Partida Rol por web

Algo de ese fulgor negro atormentó a Alexander por unos instantes. Le había producido cierto malestar, una ligera descomposición que se pasó en unos instantes en los que tuvo que esforzarse por no vomitar.

—¡El capitán! —dijo de repente cuando la criatura nombró a sus lideres—. Con un poco de suerte todavía esta vivo y podemos extraerlo.

Robertson inició la marcha pero se detuvo tras un par de pasos.

—Vamos, ¿no venís? Nuestros lideres... el capitán... —la mirada del resto del grupo transmitía lo que Alexander sabía también. Cuando se deja atrás a un soldado, no hay vuelta atrás. Pero él no quería creerlo, quería volver y encontrarse con esa realidad por primera vez en su vida.

Alice había tenido una cosa clara desde que había conocido a Tanhauser. "¡Por el capitán!" se había convertido en su grito de guerra. Sin embargo el capitán ya no estaba y la situación... bueno, era muy complicada. Podrían fallar la misión solo por ir a por él y estaban muy cerca de conseguirla. Pero no dijo nada, no era decisión suya ni quería que lo fuera. Esperó a que alguien más apoyase o se opusiese a Alexander aunque después de los monstruos asesinos las decisiones eran la peor parte de aquel trabajo.

-Ostia puta-

El cigarro de Frank se cayó al suelo, lo que indicó que se había quedado con la boca abierta.
Había visto muchas mierdas desde que se embarcó en la locura de la guerra con los xenos. Pero era la primera vez que veía algo así. Y lo cierto es que se alegraba de haberla visto antes, y deseaba no volver a verla nunca más. Aunque en su interior dudaba que volviese a dormir bien nunca más.

Alexander le sacó de su ensimismamiento, y logró que dejara de mirar al extraño que acababan de liberar. Asimiló lo que estaba diciendo y se encogió de hombros.

-En principio sólo tenemos un camino de salida, que es por donde hemos venido. Con lo que pasaremos por donde dejamos al capitán. Que lo encontremos allí, o que esté vivo siquiera es otra cosa. Pero no veo inconveniente en probar.
A menos que aquí nuestro amigo sepa de un camino más rápido a la superficie.-

En realidad quería ir a recoger a Sterling. El capitán le había caido bien y le sabía mal dejarlo tirado si tenían ocasión de rescatarlo. Pero le sabría aún peor palmar en aquel lugar.

La mirada de Alexander se tornó en seguridad y afirmó su gesto cuando Frank dijo estar de acuerdo con él.

No tardó ni un instante en iniciar de nuevo la marcha por aquel túnel, deshaciendo el camino de vuelta al exterior. Esperaba volver a cruzarse con el capitán Sterling y poder sacarlo de ahí. Nunca había estado cómodo con la idea de dejarlo atrás.

Presenciar aquello una vez hizo caso del extraño ser, dejó a Kratos muy callado. ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué clase de arma, poder o capacidad acababan de presenciar?

Cuando se recuperó y vio que todos querían volver a por Sterling asintió. “Como dice Castiglioni, solo tenemos que volver por el camino andado...” -elevó los hombros. Mientras el hermano empezaba a caminar, se quedó mirando al extranjero con cara de pocos amigos. “Puedes decirme exactamente cómo vas a acabar esta guerra?” -porque en la mente de Lrstos se imaginaba “aquello” siendo desatado sobre una base del ejercito imperial, y no le hizo la menor gracia...

El Extranjero no dijo nada. Permaneció en silencio mientras Kratos, Frank y Alexander retiraban los cadáveres de los simbiontes. Los guerreros no se sorprendieron al ver más simbiontes muertos tras la masacre provocada por Kratos. Pero el ascenso a través del túnel mostraba una imagen terrible: los cadáveres de los simbiontes se apilaban por doquier, dificultando el ascenso y haciendo que en ocasiones Alexander y Kratos tuvieran que recurrir a sus espadas para abrirse camino a través de la carne muerta. Lo más inquietante era ver aquellos aliens muertos sin que nada pareciera haberles herido. Ni una marca, ni un corte, nada de sangre. Simplemente un cementerio alienígena a través del cual se abrían paso.

Cuando llegaron al final del túnel, al pozo, la cosa seguía igual. Contaron al menos media docena más de aguijones y quizás unos quince o veinte guerreros, amontonados alrededor de los restos del gusano gigante. Todos inertes sin herida alguna. Por un lado comprendían que de no ser por la oscuridad, fuera lo que fuera, no habrían podido salir de allí con vida. Por otro tenían una sensación extraña, como si aquella batalla fuera demasiado sucia como para recordar con tranquilidad.

Ascendieron, siempre en silencio, por las empinadas escaleras para llegar a los puentes. Nadie quería decirlo pero todos se esperaban lo peor.

Y cuando llegaron a los puentes vieron allí al capitán. Sterling seguía en el mismo sitio donde lo habían dejado. Los simbiontes ni siquiera se habían preocupado por aquel despojo humano sin voluntad. Por un momento ardió una llama de esperanza, pero pronto se difuminó cuando Sun se aproximó a su superior. Sterling estaba tan muerto como los simbiontes que habían dejado atrás. Solo que en su rostro humano la muerte se veía mucho peor, más terrible. Su boca estaba distorsionada hasta crear una mueca de horror que les acompañaría en sus peores pesadillas. Los ojos en blanco parecían mirar todavía algo tan horrible que hacía que la muerte fuera un destino mucho mejor.

Se veía venir. Pero el hecho de que lo supieran no quería decir que les costase menos de asimilar. O por lo menos eso pensaba Frank.

-Mierda capitán. No es una buena manera de morir. Pero...¿hay realmente alguna buena?-

Se acercó al cadaver y le cerró los ojos. Un gesto quizás extraño e inutil, pero le pareció correcto. Después le quitó sus chapas identificativas. No podían cargar con el cuerpo pero sí llevarse algo suyo para poder enterrar, o lo que fuese que quisiese, cuando regresaran.

Saludó marcialmente y volvió junto al grupo por si ellos querían hacer algo. Como despedirse o parecido.

-Deberíamos coger también las de Greener. Si es que llevaba, ya que era ingeniero. No lo tengo claro.-

Alice se incorporó dejando paso a su compañero para que se hiciera con las chapas identificativas. Aquello era terrorífico pero estaban vivos y parecía que podrían salir de allí.

-No podemos hacer nada por el capitán. Lo siento-se disculpó- será mejor que sigamos adelante y le saquemos de aqui-dijo señalando al mediosimbionte- terminemos esta misión.

Lamentaba no poder haber hecho nada por él ni medicamente ni con sus "habilidades" pero llevaba lo suficiente en Stigma como para saber que en eso consistía aquella guerra.

Kratos estaba acostumbrado a verse con la muerte en batalla. Pero ver todo aquello le inquietaba de veras. Primero porque aquel "Extranjero" había pasado de sus preguntas como de comer mierda, lo cual no era buena señal, y segundo porque aquello no había sido el resultado de un combate... había sido como si alguien hubiera desenchufado a los simbiontes y se acabó.

Al llegar a la altura de Sterling comprobaron que ese "desenchufado" también se había aplicado a su superior. Honró el gesto de Castiglioni, poniéndose un momento firmes. Chasqueó la lengua.

-"No es manera de morir para un guerrero como él". -dijo simplemente, para luego mirar al ser con el ceño fruncido. Quizá sacar a aquella "cosa" no era la mejor idea del mundo. Kratos estaba en esa diatriba interna entre el deber y quizá el sentido común. Ese ser no era de fiar. Ese potencial destructivo era demasiado grande. ¿Querrían los jefazos usar al Extranjero? ¿Era el Extranjero quien quería llegar hasta la base imperial para aplicar aquella "bomba"? Miró a sus compañeros, especialmente al Hermano de Batalla. Todos parecían querer salir de allí. Cumplir la misión.

Suspiró y se repitió a si mismo: "Honor antes que nada" -se repitió aquello como si fuera un mantra. Y es que, en el fondo, Kratos era un hombre demasiado apegado a sus estructuras mentales. Lealtad, Tradición y Disciplina. Palabras que había repetido desde que hubiera podido andar. Ante aquellas situaciones, era su adoctrinamiento militar el que tomaba el control.

Volvió a la cabeza del grupo y añadió de forma seca: "Larguémonos de esta tumba y cumplamos la misión". -dicho aquello, abrió de nuevo la marcha sólo deteniendose para recoger lo que pudiera quedar de Greener.

Lo habían conseguido pero, de vez en cuando, Kratos no paraba de pensar en cuál sería la repercusión de sacar a semejante ser de aquel agujero.

Epílogo

El teniente Nomad entró en la sala de control. Las cosas iban precipitándose a gran velocidad. Aquel nuevo acuartelamiento, a escasos kilómetros de la malograda base Gulliver, se había convertido en la sede central de la Humanidad en Estigma. Rodeando aquella mesa estaban las autoridades más prominentes enviadas por el Emperador Alexius para poner el fin definitivo a aquella guerra. Pero ¿a qué precio?

- Lo han conseguido, pero ha sido a costa de Greener y Sterling.

La Comandante Hera Hawkwood había sido asignada para llevar adelante la más ambiciosa misión realizada hasta el momento en la superficie del planeta. De lo que ella hiciera con la información de Nomad dependería el futuro de todos ellos. Nomad no envidiaba para nada su posición.

También estaba allí Lord Agustin Hazat, el máximo director de la Unidad Horus del Ojo Imperial. Enfundado en su ampuloso traje al menos había tenido la deferencia de sacarse la máscara para aquella reunión. Nadie lo miraba de frente. Sus heridas eran demasiado aberrantes como para soportar la mirada de aquel hombre, pero en una reunión de aquel calibre nadie lo habría aceptado con su máscara puesta.

El Sumo Inquisidor Icarus representaba allí a la fuerza armada de la Iglesia, el máximo exponente de los Hermanos de Batalla. Se había enfadado bastante cuando se enteró del aislamiento al que habían sometido al Padre Aronius, sentado a su derecha, pero incluso éste último había aceptado la decisión tomada en su momento por Nomad. Ahora no había sitio para rencillas. Estaban a punto de dar un paso definitivo en la lucha de Estigma.

Media docena más de capitanes y tenientes de absoluta confianza completaban aquel cuadro de mando. Entre ellos un hombre enorme, que mantenía una envidiable pinta de forzudo de circo pese a su edad, se mesaba su amplio mostacho. El capitán Tanhauser no necesitaba presentación para nadie en Estigma. Tras la caída de los Decados rechazó la vuelta al servicio activo hasta que se le habló de la Ofensiva Ira del Pancreator. Para esa misión iban a necesitar a alguien que pudiera motivar a las tropas. Y él era, sin duda, el mayor icono vivo de aquel planeta.

- El Extranjero nos ha detallado todas las posiciones de los Nidos y los ha puesto al día de las tensiones internas entre los simbiontes. Como habrán podido leer en sus correspondientes informes sabemos que esas criaturas tienen inteligencia y, lo más sorprendente, una compleja sociedad en forma de castas. A lo que nosotros hasta ahora nos hemos enfrentado es a los guerreros. Pero ahora las cosas han cambiado. Sus líderes, a los que hemos dado el nombre clave de Nobles - no quiso disimular la ironía de su voz - estaban hasta ahora en Banockburn. Pero sabemos que han llegado hasta aquí.

- ¿Esas cosas tienen... naves? - preguntó sorprendido uno de los capitanes.

- Algo similar. Son capaces de crear entidades vivientes capaces de transportar tropas en el vacío. Hemos visto cosas parecidas en Estigma, aunque nunca de tal envergadura. Gracias al Extranjero hemos detectado los movimientos de estas... naves, entrando en la atmósfera. Por desgracia no hemos podido interceptarlas.

- ¿Por qué vienen ahora a Estigma? - pregunto Tanhauser.

- Porque algunos de ellos también preparan una gran ofensiva. Nuestra única oportunidad es actuar antes.

- ¿Algunos? - cuestionó el Inquisidor Icarus - Hasta este momento estamos dándole una oportunidad de explicar los motivos por los cuales debemos confiar en los informes de un simbionte. Usted a cambio nos pide una ofensiva a nivel global.

- Con todo el respeto Sumo Inquisidor,- intervino la comandante Hera - la Iglesia aquí sólo tiene una función de apoyo. Soy yo quien ha dado luz verde a esta operación y espero, por el bien de todos, que comprenda la necesidad que tenemos de remar en una única dirección.

El soldado sagrado se levantó golpeando la mesa:

- ¿Qué? ¿Función de apoyo? ¡Tengo más de un centenar de Hermanos de Batalla ahí fuera para...

- Será mejor que se calle la boca hijo.- la voz que hablaba desde el fondo de la habitación lo hacía de forma calmada pero firme - Aquí usted está, igual que los demás, dentro de una cadena de mando. Usted tiene un centenar de Hermanos de Batalla que no dudo que son unidades de la mejor formadas en los Mundos Conocidos, pero yo ya he perdido a miles de hombres en este infierno. Así que cállese la boca, siéntese y escuche.

Todos se giraron hacia el capitán Tanhauser, que seguía sentado en su sillón mirando ahora hacia Nomad.

- No obstante el Sumo Inquisidor tiene motivos para estar inquieto. Yo mismo, por mucho que quiera abrir mis miras, me siento intrigado en los motivos de esta confianza. La última vez que nos topamos con un simbionte inteligente murieron 703 soldados y perdí toda una base. Comprendo perfectamente su inquietud. ¿Qué puede aportarnos teniente Nomad?

- Como todos saben después del caso de la Iniciativa Caronte el Ojo Imperial lleva años estudiando el conflicto de Estigma y sus repercusiones. Tenemos suficiente información como para corroborar las afirmaciones del Extranjero, sólo que hasta su llegada eran eso: información. Sabíamos que existían simbiontes inteligentes y que una parte de la población nacida en Estigma había contactado con ellos.

- La Red Vital.- intervino el padre Astinius - Pero son unos herejes y sus iglesias fueron quemadas después del suceso de Karma.

- Efectivamente.- asintió Nomad - También fueron engañados. Esto es bastante más complejo de lo que parece desde fuera. Sigan el simil del Universo Conocido y nuestras Familias principales. Los simbiontes también tienen... algo parecido. Hemos establecido al menos tres facciones, cada una liderada por una especie de Mente Colmena superior. Aunque el Extranjero nos ha dado sus nombres en su idioma nosotros ya los teníamos definidos como la Madre, el Caudillo y el Guerrero Oscuro.

- Bonitos nombres para una historia de linterna mágica.- dijo socarronamente otro de los capitanes.

- Atienden a sus funciones. Por lo que sabemos el Caudillo es aparentemente el líder de Estigma. La Madre dirige una escisión que quiere llegar a una tregua con los humanos, y el Guerrero Oscuro solo busca la destrucción total. Hasta el momento los poderes de la Madre y el Guerrero Oscuro eran pequeños, pero este último ha escalado rápidamente. Ahora es una amenaza.

La comandante Hera cerró el informe que tenía abierto ante ella:

- Estamos hablando de la mayor ofensiva conocida en Estigma. Usaríamos el grueso de nuestras fuerzas. Si alguna información es erronea...

- No lo es.- insistió Nomad - Los simbiontes nunca han sido buenos resistiendo el contacto PSI. Yo mismo he sondeado al Extranjero. De hecho he contactado directamente con la Madre a través de él.

Todos los ojos se clavaron en Nomad. La incomodidad de los presentes se hizo patente.

- Era necesario. He... no sé muy bien como describirlo. He visto lo que ellos llaman la Red Vital. El Guerrero Oscuro es un peligro para ella. En realidad...

Se quedó callado un momento, como pensando la forma de decir la siguiente frase. Nomad sabía que tardarían semanas en aportar las pruebas para la afirmación que estaba a punto de hacer. Y el tiempo corría en su contra. Pero no le quedaba otro remedio. Tenían que comprender la gravedad de la situación. Él había estado en contacto con aquella mente alienígena y lo había comprendido todo. Lo mejor era exponerlo claramente. Así que suspiró antes de concluir:

- En realidad tengo razones para creer que el fenómeno de los Soles Exhaustos está directamente conectado con lo que sucede en este planeta.

Hubo un momento de silencio para, inmediatamente, dar paso a un caos de preguntas.