Partida Rol por web

- Sígueme. - guié al caballero hasta otra habitación en el mismo piso. - Puedes dormir y descansar aquí. Úsala a tu antojo. Mientras seas mi invitado ésta será tu habitación, y ésta es tu casa. -

Era una habitación espaciosa, casi lujosa, pero los muebles, espejos y cuadros que formaban la decoración estaban dispuestos en un estilo un tanto... medieval. La mayor parte habían sido sacados de subastas realizadas por museos y pertenecían a los siglos XII y XIII. El caballero no se sentiría como en casa, pero al menos estaría a medio camino entre su época y la actual. En una mesa en la pared opuesta de la cama se encontraba un enorme televisor de plasma. Al menos el caballero podría ponerse un poco al día con la actualidad en sus ratos libres... si le apetecía.

Un par de enormes armarios y un arcón de madera bien conservada a los pies de la cama completaban el mobiliario.

- En ese armario hay algo de ropa de tu talla. Es ropa actual, muy ligera. Si quieres puedes ponértela debajo de tu armadura, para cuando hagas aparecer y desaparecer la armadura. Así podrás pasar desapercibido en mi mundo. - Además junto a la puerta había un perchero donde reposaba una larga gabardina, que si bien no ocultaría el ancho de la armadura, sí que ocultaría en gran parte la apariencia... en caso de que el caballero quisiera salir con armadura a plena calle.

- Descansa un poco y avísame cuando estés listo. Tenemos que averiguar quiénes son los otros 6 magos, y sus servants. Prefiero tener conocimiento del peligro al que nos enfrentamos. -

Me di la vuelta para salir de la habitación y dejarle intimidad pero al llegar junto a la puerta paré un instante:

- ¿Cómo debo llamarte hasta que me gane tu respeto? - pregunté. Pensaba en él como un antiguo caballero... muy antiguo. Pero me parecía un tanto extraño llamarle así... o incluso servant.

Una vez guiado hasta aquel amplio habitáculo, asombrado, paseó por el entre grandes armaduras, escudos y armas.

-Así que..He de suponer que esto usaban los "Occidentales" para combatir... Cierto es que el uso de la pólvora llego bastante tarde.

Abrió los armarios y con gesto arrugado observó aquella ropa. A excepción de la gabardina, la cual en cierto modo podía, efectivamente, ocultar una armadura, llegado el momento. 

Quitó su armadura, tanto pecho como grebas y las colocó en un maniquí cerca de allí. Probó a llevar una mano hacia los brazaletes que había dejado y, efectivamente, la armadura desaparecía del maniquí y volvía a su dueño.

-Perfecto...

Comentó, antes de volver a dejarla allí. 

Se vistió deprisa, con una camisa mas bien larga, blanca, una gabardina encima y el pelo suelto. Sin el casco y todos aquellos instrumentos, parecía una persona normal, pese a que el lancero de los tres reinos bufaba y suspiraba.

-No hay tiempo que perder, Marcus Rahl. Estoy listo: Suficiente he dormido en el letargo en el que me encontraba. No necesito descanso.

Afirmó, saliendo a dar con el chico con unos pantalones largos vaqueros, una camisa blanca de manga larga, y una gabardina negra, demás de unas botas del mismo color que el ropaje que cubría su cuerpo.

-Mi nombre es Zhao Yun, General tigre y mano derecha de Liu Bei, Emperador de Shu Han.  Lancero afamado en la historia de los tres reinos, por ser un gran amigo del emperador, y un gran soldado leal hasta cuando fui traicionado.

Miró hacia abajo, algo molesto: Para el no habían pasado tantos años desde que sucedió aquello. Seguía latente en su corazón, como la herida mortal que lo condujo hacia aquel lugar en el que había pasado los últimos 1700 años.

-Está bien, confío en ti, Marcus Rahl. Por ahora, tus motivaciones para esta guerra son las mías, y tu finalidad parece ser la mas sensata. Te ofreceré mi fuerza, aunque siempre esté acechando todos tus movimientos y es posible que en algún momento hasta vuelva a desconfiar de tí. Compórtate como un guerrero, piensa como un estratega y actúa como un amigo, y entonces, tendrás mi eterna compañía

Crujiéndose el cuello a un lado y a otro, después de haberse quitado aquel pesado casco, y sintiéndose demasiado libre, respiró profundamente.

-Bien... Estoy preparado para conocer a nuestros rivales.

- De acuerdo General Tigre. - me gusta ese apodo.

- Ahora lo más sensato es esperar. - comento mientras me dirijo de nuevo a la biblioteca. - Acompáñame, por favor. - digo mientras hago un gesto con la mano.

Cuando llegamos voy directamente junto a una mesa preparada con varios pergaminos encima de la mesa. Varios cuencos con especias de diferentes colores reposan en un extremo, además de una balanza con varias piedras pequeñas. Un par de tizas parecen tiradas sin orden junto a un grupo de libros en otra zona de la mesa.

- Debemos esperar a que se produzcan combates entre magos y servants. La energía liberada nos dirá dónde están y entonces podremos averiguar quiénes son. Luego estudiarlos desde el anonimato y averiguar sus apellidos y linajes. Buscaremos información acerca de sus familias en los libros y en internet. -

Empiezo a revisar los libros del montón por orden. - Por el momento repasaré las familias más importantes y conocidas de magos, no somos muchos y será fácil saber cosas de nuestros rivales una vez averigüemos sus linajes. -

Levanto la cabeza por un instante de los libros... - También tendremos que estar atentos a las noticias. Si hay algún combate entre magos por las calles de Venecia es probable que salga por la tele. Y aunque la Iglesia consiga taparlo, tú y yo sabemos qué indicios buscar para detectar por dónde se mueven nuestros enemigos. Es mejor que ellos se desgasten primero en esta guerra. -

Seguí pensativo unos instantes: - Si alguno sale en televisión será presa fácil. Pero no debemos exponernos al resto de rivales.

Se me ocurrió una idea pero no tenía ni idea de si Zhao Yun era capaz de algo así o no: - ¿Tienes alguna forma de dar con otros como tú? ¿Otros invocados? Me refiero a si sentís vuestra presencia si estáis cerca. -

-Muy bien. Entonces...

Buscaría aquel cachivache al cual llaman "Televisión", y lo encenderían tal y como el muchacho de cabello oscuro lo había hecho anteriormente.

-¿Me puedes decir donde podemos ver....Cosas de ese tipo?

Comentó, algo perdido. Una vez colocara tal canal, quedaría en la puerta de aquella habitación, con la misma cerrada. Los años de guardia no serían en vano. Cerró los puños y agudizó el oído. En el caso de que las noticias comentaran algo sobre aquellos indicios de reyertas, iría a ver.

-Sabia decisión estratégica. Es mejor mantenernos frescos para cuando no haya otra alternativa.

Comentó, en tono calmo, mientras observaba lo que hacía el chico. En realidad era un mago.. Era bastante diferente a los "Magos" de su época. ¿Conseguiría localizar a los otros magos? ¿Contaría con el para hacer una estrategia de batalla digna?

-Una cosa mas: Permite que te recuerde que fui General. Si en algún momento necesitas ayuda estratégica, puedo ser de ayuda. Un líder jamás consigue nada solo.

Dicho lo mismo, Se puso a hacer guardia en la puerta, como solo un soldado sabría hacer. Pese a no tener las armas, su porte seguía intimidando. Sabía que a un solo gesto, estaría preparado para detener cualquier invasión al lugar. Tras un momento así, se dio cuenta de que aquello no serviría nada, por lo que se colocó viendo la televisión. A lo mejor estar allí viendo las "Noticias" era mas útil que estar en una puerta, sin hacer nada en concreto.

Escuchó al pelinegro, y negó con la cabeza

-No lo se: No siento nada, si a eso te refieres. Bueno, me siento extraño, pero creo que es normal: Para mi no han pasado 1700 años, y este salto temporal aún me perturba, pero de resto, no encuentro nada extraño en mí

Se acomodó, casi dejándose hundir en el sofá. A decir verdad, era fácil dejarse llevar por las comodidades de aquella vida. Sonrió levemente. Suspiró... Y, aunque pareciera que estaba relajado, se mantenía atento, sobre todo a la televisión y la puerta. Un guerrero jamás tenía descanso. 

Quizás por aquello morían tan jóvenes..

-Tómate tu tiempo: La guerra no se gana en una hora, y la estrategia es una parte muy importante de la misma. Asegúrate de conocer a nuestros enemigos, y entonces trataré de ayudarte.

Mientras me sentaba a ver la televisión y el General Tigre se sentaba en el mismo sofá... recapacité acerca de sus palabras:

- En una cosa tienes razón. Eres un soldado, un gran general. Cualquier cosa que se te ocurra para ayudarnos a vencer, cualquier idea que te venga a la cabeza... lo que sea: dilo. Eres libre de hablar. Por mucho que se nos denomine Master y Servant somos iguales, y si trabajamos juntos ganaremos. Si no estamos condenados al fracaso y a una muerte deshonrosa. -

A medida que iba viendo los noticiarios locales me iban surgiendo nuevas ideas:  - Es posible, pero no lo tengo muy claro, que la Iglesia nos dé algunas indicaciones. Así que debermos estar atento también a posibles mensajes. -

- Y en cuanto a tácticas de combate... quizá sea buena idea ponernos al día de nuestras capacidades para no estorbarnos mútuamente y tener una mayor eficacia. Conozco hechizos de gran poder destructivo en área y a distancia. La típica bola de fuego es un buen ejemplo. - sonreí. - Por otro lado también sé algún hechizo para apoyarte en las distancias cortas, no son ofensivos per sé, pero si te protejo tú sí que eres ofensivo con tu arma. -

- ¿Qué crees que es mejor, General? Podemos ir a la Iglesia a hacer unas cuantas preguntas. Nos darán explicaciones y consejos. Pero yo creo que todos los magos seleccionados harán lo mismo. La Iglesia es suelo sagrado por lo que dentro no podrán pelear... pero se conocerán entre ellos al menos de vista. Si nosotros no vamos, no nos reconocerán. Podemos esperar un par de días antes de ir corriendo a la Iglesia a preguntar. ¿Crees que sería buena idea que hiciéramos una ruta por las principales iglesias de Venecia sin entrar en ellas, limitándonos a observar quién entra y quién sale de ellas? Por simple observación será difícil detectar a otros magos o servants... pero quizá alguno de los servants no sea muy típico y sí que podamos detectarlo. - meneé la cabeza pensativo.

- Incluso quizá no estaría de más contratar algún detective privado, o más de uno, para que vigilen las iglesias y hagan fotos de las personas que pasan por allí. Luego revisando las fotos quizá podamos dar con alguien que no parezca de esta época, gente con pinta extraña... ¿qué opinas? -

Comenzó a razonar, entonces. Se había pedido su opinión, y la daría.

-En su momento te hablaré sobre tácticas de campo. Solo somos dos, y para grandes tácticas necesitamos grandes ejércitos. No pretendía llamarte Master en ningún momento, Marcus Rahl.

Comentó, observándolo con seriedad. Entonces, volvió a hablar.

-No somos mas que aliados por un mismo objetivo. Haremos bien en no olvidarlo

Luego colocó sus brazos apoyados en los muslos, algo inclinado hacia delante.

-Soy un lancero, mago. Y, ante todo, soy un caballero. Soy un guerrero que utiliza la lanza como arma para golpear a mis enemigos, tanto de lejos como de cerca. El equino que soporta mi peso, mi caballo de guerra, el que vino conmigo a este mundo, espera en algún lugar a que lo llame. El me ayuda en la defensa, siendo, gracias a el, capaz de bloquear grandes cantidades de daño. En el combate suelo usar todo eso a mi favor. 

Entonces calló. Escuchó al pelinegro de traje elegante, y sopesó las ideas. Esperó respetuosamente a que finalizara, y expusiera las posibilidades que se les planteaban.

-A mi modo de entender, el espionaje es una táctica perfecta para esta situación. Los juegos de guerra entre regiones siempre comienzan desde la inteligencia militar, que pasa por enviar personas específicamente asignadas para encontrar a otros, y darnos especificaciones de su estilo de batalla, número de personas...En nuestro caso, estilo...¿Tipo de hechicero? Bueno, no se como va lo vuestro. De igual modo, es una ventaja que haríamos bien en no desaprovechar, y si, como me comentaste, tu familia es conocida, entonces todos sabrán de ti una vez salgas de aquí. No debemos exponernos, Marcus Rahl. Esa es mi humilde opinión.

Terminó aquello volviendo a observar la televisión. Aquella sería una de las grandes fuentes de información, al parecer, que tenían a su disposición.

-¿Existe algún lugar en el que podamos exponer nuestra forma de batallar? Si es posible, considero una buena idea saber de antemano como aliarnos en el combate, para evitar errar en un futuro.

- Tenemos dos sitios para exponer nuestra forma de batallar. El primero es el sótano de esta casa, es muy amplio y podemos equiparlo con lo que necesitemos. El segundo son los jardines, son muy amplios y la arboleda de alrededor impide que se vea casi nada desde fuera. - comencé.

- Dame un instante, voy a llamar a un detective para que vaya a hacer fotos ya mismo. - saqué mi teléfono móvil y busqué en internet detectives privados por la zona. Escogí el que me pareció mejor y marqué el número.

Después de una breve conversación donde expuse mis prioridades, cerré el trato. El detective se pondría ya mismo a vigilar la entrada o entradas de la Iglesia que le había indicado. Tendríamos fotos de toda la gente que entrara y saliera, y notas de los comportamientos extraños o que parecieran fuera de lugar. Luego ya el General y yo podríamos decidir si queríamos que el detective investigara más a fondo a alguno de los fotografiados.

En cuanto quedó todo cerrado colgué y volví a hablar con el caballero: - Bien, bajemos a entrenar. ¿Prefieres primero un sitio cerrado y con obstáculos como el sótano? ¿O mejor en espacio abierto como los jardines? Luego revisaremos las noticias, he dejado grabándose todos los telediarios y podemos echar un vistazo a lo más importante posteriormente en internet. -