Partida Rol por web

Reaccioné de forma rápida esquivando el espadazo de uno de los orcos que pasó cerca, demasiado para mi gusto, sobre mi hombro arañando la parte metálica que lo cubría pero sin mas consecuencias . En ese momento yo giraba sobre mis talones para fintar a la criatura y que mi espada cercenara carne y tendones ¨por igual con un espantoso crujido. Sin tregua ni tiempo para pensar el acero pasó cerca de nuevo, esta vez de mi cuello. Suerte de mis reflejos y mi baja estatura, esa hoja envenenada solo rasgó el aire por encima de mi cabeza y por contra yo di buena cuenta de la del orco al que ya no le haría falta mas ese casco abollado. - ¡Vamos, el siguiente!.Pisando sobre los cuerpos caidos de los orcos que se amontonaban alcé mi espada ensangrentada desafiante ante esos engendros del mal que nos rodeaban.

Dredoc espera poder lucirse un poco. Su reputación se está hundiendo como una piedra en estos momentos, pero ahora intenta atacar por un lado, tratando de aprovecharse de los instantes que le da la atención que el jinete centra en Galvan.

Ahora sí...

Pero cuando se lanza contra el jinete, embarrado y polvoriento como estaba, el huargo hace un rápido movimiento contraofensivo y Dredoc justo llega a poner el escudo para que el morro de la bestia golpee en él. Aunque el humano no ha recibido heridas, su ataque ha resultado frustrado... de nuevo.

¡Maldita sea...!

Anduin se incorpora poco a poco con el brazo derecho dañado y el hacha colgando de su mano. Su primer instinto es mirar al jinete que yace unos metros mas allá. Parece muerto. El Huargo ha huido de momento. Todo está despejado. Reorganiza sus ideas rápidamente y al levantarse, no del todo, comienzan a llover flechas orcas. 

-¡Ésto no ha terminado! 

Con un rápido e instintivo gesto hacia abajo consigue evitar las flechas que vuelan silbando sobre su cabeza. Pone una rodilla en tierra, más o menos oculto entre la maleza. Mira su brazo. Tiene un corte no demasiado profundo, pero no podrá hacer mucha fuerza con él. Arranca un trozo de tela de las que usa para guía del arco y se la ata tapando la herida. 

De vez en cuando tiene que agacharse para que las flechas no le alcancen. 

-Esas bestias saben cual es mi posición, tengo que moverme. Guarda su hacha y desenfunda el arco. 

En el momento que termina, ve a lo lejos al hombre de la cota de malla a punto de ser alcanzado por un Huargo, cuyo jinete, levanta su espada para acabar con la vida de Dredoc. Éste consiguió zafarse del mordisco del animal, pero el espadazo era inminente...

Una rápida flecha proveniente del arco de Anduin atravesó el cuello de piel verdosa expulsando borbotones de sangre. El jinete cayó al suelo. Primero con las rodillas y luego con el resto del cuerpo, quedando tendido al lado del hombre de la cota de malla. 

Al despertar de mi estado de inconsciencia caigo en la cuenta de que estamos en un combate. Para evitar el sangrado ato mi herida con un trozo de tela y me dispongo a preparar el arco soportando el intenso dolor. -Por varda, ilumina mi camino. Esto es insostenible pero lo intentaré. -pienso al tensar el arco y colocar la flecha. 

Cegada por las consecuencias que una herida trae noto como me perjudica en la precisión de mi ataque, frustrada me apoyo sobre una roca dejando el arco al costado, definitivamente no podía hacer mucho en este estado.

La lluvia de flechas cae dispersa sobre la posición de Ross, la Elfa esquiva con soltura las flechas y se dispone a seguir disparando cuando la voz de Kiara le advierte de el peligro inminente de una lanza que vuela veloz hacia su cabeza, en el ultimo momento la arquera da un giro hacia atrás esquivando el mortal ataque.

Pero al caer al suelo se percata de un punzante dolor en la pierna izquierda, justo donde una flecha del enemigo le ha atravesado de lado a lado el musculo. HHAAaagg!!! - se escapa un quejido de sus tiernos labios de elfa. Inmediatamente trata de sacar la flecha, pero el dolor le es insoportable, a lo mas puede arrastrarse penosamente hasta ocultarse detrás de unas rocas para evitar seguir siendo blanco de los enemigos.
 

Galvan detiene el férreo ataque del huargo con su pequeño broquel trastablilleando hasta casi perder el equilibrio. Por fortuna, consigue recuperar la guardia a tiempo y aprovechando el apoyo que le ofrece el hocico de la bestia, lanza un tajo con su espada invisible sobre su cara. 

La bestia muerde el aire donde un segundo antes se encontraba Galvan pero ya es tarde. El héroe corta la cabeza del orco mientras apoya su peso sobre el cuello del Huargo para luego perforar el cráneo de la bestia con su espada. Finalmente el último de los jinetes orco cae abatido.

Luego del fervor de la primera embestida los orcos ligeramente pierden  su propósito y comienzan a luchar como simples bestias sin orden ni estrategia volviendo sus ataques en algo fácil  simple de esquivar pero Morgoth les recuerda el castigo por la derrota y en cambio su defensa es mejor que nunca. El tercer grupo deja a los héroes del frente y avanza terreno adentro hacia Galvan y Dedroc en claras intenciones de evitar que acudan en ayuda de los demás.

El grupo de arqueros bajo la protección de la infantería comienza a escalar por el derrumbe hacia las paredes de roca del lado sur y desde allí disparan hacia los héroes. Cuando disparan a Tareth, Evereth y Aredhel lo hacen de manera descuidada impactando con sus flechas también a sus compañeros de batalla. Un pequeño grupo enfurece y se dispone a escalar en plan de venganza.

El líder orco sonríe con malicia ante la mueca de dolor de Ross al ser herida por una flecha pero rápidamente entra en cólera al ver que su lanza no provoco ningún daño. Entonces se abalanza a toda prisa sobre la pequeña elfa e intenta aferrarla con su mano libre para golpear luego con el lado plano del espadón pero Ross pese a su herida sigue siendo mas aguil y evita por milagro las garras del temible orco. 

Ross escapa de las garras del líder orco pero la flecha sigue en su pierna, logra deslizarse por una pendiente de roca liza que la lleva hasta la siguiente estación que tenia preparada con nueve flechas. Sosteniéndose penosamente en pie alcanza las flechas que dispara de una en una tratando de alcanzar al terrible líder.

Giro sobre mi misma para mantener la distancia con el Jefe Orco y de paso alejarme del Barranco y las Flechas Traicioneras mientras tenso el arco nuevamente para volver a disparar al Jefe Orco desde un ángulo diferente al de Ross. De esa forma tendrá menos posibilidades de evitar ambos ataques.

- Maldito Pielverde. - pienso mientras la flecha surca el aire en dirección a su objetivo.

Dredoc empezaba a tener el orgullo herido. Y todo el mundo sabe que cuando una persona de armas tomar como Dredoc tiene el orgullo herido, alguien recibe tantas o más heridas.

Harto... Murmuró, y se giró hacia la infantería. Lo cierto es que estaba algo más acostumbrado a luchar contra gente a pie, pero no era cuestión de costumbre, si no de rabia. Necesitaba desquitarse, demostrar y demostrarse que valía tanto como los demás compañeros a los que lo habían equiparado al unirle al grupo.

¡Me tenéis HARTO!

Dredoc se lanzó contra varios orcos, y su escudo detuvo una de esas extrañas espadas con el escudo mientras con la espada rajaba la garganta de la criatura. Empujándola con el escudo, avanzó por encima del cadáver a por el siguiente. En una maniobra más propia de un lancero que de un espadachín, cargó con el escudo por delante y disparó la espada al frente trinchando el bajovientre del siguiente. Repitió la operación dos veces más antes de que el orco pudiera reaccionar.

¡Muere! Gruñó con rabia. Cuando cayó al suelo, se quedó en posición de guardia esperando a los siguientes que le atacaran, pero no esperaría mucho... si no iban a por él, el iría a por ellos.

Al fin, a estas alturas y aún con la hoja limpia....!!

Continuaba con la atencion puesta al enemigo, la herida al parecer se encontraba estable porque el sangrado se había detenido pero me costaba mucho usar el arco, era cuestión de prepararlo para no dar en el blanco ni por asomo. Gracias a Varda he esquivado con absoluta precisión cada uno de los ataques porque el escondite en las alturas era seguro, sino estaría ya muerta de tanta mala suerte. 

En silencio me mantengo alerta esperando a que mis compañeros puedan hacer algo mejor que yo en combate. -Funesto, si.-pienso al intentar mover mi brazo para que entre en calor y me ayude a no sentir el dolor de una forma tan intensa cuando voy a usar el arco.

Estaba tan ensimismada en mis contrincantes, aquellos que había frente a mi que apenas reparé en ese pequeño grupo de arqueros orcos que escalaba la escarpada cordillera del cerro.

Tan solo cuando una nube de flechas oscurecía el cielo aun mas, como si eso fuera posible dado al tétrico paraje, caía sobre nuestras cabezas obligando así a levantar mi escudo para detenerlas casi a ciegas. Una de ellas chocó contra el metal emitiendo un sonido sordo.

Sentí dolor en mi muslo, una de ellas habia rozado el mismo sin llegar a quedar clavada. Una herida leve que hizo que me moviera de forma torpe y errara mi estocada con la espada. Maldición....

-Maldita sea... -protesto con ira y rencor cuando le corto la cabeza a un orco que se había acercado de más. -Muevan el trasero, esto va de mal en peor. Así nunca obtendremos la victoria. -grito con fuerza al esconderme detrás de una roca evadiendo los ataques del enemigo. 

- Vamos medio elfo. ¿Que haces?- lo acuso esperando una respuesta.

La suerte no podía durar mucho. Allí estaba, rodeado de enemigos, cuando uno de los orcos le barrió las piernas con la lanza y cayó al suelo golpeándose la cabeza y recibiendo numerosos puntapiés de los orcos que no se dignaron ni a agacharse para clavarse sus lanzas, pasándole literalmente por encima.

Ya está bien. El eco de las palabras de Dredoc resonaban aún en sus oídos. Vaya, que apropiadas son en estos momentos, pensó mientras un orco particularmente gordo le pisaba las costillas.

Joder, como duele.

Se levantó a duras penas lanzando improperios y blandiendo la espada como si fuera un palo de varear aceitunas. Estaba totalmente desquiciado y no acertó a darle a nada ni a nadie.

El jefe orco detiene la flecha de Ross con el lado plano de su gran espadón pero su confianza le juega una mala pasada porque otra flecha, esta vez de Kiara, se clava en su hombro. Emitiendo un leve gruñido parte la flecha dejando la punta y una parte. Luego avanza hacia Kiara completamente enfurecido e intenta agarrarla por el cuello pero falla terriblemente. No tuvo en cuenta la agilidad de las razas de la luz.    

Sonrío cuando la flecha se clava en su hombro , cuando este viene directo hacia mi ruedo a un lado y tras desenfundar la espada lanzo un tajo al Líder de los Orcos.

- Venga Ross. ¡AHORA!