Partida Rol por web

Sonrió ante la reacción de la niña... y no pudo evitar responder...

-Trabajo, pequeña... ahora está en modo trabajo

Luego se volvió hacia Gru; tenían que optimizar tiempo y recursos.

-Así mismo está bien. A mí no se me van a salir las tripas por ahí; ayuda a Grace. Jericho lo necesita más; al menos un buen compresivo hasta que encontremos un médico.

Dicho lo cual, tomó buena nota de por donde se había ido la otra parejita de tortolitos amarcianados, y procuró tener una buena perspectiva de cuanto había en el piso del parking; tanto mirando por encima de los coches, como debajo de las ruedas, agachándose para ver si veía pies en movimiento.

Terminé de atender a Vasquez y mirándola con mi único ojo, le dejé claro que tras llamarme Grace, iba a tener que terminar de vendarse ella sola.

Gruñí, eso sí, para que se diera por enterara, cogí el botiquín y me dirigí a ver a Jerico, pero antes, me detuve a hablar con Mya.

-No, pequeña, no has hecho nada. Y no te preocupes. Estarás donde estemos nosotros. Es solo una manera de hablar. Al decir casa, quería decir, cuando estemos tranquilos -le expliqué, agitándole el cabello con una mano. Pero no tuve tiempo para más. Me acerqué corriendo a ver al sargento, tirando de Mya para que no se quedase allí fuera, sola, y la metí de nuevo en el coche.

Entonces, examiné al sargento.

-No soy un jodido médico, así que si está sangrando, más nos vale que se corte solo porque no tengo ni puta idea de por donde sale -le dije, tras examinarla. Mis manazas eran un obstáculo más y no tardé en quitarlas, al ver que ni siquiera era capaz de encontrar el origen -. Y deja ya de gruñir. Aquí solo gruño yo.

Entonces, miré a Jerico.

-Joder, sargento. ¿Es que quiere marcharse antes de tiempo?

Salí del coche y me apoyé en él. Aunque taponaba la herida, no dejaba de sangrar. Grace se acercó y estuvo observando las heridas. Por su expresión no tenían buena pinta. Cuando vino Man a ayudarla, fue más sincero que la comandante al decirme que lo veía jodido.

Joder, sargento. ¿Es que quiere marcharse antes de tiempo?

-"Espero que no sea así, pero si no me cerráis la herida no creo que llegue muy lejos. Habrá que cauterizar la herida para parar la hemorragia."

No era un experto en la materia, pero había visto actuar muchas veces a los médicos en plena contienda y sabía que sino lograban cerrar la herida, me desangraría como un cerdito...

No es que no quisiese a Gru o comenzase a dudar de él. Aquello era algo que sería imposible a aquellas alturas y más aún tras llevar su anillo en el dedo. El anillo más importante de toda su vida, el que daba significado a cada latido de su corazón o cada pensamiento positivo que hubiese tenido a lo largo de toda su dura y castigada vida desde la pérdida de su pequeña Grace. Pero verle llegar así, como un elefante en una cacharrería y meter las manazas sin preguntar si quiera que había visto... me cabreó.

- Joder, Gru. ¿Quieres matarle? - Le pregunté al verle meter las manos tan directo a la peor de las heridas. Al menos estaba allí para ayudar y entre los dos algo pudimos hacer. Pero cuando Jericho contó su idea le miré con el ceño fruncido. - ¿Cauterizar la herida? ¿Crees que esto es un hospital o que tenemos lo necesario para hacerlo? - Saqué mi cuchillo de la bota. - ¿Quieres que mida la profundidad de tu herida, sargento? Porque no es un corte, te han pinchado y no se que órganos te habrá afectado el ataque. Ni puedo ni voy a cauterizar nada.

Mi mirada se clavó en Gru. - Y tú tampoco. No tenemos tiempo para calentar nada ni material. Lo mejor que podemos hacer es cerrar y rezar para que aguante. - Miré con severidad a Jericho. - Espero que a partir de ahora empieces a respetar los rangos de nuevo o no sobrevivirás a esto y yo no voy a cuidar de quien pone en peligro al resto del grupo. - Le dije enojada.

- Nadie dio orden de disparar he hiciste lo que te vino en gana. Si pudiese te sancionaría por ello, pero creo que ya tienes bastante con esas heridas y con que no tengamos un médico que te pueda ayudar de verdad. - ¿Me había pasado? Seguramente. Pero su negligencia casi le cuesta su vida y nos puso a todos en peligro. - Si vuelve a disparar de nuevo sin una orden previa, le retiraré sus armas de fuego como logremos salir del apuro. Espero que quede claro.

Gracias a Jericho, la antigua comandante Steelside volvía a salir de mi interior y con fuerza. Empezaba a considerar de nuevo a los hombres como inútiles y torpes. Un fracaso para la raza que solo servían para procrear y que Gru actuase de aquella manera con Jericho poco ayudó en que mis pensamientos se calmasen. Al menos Mya entró en el coche tras las palabras con mi hombre.

Pero claro, en el fondo ella era una mujer.

Suturamos como pudimos a Jericho. La herida más profunda casi no sangraba tras los puntos, pero seguramente que la hemorragia fuese interna. Pero no iba a perder mucho más tiempo con aquello. El tiempo jugaba en nuestra contra. Aún debíamos llegar a la maldita torre y conseguir llegar a la nave. Con suerte allí tendrían algún tipo de cápsula de regeneración o algo así que le pudiese salvar. Pero si no llegábamos con él con vida no lo sabríamos nunca.

Luego le metí un chute de antibiótico y otro de analgésicos, al menos que el dolor le bajase y pudiese moverse. Luego miré a Mya, sentí que me miraba con miedo por mi manera de hablar. No me había visto así nunca y yo creí que esa Grace había quedado atrás... pero si nadie tomaba las riendas y cada uno hacía lo que le daba la gana, era mejor que volviese al menos hasta salir de allí. El problema era que podría costarme muy caro comportarme así de nuevo con todos.

Por la mirada de Snake entendió que él tampoco oía nada anormal y al ver que no se movía supuso que quería que fuesen las damas primero. Así que Amy no dijo ni gesticuló nada. Simplemente comenzó a descender por las escaleras, con el rifle listo por si tenía que disparar y deteniéndose en cada planta que tenía una puerta para pegar su oreja a ella y escuchar si había sonido alguno al otro lado.

En ese momento se lamentó de no tener un soplete de mano para poder soldar las puertas y así dejar una bajada segura a los demás con los heridos y la niña.

Al no escuchar nada anómalo continuaba desdendiendo en sigilo y con cuidado, pendiente siempre de los sonidos del lugar. Estaba verdaderamente concentrada y evitaba mirar hacia atrás para no ver a Robert y perder aquella concentración. Y es que sabía que estando solos y en una zona segura, corrían más peligro entre ellos que lo que pudiese venir después.

Paso a paso, habíais desdencido casi la mitad del recorrido y todo estaba en calma o eso aprecía.

Snake seguía los pasos de Amy. Ella era mucho mejor rasteadora que él. El pobre se estaba quedando un poco sordo. La edad no perdonaba ni a un pobre imortal como él. No obstante, aunque fuera ella quien tomaba la iniciativa, podía estar segura de que tenía bien cubiertas las espaldas y que a la más mínima de cambio saltaría al cuello de quien tratara de hacerle algo a la mujer de su vida, pues al fin y al cabo y de alguna manera Amy era la mujer de su vida.

Había tenido un hijo con ella, cosa que no podía decir ninguna de las otras mujeres con las que había estado y su relación, aunque fue muy breve, fue intensa y pasado todo ese tiempo, aún recordaba lo que sintió aquella semana que pasaron juntos. Si no le hubieran atrapado, podía ser que pudiera haber rehecho su vida y que hubiera sido totalmente diferente, nunca lo sabría.

Se acercaban a las plantas medias de aquel edificio y todo parecía en silencio. Podía ser porque realmente estaban solos, pero por otra parte, podía ser todo lo contrario y que ya les estuvierna esperando. ¿Quién? Dementes de Marte, agentes de la Presidente, o quien sabe quien más podría estar tras su pista. Fuera como fuera, debían ir con cuidado.

- No te precipites ni por un momento. - Le susurró. - Creo que algo va mal...

Ya me estaba hastiando de las reprimendas de las dos arpías. Mientras Grace me curaba lo que podía, con ayuda de Man, estuve tentado de responderla, pero al igual que con Amy, me contuve. No era ni el momento ni el lugar para discutir, y menos con las manos de la ¿comandante? hurgando en mis heridas. Apreté los dientes aguantando la rabia y el dolor. A mi mente volvió toda la mierda del matriarcado y lo sobradas que se creían las mujeres.

Desde que los habíamos encontrado al lado del hospital, Grace había pasado de llevar el mando. Solo hacía ñoñear con el viejo sin ojo y pasar de lo que la rodeaba. Desde que los marcianos habían invadido la ciudad ya no había mando que seguir. Éramos simplemente un grupo que quería escapar de este maldito lugar y ya no había rangos ni nada.

-Yo no voy a cuidar de quien pone en peligro al resto del grupo.

-Nadie dio orden de disparar, he hiciste lo que te vino en gana. Si pudiese, te sancionaría por ello.

Justamente me volví a acordar del cagadón en las alcantarillas, cuando le dio la granada a la pequeña y todo se fue a la mierda. Podría decirse que la muerte de Irisa podría recaer sobre Grace por su negligencia. Aún así, en aquel momento, cuando tuve que disparar con gran pesar a Irisa, nadie le dijo nada a Grace. Parece que las ideas del matriarcado se habían arraigado fuertemente en la comandante y seguían dictando muchas veces sus actos.

Con los chutes viajando por mi cuerpo y las heridas algo tratadas, me puse recto para ver qué tal podía moverme.

-"Gracias por tratarme." Dije con la boca reseca.

Me alejé unos pasos de la parejita, no tenía ganas ahora mismo de estar a su lado. Me quedé en el otro lado del coche, con mi rifle entre las manos, vigilante de los alrededores por si venían más infectados. La espalda apoyada en la carrocería. En lo único en lo que confiaba ahora mismo era en mi rifle y en mi puntería, y no le iba a dar a nadie mi arma, fuera quien fuera.

Con Jericho parcheado como se pudo y Vásquez por ahí en silencio, miré como se movía el hombre y comportaba tras su reprimenda. Creyó que Snake se haría cargo del grupo, incluso que mi amado lo haría. Ambos parecían querer ese puesto cuando nos volvimos a juntar. De hecho en la colonia ambos querían tenerlo... o quizás simplemente buscaban que no fuese una mujer quien les diese las órdenes y con eso les llegaba.

Pero estaba claro y Jericho lo dejó clarísimo, que sin seguir una jerarquía y con el libre albedrío no llegarían a ningún sitio vivos. De hecho, en las alcantarillas, si en lugar de disparar como locos Vásquez y él, hubiesen tenido más cuidado y alguien que les dirigiese, pues estaba claro que no pensaron... aquel marciano no hubiese muerto e Irisa ahora mismo estaría con ellos.

Quizás eso fue lo que más me dolió, perder a mi teniente por creer que mi amado o Snake liderarían el grupo. Y ahora sabía y tenía claro que en cuanto se pusiera a dar órdenes, ambos volverían a ponerse en mi contra y a querer mandar. Miró a Jericho enojada y luego a Gru, que seguía a mi lado con pesar. Todo aquello podía costarle demasiado caro. Podía perder al único hombre que había amado en su vida. De hecho sabía que había abierto una grieta entre Mya y yo misma, solo tenía que ver como me miraba.

- Será mejor que sigamos a Amy y a Snake ahora que nos podemos mover. - No fue una petición, fue una orden y la dije mientras cerraba la mochila que nos había preparado aquel médico. Miré a Gru. - Debimos traernos al doctor con nosotros. - Le dije con un tono de voz distinto. - No era mal tipo y seguramente ambos hubiesen quedado mejor curados. - Añadí refiriéndome a los dos heridos.

Me puse en pie y abrí la puerta del coche. Le tendí la mano a Mya. - Vamos cariño. Tenemos que salir de aquí. - Mi voz había cambiado por completo a una más dulce y tranquila para tratar a la pequeña. Ella no tenía culpa de nada. Mya me miró y miró a Gru, se acercó hacia la puerta y saltó a los brazos de mi amado, pasando de mi mano y de mí.

Eso me destrozó por dentro.

No dije nada. Aguanté el dolor como debía y preparé mi pistola. El descenso debía ser seguro por aquella puerta puesto que no se había escuchado nada raro en el rato que llevábamos allí. - Vamos con los demás. - Ordené y crucé la primera la puerta, con el arma en la mano y sin mirar a nadie.

Que Jericho se comportase como lo que era, un hombre, era algo normal. Una vez descubierto el secreto de Vásquez pues... no podía esperar mucho más de la soldado, por eso no había ascendido, pero lo que de verdad me dolió fue aquel rechazo por parte de Mya. No me lo esperaba.

Comencé a descender las escaleras en silencio sin mirar quien me seguía y quien no. En algún punto deberíamos dar con los demás y esperaba que fuese pronto.

Y Snake habló y Amy no pudo resistirse y mirarle. Sus ojos se clavaron en su único ojo y sintió como su corazón latía con fuerza por él. Estaban solos, la zona era segura y sus labios... ya los había probado hacía poco y seguían siendo para ella el mismo néctar de ambrosía de años atrás. En aquel momento no hubo despedida entre ellos y ella no fue capaz de cerrar esa parte de su vida. No pudo olvidarle y dejarle atrás y menos aún compartiendo un hijo.

- Nada va mal. - Le susurró. - Sólo tú y tus sentimientos hacia mí. Solo espero que puedas aclararte de aquí a que nos separemos... porque la última vez no tuve un adios en condiciones y no te pude olvidar y ahora lo necesitaré para hacerlo.

Amy guardó silencio. No escuchó nada raro y se quedó unos segundos mirando al que ella consideró siempre el hombre de su vida. No sabía que esperar de él. En el fondo tenía razón. Había estado preso, habían estado en diferentes planetas. Ella en el fondo sabía que jamás la dejarían verle en la cárcel y aunque luchó durante años, al final tuvo que rendirse a lo evidente y era más fácil pensar que era él mismo quien no quería saber de ella a que era el sistema quien no se lo permitía.

Tanto se lo repitió para intentar olvidarle, que se lo llegó a creer. Suspiró y cerró los ojos, dispuesta a darse la vuelta y seguir con el descenso.

Las palabras de Amy se clavaron en la mente de Snake. ¿A qué se refería con que sus sentimientos hacia ella iban mal? No lo entendía. ¿Sabía Amy lo que él sentía por ella? ¡No sabía una puta mierda!

Le agarró del brazo y la giró hacia él. La apretó con fuerza contra su torso agarrándola por la cintura y le miró a los ojos unos instantes. En ese momento todo quedó en silencio. No en el silencio que ya reinaba hasta ese momento, sino uno más profundo y que, al menos a Snake, le transportaba a una época pasada en la que todavía conservaba esperanza de tener una vida buena junto a la mujer de si vida. 

- Amy... - Le dijo su habitual tono de voz. - ...se qué has sufrido. Se que tu vida ni ha sido como hubieras deseado. Eres una luchadora y estoy orgulloso de ti, de lo que has conseguido. Las circunstancias de tu vida te han llevado a ello, eso está claro, pero sin duda, de haberle pasado otra persona... - Negó mientras sonreía. - ...no lo habría conseguido. - Le abrazó fuertemente contra su pecho. - Yo tampoco lo he pasado nada bien. Mi vida ha sido una constante huída. No puedo decir que tenga algo llamado hogar, ¿sabes? He pasado gran parte de mi vida entre rejas y la otra arriesgándola para otros y por tratar de sobrevivir. - Tomó aire y apretó los labios. - Me gustaría poder prometerte un futuro juntos, pero no sé si viviré una hora más o un puto francotirador me meterá una bala entre ceja y ceja dentro de diez minutos. - Besó entonces a Amy. Fue un beso intenso y con ganas y para cuándo se separaron la sonrisa de Snake era sincera. - Encontraron a Junior y nos marcharemos de esta pocilga de color rojo, ¿vale? Eso es lo que haremos ahora. Mañana... - Hizo una breve pausa. - Mañana ya veremos qué sucede entre tú y yo. Pero pequeña... Ahora mismo prefiero no hacer planes.

Y dicho aquello, se acercó a la puerta del relleno y escuchó tras ella. 

Vaya momento para que la tensión se mascase en el ambiente.... Mientras vigilaba que no hubieses movimiento por los alrededores, no pudo dejar de notar la miradas, gestos,... esas mierdas en general... Cuando no estás concentrado solo en lo que tienes que hacer, pensó, lo más probable es que la cagues...

Así que pasó de movidas... ella, a lo suyo; cuidar que no hubiese moros en la costa; cuando la comandante domó la iniciativa de moverse, se quedó esperando a que los demás la siguiesen; alguien tenía que cerrar la marcha y vigilar que nadie les asaltase por la retaguardia...

Parecía que nos íbamos a mover. Al ver que Grace avanzaba hacia la escalera y llevaba la mochila y el equipo, me giré y la seguí a cierta distancia. Miré un momento a Vásquez para ver su reacción a toda esta situación, pero su cara era una incógnita. Las heridas me dolían y molestaban al andar, así que apreté los dientes y no dije nada. Paso a paso, fui siguiendo a los demás. No se había oído nada, por lo que los otros no habían encontrado resistencia por la zona.

Ver como la chiquilla saltaba a mis brazos fue algo inesperado. Gruñí al recibirla, pero al mirar a Grace, todavía gruñí más, porque me di cuenta de algo tan evidente como simple. Mya no representaba únicamente una nueva familia, sino también una forma de que Grace volviese a sentirse como una mujer, y no como un soldado.

-Pequeña, te has equivocado de brazos. Si hay dos que te protegerán pase lo que pase, son los de ella -le dije, señalando a Grace con la cabeza y llevando a Mya hacia ella. Después, saqué mi pistola para colocarme al lado de mi nueva familia, porque eso era para mí también -. Creo que será mejor que vayamos todos. Si te ocurriese algo, no lo soportaría.

Y era completamente cierto.

Había perdido muchas cosas en mi vida, entre otras cosas, mi propia humanidad y deseos de vivir, pero con ella, y con Mya, lo había recuperado.  Y sabía que a Grace le ocurría lo mismo, así que no estaba dispuesto a que ella volviese a ser lo que era.

Me coloqué delante de ella y acerqué mis labios a los suyos. Quizás no fuese el mejor momento. Bien pensado, era un momento de mierda, pero ella lo era todo para mí y no quería que diese un paso más sin que le quedara claro. Y Mya iba a tener que aceptarlo también. Ella era parte de nuestra familia, pero necesitaba ver en Grace mucho más de lo que demostraba. Esperaba que así fuese.

Mya miró a Man y luego a Grace. - Pero ella me da miedo ahora. - Dijo la niña al tuerto mientras se aferraba a su peluche. - Y tu dijiste que cuidarías de mí. - Añadió segura de aquellas palabras al viejo gruñón antes de mirar a Grace de soslayo.

- ¿Hice algo mal? ¿Está enfadada conmigo? - Preguntó entonces al hombre sin comprender que había pasado en aquel momento y sintió como este tiraba de su mano con fuerza, llevándola con él al otro lado de la puerta. - No quiero que esté así, me asusta... - Añadió mientras alcanzaban a Grace.

Entonces fue cuando Man se colocó frente a la mujer que amaba y no dijo nada, solo detuvo sus pasos en silencio. Mya vio como el hombre acercaba sus labios a los de la mujer y prefirió no mirar. Aún tenía que acostumbrarse a aquello pero entendía que si Gru lo hacía, era porque Grace lo necesitaba o lo necesitaba él.

Que complicados eran los adultos...

Estaba tan cabreada que ni miré atrás ni me molesté en asegurarme de que realmente aquello era seguro. Simplemente arranqué a bajar las escaleras, tras los pasos de Amy y Snake. Como se organizasen detrás me daba igual en aquel momento. De hecho todo me importaba una jodida mierda y no entendía bien porqué. Solo sabía que necesitaba salir de allí y respirar.

De golpe, no se como, ni cuando, en el rellano me vi abordada por mi hombre. No me dijo nada. Simplemente me miró con su único ojo sano y yo le miré a él. Estaba tan enfadada con todo, con todos por como estaban saliendo las cosas, tan fustrada que si no llega a acercar sus labios a los míos, le hubiese soltado un improperio, volviendo a los insultos y contestaciones de la comandante Steelside a Man o'War en la colonia.

Pero el calor de sus labios hicieron que mi corazón palpitase con fuerza por otro motivo. Sentía que mi enfado bajaba al tiempo que recordaba que no estaba sola. Mis brazos rodearon su cuerpo al tiempo que me entregaba a aquel beso, mientras mis ojos desprendían un par de lágrimas. Diminutas, pero ahí estaban.

Me aferré con fuerza a él, recordando quien era, en quien me había convertido aquel capullo arrogante que conocí en la colonia, por quien la comandante Steelside había muerto y solo quedaba Grace. Su Grace. Me separé de su rostro tras aquel beso que dio nuevamente un significado a todo y que de alguna manera logró calmarme y acaricié su curtido y viejo rostro antes de apoyar mi cabeza sobre su hombro. - ¿Ves? No soy nada sin ti. Ya no. - Le susurré más tranquila.

Luego miré a Mya y vi el miedo en sus ojos. Volví a besar a mi prometido una vez más, antes de separarme de él e inclinarme ante la pequeña. - No te asustes Mya. Sigo siendo yo. No voy a dejar que te pase nada malo, ni cuando me veas como hace un momento ni cuando esté sonriendo. Ya te llevo aquí. - Dije a la pequeña señalando mi corazón. - Como a todos los demás, aunque me cueste reconocerlo.

» ¿Nunca discutió tu mamá con Anne? ¿O te regañó por algo?- Dios, tuvo que hacerlo si aquella mujer le clavó un cuchillo en el abdomen y se quedó mirándola morir. De no ser por Mya hubiese perdido a su madre antes. - Pues esto es algo parecido. Solo que parece que me toca ser la madre de todos de nuevo. - Dije apelando al rango que tuve por encima de ellos. - Cuando creí que serían uno de los dos tuertos quienes nos dirijirían en todo esto... - Estaba claro que a Jericho no podía dejarle el mando. Ni el de la tele. Y cada vez estaba más segura de que sin un líder no lograríamos salir de allí.

- Quizás Amy... renuncié a ese puesto por lo que sentía por Gru, por ser libre con él y me sentí liberada a su lado y sin la carga de dirigir a otros. - Pero quizás tendría que seguir siendo esa hija de puta que odiaba a los hombres hasta que lográsemos salir de allí. Entonces miré a Gru y me di cuenta de que a él no podría odiarle. Le sonreí y miré a Mya. - Quédate entre nosotros. Debemos seguir bajando y entre los dos, cuidaremos de ti.

Me puse en pie y al pasar junto a mi amado agarré su mano y la apreté con fuerza. No sabía lo que había hecho con aquel sencillo beso. Lo que me había devuelto en un solo instante. Le sonreí y me quedé con las ganas de probar sus labios de nuevo. Pero debíamos movernos. - Sigamos. Si Snake y Amy no suben, es que todo va bien. - Dije a todos con un tono más relajado.

Amy te miró al ojo mientras hablabas y cuando la abrazaste, se fundió contigo en aquel abrazo. Lo necesitaba desde hacía tanto tiempo que se había olvidado. Mientras escuchaba tus palabras, dejó salir lo que sentía en su interior hacia ti y cuando la besaste, te lo dio todo en aquel único y maravilloso beso. En él pudiste sentir todo lo que te quiso y todo lo que te amaba en aquel momento. Sus momentos de dolor y amargura cuando desapareciste, la felicidad de el reencuentro e incluso lo feliz que fue cuando nació Junior.

Todo aquello y mucho más te lo transmitió sin pronunciar palabra alguna.

- Junior... - Susurró cuando vuestros labios se separaron. - No le encontré aún estando en el puesto más alto que pude tener dentro de la policía... ¿Qué te hace pensar que le encontraremos? Puede estar en una colonia, en la ciudad, convertido en cualquier cosa... no quiero ni pensarlo, mi vida. - ¿Hacía cuanto que no oías aquellas dos palabras de la boca de Amy?

La mujer acarició tu rostro antes de separarse de ti. Estaba claro que por su parte, no habían pasado aquellos años entre ambos y que lo que sentía hacia ti, seguía siendo tan intenso y tan puro como durante aquella semana que estuvísteis juntos. - Debemos seguir... y mañana hablaremos sobre nosotros. Puedo esperar un día. - Te dijo con una sonrisa, aunque no muy convencida tampoco que hubiese un mañana para uno de vosotros.

Apoyaste la cabeza en la puerta y no escuchaste nada, en cambio el hueco de las escaleras trajo el sonido de una puerta cerrándose, pasos y voces. No llegabas a distinguir quien hablaba, pero si como los pasos cesaron unos momentos para luego continuar descendiendo.

- No pienso que le encontraremos... - Le dijo con convencimiento Robert. - ...se qué lo haremos. Le encontraremos porque aunque viejo y medio sordo, sigo siendo el jodido Snake Plissken y me dedico a eso. Encuentro gente y la saco del peor lugar en el peor momento. Ese soy yo y la historia de mi puta vida de mierda. - Sonrió. - Una puta vida de mierda que espero que... - En ese momento se escucharon pasos y voces y Robert se detuvo. - ...que cambie a partir de mañana. - Pensó pero no lo dijo.

Le hizo un gesto a Amy. Iba a bajar sigilosamente para echar una ojeada. Lo había hecho mil veces antes, era imperceptible cuando se lo proponía. Y en ese momento se había propuesto ser invisible. Tenía que descubrir a que se enfrentaban.

Al llegar a las escaleras, miré hacia abajo y no vi a nadie. Parecía que no había peligro, pero tampoco se veía a Snake y a la otra pedorra. Agarrando con fuerza mi rifle, empecé a bajar, adelantando a la parejita de enamorados, que se había parado para darse el lote en medio del rellano. Me puse el primero y bajé con cuidado, atento a cualquier ruido o movimiento que percibiera. Vásquez cerraría la marcha.

Si teníamos suerte y llegábamos a la torre sin nuevos enfrentamientos, sería toda una odisea. Estaba claro que estaría bien protegida por la policía y por soldados, además de los putos locos. Si Amy podía introducirnos por el sótano, podría ahorrarnos algún encontronazo, pero no todos. Solo esperaba que tuviera munición suficiente para todos y cada uno de esos mamones que osaran ponerse en mi camino hacia la salvación.

Cerrando marcha, el trabajo de Vásquez era nominalmente sencillo: comprobar que no tuviesen "sobras", y que no cerraban posibles vías de escape; lo malo de esa posición en un grupo de marcha... es que eres siempre el más lento, pues debes esperar a que todos los demás se muevan, antes de cambiar tu posición, pero es lo que había, y alguien tenía que hacerlo.

De momento, no se podía quejar... el grupo iba medianamente agrupado... eso le hacía el trabajo más sencillo, pues también dejaba menos huecos que vigilar. Lo que no tenía claro, ahora que tenía ocasión de pensar, era qué prefería: enfrentarse a los polis o soldados que se interpusiesen en su camino, o en los poseidos que no temían a la muerte, y lo que era peor, que si los mataban, les pasaban la pelota a alguien no afectado.

Desde luego, era una duda profunda.

Desciendes en sigilo las escaleras o más bien esa es tu intención. Pero una de las granadas de humo se engancha en la barandilla de la escalera y se suelta de tu cinturón. Esta comienza a caer tintineante por las escaleras y puedes oír el eco que produce en tan silencioso lugar. Por fortuna la anilla sigue en su sitio y no tienes que lamentar males mayores, pero el sonido ha debido escucharse en toda la escalera.