Partida Rol por web

 Mira a ese chico. No esta nada mal, no señor... Te está mirando, Lyla, suertuda... Jojo... Sí, un poco de fiesta adicional no me vendrá mal...

Entonces, el chico reparó en Alexander, y desapareció rápidamente. Lyla sintió que le salía un tic en su ojo derecho

Malditos bultos. Al final no ligaré nada esta noche. No se que esperaba, llevando a un crío con nosotros. Y lo peor de todo es que el Alexander este tiene la misma fiesta en el cuerpo que una piedra de campo

Le observa durante unos segundos, aprovechando que está observando la actuación de un saltimbanqui, evaluando la posibilidad de sacarle a bailar. A pesar de ser un hombre de pocas palabras, y de haber montado la escenita en el claro la noche anterior, es apuesto, y quizás pueda sacarle algo de chicha, después de todo. Es posible que una vez se suelte resulte ser el alma de la fiesta. Claro que también es posible que no lo sea

Al final, descarta la opción, y se dedica a observar, aburrida, los tenderetes que hay salpicados por toda la calle. Y entonces la ve: Una mata de pelo rojo, rojo como el fuego, apenas una luz más entre las antorchas y farolillos. Y unos ojos verdes, ojos que se clavan en Lyla, y luego desaparecen. Y entonces la multitud vuelve a surgir en sus oídos, y ya no hay nadie ¿Una simple ilusión? ¿Coincidencia? O, contra toda lógica, un deus ex machina que le repercuta en ciertas monedas al final del día. Ya se imagina las miradas agradecidas de Mark y Loreta cuando, sonriente, se gira a sus acompañantes

¡Ahora vuelvo, creo que he visto algo! ¡No os vayáis muy lejos!

Claro que podría habérselo explicado, pero la idea de perder unos segundos preciosos en hacerlo le parece inadmisible. Con un poco de suerte, la habrán visto también y la seguirán. Con un poco de suerte

Acto seguido, comienza a correr entre la gente

Juego con los niños mas pequeños y me lo paso pipa viendo el espectaculo . Intento beber algo de alcohol pero antes de pedir algo me echo para atras ya que no quiero que mis nuevos mejores amigos tengan un mal concepto de mi .

Cuando veo a la chica y a la reaccion de Lyla , miro a alexander y hago ademan en pos suya espereando a que haga lo mismo.

Alexander miraba jugar a Anger con los otros chicos de la fiesta, parecía que se lo pasaba bien. Le encantaba esa vitalidad suya. Seguidamente, se fijó en que intentaba pedir discretamente alcohol, y cómo, reflexionando, volvía la mirada hacia ellos y lo rechazaba, le dedicó media sonrisa.

Poco despues, observó divertido acercarse a aquel chico a Lyla, y como éste se fijaba en él, para, acto seguido, desaparecer rápidamente.

¿Creía que él y Lyla estaban juntos? La miró de reojo, a decir verdad, eran como la noche y el día. ¿Y que era esa extraña obsesión por el dinero? ¿Simplemente era codiciosa? ¿O quizá tenía alguna deuda importante?

Sacudió ligeramente la cabeza, intentando sacar de su cabeza aquellos pensamientos, lo cierto es que era atractiva, y bastante segura de si misma, cosa que Alexander valoraba enormemente, aunque misteriosa como ella sola.

Y entonces la vio.

Sintió como su ritmo cardiaco se disparaba, y sus pupilas se dilataban para fijarse mejor en ella. Pelo rojo, ojos verdes, quizá...

Lyla salía corriendo, como si le fuese la vida en ello. Dedicó una brebe mirada a Anger, y despues él mismo salió corriendo, lo mas rápido que sus músculos le permitían, confiando en no perderla de vista.

La joven se metió entre la gente, riendo. Por cada zancada que daba Lyla, en cabeza, ella daba dos más. Y por más que la siguieran, siempre se escondía tras alguna persona que oportunamente apareciera en medio en estado de ebriedad. Entre los tres consiguieron arrinconarla en un extremo de la plaza. La chica se rió con aire infantil. No llevaba zapatos, y sus pies estaban manchados de polvo y hierba verde.

-¿Habéis venido para jugar?

A pesar de que por su aspecto rondaba los catorce años, su manera de hablar hacía pensar que contase muchos menos. Los miraba, sonriente y expectante.

-Nadie más puede verme. ¿Sois mi regalo? ¿Mi regalo de cumpleaños? ¡Así que me ha hecho caso!

Alexander comienza a cargar el hechizo "Detectar ilusiones" (60 zeon)

Lo hace discretamente, sin gesticular ni hablar (carga a mitad)

Alexander abre los ojos, sorprendido.

Nadie mas te puede ver...¿eh?

Acto seguido, se aparta un mechon de la cara mientras hecha un vistazo a su alrededor de manera discreta, buscando cualquier cosa destacable.

Despues, se arrodilla junto a la chica y le dedica una sonrisa.

-¿Estas aqui sola?-Pregunta, con cierto tono infantil-¿Te has perdido?

 Con la loca hemos ido a parar

Lyla suspira, y espera a que la chica responda

No parece Shanna...

Corro a la mitad de lo que puedo ya que si es un juego como dice puede durar un poco mas , esquivo a la gente intentando no molestar demasiado y me centro en el juego , como me enseño la Momia me muevo con facilidad y las vendas negras y rojas que me rodean no me son un estorbo . Sonrio mientras voy detras de ella pensando que es un pillado de los que haciamos los guardianes en el pueblo , pienso en mis amigos y en mis padres pero veo que me estoy rezagando y cuando voy a alcanzarles la chica ya se ha detenido y esta hablando con ellos . ¿es ella? pregunto a mis ''nuevos mejores amigos''

 Lyla se encoge de hombros, y luego hace un gesto a Anger para que guarde silencio, mientras espera a la respuesta de la chica a las preguntas de Alexander

-No -sonrió-. Estoy con él. Mira.

La chica pelirroja señaló a la espalda del grupo.

-Lucy, querida, apártate de ellos. ¿No te he dicho nada acerca de hablar con extraños?

Ante ellos se encontraba un hombre entre los cincuenta y los setenta, con la barba y el pelo grises y ropajes oscuros con un toque de color a modo de bordado dorado. Su piel estaba algo ajada por la edad, pero lo más inquietante era que carecía de ojos. Y sin embargo, no tropezaba al caminar.

A su alrededor creció un manto de oscuridad que latía como un corazón. La gente que reía y bailaba se quedaba de pronto parada, con el corazón estrangulado por una extraña sensación. Incluso ellos lo sintieron. Era muy inquietante.

-No pueden verte. O... ¿sí?

-Pero... si no son mi regalo, ¿por qué están aquí? -señaló la chica, que al parecer se llamaba Lucy. Era cada vez más evidente que a su alrededor había algo parecido a una burbuja cuya pared desaturaba los colores de aquellos que estuviesen fuera. Las ropas de Alexander seguían igual de vivas, pero era difícil precisar los colores de la gente que bailaba en la plaza-. Me prometiste que me darías un regalo de cumpleaños. ¡Me lo prometiste!

La niña se enfurruñó y cruzó de brazos.

 Esto... No es normal

Lyla había visto muchas cosas inexplicables durante sus viajes. Muchas maravillas, muchos lugares irrepetibles. Pero aquello era diferente. El vello se le erizó, y la mano fue de forma instintiva a la espada de su espalda

Cuidado Advierte a Alexander y a Anger, en apenas un susurro Poneos detrás mía

Acto seguido da un paso hacia el anciano

¿Que significa toda esta hechicería?

Hace un gesto con la mano libre, abarcando el callejón, señalando los obvios efectos que producen el anciano y la niña

¿De que estáis hablando?

Con la mano derecha, afloja en enganche de su espadón, preparada para sacarla al mínimo gesto de agresividad. Frunce el ceño

Esto no me gusta nada, no señor...

Dejo de sonreir y llevo la mano hacia la espalda lentamente .Acarizo mi lanza mientras espero a la respuesta del anciano .

La cara de Alexander se desencajó ligeramente. ¿Pero que estaban diciendo?

Se incorporó y retrocedió un par de pasos lentamente, a fin de observar mejor a sus interlocutores.

No parecen peligrosos, pero no podemos arriesgarnos-Pensó, mientras escudriñaba con la mirada a aquel anciano.

-¿Porque no habría de vernos?-Dice Alexander, escogiendo cuidadosamente las palabras.

-Ellos no son tu regalo -contestó el hombre a la niña, que al parecer se llamaba Lucy-. Son... curiosos.

Se giró hacia ellos y contestó sus preguntas.

-De algún modo habéis traspasado la barrera que nos separa... Me pregunto cómo ha podido ser -murmuró pensativo, aunque no mostrando mucha mayor emoción-. En todo caso, sois una molestia. Lucy, será mejor que vuelvas a casa. No será bonito lo que puedas ver aquí.

La esfera de oscuridad se hizo aún más persistente, de tal modo que era difícil ver al resto del mundo. Parecían perdidos en un mar de tinta china, con el anciano como único foco de luz.

-No sé cómo habéis aparecido en mis dominios, pero odio a los mortales.

-Jo... -protestó Lucy, alejándose e internándose en la densa oscuridad.

Si hay alguna ilusión, Alexander no pudo detectarla con su hechizo.

Brujería

La palabra que tantas veces había oído en boca de eclesiásticos, lugareños o fanáticos, llegó a su mente como un relámpago. Aquello no era normal, desde luego. Y las intenciones de ese personaje distaban mucho de ser amistosas. El cuerpo de Lyla estaba tenso, su expresión ceñuda y seria, como si fuera alguien completamente distinto a la mujer que habían conocido un día antes Alexander

¿Qué eres...?

Murmuró por lo bajo, casi más para sí misma que como una pregunta real. Y, entonces, pareció darse cuenta de la situación, y, observando a sus compañeros, tomó una decisión. Era la primera vez que se enfrentaba a algo así, desde luego, pero no era la primera vez que su instinto la advertía de lo que estaba ocurriendo. Y sabía juzgar cuando se encontraba en peligro. Se giró de forma brusca hacia Alexander, y hablo con tono firme y decidido

Hay que salir de aquí. Corred, yo os cubro

Lo dice con tono frío y desapasionado, sin dejar lugar a réplica. Acto seguido desenfunda su espada, y la sujeta con las dos manos, frente a su cuerpo, interponiéndola entre el extraño anciano y sus improvisados compañeros de andadas

Alexander comienza a cargar a mitad, sin gesticular ni hablar.