Partida Rol por web

Agatha lanza su ardiente hechizo y la criatura deforme arde en llamas mientras su compañero goblin se agacha y evita parcialmente el fuego.

Mientras aulla de dolor, Vuldruk avanza veloz y decapita a la criatura.

El goblin grita, tirando el arma:

- Yo no tener que ver nada con él, sólo trabajar aquí. ¡Tener bebes goblin, no matar!

Hannibal mira al goblin con piedad.

Ohhh que ser tan mono. Además tiene bebes goblin. No te preocupes, no te haremos ningún daño, sólo te llevaremos a las autoridades.

Los prisioneros empiezan a pediros ayuda, y entre ellos, bárbaros norteños, destaca un anciando mancileño von los dedos rotos. Parece exhausto y no reacciona.

Además de los exclavos veis una enorme puerta reforzada de metal.

Hannibal comienza a liberar a los bárbaros norteños.

Huid rápido. El camino esta libre. Que Desna os guíe por la senda de la buena fortuna y el futuro os depare mejores momentos que los que habéis pasado aquí.

Acto seguido se acerca al anciano y lo cura con su varita. Después de curarle varias veces intenta hablar con él, esperando que se encuentre en mejores condiciones.

Señor, ¿se encuentra usted bien?

Vuldruk pregunta a los esclavos si saben que hay detras de esa puerta, si alguna vez escucharon de si habia trampas o como accedian los guardias a ella.

Uno de los bárbaros murmura:

- Dentro hay una bestia ... no se cual, pero escuchaba su rugido cuando el troll la echaba de comer. La puerta de acceso esta helada ... Que yo sepa no hay trampas, y abrian la puerta dando vueltas a ese circulo.*

El anciano parece recuperar un poco la compostura.

- ¿Quienes sois? Mi nombre es Skagni, y fui raptado por estos mercenarios hace semanas.

Rosario vio como sus compañeros pasaban por su lado como un vendaval, acabando con todos los enemigos, antes de que ni siquiera pudiera guardar su varita de escudo. Se sentía orgullosa, de pertenecer a un grupo tan eficaz. Se encogió de hombros, y sin mediar palabra, cambio la varita que tenía en la mano, por la de curar, y se dispuso a atender a los heridos y prisioneros.

- ¿Skangni?, por fin te hemos encontrado, somos de la Sociedad Pathfinder, y te venimos buscando desde Trollheim, Rosario le da un fuerte abrazo alegre, y mientras atiende sus heridas y de da lago de comer y beber, le pone un poco al día, esperando que él también le vaya explicando todo lo que le ha sucedido, y por qué le hicieron prisionero.

Entramos o que?

-Venga entramos- dijo Aram colocandose al lado de la puerta con la espada y el escudo preaprado para la acción.

"Estoy listo"
 

-Yo no podré apoyaros mucho. He agotado la mayor parte de mis fuerzas mágicas pero haré lo que pueda. Abrid y que sea lo que los dioses quieran.

Hannibal, como siempre, irradiaba positividad.

No te preocupes Agatha, estamos Rosario, Benito y yo aquí, no permitiremos que os pase nada. Si las cosas se tuercen siempre podremos curaros. Además... Desna cuida de nosotros.

Luego se acerca a Rosario y Skangni, presto a escuchar las palabras del anciano.

La puerta escotilla os aguarda mientras un vao gelido emana de ella ...

"Este frío no es natural. Que será? Mejor estemos preparados. Lo que fuera que torturaba a estos prisioneros debe estar, con toda seguridad en esta sala. Iomedae, afila el arma de Vuldruk, que sea más certera también!"

Tras este breve encantamiento Benito desenvaina su espada, afianza su escudo y se sitúa en vanguardia junto a los meles.

Skagni responde emocionado.

- Gracias! Sabia que la sociedad no me abandonaría ... estos bastardos estaban dirigidos por unos renegados ... me interrogaron sobre las leyendas norteñas, creo que buscaban el hacha ignea del Rey Houscarl ... pero les dí indicaciones confusas, confió en que no lo encuentren.

En esa puerta helada ... se que tienen alguna bestia y creo que pensaban soltarla en la ciudad para sembrar el terror.

Por favor, sacadme de aquí ...

Hannibal miró al viejo Skagni con una mezcla de respeto y compasión.

Pobre hombre, lo han estado torturando. Sin embargo les ha dado indicaciones confusas, y se muestra entero a pesar de la tortura. No puedo más que admirarlo.

Tranquilo, señor Skagni, le sacaremos de aquí y lo llevaremos a un sitio seguro. Pero primero tenemos que solucionar el problema de la bestia. No podemos dejarla aquí para que pueda causar estragos en la ciudad. Vaya usted al fondo de la habitación y esperenos ahí, recuperándose. Acabaremos con la bestia y volveremos a por usted.

Rosario se sentía confusa, al parecer todo esto va por un hacha, y por qué iban a soltar una bestia en la ciudad, para sembrar el caos, más caótica no podía ser…

- Bueno, en marcha hay que cazar, Rosario se puso en pie y se dirigió hacia la habitación de la bestia, y antes de entrar se activó su varita de escudo, por si las moscas.

Agatha miró la puerta con preocupación. Hasta ahora habían realizado la misión sin mácula. La hechicera sólo podía confiar en la destreza de sus compañeros. Agatha puso una mano en el hombro de Skagni antes de que se alejara.

-No te preocupes. Nosotros nos encargamos.