Partida Rol por web

Rere pudo escuchar como alguien tocaba la puerta de su taller. Lo cierto es que no era difícil entender que se trataba  de Roberta, sobretodo cuando se la había escuchado acercarse a la puerta, con el sonido de su única pierna resonando por aquella casa.

-Hey, ¿se puede?.- Dijo, quedándose en el umbral. La pregunta es ¿que tipo de habitación estaba viendo?¿como era aquel taller, con todo lo necesario para la cruzada de un solo hombre?.

ReRe se encontraba de pie, con las manos apoyada sobre una de las tres destartaladas mesas de madera humedecida con forma de U que decoraban la estancia, pegadas a las paredes. Las dos grandes ventanas del cuarto (que en un pasado seguramente fuese un dormitorio o salita de descanso) ahora se encontraban tapiadas por tablones gruesos colocados de forma desordenada, dejando suficientes huecos para pasar la luz. 

El joven extendió su brazo derecho tomando una trampa para osos algo oxidada en los filos, marca dejada por sus intentos de recubrirlas en sal. Si tan solo tuviesen el famoso Sacrometal... ReRe tosió acompañando el chirriar de la trampa abriéndose. -¿Puedo impedírtelo? - Se limitó a contestar. 

Del techo colgaban diferentes objetos y herramientas. Cadenas, cuerdas, cizallas martillos cuchillos ect. Todos enganchados a cadenas que se tambaleaban levemente, como si el cuarto fuere una carniceria. En el lado izquierdo la esquina estaba decorada por un antiguo armario reinventado a expositor. Donde se veían una serie de máscaras y trajes, todos clónicos. 

-Supongo que no.- Dijo, aunque antes de entrar tuvo que tomar un profundo suspiro. Se la notaba nerviosa, sin duda.

-El día que perdí la pierna, no tuve ni idea ni idea de lo que me atacó- Dijo, mientras iba entrando dentro, con paso lento- Aquel día, fue la arrogancia y la estupidez lo que me hizo seguir avanzando. Lo que me hizo seguir ir matando horda tras horda de zombies. Me veía...invencible, como la inquisidora que fui hace tiempo. Bueno, miento, era algo mejor que eso. Era una protectora, alguien que tenía un objetivo de verdad. Gente que proteger, gente que podía salvar como ellos me habían salvado hace tiempo. Lo que sentía era rabia porque aquellos monstruos se atrevieran siquiera a tocarles un pelo de la cara. Imagínate, como si con una espada y buenas intenciones fuera a volverme invencible- Dijo, mientras miraba a la nada, rememorando aquella época.-Luego, todo se volvió rojo, todo a mi alrededor. No se en que momento o porque empezó todo. Tampoco pude fijarme mucho. Un corte profundo en la espalda, una pierna cortada. Eso es de lo que si pude tener absoluta certeza. Cuando todo aquello acabó, ya apenas me podía mover. El dolo me dejo inconsciente, y ya solo me acuerdo despertarme como lo que soy ahora: una tullida que no es capaz de luchar ni hacer una mierda incluso con un trozo de madera como apoyo. Pero eso no fue lo peor de todo. Lo peor de  todo es que he permitido que esto te afecte a ti. He cargado toda la responsabilidad y la vida de un pueblo sobre los hombros. Y eso, por supuesto, ha hecho meya en ti- Fue en ese momento en el que se quedó parada en mitad de la estancia- No voy a perder el tiempo en lamentarme de lo que hice. Lo que esta hecho, esta hecho, y tú mismo también elegiste proteger a este pueblo, como has hecho durante años, antes de que todo esto empezase. Pero eso no quiere decir que tenga que quedarme de brazos cruzados, lamentándome.

Tras eso, comenzó a mirar hacia abajo.

-He vivido años con los inquisidores. Se sus comportamientos, sus formas de actuar. Se que, a pesar de que sean nuestros aliados, no nos podemos fiar de ellos. Y eso quiere decir una cosa, tenemos que estar unidos contra ellos.

En aquel momento, volvió a levantar la cabeza, con el gesto lleno de determinación.

- Si te pegué, fue para que aquellos inquisidores no te tocasen un pelo. Sí, fue lo mejor que se me ocurrió en ese momento. Pero eso no justifica nada, así que te pido perdón por ello. También te lo pediría por...todo lo demás, pero es ya muy tarde para ello, y no espero ningún perdón por ello. Pero lo que si espero es que, hasta que termine todo, podamos seguir unidos. Así que te pido hacer las paces. Si son temporales, lo dejo a tu decisión. Por ello no puedo hacer nada.

Cuando acabó de hablar, levantó la mano, esperando un apretón.

ReRe miró de reojo la mano de Roberta, sin dejar de darle la espalda. Chinnn....Chin... El rechinar de la trampa abriéndose mataba el silencio. - No tengo nada que perdonarte, ni a ti, ni a mi. Ahora no estoy solo en esto, al menos no lo parece. Y mientras eso me de una oportunidad me parece bien. 

Desplazando la trampa a su lado izquierdo, apartandola de su zona de trabajo, ReRe tomó una especie de limadora y, desenvainando el machete picudo roto, empezó a darle filo a el metal que aun quedaba, aprovechando los restos para hacer una especie de daga. Parecía rozar la duda entre hablar o no durante unos instantes y entonces pronuncio. 

- Desde que ellos llegaron tengo en mente una idea, algo bastante obvio y estúpido pero es mejor que nada. Yo....quiero reunir a un grupo, gente como yo, con poderes y habilidades únicas. Ponerlas al servicio del pueblo. -Cuando el filo parecía no dar más de si, Repft arrojo la empuñadura a otro lado con desgana y dándose media vuelta camino hasta el expositor de sus trajes. - Hay mas como yo, es obvio. Mandra tiene a varios. Seguro hay por ahi Usuarios necesitados de un hogar, un sitio donde no los rechacen o maltraten. Quiero que ese sitio sea Lantern Village, y hacer el batallón de defensa más resistente posible para esta isla. 

Tomando su máscara partida, abrio la puerta de cristal y tomo otra máscara en perfecto estado dejando la rota como otro recuerdo, otra derrota para el. - Antes de que digas nada lo se.... no puedo dejaros solos, soy lo único que teneis para defenderos. Por ello primero pienso matar a Mandra, acabar con su Armada y entonces me marcharé sabiendo que tengo un margen de tiempo para cumplir mi objetivo. 

El chico se termino de alistar aunque su cojera seguia siendo evidente. Unas dagas, bolsas de sal, cuerdas con punta, hilos afilados, shurikens, bombas de sonido ect. Volvio a darse media vuelta esta vez si, mirando a Roberta y se le acerco a la pelirroja. 

- Solo me falta una cosa para acabar esto....quiero tu espada, Roberta.

Ahora que se había dado la vuelta, tras toda aquel discurso, Rere pudo ver como Roberta, de pasar de la atención pura a las palabras de Rere, a la sorpresa, y finalmente a una sonrisa deslumbrante. ¿Se la habían humedecido los ojos? Tampoco pudo enterarse del todo, ya que directamente paso de largo, dirigiéndose lentamente a la zona del taller, mirando todo lo que estaba puesto encima de la mesa.

-Rere, definitivamente eres de lo que no hay. Tenemos una alianza con unos hijos de puta que piensan matar a todos los usuarios y tu vas y decides volverte su absoluto némesis- En medio de la situación, Roberta soltó una risilla que parecía más de pura felicidad que de burla, mientras tocaba con un dedo la trampa, inspeccionándola.- Son voluntades como la tuya, las que buscan lo imposible, las que suelen cambiar el mundo. Y no estoy seguro que una isla tan pequeña como esta sirva para alimentarla del todo. Así que, me alegra que vayas a decidir quedarte en la isla, pero no estás obligado a permanecer aquí. Cuando acabe esto, siempre podemos tener tiempo para encontrar a otra persona persona o grupo que proteja la isla por una buena recompensa. Es fácil encontrar gente para proteger una isla. Lo que no es tan fácil es gente que busque salvar el mundo.

En ese momento, volvió a darse la vuelta, ahora con una sonrisa interrogante.

- Quizás no pueda usar una espada como en los buenos tiempos, pero me gusta tener al menos algo para protegerme, así que no me separaría de ella salvo por una buena razón. Podría tener algo con que sustituirla, y tampoco es que sea una espada tan distinta como las demás, pero aún así, pregunto ¿cual es tu plan?

- ¿Plan? Ah....No tenia nada como tal. Al menos no como un concepto super intrinsico. Mi idea es simple, ire con ellos hasta estar cerca de Mandra, en ese momento les traicionare avisando a la Marina haciendo que se despeje mi camino....y noquearé a Mandra...lo ultimo que me falta es algo de Sacrometal. 

Se la robare al conejo antes de dejarlos vendidos. No puedo prometer que todo salga perfectamente. Pero es todo lo que puedo dar...tampoco es que tengamos más opciones.

La cara de Roberta pareció ponerse un poco más seria, aunque no con un  gesto de reproche, sino de seriedad.

-Sinceramente, si tu plan es traicionarles no te lo voy a impedir. He trabajado con gente como esa durante parte de mi vida, y se quien permanece ahí dentro durante el tiempo suficiente nunca será una persona por la que me vaya a preocupar. Lo único que te recomiendo es que elijas bien tus pasos. Ten en cuenta que por el momento su ayuda nos es esencial, y de que no todos nuestros enemigos se encuentran en esa montaña. Quizás sean una cantidad considerable, y que su pérdida les haga replantearse el permanecer en esta isla, pero solo es una posibilidad. Además, si la Inquisición supiera de esta traición, tendríamos a un poderoso enemigo en nuestra contra. Por el momento, observa la situación, y decide el momento mejor para actuar.- En ese momento, Roberta dirigió la espada a su vaina, como reflexionando- En cuanto a mi espada... ¿sabes?, ya que no voy a poder usarla como se debe, creo que es mejor que...- Sacando la espada del cinto, se la extendió por la guarda a Rere, con los ojos llenos de determinación.- Te concedo a Luz de luna, Rere, una espada que, quizás no sea tan distinta que otras espadas, pero que durante años ha sido aquella que me ha visto tanto en mis mejores, como en mis peores momentos. Mi orgullo y mi vergüenza. Mi voluntad. Es tuya.

ReRe tomo el sable, lo observo viendo el reflejo de sus ojos en el filo a medida que descendia. Sin decir nada dio media vuelta, hacia el estante de trajes. Se arrodillo tras haber dejado la espada cuidadosamente sobre la mesa izquierda, y abrió un suelo falso dentro del expositor, extrayendo asi una alargada funda con la misma forma del arma de Roberta. 

La funda tenia dos colores primordiales, el plateado y azul vibrante. La plata lo conformaban simetricos y abultados caminos brillantes en todo el largo de la funda mientras que el azul parecia ser el material original de la funda, sobre el que se coloco la ormentación, en general era una vaina preciosa, propia de algún miembro de la realeza o alto caballero. 

ReRe se levanto de vuelta y enfundo la espada en la preciosa vaina. - Supongo que ya era hora de darle uso... Como ya he dicho no puedo prometer nada, pero en esta situación... No tenemos aliados fuertes y confiables, ni forma de conseguirlos, ni armamento efectivo....nisiquiera tiempo. Todo lo que nos queda son mis intenciones. Y las tendré hasta las últimas de las consecuencias...espero puedas perdonarme por ello. 

En aquel momento de sinceridad, Rere sintió algo extraño. Quizás aquella fuera una espada normal y corriente, pero...

Una corriente, un flujo, una fuerza recorría los brazos de Rere, surgiendo esta de la espada. Quizás aquella sensación no le produjera dolor, pero por un momento se sintió abrumado, enormemente abrumado. Quizás hasta sintiera una chispa de miedo, aunque esto se acabó instantáneamente, ya que una vez que toda aquella fuerza le recorrió, de repente se sintió...mejor. En calma, incluso. Como si de repente la vida cobrase un poco más de sentido. Era un sentimiento extraño, sin duda, pero a su extraña manera era una sensación increíble. No le dio tiempo a darse cuenta de como había reaccionado, pero cuando alzó la mirada para ver a Roberta, esta parecía esperarse lo que acababa de ocurrir.

- Eres tu quien esta protegiendo este pueblo. Nuestra espada. No  te podemos exigir más de lo que puedas hacer. Yo solo te pido que midas bien tus pasos. El mundo es un lugar peligroso, Rere, y a veces las intenciones no lo son todo. Pero al final, siempre tenemos que decidir. No podemos quedarnos de brazos cruzados temiendo lo que vaya a ocurrir. Y si te equivocas, todos nosotros estaremos aquí para ayudarte a levantarte de nuevo, y aprender, porque una cosa que sabemos todos es que siempre lo hiciste con la mejor intención, de eso puedo estar segura- En aquel momento, se dio la vuelta, dirigiéndose a la puerta.- Espero que este regalo te ayude en esta misión. Si no te lo he dado antes es porque nunca estuve segura si tu voluntad iba a ser lo suficiente firme para comparase con la de los más grandes, pero creo que me has demostrado que lo estás. No nos va a dar tiempo a entrenar este nuevo poder, el aura, aunque con lo que te he dado es suficiente para comenzar. Solo recuerda una cosa: es tuyo, es parte de tí, y solo tu voluntad es suficiente para comandarla.

Ese místico sentimiento que le recorría por dentro era abrumador, pero había otra cosa, otra emoción o sentimiento que se ocultaba entre tanto hormigueo. Calidez, un calor interno que no dejaba de arroparlo mientras tuviese su mano aferrada a ese mango. 

ReRe se quedo viendo mientras Roberta daba su discurso y salia por la puerta. El chico solo podía limitarse a verla, a ella y su melena rojiza. Sin poder decir mucho más ante sus palabras le dijo de una manera algo agotada pero plácida. - Voy a descansar... avisadme cuando llegue el momento. 

Dijo para despedirse complacido dirijiendose a su mesa de trabajo de vuelta para terminar de recoger, aunque sin soltar la espada en ningún momento. 

Y así, Roberta salió de la habitación, pero en el momento en el que Rere esperaba escuchar la puerta cerrándose, esta no lo hizo, sino que, sostenido por la mirada silenciosa de Roberta, quien entró fue Tucaco. 

Quien sabe lo que ocurrió en esta sala una vez que se cerró ¿acaso una incómoda conversación tras años de traición?¿o un silencio incómodo mientras este trataba sus heridas? Quien sabe si algún día lo sabremos. Por el momento, dejemos que la noche cubra silenciosamente los muros de esta vieja casa, mientras dentro de ella, los monstruos de este bosque se preparan para cazar.

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