Partida Rol por web

La guerra llamada "La Tormenta del Caos" por los historiadores fue cruenta.

Ciudades y provincias cayeron sumidas en la anarquia y destruccion hasta que el Imperio, ayudado por el resto de las razas lograron ganar el pulso al Caos.

Por muy poco se gano y aun se sienten sus efectos...

Durante el asedio de Middenheim, un proyectil de una pieza de artilleria del Caos conocida como "Cañon Infernal" atraveso las defensas y arraso la casa donde os encontrabais. De las quince personas que se ocultaban alli solo vosotros tres sobrevivisteis a la exposicion al extraño metal purpureo... tambien conocido como Piedra Bruja.

Fuisteis llevados al Hospicio de las Sacerdotisas de Shallya, donde pasasteis el resto de la guerra...

Pero no estabais con los demas enfermos... ocupabais un area especial... aquella destinada a los que como vosotros habian sido alcanzados por Piedra Disforme...

Muchos murieron al poco de entrar, retorciendose de dolor con las Mutaciones que sufrian... a otros tuvo que matarlos un Sacerdote que vigilaba el lugar, suponeis que de Sigmar...

Ha pasado una semana desde vuestro incidente y os encontrais realmente mejor... de no ser por las mutaciones que habeis desarrollado.

Hasta ahora habeis podido ocultarlas lo mejor que habeis podido pero no confiais en que no lo sepa nadie mas... solo os teneis a vosotros.

En el exterior podeis escuchar gritos de personas que llevan a otros a la Hoguera, culpandolos de Herejes, sirvientes de los Dioses oscuros y MUTANTES... la cosa no pinta nada bien..

Mi cabeza...duele como mil demonios...esa piedra que nos golpeó...ya pasaron varios días, pero aún duele...aunque mis heridas...

Estos días pasados he estado meditando, pensando seriamente en lo sucedido. Si no me hubiera pasado a mi, ya estaría pidiendo que maten a los infectados, por cultistas. Pero yo sé que no me he vuelto demoníaco ni nada parecido. Pero: cómo sacar del error a todos los que no entienden?

Nos colgarán, seguramente, o nos quemarán vivos.

Las noches y días llenas de gritos y gemidos no me dejaron dormir, así que tuve tiempo para pensar esto: debo huir de aqui, salir de la ciudad y forjarme un nuevo futuro, uno que no tenga estas marcas que llevo. Quizás un mago poderoso pueda ayudarme, o...no se, debo buscar. Sólo puedo confiar en ellos, mis compañeros, que han estado a mi lado día y noche desde la fatídica noche del ataque, y que tienen tanto para perder como yo mismo.

-Debemos huir.-les susurro al pasar mientras me fijo que no haya nadie cerca.

-Dentro de poco notarán lo sucedido, y nos matarán por cultistas y herejes. Yo no soy un cultista ni un hereje, pero deseo vivir, y entiendo que no podra enterderlo nadie que no haya sufrido esto. ¿Qué decís? ¿Os apuntáis? Debemos armar un plan, si es así.-les digo suavemente.

Igor se observa el gran moratón que tiene en el pecho, que va adquiriendo un color poco halagüeño día tras día, mientras escucha las palabras de Helmut. Helmut es un buen tipo y amigo de Igor, amigo de los de verdad, no de esos que se ríen de Igor porque Igor tarda en pensar.

No puede evitar tocarse una y otra vez la herida, a pesar de que con cada toque, le duele como mil demonios. Le fascina los matices de morado, rojo y amarillo que está desarrollando el hematoma. Se puede pasar horas observándolo, perdido en sus ensoñaciones. Pero Helmut le ha hablado, así que debería responderle.

-Igor quiere marchar -asiente con la cabeza-. La sacerdotisa Lua me regaña y me golpea con el cayado si me toco la herida -pone cara de asco-. Igor tiene... -entonces se percata de que está hablando en tercera persona y, al recordar los palos de su padre, rectifica de inmediato-. Tengo un plan: escapemos de noche. Las sacerdotisas están curando, Lua estará lejos. No nos verán -esboza una amplia sonrisa, satisfecho de sí mismo por su astucia.

Después de unos días en esa cama por fin parece que estoy recuperando algo de fuerzas, apenas puedo recordar el momento en que la casa se vino encima nuestro, sólo el dolor que siento en la cara me mantiene despierto pero hay algo en la herida que me repulsa y me atrae por igual, cada pocas horas algún hueso parece cobrar vida y cambiar un poco su posición, no hay dolor en estos cambios y justamente esto es lo que más nervioso me pone, aun no he podido averiguar que cambios ha producido ésto, cierro los ojos intentando descansar un poco.

Unas voces que provienen de la otra habitación hacen que vuelva a abrir los ojos, parece que he ganado algo de oido pero no se como, están hablando de nosotros? No puedo asegurarlo pero diría que sí, y sus palabras no me gustan, no me gustan nada. A mi lado oigo a uno de los soldados que también sobrevivieron al accidente en la casa, parecen encontrarse en la misma situación que yo, no creo que nos quede mucho tiempo y la opción de huir es lo más razonable, no quiero morir en una hoguera por un accidente.

Si queremos sobrevivir la única opción es salir de aquí, intento girar la cabeza para ver a los otros, no me atrae demasiado la opción de acabar en una hoguera delante de la catedral por algo que no he provocado yo.

-¿Esta noche?-inquiere Igor-. Los sacerdotes malos no dejan de quemar cosas. ¿Nos quemarán a nosotros, Helmut? Igor quiere marcharse. Tenemos que marcharnos ya.

La cara de Igor se congestiona en lo que se asemeja a una mueca de miedo y angustia. Se incorpora, nervioso, y no deja de mover los pies.

Giro de nuevo la cabeza, esta vez enfocando a Igor que se ha incorporado en la cama.

Tranquilo Igor, tenemos que esperar a recuperarnos un poco más y entonces aprovechar para huir, todavía no nos han matado por lo que no deben estar seguros de si estamos condenados o no, no estan seguros... seguro que tienen demasiados mutantes para quemar y nosotros estamos en la segunda lista a la espera. Tenemos que actuar con cuidado y esperar al mejor momento, no Helmut? A ver si éste puede tranquilizar a Igor un poco, ahora mismo no podemos hacer nada.

Si vienen a por nosotros no habrá piedad, es igual que sean sacerdotisas, mi vida vale más que la suya aunque ahora sea un mutante, toco con las mano mi rostro intentando ver en que estado se encuentra ahora, almenos con las bendas espero que no se note mucho, tengo que encontrar mi capa.

Pienso unos momentos en lo que dicen Igor y Alfred, aunque no estoy demasiado acostumbrado a hacerlo. Pero la astucia que despierta en cualquier animal al borde de la muerte, despierta en mi en estos momentos.

-Si...paciencia, y planear la salida. Debemos controlar las idas y venidas de los guardias, de los sacerdotes, y de las sacerdotisas. Cuando veamos bien cuando pasan, y cuando no, podremos escapar. Sigmar sabe que no deseo ser un...un asqueroso mutante, pero así se ha dispuesto, y deseo vivir. Intentemos que no haya heridos en la huida, no deseo cargar mas mi bolsa de pecados con muertes innecesarias. Que Ranaldo nos sea benévolo al escapar.-digo, con mas pasion que entendimiento.

A continuación, reviso la bolsa con mis pertenencias.

-Revisad vuestras bolsas, amigos, que así veremos que nos han dejado y que no. Con esto, podremos planear mas en firme nuestra estrategia.-les digo, en susurros.

Al revisar las bolsas, una venda se corre, dejando ver parte de mi mano. Me apresuro a cubrirla, sin antes estremecerme un poco.

-No tiempo -gime Igor- Lua ha mandado quemar a Pieter, el hijo de Albert, el tabernero. ¡Pieter era un buen chico! Lua quiere seguir quemando gente. Igor lo ha... -agita la cabeza- Lo he visto en sus ojos. Si no marchamos pronto, nos quemarán. No quiero arder -se rasca la cabeza con aire pensativo y de forma instintiva se lleva la mano a la herida; arruga el gesto debido al dolor, pero no aparta la mano-. Mi jefe tiene una casa pequeña casi en las afueras. Nos podemos esconder allí. Murió en el asedio. Nadie irá allí. Mi jefe la usaba para estar con mujere. Nadie nos encontrará allí. ¡Ni siquiera Lua!

Igor se sienta y luego vuelve a levantarse. Busca con la mirada, pero no encuentra la sacerdotisa por ningún lado. La presencia de los sacerdotes no ayuda a calmarlo demasiado. Si por él fuera, saldría de allí a mamporro limpio, partiéndole el cuello a esos viejos engreídos como hacía con los conejos cuando salía a cazar con su padre. Pero Igor sabe que eso no está bien, y además hay demasiados sacerdotes. Y guardias. No señor, esperaría a que alguno de sus amigos ideara un buen plan. Eso haría.

Os encontrais los tres junto a otros seis o siete mas que comparten vuestra condicion.

Todos parecen estar dormidos o ignorandoos completamente.

Vuestros pensamientos e ideas son caoticas, ¿que hacer? ¿os trataran como mereceis por ser "diferentes"?

La solucion llega pronto.

Escuchais voces mas alla de la puerta que os "custodia".

¡Son solo niños! grita la voz de la Hermana Lua.

Si... pero son sirvientes de la Oscuridad... deben morir... ¡AHORA! dice una voz dura y calmada.

Como temía, esos cabrones ya han decidido que hacer con nosotros, me extraña que hayan tardado tanto pero estaba claro el final que tendremos si nos quedamos aquí.

Parece que ya se han decidido, si eso no es por nosotros imaginaros que nos harán si ahora están hablando de matar niños. Tocará   pelear por nuestras vidas, no creo que Igor resulte muy difícil de convencer y espero que Helmut se decida cuando su vida esté en juego, a ver si los otros afectados reaccionan. Intentad recoger vuestras cosas y preparémonos por si entran.

Me incorporo de la cama y rebusco entre mis pertenencias en busca de mis armas o algo de proteccióncomo ha dicho Helmut, no creo que hayan dejado nuestras armas por aquí pero mejor asegurarse, no creo que aplastar la cabeza de sacerdotes con las manos sea muy sencillo.

Tras revisar la bolsa miro al resto de camas de la habitación en busca de alguien más despierto aparte de nosotros tres, a ver si alguno de estos quiere sacrificarse por nosotros. Levantaros rápido, ya vienen a por nosotros, no tardaremos demasiado en ir todos a la hoguera si no los paramos, nosotros somos más!

Recojo mis cosas, con renovado brío. Al menos no me falta nada. Quizás no lo han querido tocar por miedo a la corrupción.

Y está bien tenerla. Aunque, por algún motivo, a mi no me ha afectado, casi nada. Excepto por los sueños, y la piel...

-Es cierto lo que decís, compañeros. Tenemos poco tiempo. Veamos si podemos salir de aqui sin que nos vean.-digo, luego de calzarme todas mis escasas propiedades. La pistola, por suerte en buen estado, la cargo, luego de mirarla unos instantes con duda. Quizás haya pelea, y no seré yo el culpable de que mueran mis amigos.

Reviso el lugar, buscando ventanas y puertas que nos puedan llevar afuera, a salvo de los sacerdotes y de la multitud que nos espera.

Igor se equipa con todos sus enseres. Se halla visiblemente nervioso, y cuando Alfred empieza a meter voces, su nerviosismo aumenta, hasta el punto de no saber dónde meterse. Masculla algo y busca con la mirada a la hermana Lua.

-Vamos ya. Vamos ya. -Igor lo repite una y otra vez, como un mantra. La voz del sacerdote aún resuena en su cabeza.

Saco de la bolsa mi ropa y me la pongo prácticamente por encima de las sábanas que cubren mis heridas, con la malla ya me siento mejor, una vez vestido me pongo las armas en el cinturón a la espera que entren por la puerta de la habitación y aseguro mi capucha por encima de la cabeza manteniendo la cara ocultada. Vaya sacerdotisas más estúpidas, dejar las armas y armaduras junto a posibles mutantes, se merecen caer bajo el filo de mi hacha o aun algo peor, unos cuernos o alguna garras no les quedaría mal... que estoy diciendo, una cosa es matarlas para salir de aquí pero pensar eso... esa piedra creo que me ha afectado a la cabeza y no solo al cuerpo.

Miro a mis compañeros que ya se han equipado con sus cosas y parecen dispuestos a salir de aquí como sea, almenos Helmut, Igor parece más preocupado por la sacerdotisa que por él mismo aunque es normal en alguien como él. Intentemos primero la discreción si vemos alguna forma de salir sin que nos vean pero me parece que habrá que derramar sangre. Preparo mi hacha en la mano acostumbrándome de nuevo a ella mientras realizo algunos movimientos.

Vuestra habitacion se halla en el area sur del templo.

Tiene dos puertas. La norte (que es donde escuchais los gritos) y la sur. Nunca la habeis atravesado...

Ni ventanas ni nada mas. Dos lamparas de aceite casi agotadas iluminan la habitacion

-Intentemos ir al sur. Al menos por allí no se escuchan gritos.-digo, apenas Alfred se viste con su armadura.

Viendo que me sigan, comienzo a deslizarme silenciosamente hacia ese lugar. No confío en los demás que han caído bajo la Piedra Bruja. He escuchado sus susurros de noche, y me dan mala espina. No se si estaría tan mal que los quemasen. Parecen muy afectados.

Yo no escucho susurros. Esos que parecen hablarme de noche...los ignoro. No están allí. No me hablan de muerte y sangre.

Me doy cuenta que estoy apretando con demasiadas fuerzas la espada, mis manos sobre su pomo como queriendo quitarle el aliento al cuello de los sacerdotes. Esa imagen violenta me llena de alegría, y , a continuación, de vergüenza. Suelto la espada, e intento relajarme, para estar preparado para lo que vendrá.

Sin muertes. Debemos salir de aqui sin matar a nadie. Por favor, Ranaldo, favorécenos.

Igor mira las puertas pero no termina de decidirse. Confía en que sus compañeros lo hagan por él y salgan de allí cuanto antes. Siente que algo va a salir mal, que esto va a suponer un antes y un después. Y tiene miedo. Los sacerdotes le dan más miedo que los asaltantes y los ladrones. Mucho más.

-¡Salgamos ya!

Igor deja de pensar y decide actuar. Se encamina hacia la puerta que nunca ha abierto. Si la hermana Lua nunca ha entrado por ella, es de esperar que no se la encuentre ahí ¿no? Igual por esa puerta se puede salir. O mejor aún ¡igual venden manzanas con caramelo! A igor le encantan las manzanas con caramelo. Relamiéndose ante la idea, abre la puerta con decisión.