Partida Rol por web

Oona no estaba dispuesta a que lo que había ocurrido en la Casa Encantada se repitiera. De modo que trazó un plan: el primer paso sería dejar a Aranna y a Colibrí en la taberna tomándose unas copas con Perico Gamuza, el segundo sería ir a buscar a Hellas. Sí... eso pintaba muy diferente a lo que había pasado hacía unos días. 

Se encontró a Hellas en la curtiduría de Kester, instalada en la pelada ribera de la marisma. A diferencia del resto de gandules y vividores que componían vuestro improvisado grupo de aventureros, ella una mujer trabajadora. Adaptativa y funcional. Un miembro productivo de la sociedad de Marjal Salino, que en ese momento hacía su pausa para ir a comer. Sus compañeros de trabajo observaron a Oona con curiosidad cuando fue a hablar con Hellas, preguntándose qué tendría alguien como ella que hablar con uno de los trabajadores.

-Hola -dijo Oona sin más, acercándose a su amiga. Llevaba a Gary en brazos, el dragón dormía la borrachera que se acababa de dar con Perico Gamuza-. ¿Tienes algo que hacer esta noche?

Lanzó un suspiro y miró a un lado y a otro, por si alguien las estaba escuchando.

-Vamos a hablar a un sitio más privado.

Una vez lejos de oídos indiscretos, la genasí se miró los pies antes de conversar con Hellas.

-He visto a Eved. Me ha explicado que los cómplices de Sambalet no saben que hemos desarticulado su banda, de modo que el barco con el que se iban a reunir va a venir igualmente. He ido a avisar a los demás, esta noche a las diez en la Casa Encantada. Tengo que hablar con el capitán Fireborn y comentarle esto, aunque creo que Eved ya se lo ha dicho a él, porque Colibrí y Aranna ya lo sabían -sacudió la cabeza, había un cruce de información un poco extraño por ahí-. ¿Me acompañas? Después iremos a la Cabra de Mimbre, están todos allí comiendo y bebiendo porque quieren esperar a Eved.

—¿Tú también lo has visto?—dijo mientras salían de la peletería— Vaya, el tipo está en todas partes. Me pregunto como lo hará.

La pelirroja le dio un mordisco a su bocadillo.

—Lo vi anoche en casa de Anders—dijo mirando hacia un interesante charco. Confiaba en Oona pero bueno, no quería que su relación con el consejero se hiciera muy pública—. No me reconoció. Y ésta mañana lo he visto con una pelirroja en uno de los almacenes abandonados de la familia Solmor. He hablado con él como Fay—dijo sacando una máscara de su bolso—. Y me ha contado todo eso más o menos.

La joven apuró el bocadillo.

—Me gustaría acompañarte a ver al capitán, pero ya tengo a Kester molesta. Ya he estado dos días fuera. Y tengo intención de dejar el trabajo pronto pero... no quiero dejarlo de malas maneras. Marjal Salino es un pueblo pequeño y llevarte mal con alguien es malo para los negocios—sonrió—. Pero cuenta conmigo para esta noche, seguro que puedo dejar a Hauser con Tata.

Oona levantó las cejas, o lo habría hecho, pero la genasí no tenía cejas porque era una criatura del mar.

-¿Has hablado con él? ¿Sobre qué? Yo era la pelirroja con la que lo viste, estaba siguiéndole, de incógnito. Pero, ¿cuándo nos viste? Estuve dentro del almacén todo el tiempo.

Sacudió la cabeza.

-No es eso lo que importa. ¿Qué hacía anoche en casa de Solmor? -preguntó, en vez de preguntar qué hacia ella por la noche en casa del consejero. ¿Se había dado cuenta del detalle o lo había pasado por alto? Probablemente aún no se había enterado de la relación que Hellas podía mantener con Solmor-. ¿Hablaron el consejero y él de algo concreto o solo pasó a saludar?

—Te vi entrar con tu pelo rojo fuego y tu buen par de tetas en el almacén y me colé por una ventana. Ya sabes, alguien que no era de Marjal Salino, un almacén abandonado. Olía a chamusquina—dijo como si fuera lo más normal del mundo—. Escuché un poco de vuestra conversación y luego te marchaste. Quería salir por la ventana, pero entonces vi que Eved venía hacia donde estaba yo. Así que no me quedó otra que salir del escondite. Fue una conversación corta, presumió de que tenía la información y yo le dije que entonces no veríamos pronto y me fui.

Y eso era todo la verdad.

—No lo sé. No le pregunté a Anders que hacía con él, ni tampoco él me lo contó. Cuando yo llegaba él se iba. Pero seguro que está relacionado con esto. El uso del almacén abandonado de los Solmor o que el consejo ya esté al tanto de todo esto...—Hellas no necesitaba más pruebas.

-Hay algo más que eso -comentó, pero no sabía hasta qué punto podía compartir esa información con ella-. Pero antes tenemos que resolver el asunto del barco. Habría sido interesante saber qué se contaron Solmor y Eved. El caso es que Eved ha hablado con dos miembros del consejo y resulta relevante que matengan tantos secretitos cuando nosotros estamos pringando, y estamos en el mismo bando.

Se quedó en silencio. Sostuvo a Gary en brazos mientras lo escuchaba roncar y le acarició el lomo como si fuese un gatito.

-¿Habrá hablado Eved con tu tío también? Es que esta mañana he ido a ver a Fireborn y Eved ya estaba en activo. Y ahora resulta que fue a ver a Solmor. Es que no sé, es todo muy raro.

—Bueno, tú conoces mejor a Eved, pero la verdad es que tiene un ansia de protagonismo que no puede con ella. Si esto fuera una historia... casi pensaría que se está esforzando muy fuerte porque sea sólo la suya. Por suerte es la vida real—dijo ahogando una risa—. La verdad es que visto lo que está pasando podría haber hablado con cualquiera, incluido mi tío, sí. Pero tampoco estoy segura.

Hellas se quedó en silencio unos momentos buscando las palabras.

—Algo conozco a Anders y él no es de los que se quedan quietos sin hacer nada. Siempre está haciendo planes o buscando como hacerlos. No descartaría que fuera él quien movilizara a Eved y no al revés.

Oona estuvo de acuerdo con Hellas sobre el afán de protagonismo del espía de Tethyr, de modo que asintió a las palabras de su amiga.

-Podría ser. O podría ser que en lugar de reunirnos a todos para ponernos de acuerdo, ha ido de correveidile por todo Marjal. -Se frotó la nariz, algo inquieta-. Vale, no me importa de quién haya venido la orden, tengo que avisar a Fireborn de que iremos a la Casa Encantada esta noche. Más que nada para que esté sobre aviso y no se encuentre con alguna sorpresa a nuestra vuelta. A lo mejor nos puede prestar un par de soldados, porque nosotros solos, en un barco, y de noche...

Negó con la cabeza.

-En fin, nos vemos esta noche, ¿de acuerdo? Pasaré a buscarte, si te parece bien.

—Sí, cuenta conmigo. Sea cosa de quien sea, está claro que tenemos que hacer algo. Sobretodo si quieren hacer algo con la Casa Encantada—dijo frunciendo los labios levemente. Entonces sonrió divertida y le guiñó un ojo a su miaga—. ¡Suerte con el capitán!