Partida Rol por web

Agudizas la vista y miras la figura que está frente a la puerta de la guarida de los Dragones. Parece que es un hombre asiático (cuando existia esa raza, ya sabes que en futuro el Buró elige quién será tu compañero/a en pos de crear una única raza y eliminar el racismo), joven, atlético.

No puedes verle la cara, pero lo que sí puedes ver el Desatomizador gigante que hay en el suelo. Cuando te fijas puedes ver que... ¡Está arrancado!. Seguramente fuese una de las defensas de la base, y ahí está, arrancada en el suelo, inútil.

Pero lo peor no es solo eso, también está su cara. No es que sea una cara impasible, sin emociones. No, es mucho peor. Es una cara congelada en un grito. Una cara que parece que quiere gritar, pero que nunca lo va a conseguir.

No lo sabes de cierto, pero dirías que, aunque desde su posición no te ve, te está mirando, por imposible que eso te parezca. Y, seguramente, con la clase de criaturas que pululan este lugar, está taladrando tu alma con esa mirada.

La figura parece que no se mueve, que está ahí, impasible, esperando. Es posible que sepa lo que va a venir a continuación.

No hace nada por esconderse, pero tampoco nada por buscaos. Sabe que, al final, todo llegará...

Mucho habéis tenido que pasar para llegar hasta aquí. Tiempo hace que llegasteis al Inframundo, de un modo u otro. Y eso, al final, se nota.

Aunque antes erais buenos en lo vuestro, nada tiene que ver con lo que sois capaces de hacer ahora. Por suerte o por desgracia, habéis aprendido como funciona este lugar. Más bien, habéis aprendido como funcionan las gentes y criaturas que habitan en este lugar.

Es el momento de verse las caras, con lo que parece ser una criatura del Inframundo, creado por y para éste. De alguna forma, sabéis que os está mirando, que sabe que estáis ahí. Tal vez, puede que, desde el principio, os esté observando, y os esté buscando.

Pero los únicos que podrían saber eso, o están encerrados en la base de los Dragones, o desaparecidos como Jack, o muertos, como el tipo tuerto con el cruzasteis palabras y se declaró culpable de este asunto.

Sea como fuere, es alargar esto de forma innecesaria. Con las energías renovadas, y sintiéndoos más poderosos que antes, decidís que lo mejor será verse las caras con ese ser de una vez por todas.

Comenzáis a descender la pendiente de suelo aceroso y montones de basura que hay a vuestro alrededor, decididos. Este será vuestra prueba final, el combate más difícil que hayais tenido hasta la fecha. Este será, de forma irremediable, ganéis o perdáis, vuestro desafío más importante.

Cuando descendéis, el ser nota vuestra presencia, y esta vez sí, veis como os está mirando. Es entonces cuando de sus manos brota una especie de espada de oscuridad pura. Parece que esa será su arma en este combate.

El gesto de grito congelado sigue ahí, impasible, sin inmutarse. Está esperando a que deis el primer paso, pero parece preparado para el combate...

Es ahora o nunca..., acabemos con todo esto.Amanda no se si sigues viva, pero de una manera u otra, juro que pronto estaré a tu lado... - dice mientras baja Roland.

Miró hacia la entrada de la guarida, sin pasar por alto el detalle del arma inutilizada en el suelo. Luego miró a los ojos al hombre que gritaba en infrasonido.

-¿Esto es todo? -dijo en voz alta a sus compañeros, sin dejar de mirar al guardian- ¿un asiático?... esperaba algo más imponente para nuestro regreso...

Ladeó la cabeza hacia Li Xia, con una ceja enarcada.

-Sin ofender...

Roland pasó al instante a la acción, enarbolando su prodigiosa aunque delicada arma. Allí frente a la entrada el otro había materializado una espada de materia desconocida. Él sabía que los enemigos con apariencia más inofensiva podían ser los más peligrosos de todos. Aquellos que no muestran su verdadero potencial pueden esconder muchas cartas en juego. Pero, desde luego, no iba a flaquear delante de los otros dos. La más prodigiosa mente criminal que jamás pisara el Inframundo no iba a caer frente a un demonio envalentonado. Sin embargo... solo esperaba que sus cartas fuesen mejores que las de él.

-En fin... -suspiró, desdeñoso- no queda más remedio... que ensuciarse las manos.

Comenzó a caminar siguiendo los pasos del anciano, tranquilo, acompañandose con el bastón dorado.

-Sabe que estamos aquí.

Es lo único que dice a pesar de la provocación de pandemia hacia los suyos. Los sigue, preparándose para un ataque inminente de ese sujeto.

El hombre ha de fijar un final para la guerra. Si no, la guerra fijará un final para el hombre.

John F. Kennedy

Sabe que la cosa esa sabe que están ahí, así que no tiene muchas esperanzas. Se concentra en su poder, que el pobre ya debe de estar hasta los cojones de que lo utilicen de forma tan seguida, y le envía una descarga de fuego al engendro ese con la cara deforme.

El fuego pasa alrededor del Grito Entrecortado, pero sin llegar a rozarle. Si no fuese porque tiene la boca cogenlada en un gesto horrible, juraríais que ha sonreído.

El mismo lugar de antes, ahora más cerca de vosotros:

—¿Has visto eso? ¡Fuego! ¡Parece que alguien está plantandole cara!

—Entonces, parece que al final, no todo está perdido. Sólo rezo para que tengan éxito...

El Grito Entrecortado no se lo piensa dos veces, y lanza su espada de oscuridad pura a Li Xia.

Ésta no se espera el ataque, y no puede hacer nada para esquivarlo. La espada pasa volando, haciendo un gran corte en su costado para después seguir su camino hacia el lugar que habéis dejado detrás vuestra.

Antes de que lleguéis a pensar que por suerte, el tipo a perdido su arma, podéis ver como la espada de oscuridad pura vuelve a crecer en manos del Grito Entrecortado.