Partida Rol por web

-Primero tendrías que intentarlo...

En una mano tenía el mandoble y en la otra el escudo redondo de madera... y con un movimiento rápido se lanzó contra el gladiador...

El mandoble pasó silbando apenas unos centímetros por delante del torso de Rarkan, quien rápidamente hizo un paso hacia atrás, sorprendido por la rapidez de la mole.

Ahora le tocaría a él devolver el golpe...

El imponente hombre ya había realizado su feroz ataque, apenas pude evitarlo. Pero su falta de respeto a la hora de atacar a un campeón dejaba mucho que desear. Mientras mas grandes, peor caen! 

Al ver pasar la enorme arma, el gladiador se precipitó hacia la espalda de Tádeok, que con el escudo evito el golpe.  

Este prometía ser un gran combate...

Lanzó otro ataque, pero esta vez golpeó el peto de cuero, que no recibió grandes daños...

El gigante ya había dejado su marca en mi armadura, apenas la rosó, es hora de mostrarle lo que valgo...  

Arremeto contra mi enemigo, mi hacha hace saltar un par de anillas de la cota de mallas que protegía a mi contrincante. Él grandote sintió mi furia y mi fuerza, ahora sentirá mi frialdad a la hora de llevarme su vida! 

Los dos luchadores se miraban con ojos llameantes mientras giraban en círculos como dos animales midiendo sus fuerzas. Eran dos gigantes: uno con un mandoble y otro con un hacha de guerra.

Por fin el gigante colorado avanzó intentando golpear con su gran hoja el cuerpo del gladiador... pero por algo lo llamaban el inmortal; aunque sólo gracias a un esfuerzo supremo por esquivar el ataque, porque de haber impactado, habría resultado en una herida probablemente.

Ambos contendientes tenían una resistencia importante, pero pronto llegarían al límite de fuerzas...

El cansancio esta llegando, mi contrincante es formidable y mi hacha pide sangre. La sed me mata...  

Mi hacha vuelve apenas a dañar su gruesa armadura, esta armadura parece impenetrable!

Con esto no puedo... pensó el gigante sintiendo el escudo cómo pesaba en su brazo.

Con una leve sonrisa, apenas mitigada por el cansancio, Tádeok lanzó el escudo al suelo, lejos del lugar de combate. Tomó amenazadoramente el mandoble con ambas manos y cargó...

El movimiento agarró desprevenido al gladiador, quien dando un traspié intentando esquivar al gigante, recibió el golpe en el pecho haciendo que el aire alojado en sus pulmones saliera despedido en un resoplido. El peto cayó al suelo inutilizado...

El gigante no dejó que la oportunidad pasara. Deseaba terminar esto antes de que el hacha se hiciera paso a través de las anillas de acero, y con una patada hizo que su contrincante se echara hacia atrás... lo justo como para asestar un terrible golpe en la cabeza, que hizo que directamente el gladiador quedara postrado en el piso con el rostro cubierto de sangre y el mundo girando ante sus ojos...

-Ríndete, y te perdonaré la vida...- le dijo Tádeok con cansancio en los músculos, pero aún preparado para terminar lo que había empezado.

-¿Están bien chicos?- dije a los damnificados de los deseos divinos de sus titiriteros. Que sin pensar en la cruel realidad de su dolor, como animales en jaulas los hacen combatir solo para su deleite. Olvidando así, que son sus hijos... sus creaciones. -No se preocupen, pues no siempre tendremos que pelear entre nosotros.- cuando termine de hablar, una paz recorrió mi alma. "¿Quizá el que decide por mi sea mas piadoso? ¿quizá nunca me haga pelear en vano? espero así sea."

El clima era óptimo para una recuperación. Las nubes estaban postradas frente al sol, dejando una visión en tonos más grises que los amarillos normales. El viento soplaba con mucha fuerza, volando las hojas de ese ya adentrado otoño. La calle vieja, de tierra seca, estaba cubierta en partes de sangre. Sangre de hombres inocentes que tuvieron que pelear para demostrar la fidelidad hacia sus creadores. Las personas miraban la escena con miedo, pero también con esperanza de que todo terminara en algo no tan trágico. Arriba del gladiador mi amado, quien lo miraba y jadeaba. Dando la última oportunidad a ese vigoroso guerrero. Exigiendo su rendición.

-por favor, ya no peleen- dije con unas lágrimas que se escurrían por las mejillas y terminaban mezclándose con los pelos lacios que recorrían mi cuello. Mientras caía arrodillada, en ese piso árido, de tierra corroída por un panorama desolador, esperando que todo acabara. Con la esperanza que fueran libres de los impulsos de sus "dioses".

Luego de unas copas de más, Grind en una taberna de mala muerte, se fastidió con Rarkan por un comentario irrespetuoso al borracho juicio del legionario. La disputa fue cambiando de tono al momento en el que el gladiador puso en juego la hombría de Grind, menos preció su título de veterano y desvaloró a la legión de su capacidad de combate. 

Esto terminó con mesas y sillas volando, dejando espacio a una improvisada arena en que dos gigantes ya tenían sus armas esgrimidas y el orgullo en juego.....

-Mejor métete conmigo... si puedes- reté al gladiador desenvainando mi espada y la daga.

Creo que estoy en problemas...

Di un salto hacia él manteniendo las distancias, pero también probando las defensas de mi contrincante. Lancé una estocada profunda, mientras que con un giro, me puse a distancia para asestarle una puñalada con la daga.

La arena me regalo un adversario muy inesperado, en fin era alguien quien iba saciar mi sed de sangre y curar mi orgullo.

Escupo al suelo cerca del legionario con gesto de desprecio y dando por hecho de su poco hombría. -Tú sigues-  

Vuelvo mi atención a mi nuevo contrincante, asiento con mi cabeza mostrando mi respeto y saludando su valentía. Dejo caer mi arma esgrimida y saco mi hacha de mano. Esto bastará! 

El combate empezó, sus armas no fueron problema para mi juego frenético, pero su manejo era bueno. Esto va a ser interesante..      

No pude dejar de mostrar una mueca de desagrado ante la actitud del gladiador... o era un fanfarrón o realmente no le haría falta la otra arma...

Volví a lanzar dos estocadas con mis armas... tal vez ahora alguna golpearía. La espada impactó en el peto, pero no logró sobrepasar la armadura... en cambio, la daga directamente no pudo impactar.

La transpiración comenzaba a correr por mi frente, pero no era de cansancio, para nada... veía que sería un combate difícil.

Su espada alcanzó a dañar mi armadura, pero su daga abrió la puerta para mi contra ataque. Me abalancé a la oportunidad pero mi contrincante esquivo con gracia mi golpe.

Había quedado mal parado después del ataque con la daga, pero luego de haberme agachado hacia atrás haciendo que mi espalda se resintiese con el esfuerzo realizado, di unos pasos hacia atrás para guardar algo de distancia.

Eso no iba a ser fácil... pero aún estaba en combate y no estaba cansado para nada. Ataque con la espada haciendo una finta que el gladiador creyó dejando al descubierto el costado derecho... donde mi daga impactó sin poder traspasar la armadura.

Maldición... pensé que era mío...

Sus ataque desgarro casi por completo mi armadura y el cansancio empezaba a acumularse. Aproveché que luego de su última estocada no guardo suficiente distancia, era hora de que sienta mi filo. Me abalancé hacia él, pero fallé. Me temo que subestimé a mi enemigo... 

Estaba siendo fácil esquivar los ataques del gladiador, eran previsibles y con esa pequeña arma no podía ni acercarse a golpearme...

Espero seguir así... porque con esos músculos seguramente me parte al medio si me agarra...

Yo seguía danzando alrededor del gladiador, evitando sus golpes e intentando golpear otra vez su robusto cuerpo, pronto tendría que cansarse... no podía llevar ese ritmo todo el combate.

Mi espada, por más fina y endeble que fuera comparada al hacha de guerra que había dejado caer Rarkan, intentaba abrirse paso a través de su guardia alta, y mi daga hacía todo lo posible por trabar y girar hacia el brazo o axila del gladiador.

Esta vez el gladiador actuó más lento y mi espada penetró en el torso de mi contrincante. La sangre tiñó la punta de la hoja, había sido profunda la herida, pero no había caído aún. Por mi sorpresa de verlo sostenerse aún, no logré asestar un segundo golpe con mi daga... pero vi que la herida lo había hecho retroceder, por lo que debía seguir para no perder la iniciativa...

Esta es mi oportunidad...

La estocada entró por la pierna, pero no fue suficientemente profunda como para comprometer la extremidad... y el gladiador se logró recuperar a tiempo para esquivar la daga que estaba destinada a entrar en su cuello.

¡Diablos! Pensé que ya estaba liquidado... ¿es que no se rinde? pensé poniéndome en guardia, preparado para esquivar el hachazo de la mole que se acababa de recuperar...

Mi cuerpo sangraba y mi mente me jugaba en contra, mi enemigo no solo me daño por fuera si no por dentro, mis dudas y mi orgullo me atormentaban. Era el momento de actuar, de demostrar por que era el campeón y caer luchando.

Mi golpe fue lento y predecible, mis heridas impulsan mi tosquedad. No pretendo rendirme...