Partida Rol por web

Tras la explosión causada por una de las bombas de Magi del Leviathan, la nave insignia de Dalmasca, te encuentras tirada y semi conciente en un paraje desolador. Ves a tu alrrededor el fuego mágico que empieza a envolver casas y personas. La ciudad de Rabanastre no será igual.

Aaah...- se estremeze de dolor en el suelo, y tras toser un poco, ahogada por el humo, se pone boca abajo, apoyandose con las manos y las rodillas en el suelo-¿p-pero que es esto...?
El pelo se le echa para delante e intenta levantarse torpemente...

Al ver que la ciudad de Rabanaste estaba envuelta en llamas mira hacia el cielo...

¿Pero qué..?
Maldita Leviathan...
Bombas Magi...¡JA!, si te crees que vas a conseguir asustarnos con este fuego mágico lo llevas claro...
No creyendose ninguna de sus palabras piensa en que deberia hacer ahora...
Lo pagarás...
Ve como todas las casas y personas se empiezan a consumir entre las llamas...
Y tras esa terrible imagen se le cae una lagrima de la cara...

Escuchas un solloso a lo lejos. Es un niño o un bebé. Tratas de ubicarlo. Uno de los edificios en llamas tiene a una mujer gritando cerca de una de las puertas. Se le hace imposible entrar.

Mi bebé... mi bebé, que alguien me ayude!

Va corriendo hacia la mujer..., hubiendo oido sus suplicas.
T-tu niño...
Señala el edificio en llamas...
¿Está allí?, ¿Como?...
Mira de nuevo a la mujer e intenta entrar al edificio en llamas...

Es imposible esquivar el fuego. Cada acción que hagas te quitará un punto de vida.

Lo sabes perfectamente y aún así, entrarás? La guerra parece que será dura.

SI ENTRAS:
Te diriges a un cuarto que parece la recepción. Tiras percepción dif 60 para seguir.

Al intentar entrar ve que su piel empieza a quemarse, y soportando el dolor sigue avanzando hasta entrar en un cuarto, que parecía la recepción del edificio.

Sigues tus instintos hacia un cuarto vacío. Parece que aquí no es. En este cuarto no hay otra salida que la entrada, por lo que vuelves a la recepción.

Tu cuerpo se quema rápido y debes seguir.

Suela un ligero grito de dolor.
Espero salir de esta..., no me gustaria quedarme chamuscada para toda la vida...argh..
Vuelve a buscar por toda la casa, intentando adivinar por donde venian los gritos del "bebé".

Recorres otro cuarto vacío, parece un cuarto matrimonial. No había nada de valor, pero seguramente aquí dormía la mujer que grita afuera.

Por algun lado ves una pintura y un jarrón. Puedes llevarte uno de los dos.
El jarrón esta tapado hermético y no parece fácil abrirlo.

La pintura tiene una mujer sentada. Puede ser la mujer de afuera de jóven, o incluso su madre.

Coge rápidamente el jarrón, sin dejar que se le escapara un grito de dolor.
Maldita sea..., ¿por qué me tube que meter aquí dentro...?

Mueve la mirada para todos lados, intentando buscar al niño.

Logras ubicar un sonido lejano que te lleva a subir las escaleras. Arriba encuentras 3 puertas que dan al pasillo en donde te encuentras. El fuego ataca por todos lados. Te hiere bastante y el aire es escaso.

Debes salvar al niño. Que puerta elegirás?

Mira fijamente a cada una de las puertas..., ya olvidandose del dolor que le causaban las llamas.
Vaya...emmm...haber...
Se pone la mano en la nuca, estaba en un aprieto..., ¿y si no abria la correcta?
Y dejandose llevar por la intuición abre la de...

En el primer intento, eliges una puerta que llama tu atención por unos rastros de pintura de un color pastel parecido al celeste.

Dentro del cuarto, unos peluches arden con el fuego azul de la magia. Por la ventana ves el bosque. También se quema rápidamente.
El fuego se esparce por el cuarto salvo en un rincón donde un pequeño niño llora agarrado a un peluche que se esta prendiendo fuego.

La ventana da a un techo que parece bajo.

Coge rápidamente al niño, junto a su peluche, lanza el peluche al suelo y lo patea un poco, para que las llamas desaparezcan, lo vuelve a coger y se lo da bruscamente al niño, calmandolo para que dejara de llorar.

El peluche pisoteado y casi quemado se combina con tu reacción enormemente violenta hacia el chico que llora desconsoladamente y con miedo, dificultándote la tarea de retirarlo del lugar. Tras una mirada despiadada tuya, el niño parece tan asustado que deja de llorar para reemplazarlo con una mirada congelada en el terror.

Tras abrazarlo para sacarlo de ahí, te abalanzas contra la ventana perseguida por el fuego que busca el aire para consumir. A lo lejos ves el fuego del bosque. Es hermoso, pero una lástima.

Saltas por el pequeño techo y caes amortiguando la caida con tu cuerpo. No te haces daño ni al niño.

Su madre te mira con ojos llorosos...

Uf...Uf...

Mira al niño y le acaricia la cabeza...
Uff..tranquilo pequeño...uuuf...ya está...
Se lo da a su madre, la mira solo de reojo, y aunque, feliz por haber salvado a su bebé, sentía verguenza de si misma por haber reaccionado de manera tan brusca ante el peligro.
Un bebé, un simple y pequeño bebé, habia tenido miedo de ella por unos instantes.
Se va lentamente caminando, observando la masacre causada por tal ataque del Leviathan...

Recuerdas instantaneamente que tienes el jarrón contigo.

Mira con cara de idiota el jarrón..., de verdad, que a veces llegaba a ser muy cabezota...
Se gira corriendo hacia la madre...
Uy..., es verdad..., tome...
Le deja el jarrón en el suelo, al lado de sus pies, teniendo en cuenta de que no podría sostener al bebé y el jarrón al mismo tiempo...
Y vuelve a irse...

Tras un paso, la mujer te llama.

Oye...

Abre el jarrón con suavidad como si tuviera fuerza sobrehumana.

Lo que saca de ahí te intriga. Es un pedazo de magi, como los que se usan para las armas. Salvo que este es blanco y azul marino.

Si recuerdas tus días en la academia, esto es un Waterga, la magi más poderosa de agua... con esto, y el fuego en todos lados, tal vez podrías salvar algunas vidas...

A lo lejos, el bosque se sigue incendiando peligrosamente. Si pudieras para el fuego...

Va-vaya...- mira la magi fijamente.
Tiende la mano para cogerla y mirarla mas de cerca.
Con esto...podría...¡apagar el fuego!
Si, ¡claro!

Se acerca mas al bosque, con intención de apagar aquellas llamas que lo corroían lentamente.