Partida Rol por web

Respiré hondo. Las gentes occidentales veían las cosas muy diferentes a como las veía yo. Necesitaríamos ambos mucha paciencia y largas jornadas de conocernos mejor para poder compartir opiniones... y sin embargo, aquel debate estaba removiendo algo en mi interior. Aquellas palabras, me recordaban tiempos lejanos, cuando yo le hacía las mismas observaciones a Pallando, en las escaleras de un elevado templo. 

-Sobrevivir y pagar por sus delitos... -murmuré.

Entonces me levanté del sitio, saliendo del abrigo de la capa élfica; me acerqué a la balaustrada y apoyé los brazos en ella, agachándome un poco por si no dejaba ver a los de detrás aunque lo dudaba, ya que la forma de anfiteatro del graderío colocaba a la siguiente fila en una posición más elevada. Observé el combate unos instantes. Allí, en la arena, hobbit  e Inmortal, como si fueran uno, se debatían entre la vida y la muerte todo el tiempo... trasgo tras trasgo. No me di la vuelta, pero sabía que Kiribanti me estaba escuchando pues no había quitado su atención de mí y de nuestra conversación ni un momento, a pesar de que estuviera vigilando los alrededores constantemente.

-¿Y quién decide qué es delito y qué no lo es? ¿Quién lleva el brazo de la justicia? ¿El justo? Creo que no... Creo que lo lleva el "elegido" de cada momento... -en ese momento, mi corazón encendido hizo que dejase de murmurar y mi voz sonó severa y alta, mientras me daba la vuelta para mirar directamente a la cara al medio elfo- ¿Es que acaso es un delito pensar en buscar justicia para un pueblo oprimido, vejado y masacrado, sin llegar a hacer nada aún? ¿Y sin embargo, ganar una guerra, arrasar un pueblo, violar a las mujeres, matar a muchos de los niños y saquear todo lo que queda a los perdedores después de que éstos se hayan rendido no es delito? No, mi señor montaraz... No es más culpable Gorman que Sendar, por ejemplo. Ni que vos ni que yo. Todos luchamos por lo que creemos justo. Todos luchamos por las personas que dejamos atrás, por las personas que amamos. Y eso, en mi opinión, no es delito alguno...

Me interrumpí, viendo que estaba empezando a llamar ligeramente la atención entre los que se sentaban a nuestro lado. Respiré hondo y me volví a sentar al lado del semielfo, haciendo girar mi bastón entre mis manos. 

-Disculpad, Kiribanti, me he encendido demasiado... el tema de la justicia siempre me saca de mis casillas. Tenéis razón, el mediano no merece estar ahí... no creo demasiado en las palabras que tan pomposamente ha pronunciado el presentador... y sin embargo... -entonces escuché sus últimas palabras- ¿creéis que eso es posible? ¿que ellos hayan solicitado salir a la arena para ser perdonados? ¿Y qué cruel destino los aguardaba entonces para que hayan pedido tal barbaridad? ¿Tan desproporcionados son los castigos de la justicia en esta vuestra tierra occidental?

Mientras pronunciaba aquellas palabras y mi atención volvía a centrarse en el devenir de los acontecimientos de la arena, cada vez echaba más de menos mi laúd... cada vez admiraba más a la Reina, por haberse negado a contemplar tan cruento espectáculo, eligiendo en su lugar un arma tan bella y tan noble como la poesía para librar sus propias batallas.

- Lo que es justo, es justo, y el resto no. No puedes desear a los demás lo que no quieras para tí. Si no quieres que te roben, no has de robar. Entonces estarás en el derecho de la justicia. No es quién esté en que puesto en cada momento. Es lo que se desea o no para uno mismo y los suyos.

Las vejaciones son la que uno mismo se inventa, ya que en este momento bajo este reinado no hay opresión. No hay personas oprimidas por el poder, más de lo que lo harían ellos mismos. Incluso el trato que tienen ahora es infinitamente mejor que el que tenían no hace tanto tiempo. Tras la guerra se ha llevado paz, prosperidad y conocimientos a los que hace nada eran una oscura masa oprimida por el propio miedo que ellos tenían. Se puso a su lado. Se ha dado luz donde antes sólo había oscurentismo, donde solo había miedo. Respiró un momento.

Ahora ya no tienen miedo y por eso quieren seguir. Los temerosos no son los que se quieren alzar en armas. Se alzan en armas los que viviendo en un lugar pacífico quieren el mal a los demás. Estaba severamente afectado. Casi irritado. Se contuvo. No le dirigió la mirada en ningún momento. No perdía detalle de las formas de combate de ninguno de los dos, sobre todo del hombre, porque acababa de darse cuenta de una cosa. Acababa de ver algo en el futuro. Sería las manos de uno de los dos, las que darían muerte al otro. El inmortal al montaraz o al contrario. Esa sería la prueba que la mujer necesitaba, y por desgracia no sabía como evitarlo. No había forma de evitarlo.

Tras sus pensamientos, también se había dado cuenta que la ira lo había arrastrado. Que le había empujado a hablar y a moverse. Eso sería rápidamente solucionado y se sentó de inmediato. - Si se ha ido de la cobertura de la capa, que sea ella quién se guarece otra vez bajo ella.

Contestaba a sus preguntas. No lo se. Sólo es una posibilidad. Pero pensándolo profundamente ahora, mi opinión es distinta. Creo que el pequeñajo ya estaba predestinado y al hombre, su sentencia de muerte ha sido conmutada por esto. Puede que el hombre lo pidiera o le dejasen elegir. Creo que el canijo no tuvo tanta suerte. El presentador sólo es un patán que enfervoriza al público. Sonó tan despectivo que si hubiera estado el comentarista cerca, seguro que le hubiera escupido. Haría lo que fuera por conseguir que su espectáculo fuera el mejor del mundo y difamar a un sentenciado es gratuito. Además, ya ha visto que los favoritos del público son ... los monstruos.

Quería contestar a la desproporción. Que lo conteste ella misma. - Mi señora, ¿Qué otro castigo se le puede aplicar a una persona que desea la muerte de los demás? ... tal vez yo no hubiera sido tan benévolo, y le han dado una segunda oportunidad, pero alguien así no es capaz de redimirse. El permitir que ese hombre viva significa que habrá que seguir luchando contra su causa, y muchos inocentes perecerán por no haber dado muerte a un ser tan vil como ese. Estaba claro que no confiaba en ese hombre. No confiaría en el ni vivo ni muerto, y empezaba a pensar que se vería avocado a ello, a tener que dejar la vida en sus manos, y que más tarde, la perdería irremediablemente. ... A no ser que hiciera algo.

Había prometido no interferir en el reto, y sería la mejor forma de salvar vidas en el futuro, pero sabía que antes o temprano se cruzarían sus filos. El levantisco sobreviviría y ... habrán muertos por sus acciones. No estaba deacuerdo con este juego. No por lo brutal, sino porque no se hacía justicia al resto de personas. Otros ... serían victimas de un error judicial. Padecerían innecesariamente por perdonar a ese inhumano ser.

El odio, mezclado con sentimientos confrontados, brillaban en sus ojos.