Partida Rol por web

¿A quién buscáis? -una voz surgió de repente desde un lateral, con la que os sorprendísteis-. Los tres mirásteis hacia la izquierda, y tras unos zarzales que bordeaban la charca vísteis una figura femenina que estaba allí, de pie, observandoos. Era una joven de cabellos rubios y ojos azulados, que rondaba los veinte (tal vez menos) y de gran belleza.

Las palabras del pastor no le gustaron a Tomén —¡¿Han desaparecido?!..— dijo un poco molesto sospechando que el pastor les haya hecho venir hasta aquí para nada —..los muertos no caminan pastor..— le dijo en tono sarcástico.

En ese momento una joven hermosa apareció entre los arbustos. La belleza de aquella joven embelesó a Tomén de tal manera que tardó unos segundos en contestar a sus palabras.

—Señorita..— dijo inclinando la cabeza —..mi nombre es Tomén de Arabalestra. Somos caballeros y estamos aquí en misión urgente, espero que no la hayamos importunado..— continuó hablando el caballero —..dígame ¿Está vuestra merced sola? Tememos que se haya producido un asalto en esta zona, y sería muy peligroso para vos que se encontrara con los asaltantes..— añadió Tomén —¿Ha visto vos a alguien rondando por aquí?—

El pastor se encogió de hombros. Según lo dicho en el castillo, varios hombres yacía en ese lugar ahogados.

Tres concretamente... -apostilló-. No llevaban armaduras, prendas corrientes, tal vez criados. No me acerqué aquí, pero estaba claro que no eran campesinos de la zona.

He visto... ¡a ese! -señaló al pastor-. Ese hombre vino esta mañana y no saben vos lo que hizo... -estaba inculpando de algo al pastor, que se sorprendió, incrédulo-. Venían en una carreta con sacos y tinajas, en esa misma yegua que hay ahí... Luego... los engañó; los atrajo hasta aquí y luego los apuñaló, uno a uno, a la vereda de la orilla... Los cuerpos los echó al agua... ¡a esa charca! ¡Descansan en su fondo!-la joven señaló al agua con su fino dedo-. ¡No os fiéis de él! -entonces se giró y echó a correr detrás de los arbustos y zarzales, perdiéndose de vuestra vista tan rápido como había llegado...

¿¡Pero qué dice esa niña!? -se preguntó el pastor-.

Sir Guzmán apuntó instantáneamente con su ballesta al pastor. Su gesto se torció de repente.
- ¡Que está diciendo pastor!- Su tono amable había desaparecido por completo.- ¡Han muerto cuatro hombres de fe! ¡¿Qué está pasando aquí?!- Hizo un gesto a Sir Tomén para captar su atención. Aunque sus gritos habían despertado a todos los pájaros a una milla a la redonda- ¡Sir Tomén, registradlo! Si lleva algún arma, lo llevaremos ante la justicia divina y... ¡Qué le cuelguen por asesinato y traición al credo!- Unas leves gotas de sudor habían comenzado a correr por su frente, su forma física se delataba a través de ellas. Conjuró unas maldiciones mundanas y esperó iracundo la respuesta del pastor. 

Tomén saltó como un resorte al oír las palabras de la muchacha, igual que hizo su compañero Guzmán. Tomén desenvainó rápido su espada y, mientras  su compañero lo apuntaba con su ballesta, se acercó al pastor, arma en mano, para poder registrarlo como le había pedido su compañero. Sus pulsaciones se elevaron en ese momento.

—Así que te has inventado lo de los cadáveres para atraernos hasta aquí..— le dice Tomén al pastor en tono serio y sin quitarle los ojos de encima —..¿acaso pretendías acabar con nosotros igual que hiciste con los pobres viajeros de la carreta?— preguntó sin esperar respuesta alguna —..suelta todas las armas que lleves o te prometo por nuestro señor que te atravieso con este acero..— le ordenó el caballero —..¡Vamos! ¡Saca todas las armas y tíralas al suelo!— insistió en un tono más fuerte. 

Mientras le hablaba Tomén se iba colocando en una posición estratégica para evitar que el pastor pudiese salir huyendo mientras se iba acercando a él.

¿Cómo? Mis señores... ¡nada he hecho yo más que dar aviso al castillo y venir con vos aquí! -el pastor estaba sorprendido, a la par que incrédulo, puesto que las palabras de aquella joven (y la no aparición de cuerpo alguno en la orilla) habían servido para poner en el punto de mira al pastor-.

Tras la orden de Guzmán, Tomén desenvainó ante el humilde hombre, y éste se asustó bastante. Luego comenzó a registrarlo: aquel tipo no llevaba más que su bordón típico.

No, no... nada me he inventado -respondió-. No tengo necesidad de ello... ni de acudir al castillo para quedar en evidencia, como ahora... ¡Esa muchacha está mintiendo! -miró hacia a un lado, señalando, pero no estaba allí, pues ya se había ido hacía escasos segundos-. Ante la insistencia de Tomén acerca de las armas, el pastor insistió a su vez, diciendo que no tenía armas.

Entonces, mientras aquella rocambolesca situación se daba junto a la pequeña charca, Guzmán oyó un grito.

¡Aaah! -era una voz masculina, y pudísteis discenirla porque estaba realmente, justo detrás del montículo de rocas por el caía el agua en pequeña cascada-. Alguien parecía pedir auxilio.

Tras finalizar el registro, la dureza y la ira del rostro de Sir Tomén contagió a Sir Guzmán. No tenía armas y ningún indicio de que ese hombre hubiese matado y tirado al agua pura a esos nobles frateres. 

El rostro de Sir Guzmán volvió a cambiar, esa frustración se había convertido en tristeza. Lo había vuelto a hacer, había acusado a una persona sin pruebas, como hizo anteriormente con Santiñán. Esa sensación lo desoló al instante. Siempre había sido un hombre justo, un siervo de Dios que empleaba la lógica y la bondad con las personas que le rodeaban. Pero nunca había estado en una situación así, le habían destinado hacía un mes al castillo de Almorchón, y actualmente, todo lo sucedido en las horas anteriores le estaba superando a nivel psíquico, e incluso físico. 

Pero tampoco hubo mucho tiempo para la pena, un grito de auxilio llegó a los oídos de Sir Guzmán, que nada más escucharlo giró su rostro hacia su compañero, y al ver que no había reacción por su parte, reaccionó de forma nerviosa.
- ¡Sir Tomén, un hombre está pidiendo ayuda en lo alto de la cascada!- sus palabras sonaron con una mezcla vacilante de miedo e ira.- Debemos ir en su auxilio.- Se dio unos segundos para reflexionar si la voz que escuchaba le era reconocible, pero no era el caso, no había compartido mucho la vida social en Almorchón y alrededores.- Antes de que le pase algo tan terrible como a los caballeros de la comitiva.

A Tomén le pareció extraño la acusación de la joven, pues, tras un registro apropiado, se pudo comprobar que el pastor no tenía evidencia alguna de haber acabado con tres vidas. O al menos eso parecía.

--¿Por qué mentiría aquella inocente chiquilla? ¿Tal vez lo confundió con alguno de los asesinos?, y si hubo asesinato ¿Dónde están los cuerpos?-- se preguntó el soldado.

De lo que no había ninguna duda es de que la joven era una importante testigo, igual que el pastor, y era imperativo encontrarla para hablar con ella. Pero antes de que pudiesen hacer nada tanto Guzmán como Tomén oyeron un grito de auxilio proveniente de algún lugar cerca de la charca. 

—¡Pastor! quédate aquí, que no se te ocurra ir a ningún lado— le ordenó Tomén al pastor. A continuación miró a su compañero y dijo —¡Vayamos!— aprobando lo que le había dicho.

Arma en mano Tomén decidió acudir lo más rápido posible hacia el lugar desde donde provenían los gritos.

El caballero Guzmán alertó a su compañero religioso, y Tomén ordenó al pastor permanecer allí, junto a la orilla, mientras ambos iban hacia la parte trasera del alto rocoso. Llevar allí los caballos sería un atraso, dada la orografía del terreno y la cercanía del origen del grito.

Por tanto, ambos dos, armas en mano, corrísteis bordeando la pequeña charca, el montículo de roca y un minuto después llegásteis a la parte trasera del lugar, la cual era algo más elevada. Junto a un arroyo (el mismo que un tramo más adelante caía en dicha cascada, había un tipo recostado en el suelo, sobre la hierba seca, y delante de sí había una especie de bestia bípeda, que parecía un hombre, pero sus ojos eran blanquecinos, su piel blanca y su vientre rasgado, a través del cual podían vérsele las tripas... Jamás habíais visto algo semejante, y aquella criatura estaba amenazando a su víctima, que parecía un viajero de lo más normal (un tipo con pellizas de piel y chalequillo de cuero).

La criatura, al veros, se giró, se incorporó un poco (pues a punto de devorar al hombre estaba), y entonces comenzó a correr hacia vosotros... Sus enormes garras por delante os hicieron tragar saliva.

La visión de ese ser estremeció a Tomén --¡Por el amor de Dios! ¿¡qué es esa cosa!?-- La bestia parecía surgida de lo más profundo del infierno. Él, que había viajado a los confines de oriente para luchar contra el infiel no había visto nada parecido jamás.

Pertrechado con sus armas, el caballero intentó protegerse de la embestida de la criatura con su escudo, y asestarle un espadazo cuando lo tuviese cerca.

Guzmán se aterrorizó. "¡Por lo más sagrado! ¿Qué es ese monstruo?". Observó como el monstruo cargó de forma furibunda hacia Sir Tomén, bajo el amparo del desconcierto de ambos caballeros.

Sir Guzmán agarró la ballesta y se posicionó para no disparar a su compañero, había vivido demasiado con esa persona en esas últimas horas y no deseaba en absoluto mas nobles frateres asesinados. Con un movimiento lateral se dispuso a encontrar un ángulo de tiro adecuado, moviendo su cuerpo escasos metros. Cuando encontró el lugar adecuado, apoyó la ballesta contra el hombro, justo como le habían enseñado en sus instrucción fugaz en el monasterio, y disparó con miedo en los ojos y un fervor protector en el corazón. 

Turno 1:

Aquella criatura se abalanzó contra Tomén. Puso sus garras por delante y, en respuesta, el caballero Tomén puso su escudo enfrentado. Pero no logró agarrarlo a tiempo ni colocarlo en dirección a la agresión, por lo que arañó fuertemente a Tomén en el brazo... Sin embargo, por el efecto protector de su coracina, pudo ser peor de lo había sido:

Daño (a Tomén): 8 (-5 por coracina) (/2 por brazo): 2 puntos de daño.

Actos seguido, el caballero respondió, y en tanto así, cargó su espada contra la criatura. Sin embargo, pese a enarbolarla con fuerza, la descargó erróneamente, momento en que el caballero Guzmán aprovechó para disparar al ser. ¡CLAP! Un virote rozó su barbilla y cuello, y a unos centímetros estuvo de causarle un gran daño...

Daño (a criatura): 3 (sin protección) (x2 en cabeza): 6 puntos de daño.

La criatura gimió un instante y comenzó a sangrar. Si algo sangraba, tal vez pudiera morir antes o después. La lucha encarnizada continuaba.

Sir Guzmán sonrió brevemente cuando el proyectil impactó sobre la bestia. Sonrisa que desapareció cuando vio como la bestia conseguía herir a Sir Tomén. "Dios está con nosotros" Pensó mientras apoyaba su arma en el suelo, a la vez que cogía otro virote de su estuche.

Estaba decidido a acabar con esa abominación antes de que se llevara más hombres al más allá. Aunque tuviera que pagar un alto precio por hacerlo. 

—¡Sapos y calaveras!— dijo el caballero maldiciendo su mala suerte.

Afortunadamente su compañero Guzmán había conseguido herir a la criatura con un buen tiro de ballesta —¡Buen tiro!— gritó

--¡Ahora es mi oportunidad!-- pensó Tomén, creyendo que el dolor causado por el virote lo distraería.

Recomponiéndose, el caballero intentó lanzar varios golpes con el que alcanzar algunos puntos débiles del engendro, si es que tenía alguno, y así hacerle más daño.

—¡Muere engendro del averno!—

Turno 2:

Reaccionó pronto esta vez el caballero Tomén, tratando de embravecer su espada y descargarla hasta dos veces en la maléfica criatura... El tipo que estaba allí, tumbado, más atrás, trató de levantarse para huir de aquel ser. Tomén, finalmente, logró cortar al engendro en el vientre y en su pecho...

Daño1: 4 (sin protección): 4 puntos de daño.
Daño2: 10 (sin protección): 10 puntos de daño.

La espada cortó el pecho de la misma, y luego la hoja del caballero entró y salió por su vientre. La criatura cayó entonces hacia un lado, desgastada, inconsciente y quedó tumbada frente a vuestros pies. La sangre salida por sus mortales herida era negruzca y caliente, muy viscosa... Mientras tanto, el caballero Guzmán preparó su ballesta de nuevo, cargando un virote con el cranequín

Tomén, aún jadeante por el esfuerzo de la lucha, sacó su espada de entre las entrañas de la criatura, la limpió, y durante unos segundos siguió observando a la criatura que yacía a sus pies, derrotada y sangrando una sustancia negruzca --¿De dónde has salido demonio infernal?-- pensó en aquellos instantes. Después, volvió en sí y decidió acercarse al hombre que gritaba pidiendo ayuda.

—¿Estáis herido?..— le preguntó —..mi nombre es Tomén de Arabalestra y aquel es mi compañero Guzmán Oliva— dijo señalando al otro caballero — ¿Cómo os llamáis?—