Partida Rol por web

A tu alrededor, la vegetación que veías te resultaba ciertamente familiar, pero no era frecuente que la vieses en tanta cantidad. En cualquier caso ninguna de las plantas resultaba conocida para ti, por lo que no había nada que pudieras usar.

En ese momento, un terrible sonido emergió de los alrededores. Podíais ver la vegetación rodeando el aparato, pero no el origen de aquel rugido que os puso los pelos como escarpias. 

Todo el avión pareció temblar al tiempo que aquel sonido se extendía por todas partes.

- ¿Pero que ha sido eso? - Preguntó en voz alta la religiosa.

La hermana Claire aguardó unos instantes, pero inmediatamente se puso en marcha. Acababa de asimilar que fuera lo que fuera que había hecho aquel sonido seguido de un temblor del suelo, era algo realmente malo. Y ante cosas malas lo mejor era confiar en Dios. Confiar en Dios y usar las patas que le había dado.

- Si tenemos que esperar a que esos piltrafillas con un aborto de gorrión entre las piernas hagan algo... - La religiosa se santiguó, agarró por debajo de la hombros a la morena y tiró de ella con una fuerza inusitada sacándola de su prisión de metal.

- Gracias Dios, por las fuerzas que me das ante las tinieblas y la adversidad... - Recitó nada más sacar a la joven. - Y ahora, le toca el turno al piloto... - Dijo con desgana.

Parecia que la monja se alegraba de que el piloto hubiera perdido el conocimiento para preguntarme por mi trabajo.
Secreto de confesion?? le pregunte con el mismo tono de voz que ella a mi guiñandole un ojo para indicarle que habia acertado.. pero entonces un sonido inundo nuestro entorno y creo que todos nos quedamos en blanco pues aquello no debia de ser nada bueno

Y en aquel inusitado momento de ... panico?? La monja saco fuerzas de Dios y agarrandome por ambos brazos de un tiron consiguio sacarme de alli y se disponia ha hacer lo mismo con el piloto.
Confiesese hermana.. le dije mientras agarraba al piloto Usted era de las mias, verdad??

Aquella fuerza sobrehumana no era normal y por mas que yo le hubiera rezado a dios nunca me habia dado tanto poder, (sin contar lo que le acababa de hacer al piloto), por lo que aquella monja no era normal.
Eh tu!! le grite al medico llamando su atencion Pon en marcha a este grupo y ayudame a salir de aqui le dije de manera autoritaria intentando apoyarme en el fuselaje del avion para ponerme de pie Ese sonido no andaba muy lejos asi que... deberiamos salir de alli lo antes posible.

Cita:

- ¿Si soy de las suyas? - Preguntó con una sonrisa entre dientes. - No bonita no... - Le respondió muy segura de sus palabras. - Todo lo contrario me temo. Yo me debo a Dios y Dios dispone que esté aquí para ayudaros a salir de este trance. Y eso voy a hacer.

Cita:

- Si... Va a ser lo mejor... - Se acercó al lugar donde estaba atrapado el desagradable piloto. - Aunque creo que no se merece que le rescate... - Lo agarró por debajo de los hombros como hiciera con Samantha. - ...no soy yo, sino Dios quien debe juzgarle. - Y de nuevo sacó una fuerza sobrehumana para tirar de aquel hombre y sacarlo del lugar donde permanecía atrapado. - Además... Lo crea o no, puede resultarnos útil más adelante. Aunque sólo sea como cebo. - Y soltó una risotada.

El japonés pareció entender mi petición y con los otros dos heridos bajo control fuimos hacía la cabina pero la escena que me encontré era surrealista, la monja había sacado a la morena con carácter que me había recomiendo dejarla sola, pero había más heridos allí que necesitaban mis atenciones-Pero...hermana ¿Ese Dios suyo si que le da fuerzas eh?-dije con una tensa sonrisa mirando a la morena-siento haberla dejado así monada, pero no es la única cliente de éste lugar-dije mirando a los otros heridos.

Entonces escuché aquel extraño rugido de algo que sin duda era grande y muy peligroso-Joder ¿Que mierda ha sido eso?- pregunté mirando a las dos mujeres para luego asentir-Si, debemos salir de aquí, pero espera monada, ahora que estás fuera de esa jaula de metal deja que te ponga un vendaje en condiciones-el cristal estaba fuera y la hemorragia parecía contenía, parecía ser más escandaloso que grave, pero eso no le quitaba peligrosidad-recuéstate un momento mientras te vendo, créeme, lo agradecerás-dije con tono grave y concentrado mientras mis manos se movían velozmente rodeando su abdomen. Una vez hecho me fijé en que el intérprete flacucho hablaba algo que yo no entendía-Amigo ¿Se le ha escacharrado la cabeza con el golpe o se le ha olvido de hablar tanto japo? ¡Ahora no le entiendo ni yo!- exclamé volviendo a la cabina viendo si hacia falta ayuda, los minutos allí dentro se nos acababan y ese rugido tan extraño no me ofrecía ninguna seguridad de que ahí dentro estuviésemos a salvo.

Oía ruidos. Voces extrañas.

Al menos menos ruido y menos voces que cuando estábamos en medio de los disparos en el hospital. Y sin embargo no me sentía nada a salvo.

Me dolía la cabeza y algo me oprimía el pecho. Apenas respiraba adecuadamente y tenía el párpado derecho pegado. La sangre me cubría la mitad del rostro, posiblemente por el golpe que me había dado en el avión.

- Ouch.- Me quejé intentando levantarme.

Había un cuerpo encima mio, el japonés. Por su postura daba la sensación que me había protegido mientras estaba inconsciente, y eso que el mismo estaba herido. - Vaya! Espero que no esté muerto.- Pensé mientras reptaba para salir por donde pudiera y ponerme de pié. Una vez liberada, tiré del japonés para poder ponerlo en una posición cómoda.

- Hey! Alguien me oye?- Estaba atrás del avión y el barullo que oía estaba delante. - Este hombre necesita ayuda!

Restregué mi ojo para poder despegar mis pestañas del ojo derecho. Tenía sangre pegada y el pelo de ese lado apelmazado. He tenido suerte de no matarme, aunque con estos hombres...

Pero al inclinarme sobre un lado vi que en la cabina pasaba algo. Recosté a un lado al japones y me acerqué a la cabina.

- Cielo santo!- exclamé cuando vi a la chica piloto ensartada por un costado. Por mucho que la religiosa rezase, eso tenía mala pinta. Y a su lado estaba el otro piloto...por llamarlo de alguna manera. Menos mal que la hermana y el médico hicieron algo por ayudarla e intentaban curarle la herida.

Pero algo sonó. Un grito, un ruido, un animal.

-Que es eso??!- Digo alarmada-  Tenemos que salir de aquí. Sea lo que sea eso seguro que no es un gatito!- Me acerco corriendo a jode está el Japones y lo zarandeo levemente.- Ey...vamos, vamos...-al principio.- ...venga, amigo...- Hasta que al final -...No me obligues a..- Le pego un guantazo de los míos, así con la mano abierta como cuando tocas la pandereta en Navidad.- Que te despiertes ya, coño!

En el interior del aparato, mientras el enclenque traductor examinaba el exterior, todos se movían de un lado para otro, intentando recomponerse. La Hermana Claire logró sacar, primero a la morena desconocida, que estaba gravemente herida, y después, con algo de ayuda del japonés, al malhumorado piloto que aún estaba medio inconsciente.

Entre todos, salieron fuera y se unieron a Sextus, que estaba ensimismado viendo el lugar en el que habían aterrizado. Los sonidos inconfundiblemente selváticos los rodeaban, y lo que quiera que fuese aquel extraño e inquietante rugido, parecía no estar ya por allí.

- Parece que sea lo que sea que ha producido aquel temblor de tierra y que ha rugido de aquella forma tan... - Resopló. No sabía muy bien cómo describir aquel rugido, nunca había escuchado algo así. - ...ya no está por aquí.

La monja se puso a buscar algún rastro. Tenía que descubrir hacía donde se había marchado aquel ser para avanzar en la dirección totalmente opuesta. Pues allí no podían quedarse. Eso lo tenía bastante claro. Si quieres regresar a la civilizado, tenían que llegar a la costa.

- ¿Alguien ha visto que ha causado ese sonido, qué tipo de animal? - Preguntó. - Debemos evitarlo a toda costa y buscar la costa.

Tal y como había hecho antes Sextus, la Hermana Claire miró a su alrededor intentando ver más allá de la vegetación, pero lo único que podía captar eran los mosquitos, el calor y la humedad que había en aquel sitio.

Pero eso no significaba que no estuviesen en peligro. 

El medico me volvio a poner en el suelo mientras la monja me negaba que se hubiera dedicado a lo mismo que yo y seguia insistiendo en que todo se debia a la fuerza que recibia de Dios.
Creo que a partir de ahora empezare a rezar mas le dije mientras veia como agarraba al piloto y lo volvia a sacar; esta vez lo hacia con la ayuda del nipon pero no creia que le hiciera falta.

Las manos del medico se movias con agilidad por mi abdomen mientras, ahora si, me desinfectaba con mayor premura y apretaba mi herida con un bendaje decente; yo intentaba centrarme en otra cosa mientras "me metia mano" y moria mi labio para soportar el dolor.
Me llamo Samantha le dije al medico gracias! le dije

El rugido habia pasado y parecia que todos nos encontrabamos a salvo.
Coged todo lo que sea necesario del avion les dije al resto de componentes Nos ponemos en marcha rompi los tacones de mis zapatos para poder caminar mejor por la selva y mire por la ventana para ver que no hubiera peligro antes de salir de aquel aparato y mirar donde me encontraba.

El traductor vio como poco a poco iban saliendo todos, más o menos enteros de la aeronave.

Me temo que no tengo la menor idea de qué fue ese ruido.

Pareciera que una vez más, la cabeza ya funcionaba correctamente, y la lengua tracia al idioma indicado.

No parece que haya nada útil en derredor. Sugiero, localizar una zona alta, y poder orientarnos. No tengo ni idea de en que parte de china estamos. Lo que sé es que hace calor, pero cuando caiga la noche no estoy seguro si seguirá igual.

Sin mucho animo emprendió la caminata, que duro solo unos siete metros. Luego se dio cuenta de que en verdad no sabia hacia adonde iba.

Herida, la joven Sam Carter, con una mano en  su herida recién tratada, observó a su alrededor y al igual que el resto, todo le pareció igual.

A su lado, aquel hombre enclenque habló por fin en un idioma que todos podían comprender y se adelantó unos cuantos pasos antes de darse cuenta de que no iba hacia ningún lugar en concreto.

Sin embargo, todos parecían estar de acuerdo en que había que salir del avión.

Mientras eso ocurría, la luz desapareció sobre ellos. Seguramente, una nube estaría cruzando por delante del Sol en aquellos momentos, pero al mirar hacia arriba, quedó claro que no era nada de eso.

De entre los árboles, asomó un extraño círculo, que segundos más tarde, acompañaba a una enorme cabeza de aspecto reptiliano, precedida de unos gigantescos dientes y seguida de un cuerpo de poderosas incrustaciones óseas en su espalda.

El animal no debía medir más de seis metros, pero su envergadura era muchísimo mayor. El animal abrió la boca y volvió a rugir. A pesar de encotrarse a varios metros de Sextus, daba la sensación de poder atraparlo en cualquier instante.

El impacto del avión había hecho perder momentáneamente la consciencia de Zenji, que lo único que tuvo claro fue que debía proteger con su cuerpo el cuerpo de la atractiva rubia que le habia dejado anonadado cuando sus ojos se posaron en su rostro angelical. Al abrir los ojos, sintió que le ardía el moflete izquierdo, como si le hubiesen dado un bofetón de aúpa, pero al ver que permanecía pegado a la rubia, sonrió como un imbécil, casi babeando. La mujer parecía querer levantarse y que Zenji se apartará, por lo que el nipón se retiró con delicadeza para no hacerle daño, y una vez se incorporó, la ayudó a levantarse y le susurró al oído que se alegraba que hubiese sobrevivido, aunque evidentemente, la joven no le entendió.

Tras aquello valoró la situación, y claramente distaba de ser buena. Tanto el piloto como la copiloto estaban atrapados entre un amasijo de hierros, pero la joven pelinegra había salido muchísimo más malparqda, hasta el punto de tener una herida en el abdomen a causa de un cristal, aparentemente mucho peor que su herida. La monja fue la superhéroe que movió al piloto inepto, y cuando llegó el momento de mover a la joven, trató de ayudar en la medida de lo posible que no se agradece más aún o realmente no lo contaria. La maniobra fue un éxito, y el japonés cada vez estaba más asombrado con la mujer de negro, era más eficiente que muchísimos soldados que había visto, tanto entre sus filas como de las del enemigo.

Fue entonces que reparó en el hecho. ¿Seguían siendo enemigos? ¿No era aquella una buena oportunidad de largarse y ver dónde se encontraba, buscando una forma de salir de allí? Pero el rugido de una criatura desconocida le hizo cambiar de opinión...todos ellos estaban jodidos, y si no se apoyaban, no tendrían ninguna posibilidad. Además, estaba allí su musa, su hermoso ángel de cabello dorado, no podría abandonarla con esa gente. 

Aunque no sabía de qué hablaban, intuía que buscaban movilizarse y abandonar el avión, pero Zenji consideró que seria necesario recuperar el única arma de la que disponían y de la cual él tenía una bala. ¿Estaría entre la amalgama de cables y hierros? ¿Aún estaba en posesión del piloto? Creía que no, pero fuese como fuese, no buscaba problemas, por lo que en caso de encontrarla, se la daría al matasanos tratando de buscar una tregua, una alianza.

Tras aquello, empezaron a nadar explorando el lugar. Parecía una jodida selva con tanta exuberante vegetación por doquier, pero la tranquilidad no tardó en romperse de nuevo, cuando frente a Sextus, a unos pocos metros, apareció una colosal criatura que esperaba no hubiese decidido que fuesen a ser sus presas. Fuese como fuese, mejor si podían pasar desapercibidos y esconderse, por lo que con suma habilidad tiró de la mano de la rubia hacia sí,  procurando que ambos quedasen tras unas rocas, fuera del alcance de aquella bestia.