Partida Rol por web

Optaste por no entrar de golpe y porrazo en el claro por lo que pudiera haber. E hiciste bien, pues desde tu posición pudiste ver tres goblins peleándose por un hueso con apenas dos bocados de carne reseca pegada.

Ignoraron por completo el silbido, que pasó bien como el piar de un pájaro. Y siguiendo la orden, Sara se adentró en el claro. 

los goblins ignoraron su presencia, al principio. Uno a uno fueron viéndola. El primero se quedó mirándola fijamente mientras los otros dos se peleaban. Con una especie de balbuceo, los otros dos dejaron de pelear ipso facto y también se quedaron mirando al tejón embelesados, con la boca abierta. 

No tardaron en empezar a salivar...

Empezaron a avanzar hacia ella, rodeándola. Con claras intenciones de tomarse un aperitivo.

Evidentemente no iba a dejar a mi compañera sola.

Amparada por las sombras de los árboles, acomodé una de las flechas, apunté, tensé la cuerda y disparé al primer goblin.

Sabía que Sara también sería capaz de encargarse de alguno de ellos, tenía una fiereza bastante temible pese a su apariencia apacible, pero no dejaría que luchara sin mi ayuda.

El arco tensado. La flecha bien sujeta. La punta alineada con uno de esos goblins, siguiendo su movimiento. Soltaste y voló, atravesando el cuerpo de la criatura. Murió antes de que su cuerpo se desplomara. 

Los otros dos se quedaron paralizados por el ataque sorpresa y la muerte repentina de su compañero. Gran error. Con gran ferocidad, Sara se lanzó directa al cuello de uno de ellos, clavando sus fauces en el cuello. Este no tuvo la suerte del otro. Este murió más lentamente, en cuestión de segundos. 

El único que quedaba soltó el palo que usaba como arma, y de una forma un tanto patética y cómica, empezó a correr hacía la boca de una cueva. 

Si te dabas prisa, podrías matarlo antes de que fuera a por refuerzos.

Mis labios comenzaron a perfilarse en una media sonrisa. Dos menos.

Seguí con la mirada al tercero, que ya corría a la boca de la cueva. Dejé que Sara se deleitase con su presa mientras me centraba en el último goblin. Salí de la espesura para tener un mejor ángulo de tiro y disparé la segunda flecha.

Ese tercer goblin estaba por meterse en la cueva cuando la siguiente flecha pasó demasiado cerca. No lo mató, pero si le hirió de gravedad. Pero tu fiel comadreja compañera estuvo atenta. Y aprovechó para lanzarse al cuello y acabar de rematarlo.

El claro estaba despejado, pero sin duda en el interior de la cueva habrían más. A saber cuantos. Al menos no se habían enterado de la escaramuza del exterior.

Soo faltaba decidir como abordarías la situación.

Silbé a Sara de nuevo para que me prestara atención: un silbido suave, como el de un pájaro, pero que mi fiel compañera entendería como llamada para que volviese junto a mí.

Vigilando la entrada de la cueva, me apresuré a retirar los cuerpos y dejarlos tras los matorrales más cercanos, tampoco me preocupé de ser muy minuciosa escondiéndolos, ya que no quería ser sorprendida por otro grupo de góblins.

Luego, comenzaría a adentrarme en la cueva con cautela con el arma desenfundada por lo que pudiera aparecer.

Te adentraste en la cueva.

Al principio, en la boca, veías con total claridad. Pero a medida que te adentrabas, cada vez había menos luz. Por suerte, y tras perder de vista a Sara por unos instantes, esta volvió con una antorcha entre sus fauces.

Con algo más de iluminación, seguiste adentrándote en el agujero. Que seguía recto y sin desviós hacia el interior de la tierra. Acabando por desembocar en una bóveda más o menos grande en la que pudite ver va un grupo grande de goblins durmiendo la mona...

Con un breve rascado de cabeza le di las gracias a Sara por haberme traído la antorcha.

Continuamos avanzando por el túnel, yo con la palma de la mano sobre una de las paredes por si notaba alguna vibración que indicara pasos apresurados de góblins. Pero nada de eso pasó.

Sabía que el fuerte de mi compañera no era precisamente su velocidad, por lo que me llevé el dedo a los labios para indicarle que debíamos ser sigilosas. Le indiqué con la cabeza al góblin que teníamos más cerca, para atacar las dos al mismo objetivo.

Desde la entrada de la sala, amparada por las sombras y con el camino de vuelta claro, tensé el arco y apunté a la cabeza del primer góblin, esperando que fuese un golpe certero.

La flecha erró por mucho. No acertó la cabeza de ese goblin, sino que chocó con la sólida roca, produciendo un ruido relativamente fuerte y con eco...

Entonces, y poco a poco, la media docena de esos seres comenzaron a despertar...

Estiré la boca en una mueca, parecía que hubiese chupado un limón. Solo me faltaba producir un agudo "iiiik" al ver cómo la flecha erraba en su trayectoria. ¡Maldita flecha! ¡Seguro que estaba rota!

El ruido que se produjo con su choque en la roca fue despertando a los goblins. Chisté a Sara para que no se despistara y me dispuse a salir por patas del sitio, pero de manera sigilosa... Quizás, y con suerte, esos goblins ni se enterasen de lo que había pasado...