Partida Rol por web

- No demasiado pero alguna vez le he llevado a el y a su hija a otra Isla-dijo encogiendose de hombros mientras se acercaba a vosotros-. Hagamos una cosa. Poneos cómodos, dejad vuestras cosas y esta noche cenareis conmigo en mi camarote y podremos hablar con más calma. Nos queda una semana muy aburrida, espero, por delante y no me gustaría gastar todos los temas de conversación tan rápido-dijo bromeando.

-Tranquilos-dijo en contramaestre que ahora manejaba el timón- nunca se queda sin temas de conversación...-bromeó.

En vista de que el capitán no había dado respuesta a mi ofrecimiento de ayuda, me imaginé que por el momento todo estaría controaldo aunque, en el caso de que el tiempo empeorase y nos pillara una buena tormenta ahí fuera, seguramente necesitaría la ayuda de todas las manos posibles.

Poco más se podía hacer entonces más que quedarse acodado en la borda viendo como el puerto desaparecía poco a poco de nuestra vista, o entablar conversación con el capitán y sus tripulantes, y eso que aún no había dejado mi macuto en el camarote que nos habían ofrecido y quizás fuera buena idea deshacerme de él por un buen rato.

—Tu equipaje parece muy pesado —le dije a Nera—. Trae que te ayudo a llevar tus cosas. ¿Dónde las quieres colocar? —Pregunté mientras cargaba con el voluminoso, y también pesado, macuto que la joven llevaba.

Asiento con una sonrisa a lo que dice el capitán, y aguanto estoica el beso que me da uno de los tripulantes. Hasta le sonrío a él también y todo, cada uno tiene sus propias costumbres y no ha sido irrespetuoso.

Al escuchar a Claude me levanto del arcón de un brinco y le sonrío, agradecida.

-La verdad es que sí que es bastante pesado.- Me encojo de hombros.- No quería dejar nada en la ciudad, y una vez que empiezas a hacer recuento te das cuenta de que has acumulado una impresionante cantidad de cachivaches.- Hago un gesto con la cabeza hacia donde el capitán nos ha dicho que está nuestro camarote.- En el camarote estará bien por ahora, si hay un problema médico puedo desmontarlo en un momento...

Le dediqué una sonrisa a la joven antes de emprender camino hacia los camarotes, cargando no sólo con su pesado macuto sino también con el mío mientras pensaba en los días que les quedaban por delante para hablar, tal y como había dicho el capitán, antes de llegar a destino.

Además, lo de la cena de esa noche sonaba bastante bien pero, por el momento y sin nada que hacer, tendría que ir buscándome algún entretenimiento para que las horas pasaran más rápido.

A mí tampoco me había parecido mucha tripulación, sobretodo, porque a poco que sufrieran cualquier percance, ataque o incluso enfermedad, se iban a quedar en "agua de nadie" si no tenían gente suficiente. Eso sí, yo normalmente me enrolaba para misiones concretas, tampoco sabía de cómo tenía que llevarse un barco o a cuánta gente tenías que contratar. 

- Bien. Cuenta conmigo para esa cena. - Sí, era una de esas personas que siempre se apuntaban a comer y a beber y eso, que con lo delgada que estaba nadie lo diría. 

La ocurrencia del contramaestre me hizo reír, aunque me parecía que sería cierto y aquel capitán siempre tendría algo que decir. De todas formas, a mí me gustaba eso de escuchar historias, así que seguro que sería una cena interesante. 

Dupont ayudaba a Nera con sus cosas de médico, así que yo bajé a dejar lo poco que traía sobre una de las literas. El lugar no era ni mejor ni peor que otros barcos del estilo que había visto así que estaba claro que dormiríamos bien allí. 

El grael os esperaba en las escaleras para bajar al interior del barco. Era un hombre morsa corpulento, de piel grisácea y grandes colmillos que sobresalían de su boca. Vestía unos pantalones amplios, ajustados por una faja de tela brillante y unos brazaletes dorados pero mantenía su pecho desnudo. 

-Hola, mi nombre es Grunk-se presentó cordialmente- os enseñaré vuestro camarote, jeje- no parecía ser muy espabilado pero tenía esa candidez propia de los niños pequeños. Os hizo un gesto con la mano para que lo siguierais y se internó en la bodega del barco.

Era un lugar oscuro y algo claustrofóbico. Entraba la tenue luz de la mañana por unos pequeños ojos de buey pero en cada viga había un farol de aceite preparado para iluminar el interior al anochecer. La bodega era un espacio amplio y casi diáfano donde se apilaban cajas y barriles, aparejos y otros utensilios necesarios para el barco. Cerca de las escaleras había un pequeño espacio apartado del resto donde se podía ver un fogón y un par de estanterías con algo de comida, botes de especias y alguna ristra de ajo colgando del techo. Mas adelante había varias hamacas  situadas a dos alturas, nada muy cómodo. El grael os guió tarareando hacia un grupo de 4 hamacas algo apartadas pero no demasiado cerca de la proa el barco.

-Estas son vuestras hamacas-dijo el grael con una sonrisa satisfecha- os hemos puesto lo más alejados de la letrina como hemos podido-dijo señalando el pequeño espacio de la proa lugar que tenía varios agujeros pequeños que eran usados de letrinas- Nadie os molestará-afirmó-. Me llamo Grunk, no se si os lo he dicho. Si necesitáis cualquier cosa podéis pedírmela-se ofreció.

Saludé a Grunk, aquel hombre morsa con pinta de bobalicón que nos acompañó a lo que sería nuestra residencia durante los siguientes días, deseando poder descargar el pesado petate de Nera. Hombre, no era que esperase que nos alojaran en unos impresionantes aposentos, pero aquel cuchitril que tendríamos que compartir con toda la tripulación me hizo arrugar la nariz. No me consideraba alguien exageradamente exquisito pero no iba a negar que un poco de comodidad en la vida estaba muy bien. En fin, tendríamos que conformarnos con lo que había y, por lo menos, sólo se trataría de unos pocos días.

—Todo un detalle —murmuré cuando Grunk comentó que nos habían alejado de las letrinas, sólo faltaba tener que aguantar los hedores de aguas mayores y menores además del sudor y la suciedad de aquella variopinta tripulación. Me giré hacia Nera para saber dónde quería que le dejara el petate—. ¿Aquí te viene bien? —Le señalé una de las hamacas que, para mi desgracia, no parecían demasiado cómodas algo que iba a repercutir en mis intenciones de divertirme, una vez más, con Rheena.

-¿A mi?-preguntó extrañado el grael cuando Claude preguntó si le venía bien. Aunque al cabo de unos incómodos segundos se dio cuenta de su error- Ah no, jeje.

-Bueno, os dejo que os instaléis, si necesitáis algo buscadme. Soy fácil de encontrar-bromeó mientras se daba media vuelta para marcharse a cubierta.

Pete bajó a echar una ojeada a la bajo cubierta. Pero no tenía nada que dejar en ella. Apenas tenía pertenencias salvo su viejo zurrón y su mosquete, dejó éste sobre una hamaca y volvió a cubierta. De no tratarse de un pequeño balandro, Pete hubiera preferido ser tripulación de bajo cubierta. No era un secreto que con ayuda de sus manos en las vigas, maderos y cuerdas se movía mejor que sobre cubierta donde dependía más del equilibro de su malograda pata de palo.

Yarrrgh, ¿Y si me entran ganas de cagar? ¿Qué tengo más cerca? ¿La borda o la letrina?

-Depende de donde estés cuando te de el apretón...-dijo una voz profunda tras Pete. Al girarse vio a un kraken muy alto, vestido con ropas brillantes y bien cuidadas que portaba un sable en el cinto. De no ir haber conocido al capitán antes Pete podría haberlo confundido perfectamente. Sus tentáculos se movían hipnoticamente,como los de un pulpo,  mientras observaba al marinero que acababa de salir a cubierta. 

Grunk era el más listo de la tripulación, eso quedaba claro, pero bueno, todo el mundo tenía su utilidad en aquel lugar, seguro. De todas formas, había sido agradable con nosotros. 

- Gracias Grunk. - Le terminé diciendo. 

Pete me hizo poner los ojos en blanco con eso de las ganas de cagar. 

- Mientras no cagues aquí... - Le dije como pensando que era muy capaz de importarle un pimiento quién estaba cerca cuando tuviera que evacuar. 

Eso sí, cuando escuché aquella voz profunda prácticamente me di la vuelta de un salto y vi a la criatura observándonos, aunque no con tanta curiosidad, seguro, como nosotros le observábamos a él. 

- Desde luego, lo de este barco es toda una flora y fauna. - Pensé viendo lo cariopinto de la tripulación. Quien dijo aquello de que en la variedad está el gusto estaría muy complacido con este barco. 

No puedo evitar levantar la cara hacia el cielo durante la agradable conversación acerca de letrinas y evacuaciones, y miro un momento de reojo a Claude, sonriendo levemente.

-Ahí es perfecto, muchas gracias por la ayuda. A tí también, Grunk.

Me giro con cara de circunstancias hacia Pete cuando habla, y suelto una risita al escuchar a Rheena. La verdad es que yo estaba pensando lo mismo.

-Y esperes a estar solito para plantar el pino...- Termino el comentario de la otra chica, sólo para empezar con unas básicas (espero) normas de convivencia.

Veo al nuevo tripulante, supongo que es el último de una plantilla tirando a rara y diversa.

-Buenos días,- comento hacia él.- Soy Nera.

-Buenos días señorita Nera, soy Keraptis también conocido como "la espada dorada"-se presentó el kraken- un placer conoceros. me han dicho que pretendeis bajar 50 brazas hasta un pueblo hundido... espero que tengais experiencia. No pocos han perdido la vida en las profundidades-dijo con un aire misterioso. El aspecto esbelto y sus gestos calmados parecían más los de un monje o un bibliotecario y mantenía la calma mientras todos parecían mirarle como si fuera un monstruo salido del fondo marino.

Pete no pudo reprimir una cara de asco - ¿CAGAR Aquí? ¿¿Delante vuestro?? Puaaj me dais arcadas, sois peores que una sopa de ojos de calam.... - Miró al Kraken y una gota de sudor le cayó de la frente - De calamidades, como las tormentas, tienen ojos, ojos de la calamidad rayos y centellas

Pete se alejó por cubierta a proa, para entretenerse recogiendo amarras cuando estuvieran listos para zarpar

La conversación había derivado en temas demasiado escatológicos para ser tratados delante de dos damas, pero estaba visto que Pete no iba a cambiar de la noche a la mañana. Lo que sí me llamó la atención fue el aspecto del kraken que se presentó como Keraptis, no por su aspecto físico tal cual, después del tiempo que llevaba por ese mundo ya empezaba a acostumbrarme a encontrar todo tipo de seres extraños, sino más bien por el aire que tenía a rata de biblioteca, un erudito en toda regla. Qué coño hará con esta tripulación, me pregunté curioso por saber cómo alguien con ese aire de hombre de cultura elevada hacía en el barco.

—Espada dorada... interesante —musité antes de presentarme también—. Mi nombre es Claude. Y dígame Keraptis —me costó un poco pronunciar su nombre—, ¿cuál es su función en el barco? Tiene un aire de sapiencia que parece desentonar con el entorno —esperaba no haberlo molestado con mi comentario.

-Soy un guerrero, como habreis podido deducir-dijo sin dar signos de haberse molestado- Ayudo en el barco como cualquier otro marino y ademas presto mi espada si los piratas acechan-explicó-. Además... no se si os habeis fijado en que soy un kraken-bromeó aunque su tono de voz apenas había cambiado y costaba discernir si era una broma o no- suele ser util tener en la tripulación alguien que sepa nada y pueda respirar bajo el agua

Tras el kraken se escuchó la risa femenina de la marinera que hacía unos minutos estaba por los palos asegurando las jarcias y el velamen.

-Rezad por que no os tenga que proteger o estais jodidos-dijo aun riendose la mujer que se acercó al grupo. El kraken hizo un gesto de desprecio como si no le quisiera dar importancia a las palabras de su compañera- Me llamo Vel-se presentó. Era una mujer de piel oscura, facciones marcadas y su pelo negro trenzado den multiples y finas trenzas. Sus ropas, mas útiles que elegantes, se ceñian a su cuerpo puesto que para el trabajo que la habíais visto desempeñar cualquier manga amplia o tela como la de un vestido le imposibilitarían la tarea.

En cuanto Pete me dijo que le dábamos arcadas le enseñé mi dedo corazón a modo de respuesta a su insulto, pues aunque iba a decir algo más sobre que a decir cercadas había empezado él, me tuve que echar a reír por eso del calamar. Sí, a mí también me parecía una buena idea no llamar calamar a alguien al que llaman algo que tiene espada entre sus palabras. 

- Tú eres el aguafiestas del barco ¿no? - Siempre tenía que haber alguno y en este caso, parecía que nuestro amigo el calamar era ese. Eso, o es que lo que estábamos escuchando era su arrogancia desbordando a raudales. - Bueno, en algún momento tenemos que morir y temer a la muerte es sólo tener miedo a lo inevitable. - Puse mi sonrisa de "vete a molestar a otros, anda". 

Por suerte apareció la mujer que andaba antes trepando por las velas. 

- Sí, ya me he dado cuenta. Un placer Vel, yo soy Rheena. 

Sí, claramente no me había presentado al aguafiestas y no iba a hacerlo. No me apetecía que me estuvieran recordando todo el rato lo que podía salir mal en una misión. Para morirme estaba segura de que no necesitaba ni sus palabras ni su consejo, que seguro que a mí solita se me podría dar realmente bien hacerlo. Eso sí, no era una de mis metas próximas en la vida. 

-¿Aguafiestas yo? ¡Ja! de eso nada -le respondió keraptis moviendo sus tentáculos rápidamente- Total no soy yo quien se va a jugar el pescuezo ahí abajo-dijo pero enseguida la mujer le interrumpió.
-No te lo jugarías abajo, ni te lo jugarías aquí arriba-le dijo con sorna Vel que parecía divertirse molestando al Kraken- además aun nos queda una semana de viaje hasta llegar a la zona, no se por que te preocupas ahora.