Partida Rol por web

El tortazo que madame Eva le suelta a Ida me hizo sonreír. Yo misma tendría que haberla dado uno en su momento, pero bueno... no está mal que ella lo haya hecho. Por otra parte, no puedo evitar enarcar una ceja al ver la cara que pone respecto de Lugdana. ¿Será por ella o por ser un ente de luz? Hum... algo que pensar.

Luego escucho las opciones y los comentarios de Don Urik, afirmando a la mayoría. Solo una cosa me hace enarcar una ceja. Urik, si he entendido bien, si matamos al líder todos aquellos lobos que antes fueran humanos o elfos volverían a ser humanos o elfos. Eso da la mayoría de ellos, si no entiendo mal. El resto... bueno, digamos que si me matan a mi padre no me sentiría muy contento, ¿no crees? Desde luego, no para permitir a su asesino ocupar su lugar. Aunque ciertamente, los licántropos son en parte inteligentes, así que desconozco si eso será así o no. Pero no creo que sean tantos.

Luego afirmo ante lo del templo de la tierra.

Hemos sufrido algunas heridas en la batalla que tuvo lugar para despejar ese sitio, algunas muertes de seres queridos, algunas pérdidas... y cuando terminamos de despejar el sitio, la noche estaba demasiado avanzada para poder realizar el ritual. Así que iremos luego, esta noche, para realizarlo.

Pobre Irina si realmente tiene que poner su vida en manos del efecto que le produzca una planta venenosa. A la espera de que la clérigo se interese por los Poderes Oscuros de las Brumas, parece que la única otra opción viable es meternos en la boca del lobo -nunca mejor dicho- de la guarida de la tribu de los elfos-lobo. Como posible ventaja, se me ocurre, quizás tengamos la información que podamos sonsacarle a nuestro prisionero, si conseguimos espabilarle.

- Y esta tribu de licántropos que vive en los bosques de Svalich, por curiosidad, ¿es, digamos, muy numerosa? ¿Habría alguna forma discreta de acceder hasta ese Lobo Anciano sin llamar mucho la atención? - a ver si la gitana, conocedora de la geografía local, nos puede orientar un poco sobre cómo llevar a cabo esa acción sin meternos en un berenjenal para el que, desgraciadamente, no nos sobran las fuerzas.

Elyzabeth llenó su mochila con el equipo de la cueva que pensaban revender y luego no tuvo reparos en cargar a la novicia con el resto, incluyendo la armadura de Jack.

De camino al campamento Vistani, Ely se puso al paso de los paladines para charlar:

¿Cómo crees tú que me ha ido con Ida? ¿Qué crees que me ha dicho, y qué debería haberme dicho? –

-El mundo está lleno de gente que busca su lugar en este mundo. Los paladines deberíais de sacar lo mejor de cada uno, pero Aslyn y tú estáis fracasando.- Bufó con decepción. Los ojos de Ely brillaron al mirar al caballero. Parecía que por “gente” podía referirse a ella misma. ¿Acaso les estaba pidiendo que la llevaran de vuelta hacia la luz, o solo era otra de sus actuaciones?

La joven trató de vieran la incoherencia de aprovechar su magia cuando les favorecía en combate, pero rechazarla para salvar a Irina. Al final acabó desesperándose de que la etiquetaran y prefirió caminar sola, tan detrás de la comitiva, que temieron no volver a verla.

Ely llegó la última al campamento

Los gitanos no parecían muy contentos. Les apuntaron con ballestas y arcos.

-¡Yo también me alegro de veros!- Dijo a los gitanos, olvidando su enfado anterior y cerrando filas con sus compañeros.

Vaya mierda de adivina...-susurró a sus compañeros.

Ely no pudo reprimir una risilla malvada, pero en lugar de malgastar su ingenio con una chanza, señaló con la mirada el nuevo carromato de tejado azul –¿Será Gertruda?-  Susurró y buscó el momento de escabullirse para investigarlo.

-…Veo que la familia crece- Sonrió a uno de los vistani. La joven nebulizó su característico perfume dulzón en su cuello y se acercó a uno de los feriantes para sonsacarle información.

-¿Tienes tu propia carreta o vives en la de tus padres?- Preguntó para dejar volar la imaginación del nómada antes de que apareciese la adivina.

Madame Eva se giró y abofeteó a Ida con tanta fuerza que la tumbó en el suelo.

El rostro de la clériga se desencajó al presenciar aquello. Ely se sintió culpable por haber cargado a la novicia con tanto equipo y la ayudó a ponerse en pie. Después miró con severidad tanto a la gitana, como los que callaban o incluso sonreían: -Su nombre es Ida, ahora está bajo mi tutela y protección. Mientras forme parte de nuestra cruzada contra Strhad, se la tratará como a uno de nosotros. De lo contrario…- Sus ojos fulminaron a Madame Eva con una advertencia- …Podría encontrarse más a gusto entre nuestros enemigos-

Ely desató a la joven para subrayar sus palabras y sostuvo cualquier mirada para dejar claro que las cosas se iban a hacer de otro modo de ahora en adelante.

La conversación se centró entonces en los licántropos.

-Olvidaros de atacarlos sin armas o ungüentos de plata- Sacudió la cabeza. –Los lobos nos atacaron al entrar en su territorio y después como venganza por quemar su bosque. La idea de acaudillarlos es una locura por encima de nuestras posibilidades. Ahora mismo son tan peligrosos para nosotros como para Strhad y deberíamos centrarnos en el último ritual. Respecto a Irina…-Ely lamentó el innecesario sufrimiento de la mujer. –Dejarlo de mi parte- No añadió más.

Tras ser desatada por Elyzabeth, Ida se frotó las muñecas doloridas por las ataduras. Aún guardaba un conjuro de fuego en la manga, y sería maravilloso ver arder el carromato de la vieja que la abofeteó...

Hay que tener en cuenta que los elfos, como todas las criaturas longevas, son de reproducción lenta. Solo uno o dos bebés por elfa y milenio. A estas alturas, no debe haber más de cincuenta en toda Barovia, y no todos se concentran en el valle del Ivlis. Si tenéis la falsa esperanza de poder acercaros a Lobo Anciano sin que su clan os huela es que sois más pazguatos de lo que parecéis. Dejadme ver qué dicen las cartas sobre Irina...

Madame Eva sacó la tarokka, la baraja de adivinación de los vistani. Mientras barajaba siguió dando consejos.

Romper la maldición solo es válido para aquellos infectados que hayan sido mordidos antes de la próxima luna llena. Estoy segura de que los miembros del clan de Lobo Anciano llevan siendo licántropos mucho más tiempo, solo salvaríais a Irina. Los elfos lobo odian a Strahd, eso es cierto, pero también le temen. No se alzarán contra el señor de estas tierras, ni os facilitarán ningún otro tipo de ayuda o consejo. Por cierto... si queréis entrar en el territorio de los lobos, lo mejor que podéis hacer es reunir todas las monedas de plata que podáis y dárselas a un herrero para que os prepare armas de plata. Al no ser mágicas no servirán contra los vampiros, pero sí contra los lobos.

Se habían llevado cuatro mil monedas de plata de la sala del tesoro de Strahd. Si una moneda pesa el dos por ciento de una libra, tenían para forjar armas de plata hasta sumar ochenta libras. En cualquier otro sitio que no fuese Barovia, sería más barato comprar el arma directamente, pero no encontrarían a nadie dispuesto a desprenderse de un objeto tan valioso para defenderse de las criaturas sobrenaturales.

Madame Eva empezó a echar las cartas...

La carta de la Bestia... definitivamente Irina está infectada. El Sanador ha salido invertido, eso no es buena señal... El Jinete, la muerte... Eso signifca que Irina no sobrevivirá a la dosis de Belladona, si tratase de curarse con esa planta. Solo os queda un modo de salvar a Irina de su Destino: deberéis matar a Lobo Anciano.

Bueno... esto es una tomadura de pelo. Lo que decía la carta de la Bestia coincidía con lo que ya sabían por el exámen médico de Elyzabeth: Irina estaba infectada. Pero estaba claro que todo lo demás parecía un burdo intento de la gitana para enfrentarles a los licántropos. Presionaba demasiado en la conversación para que siguiesen ese curso de acción. Tal vez sí sobreviviría Irina a la dosis de Belladona, o tal vez no.

En cualquier caso, acabar con los elfos lobo era algo bueno que hacer. Ya habían sufrido dos ataques, uno en los caminos y otro en la Colina de Lisaga. Eran peligrosos y alguien debía pararles los pies... bueno, las patas... como se diga. Pero estaba claro que Madame Eva tenía intereses ocultos: viejas rencillas, temores supersticiosos o que quizás las cartas le habían contado a la anciana que moriría por las garras de un licántropo. Las posibles explicaciones les hacían volar la imaginación.

No tenía sentido acusar a Madame Eva de nada. Por el momento les había dado información fiable para ubicar todas las reliquias y dos de los tres Santuarios. Seguía siendo una aliada útil a la que no merecía la pena hacer enfadar, pero ahora sabían que sus palabras envenenadas debían ser tomadas con cautela.

Espera, algo va mal. Elyzabeth sabe que Irina no está contagiada... bueno, salvo error de diagnóstico. Si Madame Eva les está diciendo que sí está contagiada y que no le dean belladona, significa que Madame Eva les está manipulando para que se enfrenten a los elfos lobo. Pero Elyzabeth no puede decir nada, porque si cuenta que Madame Eva miente sobre la maldición de Irina, los demás también sabrán que Elyzabeth mintió.

¡Menuda perra estaba echa Madame Eva! Si no hubiese pegado a SU Ida, hasta podría ganarse las simpatías de Elyzabeth con esta triquiñuela.

El mundo está lleno de gente que busca su lugar en este mundo. Los paladines deberíais de sacar lo mejor de cada uno, pero Aslyn y tú estáis fracasando.

Don Urik miró a Elyzabeth de forma enigmática, pero sin mostrar reacción apreciable a su comentario. ¿Quizá era una llamada de auxilio de la muchacha? ¿o sería una burla más de ella, una forma de desviar la atención, algo que el paladín estaba comenzando a ver en ella una y otra vez? No lo sabía, y tenía que arriesgarse en una dirección u otra, no podía estar para siempre en la encrucijada. 

Tampoco dijo nada cuando Beth se puso tensa al ver la bofetada que la adivina le daba a Ida y comenzó a gruñir defendiéndola, advirtiendo a todos que ahora estaba bajo su protección. - Y responsabilidad. - pensó el caballero, pero no lo dijo, mejor cuando estuvieran a solas.

Luego vino el debate sobre los hombres-lobo y la adivinación y consejos de Madame Eva. Ciertamente la mujer les había ayudado una y otra vez, y toda su información hasta la fecha había sido más que correcta. Pero algo en su mirada, quizá la forma que tuvo de observar a Lugdana, algo en el tono...hizo sospechar a Don Urik. Pero algo dentro de él estaba comenzando a cansarse de éste continuo tira y afloja, estas múltiples sospechas. Necesitaba aliados, no crear más enemigos.

- Madame - dijo frotandose los ojos con cierto cansancio. - Agradecemos que con sus poderes nos advierta que la opción de la belladona no es viable, pues nuestra compañera moriría. ¿Estáis segura que no queda más remedio que masacrar a esos elfos-licántropos? Sí, ya sé que vos habéis dicho que sólo es necesario eliminar al Anciano, pero dudo mucho, como dice mi compañera y Paladina Ashlyn, que les haga gracia que entremos allí y no lo defiendan, con lo que se va a convertir en una masacre. - y la mención por parte de la adivina de los lentos ciclos de reproducción de los elfos habían tocado la fibra sensible de Don Urik.

Él estaba allí para matar a Stradh, no para masacrar la población local de licántropos...aunque también era cierto que éstos les habían atacado primero, y después. Y ahora su aliada Irina estaba infectada y en peligro, tanto ella como el resto de la población. Definitivamente, tendrían que pararles los pies a los licántropos...pero la pregunta tenía como intención presionar educadamente a la adivina por si había alguna otra opción que no hubiera revelado ya.

- Yo tengo ya una espada mágica de plata. - informó al resto del grupo, dando a entender que podían emplear las monedas de plata en armas para otros. - Creo que lo mejor será rezar en el templo y una vez lo tengamos, ir a por los lobos, ¿no creéis? - les dijo al resto.

Bien digo, con un suspiro. Yo no tengo armas de plata, así que yo sí necesitaría algo para enfrentarme a ellos, si finalmente nos decidimos por esa opción. Ya veo que la opción de la belladona debe quedar descartada, pero esto también va a ser un retraso. Pero supongo que no hay opción, igual podríamos pedir ayuda a "los otros aventureros".

Por otra parte, a mí tampoco me hace gracia matar licántropos. Yo mato no muertos, y los licántropos están bien vivos. Pero lo haría si no hay más remedio. En cualquier caso, supongo que en forjar un arma de plata no se tarda una hora, sino más bien un día. O puede que incluso varios, a saber, no soy experta en armas de plata. En cualquier caso, la idea sería dejar la plata al herrrero, que preparara las armas mientras rezamos en el templo, y luego ya ir a por los licántropos.

Respecto a Irina…-Ely lamentó el innecesario sufrimiento de la mujer. –Dejarlo de mi parte

Las palabras de Ely abren la puerta a una cuarta forma de salvar a Irina, aunque la enigmática clérigo no nos aclare qué puede hacer ella por eliminar la maldición.

Pero, visto que las demás posibilidades son demasiado arriesgadas, yo confiaría en ella. O, al menos, escucharía qué tiene que decirnos antes de tomar una decisión. Sería bueno evitar un enfrentamiento que puede acabar en masacre -de su lado o del nuestro- y que la vieja gitana parece tener cierto interés en provocar.

De cualquier modo, y por si acaso, el orden de las acciones que propone Ashlyn me parece el correcto y así se lo hago saber con un asentimiento de cabeza. Primero, al pueblo a ver qué puede hacer el herrero para abastecernos de armas de plata -y cuánto tiempo necesita para hacerlo- y luego a ver si, al fin, podemos quebrar el sello de la montaña de una vez por todas. Y, si pudiese ser, una paradita entre medio de todo eso pasando por la taberna estaría genial.

Ely comenzó a actuar de forma aún más rara de lo habitual cuando Urik habló de armar a los vistani

A mí tampoco me hace gracia matar licántropos. Yo mato no muertos

La clériga respondió a Ashlyn: -¡Ha!. Y yo sólo como manzanas…- Después sobreactuó apoyándose sobre la mochila de Ida cargada con las armas, como si no quisiera que Madame Eva viese su contenido. Puede que Elyzabeth hubiese descubierto lo que Urik trataba de averiguar y no podía decirlo delante de Madame Eva, o que estuviese resentida o simplemente chalada.

Cuando hablaron de atacar a los lobos, la joven abusó de su ironía más de lo habitual:

-Sabe madame Eva…No podía haber encontrado mejores guerreros para esa labor- Dijo palmeando las espaldas de los paladines. –Estos caballeros se hacen de rogar y la están presionando para que mejore su oferta, pero ya le digo yo que son los reyes de la masacre. ¡Unos profesionales. No la decepcionarán!- Sonrió como si tratase de vender un par de reses en el mercado.

Tras desviar la atención sobre el tema de las armas, la joven preguntó sobre el carromato azul y después sobre Lugdana.  -Sabe, yo tampoco me fío- Le chismorreó en tono confidencial a la vieja para tirarle de la lengua.

Por cierto... ¿Habéis roto ya el sello del Santuario de la Montaña?

-¡Estamos a puntito!- Dijo abriendo los ojos de par en par -Sólo necesitamos un poco de equipo para rematar faena. ¿Qué le parece esta diadema a cambio de los artículos de esta lista?- Dijo pasándole un minúsculo trozo de pergamino manuscrito por ambas caras. –…Claro que, si pudiera ofrecernos un 70 u 80% de su valor, ayudaría a nuestra causa común. Incluidos los lobos.- Los ojos de Ely refulgieron como dos monedas de oro y sonrió con calidez a los paladines. La joven se reclinó en su asiento satisfecha por su doble jugada.

La gitana dejó clara su postura sobre la matanza de licántropos.

¿Recordáis que os dije que el Santuario de la Montaña estaba allí dónde no había lobos? No se acercaban allí por el guardián. Ahora que el guardián ha caído, los licántropos extenderán su territorio hacia esas viejas ruinas. ¿Y qué hay al pie de la colina de Lysaga? El viejo camino de Svalich, que conecta la aldea con el resto de poblados de la región. Es zona de tránsito para mercaderes y viajeros. Los asaltos y ataques de elfos lobo se multiplicarán en los próximos meses. No es nada que me incumba, pero en ocasiones ese camino lo recorre mi gente. Como por ejemplo, el carromato de techo azul. No es de vuestro interés quién llegó en ese carro-que traducido singificaba "sí es de vuestra incumbencia, pero no os lo voy a decir"-, salen y entran viajeros constantemente de mi campamento.

Madame Eva rehusó hablar de Lugdana, o por lo menos se saltó esa parte cuando Elyzabeth lo dejó caer. Tomó la lista de Elyzabeth y echó un vistazo rápido.

Hay cosas aquí que no puedo conseguir. Velas de grasa de carabú, polvo de diamante, guano de murciélago de la fruta... Todo eso es sencillo de conseguir. ¿Pero un pergamino de escudo? No manejo ese género. ¿Pergaminos de identificar a ese precio? No en Barovia, querida. Os proporcionaré perlas para que vosotros mismos podáis preparar ese conjuro, el elfo tiene cara de saber del tema-dijo por el semielfo-. Dejadme echar un vistazo a lo que me habéis traído....

La raunie examinó con desinterés las armas de las novicias, pero la diadema ya le gustó más. Se detuvo en cada brillante y en cada relieve de orfebrería.

Mi contraoferta: identificar las pociones y la piedra, los pergaminos de sanación y restablecimiento, el pergamino de santuario y mil monedas en componentes de conjuro, de los cuales la mitad del valor será por cinco perlas blancas. ¿Hay trato?

El hermetismo sobre Lugdana seguía escamando al paladín, pero el tema de los asaltos de licántropos en el camino sí parecía la verdadera razón por la que Madame Eva arremetía contra Lobo Anciano. El rostro de la usurera también cambiaba cada vez que su dedo se deslizaba por la lista, lo que daba a intuir que Elyzabeth tenía un montón de precios mal, pagando a precio de poción lo que solo eran pergaminos, amén de otras irregularidades.

A pesar de poder aprovecharse de la ingenuidad de Elyzabeth, el trato que ofrecía la anciana era ligeramente ventajoso para los aventureros. Madame Eva había sido honesta en la parte mercantil de la relación.

Don Urik negó con la cabeza ante la ironía que impregnaba la voz de Beth. Ése problema tenía que atajarlo lo antes posible o se acabaría convirtiendo en un gran problema. En cuanto pudiera, hablaría con ella, y con el resto, bien claro. 

Prestó atención a las peticiones de la clériga y escrutó la cara de la vistaní mientras les ofrecía más información y contraofertaba. Mesándose la perilla, miró a Madame Eva a los ojos y le dijo. - Madame Eva, nuestro objetivo es el vuestro. Mi objetivo es el vuestro. No tiene sentido no poner toda la carne en el asador, o ninguno de los dos conseguirá lo que quiere, que es ver bien muerto a Stradh, con éstas tierras libres de su malvada presencia. ¿Qué sentido tiene un poco más de oro o joyas si ése malvado ser sigue con vida?. - razonó. Tras escuchar lo de los licántropos y sus probables accciones, siguió hablando - Siendo ése el caso con los licántropos-elfo, no puedo permitir que amenacen la vida de la gente del pueblo o de inocentes transeúntes o habitantes de vuestro campamento. No podemos cambiar un problema por otro y no hacer nada. Se hará lo que se tenga que hacer - dijo, confirmando que al menos él iría a por los licántropos. - pero con respecto a vuestra oferta - en referencia a su contraoferta - añadid curación, comida y descanso, así como ayuda con la información, tanto ahora como a la vuelta de los licántropos y por mi parte, trato hecho. - 

La sonrisa de Elyzabeth se congeló ver que Urik entraba al trapo con lo de atacar a los licántropos. –Por fin consigo que lo entiendas- Mintió. La joven se miró las uñas para disimular su frustración. En cuanto saliesen del campamento podría explicarse con claridad, pero habría sido más divertido manipular su orgullo. Al menos le quedó el consuelo de ver a Urik mercadeando con la bruja a cambio de su apoyo.

–Los lustres de plata harán que nuestras armas los dañen de forma efectiva durante 1h- Apuntó al caballero para que lo añadiese a sus demandas. –Salen a 250 Po cada uno, pero será más rápido y barato que forjar armas nuevas- La joven acarició su lanza y se encogió de hombros -¡No vamos a enfrentarnos a esos monstruos con dagas!.- Explicó señalando al resto de aventureros con su delicada nariz.

Suspiro, un poco hastiada del comportamiento de Ely. O un mucho, pero bueno, dejemos ese asunto. Las palabras de Madame Eva no hacen más que intanquilizarme. Puede que sean ciertas, puede que solo quiera que cacemos sus lobos... en cualquier caso, tampoco importa mucho.

Como bien ha dicho Don Urik, no podemos permitir que se pongan en peligro vidas inocentes. Pero no estamos en la mejor situación para afrontar un combate así.

Dejo que sean los otros quienes llevan la conversación, mientras miro el carromato. No debo olvidar que, esta vez, sí he visto la muerte muy de cerca a garras de esos demonios.

En unos momentos se ha formado un emocionante regateo entre la gigantona y Ely y el Caballero del Cuervo. No dudo que los nuestros acabarán consiguiendo un buen trato, así que no me inmiscuyo para no entorpecer las negociaciones.

Miro por la ventana del carromato de Madame Eva al exterior. Es cierto que al entrar en el campamento vimos un carromato que no estaba la otra vez, pero la verdad es que no le había dado mayor importancia. Ahora, tanta insistencia por parte de la madame en que no va a decirnos quiénes son sus ocupantes, ha conseguido excitarme la curiosidad.

¡¿Que qué sentido tiene el oro y las joyas?! ¡¿Que qué sentido?! Brrr... ¡Nunca hables con desapego de las riquezas delante de un vistana! He visto a muchos como vosotros alzarse contra Strahd y morir en el intento. Ese es el sentido del oro: ¡cuando todo pasa, para bien o para mal, el oro es lo único que permanece! ¡GYAAAAAH!

Madame Eva alargó la mano de modo inesperado y agarró el antebrazo de Urik. A pesar de la protección metálica de la armadura, las largas y sucias uñas de la gitana atravesaron el acero y se hundieron en la carne del paladín.

Ushue indiggerda marile doleó,
Arane indiggerda yebile zettó...
Ushue indiggerda marile doleó,
Arane indiggerda yebile zettó...

El carromato empezó a temblar, a pesar del peso de las seis personas que allí estaban. Urik notó que Madame Eva apretaba con más fuerza.

USHUE INDIGGERDA MARILE DOLEÓ,
ARANE INDIGGERDA YEBILE ZETTÓ...
USHUE INDIGGERDA MARILE DOLEÓ,
ARANE INDIGGERDA YEBILE ZETTÓ...

El carromato dejó de moverse. La gitana le soltó el brazo. Cuando Urik examinó el avambrazo de su armadura, en la zona en la que había sido agarrado, la pieza metálica no presentaba ni una sola perforación. Era como si cuando se clavaron las uñas de la anciana fuese todo una ilusión o un sueño. Sin embargo, parte de sus heridas habían cicatrizado.

Esa es toda la curación que tendréis hoy, he de reservar la magia para cuidar de los míos. En cuanto a la comida, tres vistani que estaban atrapados en la posada cuando liberasteis la plaza de la plaga zombi me contaron que el posadero os recompensó con gratuidad de servicios. Además, tenéis la casa de Irina y su despensa.

Toda la comida que hay en este campamento es para poder pasar el invierno, no oleréis ni probaréis ni un bocado. Y en cuanto al descanso... cualquier tiempo que paséis de más aquí llamará más la atención de Strahd sobre los míos. Si sospecha que os estoy ayudando, familias enteras perecerán en represalia. ¡A dormir a vuestra puta casa, parásitos! Y si queréis lustres de plata, llevad las monedas a un alquimista en un lugar de a un herrero, que yo no tengo de eso para venderos.

Madame Eva cogió de malas maneras la piedra ioun y la mochila de Ida con las armas, y las puso detrás suya junto a la diadema.

Esta piedra ioun duplica los efectos de un conjuro de astucia de zorro, solo que con la mitad de potencia. Será mejor que la lleve el elfo-dijo por el semielfo-. Las pociones son: dos de curar heridas leves y una de restablecimiento menor. Voy a reunir el resto de componentes del acuerdo. Podéis esperar en el campamento hasta que lo tenga todo, pero no molestéis a los míos... y vigilad vuestros bolsillos. Si os roban es culpa vuestra por no estar atentos.

Mientras esperaban fuera del carromato de Madame Eva, Elyzabeth se puso en movimiento con sutileza gatuna. Para cuando los dos paladines se dieron cuenta, ya estaba cerca del carro con techo azul. Trataron de llamarla para que Elyzabeth volviera, en voz baja para no llamar la atención de los vistani, pero estaba demasiado lejos como para que ella pudiese oír. Cuando la sacerdotisa curiosa estaba a punto de abrir la puerta trasera y ver el interior, un hombre rodeó el mismo carromato asomando por su derecha.

¡Ladrona!-acusó a Elyzabeth.

El vistana empujó a Elyzabeth por el peto y sacó una navaja.

¡Nadie roba a Rodolfo Richtenov! ¡Aléjate de mi carromato antes de que la curiosidad mate al gato, ladrona!

Algunas miradas del campamento se empezaron a volver hacia Elyzabeth, unas pocas menos también hacia el resto de visitantes. Esos otros vistani no hicieron ademán de hacer nada, pero quedaron mirando desde la distancia.

     Ely no podía estar más de acuerdo con Ashlyn en que aún no podían afrontar un combate como el que se planteaba. Por suerte, la adivina hizo uso de sus poderes curativos y accedió al intercambio, armas incluidas.

-Estás muy callado Reluë- Susurró al semielfo. –¿Tienes la misma sensación que yo con todo esto?- La clérigo dio un par de golpecitos en la pierna del mago para indicarle que podrían terminar esa conversación después. Hizo una gentil reverencia antes de salir de la tienda y se despidió de la gigante. -Gracias por todo, Madame- Acortó intencionadamente.

¡Nadie roba a Rodolfo Richtenov! ¡Aléjate de mi carromato antes de que la curiosidad mate al gato, ladrona!

     Ely se dejó zarandear como un junco al viento sin perder la sonrisa. –Na-na-nada más lejos de mi intención señor Richtenov- Tartamudeó por la sorpresa. Pero inmediatamente se recompuso y ejecutó una nueva genuflexión para presentarse (Y alejarse de la navaja).-Lady Ildemar, para serviros-

La joven aun tuvo el desparpajo de emplear la reverencia para echar un último vistazo al carromato y engatusar a su dueño: -¡Pues menudo susto me ha dado! Pero me alegro de conocerle, pues mi intención era comprar su carromato- Ely juntó las punteras con gesto inocente y señaló sus pies. - No se montar, odio caminar y me encanta el color azul. Le ofrecería 30 Po ahora mismo con lo que lleve dentro, si dispone de un buen camastro- Y trató de echar un fugaz vistazo al interior, a riesgo de llevarse una fea cuchillada.

-¡Eh, no se ponga así, que es una buena oferta! ¿Por qué no lo consulta con su señora?-

Esperaba que al ofrecerle el doble, todo el mundo se tranquilizase, o confirmase la importancia del contenido. La joven hizo gala de su experiencia en combate para retirarse y alejar el filo su pescuezo. Enonces una de sus malas ideas se adueñó de ella: Ely golpeó con los nudillos el costado del carro: ¡TOC-TOC! -¡Señora Richtenov! ¡Su marido es un zoquete, no sabe negociar y juraría que me quiere meter mano!- La cordura regresó: Visualizó a la señora Richtenov con una enorme nariz llena de verrugas y un cuchillo no menos grande, flanqueándola. –Eh…Pues seguiré andando. ¿Lo vé? Ya no me duelen los pies- Dijo sin perder el humor y se retiró definitivamente junto a sus compañeros.

-¿Habéis visto? Si fuera mala como decís, le habría convertido en sapo…- Sacó la lengua imitando al anfibio. Entonces se puso seria y añadió: -…Y si fuera mala de verdad, habría dejado que fuera otro el que se la hubiese jugado-

Mientras la madame nos prepara el paquete con todo lo negociado, salimos fuera a tomar el fresco. En el borde del campamento se ve el nuevo carromato y la clérigo, ni corta ni perezosa, se dirige hacia él a fisgonear.

Como no podía ser de otro modo, la curiosidad de Ely provoca un pequeño altercado con el propietario. Siento curiosidad por ver cómo el tal Rodolfo Richtenov -y su mujer- reaccionan ante la oferta de compra que han recibido, así que espero que se calmen un poco, procesen dicha oferta, y bajen sus navajas.

A ver si no se lía esto más de la cuenta, recogemos el fardo que nos prepare la vidente, y vamos ya en busca de un herrero -o alquimista- para que nos arme convenientemente.