Partida Rol por web

Subiendo la cuesta, llegaron a poder ver el horror. De fondo la Iglesia empezaba a ser envueltas en unas potentes llamas, acompañadas por las decenas y decenas de antorchas que sujetaban una turba de zombies, armados a su vez con horcas y guadañas, observando las llamas en absoluto silencio. De entre ellos, dos figuras destacaban: Dos zombies de una altura de tres metros, uno de ellos con una especie de armadura samurai con dos cuernos más propios de un demonio, y otro con un casco de acero que le recubría la cabeza, lleno de pinchos como los que le salían del cuerpo, y cuatro brazos de los que salían motosierras.

Uno de ellos, el samurai, sujetaba un enorme bazoka, con el que había rebentado la puerta de aquel sacro lugra, gritando a la entrada con pura rabia

- ¡Esoooooo, que os jodan!- Dijo enseñando ambos dedos corazón a la Iglesia- ¡Esto es por Zombie karate, Hijas de fruta!¡Pata Cuervo os manda saludos, peña!¡Que os jodaaaaaaaaaan!

-Que la rueda del karma dé un mejor destino ha estas almas en su próximo giro.-Dijo el zombie con los brazos cruzados, mirando el fuego reflexivo- ¿Hemos obrado bien? ¿Debimos haber seguido las ordenes de Pata de Cuervo incluso si nos iban a llevar a esto?

-Macho, tu sabes que si no lo hacíamos nos iban a funar de la existencia. Igual ni las pasa nada.- Dijo, mientras las llamas devoraban aquel lugar sin piedad alguna, sin que estos se hubieran dado cuenta de la presencia de nuestros héroes.

Mientras el quinteto subía la aparatosa cuesta pegada a una montaña, ReRe corría desesperado algo mas adelante que el resto. De vez en cuando miraba a la parte de arriba del muro de tierra y ramas, y en uno de los tantos giros en donde Los Inquisidores lo perdían de vista, desapareció. ¿El muy cobarde había huido? ¿Se precipitó por el lado derecho de la subida en dirección a una letal caída? 

Eso por ahora era indiferente, habían perdido a uno sin ni siquiera haber llegado a la Iglesia, ¿Pero que mas da? era solo un inútil guía. 

El Penitente llegó a las puertas de la ardiente Iglesia. Bajo su máscara imperturbable sonrió. Las monstruosidades que habían provocado esa destrucción estaban allí, no habían aprovechado su oportunidad para huir. Inconscientemente su tenebrosa aura comenzó a filtrarse por sus poros... Aunque esas cosas no fueran a verse afectadas por ella.

El inquisidor alzó su palermo el cual comenzó a transformarse: parecía que iba a alagarse, a convertirse en una pesada cruz o de pronto le salía un filo. Posiblemente estuviera pensando cuál de esas armas podía causarle más daño a los monstruos. Porque no sólo iba a destruir al enemigo, también iba a hacerles todo el daño que pudiera.

Hop vió ambos como los dos monstruos destacaban entre la multitud de no muertos ,  necesitaría mucho impulso para ponerse a su altura.

Comenzó a acelerar y puso su mano izquierda en la guarda de la espada.

Vincent llegó con el grupo a la Iglesia, no le importó una mierda de ReRe desapareciese, él solo quería venganza. Al ver a ese grupo de zombies él se adelantó al resto y fue corriendo hacia ellos - LA IRA DE LOS CIELOS CAERÁ SOBRE LOS PECADORES - Gritaba mientras llamaba la atención de los zombies tocando su campana, intentaba que los zombies solo se percatasen de su presencia, tenía claro que quería reventarle la campana en la cabeza a ese grupo de zombies.

Eh, ¡Han hecho sonar la camp...! OSTIA TÍO ¿Y ESTOS PAVOS?... Un momento, ¿Inquisidores? ¿No les pareció suficiente con mandarnos a uno y ahora nos mandan tres?. EH PEÑA, DEGOLLAD AL CONEJITO, QUE NOSOTROS NOS ENCARGAMOS DE LOS TOCHOS.

Dijo, enarbolando la katana que acababa de desencadenar por encima de su cabeza, animando a aquella muchedumbre de no muertos al mismo tiempo que su filo rojo resplandecia con la luz de la luna.

Un momento.

Dijo el zombue con motosierras, interponiendola entre el y sus rivales.

Tu encárgate del de la campana, el del palermo es mio. 

Ok, TÍOS, HA DARLE CAÑA

Con un grito gutural que salia de lo más profundo de su destrozada garganta, la tumba avanzó con un aura asesina, dispuesta ha destrozar a aquellos que se les habían cruzado de por medio. Las sombras y luces de las antorchas, los cuerpos semidescompuestos, los zombies gigantes siguiéndole por detrás. Todo aquello era una imagen aterradora, espantosa,que de alguna manera calaria en nuestros héroes. Aunque, que decir, si ellos eran también bastante monstruosos de por sí 

Vale, os recuerdo de nuevo lo de la tirada de Amenaza Mental:Dificultad 17. Tirarme con el Dom y el Atributo que creáis más adecuado para esta tirada.

Si fallas, os coméis 12 puntos de daño MENTAL, si lo conseguís, 6. Acordaos de restar vuestra Res. MENTAL al daño. Con la tirada, ponerme al menos un texto de como reaccionar vuestro personaje ante esta dantesca imagen.

Ya que nadie ha decidido hacer tiradas, convinádmelo con lo que queráis hacer en vuestro turno porque, os recuerdo, sobretodo a novatos, ATACAR NO ES EL ÚNICO MOVIMIENTO QUE PODEIS REALIZAR: PODEIS HACER ATAQUE O DEFENSA TOTAL O PREPARAR UNA ACCION PARA TENER UN EFECTO TECNICO AL SIGUIENTE TURNO. TODO ESTA ESCRITO EN EL APARTADO DE REGLAS QUE APARECE EN LA PÁGINA PRINCIPAL DE ESTA PARTIDA. Importante: PARA EL SIGUIENTE TURNO ACORDAOS DE APUNTARAPUNTARMIFRAS DE IN, IMPACT, Y ATAQUE LOS QUE NO LO HABEIS HECHO

Tras aclarar esto, ¡Turnos!:

-¿?:18

-Satoshi:18

-Mike:17

-Conejo:15

-Penitente:14

-Turba:13

-Vincent:10

EMPIEZA NUESTRO INVITADO

Como si de repente un golpe de viento atacase la zona alta a las puertas de La Iglesia, todos pudieron percatarse de una especie de luz que cayendo desde lo alto atravesaba todo el tumulto de abominaciones, extinguiendo a su paso el fuego de las antorchas. 

Cuando los zombies pequeños empezaron a desorientarse, el haz de luz paso en un pestañeo de una guadaña hasta la hoja de la katana. Salía del filo tirando con las manos el medio torso superior de una persona enmascarada, cubriéndose la cabeza con una capucha y un traje grisáceo con multitud de bolsillo con cuchillos de todos los tamaños. 

¿Enserio haceis todo esto por el parguela de Zombie Karate? - La voz algo muteada por la máscara reflejaba verdadera incredulidad. - Si el tio ese no me aguanto ni media hostia jisjisjisjisjis. O sea, me disparo con un arma a la cara a bocajarro, ¡Y fallo! jisjisjis ¿Os lo podéis creer? 

Sé burlo de Mike a la vez que arrojaba unos cuantos cuchillos con la forma de medio triangulo picudo al tumulto. 

Quizás Reflejo Corrupto había sido demasiado impetuoso, porque, nada más dirigirle aquellas palabras, con un destello en sus ojos, dirigió un poderoso espadazo hacia donde hace un momento estaba el misterioso enmascarado, cortando con la fuerza proyección de la fuerza del tajo un arbol de arriba abajo. No se notaba que aquella criatura tuviera una habilidad especial con la espada, pero la violencia de sus golpes era algo aterrador. Mientras, alguno de los zombies a su alrededor caían por el lanzamiento de cuchillos.

-JAJAJAJAJAJ, joder macho, ¿os habeis juntado con un puto demonio?¿Con el que nos ha estado tocando las narices toda esta temporada?¿eso no iba en contra de vuestra onda?-Dijo mirando a Vincent, para luego apuntar con la unta de la espada a Reflejo Corrupto- Ah, y una cosa, renacuajo. Zombie Karate ES un parguela, y lo seguirá siendo en su nuevo curro. Pero tocar los cojones tiene consecuencias, macho, y no creo que ese elixir te vaya a salvar de nuevo

Ignorando la entrada del guerrero enmascarado, la criatura con sus motosierras, con una habilidad pasmosa, saltó rápidamente al Inquisidor, cortándole con las motosierras justo en los huecos de esta, produciéndole pequeñas pero dolorosas heridas. Tras esto, se giró dirigiéndose de frente al Penitente, mirandolo con aquel diabólico casco

- Ese palermo...he visto a alguien usar el mismo artilugio, enmascarado. Y el que lo usaba era un guerrero envidiable ¿Dónde lo conseguiste?

Un recuerdo te viene a la mente. espadas, sierras, cuchillos, todo colgaba de un techo cubierto por estos artefactos, en una estancia apenas iluminadas por algunas velas repartidas en lo que parecía un taller, pero dedicado a la creación de armas destinadas a matar y perseguir a los demonios que pueblan la tierra.

Esperas mirando como Sir Igul, inclinado sobre un baul, saca un precioso palermo, un arma tu propio maestro y tutor es propietario. Te la ofrece con una amlia sonrisa en el rostro, mirandote con su ojo de cristal que se puso tras arrancarse el suyo propio en su iniciación.

-Te concedo, por tu nacimiento como guerrero al servicio del Señor Nuestro Dios, portar el arma, o al menos la mejor replica que he podido hacer, del arma que me ha hecho ganar tantas batallas. Úsala con coraje y valor, chico. Hoy saldrás de aquí como un Inquisidor. Un Penitente. Uno de verdad.

Hace muchos años de ello, y hace mucho que os separasteis. ¿Dónde habrá acabado aquel viejo lobo?¿Se estará refiriendo esta abominación en serio... a él?

Hop paso de la muchedumbre zombie y atacó al samurai apuntó al cuello y solto un tajo horizontal.

Las bestias no parecieron turbar al Penitente, cuya vida ya estaba llena de horror y terror. Tampoco profirió ningún grito de dolor cuando fue alcanzado por las motosierras de ese engendro. El dolor era parte de la penitencia. En lugar de eso, arremolinó su tenebrosa aura en torno a su cuerpo mientras pensaba en lo que habían dicho.

Ese chico que había aparecido para luchar con ellos era un demonio. No sabía quién era, pero podía matarlo después de pelear contra aquellos que habían atentado contra la casa del Señor. No iba a preocuparse por ello. ¿Quizás era...? Lo dejaría para después, el palermo acabó por transformarse en una lanza con una cruz en la copa y se lanzó contra el monstruo, tirando una estocada directa al  corazón.

Por supuesto, el penitente no respondió a la pregunta que le habían hecho pero pensó en ella. Su arma no era única, eso lo sabía, pues Sir Igul tenía una igual. ¿Pero habían más? ¿O sólo existían esos dos palermos? Eso podía significar que se había encontrado cara a cara con aquel que le salvó. Pero eso no podía ser, su hermano de armas habría acabado con tal abominación. El inquisidor no tardó en alejar esos pensamientos. Él no tenía identidad, era sólo un penitente. Sólo para sus hermanos de la Congregación y solo de puertas para adentro, existía ese concepto. Y sólo para poder tratar los unos con los otros.

Y aunque consiguió apartar esos pensamientos, había algo que seguía molestándole. Quizás por eso golpeó con tanta fuerza al monstruo. O a lo mejor sólo era la rabia por haber atentado contra el templo.