El Negro sacándolo del rango de ataque.

-¡Oh!. -Exclamó con una sonrisa en su rostro- Por lo visto el Agente ha decidido venir a hacerme frente. Eso me agrada. ¿Cuantos trozos quieres que te corte?. Tu amigo duró lo suyo hasta que pidió clemencia y... luego de un rato más se la concedí.

Tras decir aquello, el hombre estiró el brazo y rompió la bombilla, dejando el lugar en completa oscuridad.

Vieno, o mejor dicho, no viendo nada; Elija Hoffman agradeció haber sido salvado por medio de encender un nuevo cóctel molotov, impidiendo así la ventaja que parecía tener Ted Hyun en aquel almacén, al impedir que se pudiera esconder en la oscuridad absoluta, tan solo dejándole esconderse entre las sombras y la penumbra que la llama del coctel molotov luchaba.

-Gracias por el empujón, un poco más y me quedo sin barba. -Comentó sonriente mientras, trataba de buscar dónde se encontraba el Comandante de Defensa- Tenemos que acabar con él e irnos cuanto antes. Lo más probable es que estén al caer el ejército de la Capital, he escuchado que querían colgarte y hacerte un ejemplo público.

Elijah parecia in-inflamable!! ni uno de sus rizos se había siquiera tostado un poquitín. Pero eso no era lo importante. Lo importante era el agente torturado que al parecer no logró salirse con la suya. A éste loco chinorro le gustaba torturar a los agentes. A saber cuántos torturados habría repartidos por toda la isla... 

Sentí cierta pena. Pero más bien repulsión. Pobre Forbúl... no le desearía ese fin a nadie. Desde luego a mí mismo no. Quizás a la pija de la cara destrozada por el mono sí... pero no. Ese no era mi rollo en absoluto.

¿Sería ese el teléfono desde el que el chinorro quería "hacer una llamada"?... aquello no pintaba bien. Me acerqué a la mesa para destapar el teléfono... pero el portazo detrás de mi me asustó. -AH!- y me giré. 

EL CHINORRO!!! Con una espada larga de esas de los ninjas. Pude empujar a Elijah pero... ver en la oscuridad lo que se dice ver en la oscuridad... no era lo nuestro.

-Sí, no dudo que les encantaría colgar a un hombre negro para que todos le miren... Espero que tengas más de esos...  - Elijah parecía no tenerle miedo a nada. Yo preparo la pistola para dispararle en cuanto le viese asomarse... no sin antes coger el teléfono móvil de encima de la mesa.

Gracias al fuego de Elijah Hoffman y a la habilidad de El Negro, este rápidamente pudo ver como entre las cajas se escabullía Ted Hyun, al punto de apuntar hacia el hombre y disparar contra este, haciendo que el Comandante de Defensa no tuviera más remedio que usar la espada para tratar de bloquear las balas. Algo que claramente era imposible pero, de algun modo logró, haciendo que la katana que portaba se desquebrajara, pero el quedando completamente indemne.

-Bien, muy bien. -Comentó sin perder la sonrisa del rostro- Has logrado desarmarme, pero deberías haberte guardado dos balas, una para tí y una para tu amigo.

Al parecer se había puesto serio.

Sin perder el tiempo, el hombre dio una fuerte patada a una de las cajas, haciendo que esta se deslizara a toda velocidad hacia ellos. Por desgracia, la caja era demasiado grande como para que El Negro pudiera esquivarla a tiempo, por lo que terminó quedando su pierna aplastada debajo.

Por fortuna no quedó atrapada la pierna, tan solo le había herido, la pierna le dolía y cuando trataba de presionar contra el suelo, este simplemente caería de vuelta contra el, al parecer iba a tener algún que otro problema para caminar y para moverse.

El acompañante había logrado esquivar la caja por los pelos -no de la barba, esos son ignifugos- y se dispuso a atacar a aquel hombre desarmado, tratando así pues de clamar para sí, el premio de caza mayor, el más mayor de los cerdos de todo aquel matadero improvisado.

-¡Muere, Cerdo!. -Gritó mientras le lanzaba el coctel molotov y sacaba su última arma, una porra extendible- ¡La isla será libre de toda fuerza política!. ¡Porque las personas merece-

Ted Hyun apenas se apartó levemente, dejando que el coctel molotov impactara detrás de este; incendiando por completo una cortina llena de grasa y expandiéndose el incendio por el resto de la sala, iluminándolo para ver como aquella sala de torturas o almacén no era tal, si no que antes de eso había sido un matadero de cerdos.

Incluso había algunos de ellos aún colgando de los diversos ganchos que caían del techo en cadenas. El olor a salazón de estos porcinos se había disfrazado bien con el hedor a sangre y a muerte reciente del otro agente, y ahora que la verdad había sido revelada entre las llamas, poco había que hacer.

El golpe que Elijah Hoffman hizo contra Ted Hyun fue directo a su mandíbula y el gigantesco hombre no hizo ningún amago en apartarse, había decidido darle esa pequeña ventaja. Ventaja que por otro lado, lo único que hizo fue hacerle sangrar pero sin quitarle la sonrisa del rostro.

-¿Eso es todo?. -Sin esperar una respuesta por parte de Elijah Hoffman, el hombre agarró la muñeca de Elijah Hoffman y apretó con fuerza, haciéndole que este soltara el arma contundente en el suelo, para acto seguido, con la otra mano, levantarlo del cuello y apretar- Los que más hablan suelen ser los que menos son capaces de actuar. Revolucionarios de salón. ¿Crees que esto que habéis hecho importa en el gran esquema de las cosas?. No. Primero placaremos a tus anarquistas de pacotilla, luego iremos a por los piratas y ya no habrá problemas, pues los Agentes y Espías ya están terminados, aquí y en Villa Ganga.

Elijah Hoffman era un hombre alto, pero claramente no era tan alto como Ted Hyun el cual lo estaba levantando en peso desde el cuello; apretándole y asfixíandole, teniendo una muerte lenta y dolorosa como nadie hiciera nada; al principio Elijah Hoffman trató de luchar, patalear e incluso ir a por la cara del Comandante de Defensa, pero nada parecía cambiar.

-. . . -No podía decir nada, no había oxígeno que pudiera salir de aquel agarre.

Lentamente la sangre se le empezó a acumular en la boca a medida que la presión también iba dañando sus cuerdas vocales.