Partida Rol por web

El transporte desciende hasta la superficie en medio de sacudidas inhumanas y algún chirrido que os hace temer lo peor.

Por fin, con un sonoro golpe el navío se aposenta sobre la pista auxiliar del planeta. Las compuertas silban y gañen mientras se abren. Descendéis por la rampa con paso tranquilo y sereno, en un esfuerzo por no dejar traslucir la desazón que os acomete. La falta de información no suele ser buena señal en estos casos, y vosotros tenéis solo migajas.

En cuanto avanzáis tres pasos del transporte, los motores rugen de manera brusca y el pájaro comienza a elevarse en el cielo hasta convertirse en una mera manchita en un cielo plomizo y austero. Estáis solos.

Solo entonces es cuando os fijáis en el paisaje: un enorme barracón de la GI se extiende por el horizonte. Los hombres y mujeres de la guardia van de aquí para allá, con cara de pocos amigos, algunos diríais que exhaustos. No son pocos los que cubren sus heridas con vendajes, marrones por la sangre reseca. Todos pertenecen al glorioso 97 Batallón de la GI.

Un mar de tiendas de lona salpica la tierra árida del planeta, únicamente interrumpido en aquellas ocasiones en que las tiendas rodean los cráteres que de vez en cuando brotan del suelo y que expulsan un apestoso gas al aire. Sobre todo ello pende el aroma a guerra, a conflicto, a hastío y a muerte. Por una u otra razón, todos habéis saboreado ese mismo aroma. Nunca se olvida.

Varios Sentinel otean los alrededores del campamento en busca de posibles intrusos. Las bestias metálicas caminan con paso torpe entre un amasijo de edificios destruidos, coches incendiados y cuerpos sin enterrar; se detienen y agachan sus cabezas en todas direcciones, para después iniciar la misma rutina.

En el centro del campamento se alza un hab-block que muestra el águila, el símbolo del Imperio. Más allá de las tiendas solo se alcanza a ver una cadena de colinas cubiertas de nieve y surcadas de hileras interminables de fábricas. Las llamas que escupen sus enormes chimeneas, visibles incluso desde aquí, los ciclópeos contenedores de acero oxidado y las burbujas de productos tóxicos que se elevan desde estos conforman un conjunto desesperanzador y angustioso. Un conjunto que os recuerda vagamente a un vasto insecto metálico que repta sobre las cicatrices correosas de una tierra agonizante.
 

Cuando la nave despega sin contemplaciones, Cimbria se cubre la cara y el pelo con uns mano, mientras se inclina para protegerse de lo peor de la polvorienta sacudida. Un instante despues recupera la compostura y se yergue por completo. Mientras se sacude un poco el polvo de la cara observa la situacion en el campamento, los rostros de los soldados... Se siente un poco sobrecogida por la inmensidad del cielo que se abre ante sus ojos y el aparentemente infinito mar de lonas militares...

anto espacio... casi me ahoga... este aire polucionado y maloliente...

Con un esfuerzo cierrar los puños y los aprieta hasta clavarse las uñas en la palma de la mano y hacerla sangrar

...no pasa nada... todo esta bien... el Emperador nos protege... nada puede pasarme...

Con voz atragantada indica "Aquel Hab-block debe ser el Cuartel General de esta gente. Alli encontraremos al Comisario Imperial... y algunas respuestas"

Ishmael siente el olor a azufre y a ceniza que se respira en el ambiente hostil que acaban de descubrir. Echa un vistazo al panorama, se fija en los rostros de las gentes... rostros llenos de cansancio y hastío. Alza la vista y observa como la nave se aleja hacia el exterior del espacio, cada vez más en la lejanía.

Cruel lugar en el que nos encontramos... la verdad es que me esperaba algo parecido.

Siente una tos al respirar el aire del lugar. Cof, cof... el aire está viciado igual que el del mismísimo infierno. Tienes razón-se dirije a Cimbria-Sigamos al Águila. Sólo allí nos dirán qué cojones tenemos que hacer en este basurero.

Hace una pausa, observando de nuevo el lugar. Se gira hacia su otra compañera y con una sonrisa burlesca le dice:

Tus vacaciones de ensueño, ¿verdad, Xanthia? ¡Ha, ha, ha, ha!

- Ya tendrás tiempo para pedirla matrimonio cuando terminemos, Ishmael, si logras que por tu puta risa no te peguen un tiro. - Escupe a un lado. - Movámonos, tanto puto guardia me pone de mala leche. - Lo cual era cierto y, para destacar mas, a parte de dejar cláramente visible la marca laser de exconvicto, retiró las telas que envolvían el collar explosivo que prendía su cuello, un collar que todos los presos imperiales de alta seguridad debían llevar.

Xanthia mira al cielo y ve como parte el transporte.

Atrapados en este estercolero. Al menos moriré matando y no entre los amasijos de ese trasto.

Un lugar muy agradable este Ishmael, seguro que tu madre te parió en un sitio como este.- sonrié.- Pero ten por seguro que si me fuera de vacaciones, me buscaría una mejor compañía que la vuestra.

Sigue a los demás al cuartel.

¡Ha, ha, ha! Veo que vuestro sentido del humor sigue intacto. Eso es buena señal. Dejemos la cháchara para otro momento y vayamos para allá.-Exclama mientras empieza a avanzar por la superficie, entremezclándose entre la gente y las tiendas militares.

Os encamináis hacia el hab-block que se alza orgulloso entre las tiendas.

Al principio parecía estar más cerca, pero en cuanto os introducís en los precarios pasillos del campamento, constatáis que hay un paseo hasta llegar a él. Los soldados no os dejan de mirar; cantáis más que un vidente eldar en una cantina de la guardia. Os sentís algo incómodos con la presión, así que apretáis el paso. A unos cuantos metros por delante de vosotros un joven guardia se acerca corriendo en vuestra dirección.

"Creo que llega el comite de bienvenida... procuremos comportarnos"

Las ultimas palabras salen disparadas entredientes, mientras exhibe su mejor y mas dura sonrisa ante jadeante Guardia Imperial...

He, he... Estupendo. Ese pintamonas nos ahorrará el paseíto hasta el hab-block-Ríe disimuladamente Ismhael.

Xanthia se queda mirando al soldado muy seria.

Bandera del 97 Batallón (esta bandera, de tamaño más pequeño, ondea debajo de la imperial)

Xanthia le espeta con cierta agresividad a un guardia imperial que la mira.- Qué coño esperabáis, ¿astartes? Pues esto es lo que hay y deja de mirarme joder.

Aprovechando el estallido de Xanthia, Cimbria da un paso y se acerca al Guardia Imperial, plantandole en la cara su identificacion del Arbites... "Tenemos que ver al Comandante y al Comisario" Clava sus ojos carmesies en la cara del Guardia Imperial... "Ahora"

"Este pobre va a pagar los platos rotos... la vida es asi... si nos descargamos con este pobre diablo, estaremos en condiciones de hablar con los Mandos con la cabeza fria y serenos"

El hombre, que en realidad es un muchacho de unos veinte años se frena en seco ante las palabras de Cimbria. Se inclina y apoya las manos sobre los muslos mientras trata de recuperar el aire.

-Err... Bienvenidos a las Minas, señores... ¡y señoritas!, perdón -su cara llena de pecas se contrae- Por fin alguien que viene a echarnos un cable -respira con fuerza, los nervios le impiden recobrar el fuelle- No se precoupen, les conduciré con el Comisario... ¿quién de ustedes es el Inquisidor?

Xanthia bufa.

¿Tenemos alguno pinta de Inquisidor, pecoso?

Antes de que el muchacho prosiga una voz seca y tajante lo corta.

-¡Jurtz! ¿Has vuelto a abandonar tu puesto?

El que ha hablado es un hombre feo, de mandíbula cuadrada y pelo cortado al cepillo. Viste la misma ropa que el resto de Guardias, pero las bandas de su manga indican su rango. En lugar de brazo derecho muestra una vara metálica que acaba en un montón de dispositivos mecánicos embarullados cuya función solo se puede intuir.