Partida Rol por web

-Si…Eh…Dame un momento.

Goodman había estado observando todo el proceso estupefacto y maravillado, si alguien se hubiera fijado en él le habría visto quitarse las babas de la barba.

Cuando Kiwa volvió a mirarle, Goodman se había inclinado sobre la encimera de la pequeña cocina, descansando ambas manos sobre esta de manera supuestamente casual, inclinado sobre esta mientras miraba un calendario allí colgado.

Tras unos segundos de incomodo silencio finalmente el medico callejero hizo ademán de retirarse de la encimera…

-Un segundo...-Se aclaró la garganta.- Tendríamos que ir a ese sitio si…Y luego hacer...-Empezó a divagar. A juzgar por la posición en la que estaba y lo poco regado que estaba su cerebro en ese instante, seguramente pretendía ocultar una tremenda erección.

-Vale, vamos.-Dijo tomando aire y dirigiéndose a la puerta del gimnasio.

Goodman llevó a Kiwa por “el barrio”, que no era nada más que los suburbios del lugar. La parte curiosa era que aunque estaba cayendo el sol y la gente se juntaba en bandas y había un clima de completo desastre fuera de la ley, la gente saludaba a Goodman con una sonrisa. Incluso un par de chavales de raza negra se acercaron al médico y le pidieron kitkat, cosa que el buenamente ofreció. Charló con ellos preguntando por su madre, que al parecer, estaba trabajando en la calle. No era difícil imaginar en qué.

-Tienen un local por aquí, donde se meten mierda.- La palabra mierda salió de la boca de Goodman con tremendo odio.- Bueno, es decir, vigilan a los que se drogan y cobran la pasta, porque mucha gente si no les vigilan se mueren en su propio vomito. Es asqueroso, pero debe de darles mucha pasta.

Llegaron a una casa baja en una avenida, normalmente eran unas viviendas sencillas con garaje y un vallado, pegadas al vecino y con apenas espacio para un porche, pero esta había tirado la valla y se había reformado de tal modo que dos de esas casas, con garaje, formaban una especie de bungaló alargado. Uno de los garajes estaba cerrado con persiana metálica, del otro salía ruido de música, regeton seguramente, y de vez en cuando se escuchaba el ocasional ruido de una de esas pistolas de aire que se usan para atornillar y desatornillar ruedas. En la puerta, un chicano de cabeza afeitada y tatuajes, con pantalones de estilo ancho y una chaqueta vaquera parecía montar guardia, fumando un cigarro en el propio porche. No parecía haberles visto, o si lo había hecho, los había tomado por dos personas más caminando en las calles de separadas farolas. Goodman miraba a Kiwa con atención y nerviosismo, no era un hombre de peleas.

Kiwa quedo sorprendida al ver que Goodman parecía algo inquieto, ya que no esperaba que un medico con tantos años de experiencia estuviera tan poco acostumbrado a ver gente desnuda. Sin darle mayor importancia, dejo esos pensamientos a un lado y salieron de allí adentrándose en los suburbios.

La gente de aquel lugar en su mayor parte respetaba al doctor e incluso los chicos se acercaban a pedirle golosinas, por lo que no tuvieron demasiados problemas a la hora de adentrarse en los callejones cada vez mas sórdidos y decadentes de la ciudad.

- Solo por aclararlo Goodman - dice sin levantar mucho la voz -, lo que pretendes es que entre ahí, y me líe a golpes con todo el que se mueva para luego despertar a uno y hacerle preguntas ¿es así? ¿o crees que existe alguna opción de que accedan a darnos información sin usar la violencia?

No tenia muchas esperanzas en que eso ultimo fuera posible, pero si era posible conseguir algo sin necesidad de violencia, estaba dispuesta a explorar las opciones.

Goodman oteaba el lugar desde la distancia en silencio, antes de girarse a Kiwa.

-Bueno quizá querías hacer alguna entrada sigilosa al sitio, pero no perdemos nada con acercarnos a la puerta y…Preguntar. Puedo intentar tirarme el rollo con lo de que soy médico, me resultaría extraño que ninguno de estos chicanos no haya oído hablar de mí, suelen ser clientes habituales.-Miro de reojo a Kiwa antes de hablar, frotándose la barba con la mano-Bueno, ¿quizás accedan a hablar a cambio de un baile?.-De pronto se puso bastante serio.-No no…a ver…es una idea como otras tantas. Puedes liarte a patadas también.

El hombre se ajustó las ropas y se encamino hacia las casa adosada de barrio, con renovada confianza ahora que tenía un plan.

Kiwa no pudo evitar girar la cabeza para mirar fijamente a Goodman con gran sorpresa. ¿acababa de sugerirle que bailara para esos tipos allí en mitad de la calle a ver si la dejaban pasar? No es que fuese tímida precisamente, pero... ¿realmente pensaba que aquello tenia opciones de acabar bien?

- No se yo si esos tíos iban a reaccionar... pacíficamente ante una oferta como esa. Creo que buscar un acceso por el que colarme discretamente es una opción con muchas mas opciones de éxito. ¿tu crees que puedes conseguir que te dejen pasar? ¿o prefieres esperar aquí fuera mientras echo un vistazo?

Se ajustó las ropas oscuras, así como la capucha de la sudadera y antes de ponerse en marcha le asaltó una ultima duda.

- ¿Que piensas que pueden saber estos tipos? ¿El paradero del Dragón? No creo que sepan mucho de sus planes...

Tras esto empiezo a rodear las casas en sigilo en busca de alguna ventana o puerta por la que pueda colarme en silencio. Observo las plantas superiores por si pudiera trepar y entrar por algún acceso.

Goodman se ruborizó un poco, si aquello era posible de ver a través de su descuidada barba. Posiblemente tenia algún otro plan pero se quedó boquiabierto y ojiplatico, intentando buscar la manera de responder, pero para entonces Kiwa ya parecía tener un mejor plan en mente.-No sé, las drogas tienen que salir de algún lado y seguro que algo nos lleva a su jefe…Así funcionan las cosas por aquí.

-Eso…Eso.-Dijo, partiendo otra barrita de kit-kat y llevándosela a la boca para masticar.- Creo que me quedo por aquí, no me he tomado mi diazepam.-Sonaba a excusa, pero era un médico, si era una excusa podía ser hasta buena.

Cuando Kiwa se separó de Goodman no le fue muy difícil rodear la casa sin que el guardia de la puerta se percatara. Desde una distancia más cercana se podía oler que el lugar era un antro, para fumar cualquier tipo de mierda de las que Kiwa había estado alejada gracias a su vida aprendiendo de su maestro. Los cristales de las ventanas traseras estaban deslucidos y viejos, aparte de sucios, pero había una ventana entreabierta en la planta baja (el edificio carece de planta alta) por la que estaba encajada uno de esas salidas para aires acondicionados de suelo, aunque no parecía funcionar ahora mismo. Del interior se escuchaba alguna voz diciendo cosas incoherentes.

-¡Sooooy el reeeeey del mundooo!-Fue lo más coherente que alguien, seguramente hasta las cejas de algo, dijo.

A Kiwa no le costó acercarse por detrás de la casa y asomarse a la ventana. Era un espectáculo grotesco cuanto menos. Una mujer reventada por las drogas, que debia tener unos cuarenta o quizá menos, pero la droga la había consumido hasta ser un palillo, estaba en el suelo, en una esquina, con los pies en la pared y las manos en la otra, girando sobre si misma en alguna especie de alucinación mistica. El hombre, algo más mayor y mejor conservado aunque calvo y con marcadas ojeras y labios cortados por la deshidratación, vagaba de aquí para allá, esparciendo montones de arena por la sala y dando órdenes a sus súbditos imaginarios.

En la sala había una puerta cerrada que daría a un pasillo, un arenero con arena desparramada, y una vieja radio de las que usaría cualquier barrendero para escuchar las noticias o música ahora apagada, con la antena desplegada, descansando esta volcada sobre el suelo de madera. No tenía mucho más el lugar.

Kiwa intuía que esa puerta, de cruzarla, la dejaría en medio de las dos casas de yonkis que se había montado la banda aquí. Pero primero debía colarse en la habitación de aquellos dos colgados.

Kiwa se sintió mas cómoda con Goodman al margen de aquel asunto. No dudaba de su buena voluntad, pero si se daba el caso en el que llegaran a las manos, no quería que estuviese por medio y sufriese algún daño. Con el sigilo de un gato se encaramo a una de las ventanas y comprobó que en el interior dos yonkis estaban desvariando por completo.

No es que el sigilo fuese imprescindible, ya que cualquier ruido que hiciera importaría bien poco a quienes vigilaran. pero prefería no tener que noquear a esos desgraciados si se ponían muy pesados. Con mucho cuidado e intentando aprovechar los momentos en que no mirasen hacia la ventana, se colo en el cuarto y caminó de puntillas hasta la puerta, rezando para que no los tuvieran encerrados.

Mantenía la capucha de su sudadera puesta de modo que no fuese fácil identificar sus rasgos a priori.

El hombre que estaba alucinando pareció reaccionar a un cambio en la sala, Kiwa había pisado la arena que esparcía por el suelo en algún momento, y la vista descolocada del hombre ascendió por las piernas de la mujer hasta sus caderas. Esto hizo que abriese las palmas y dejara caer los dos puñados de arena al suelo inmediatamente, y dirigiera esas manos aun ásperas por la arena al trasero de Kiwa. Lo amasó como si fueran dos planetas.

-¡La eigaida LA seee Ni es la to pe ra son hija!-Bramó, como si hubiera creado vida. Trataba de amasar ese culo como si pudiera darle forma en algún delirio de dios empoderado; no había nada sexual en su cuerpo, solo fascinación en su mirada ante lo que ocasionaban sus dedos en el culo de Kiwa.

No hubo ningún tipo de reacción más allá de que la mujer en el rincón volvió a girar sobre sí misma. Los camellos del lugar debían estar acostumbrados a gritos.

Kiwa no pudo evitar dar un pequeño respingo al oír los gritos indescifrables de ese hombre, aunque por suerte no se puso violento ni se lanzo sobre ella a golpearla. Bueno si se lanzo sobre ella pero no para atacarla, sino para agarrar su culo como si de repente hubiera encontrado una revelación.

La luchadora empezaba a sentirse algo inquieta con el hecho de que todos los colgados sintieran esa fijación por su trasero, pero quizá no era ese el mejor momento para reflexionar sobre ello. Por suerte, la otra habitante de la estancia ignoraba por completo lo que ocurría, así que solo tenia que tratar con un yonki.

Sin decir una palabra, intento llevarlo de nuevo a su rincón, con gestos tranquilizadores, a ver si lograba calmarlo con suavidad tras dejar que le amasara un ratito los glúteos, porque si no le dejaba salir de allí en paz, no tendría mas remedio que noquearle y no deseaba hacer daño a ese pobre desgraciado.

El tipo parecía tomárselo mal, porque empezaba a menear los brazos mientras Kiwa lo llevaba a un rincón.

-AAla FEra anOao SeeR alaa Aarenaa mun-do Creasa.-Espetó en su cara, la escasa saliva que debía quedarle al sujeto salpicó el rostro de Kiwa. El tipo hizo un movimiento para empujarla, pero lo único que logro fue empujar uno de los hombros de la luchadora y trastabillar hasta que su espalda quedó apoyada contra una pared en un rincón. Sus brazos se movían para intentar equilibrar de nuevo su cuerpo, en una angustiosa lucha por no caer sobre la arena esparcida sobre el suelo, como si remara a brazo en el aire.

Tras ese pequeño altercado en el que salió ilesa, Kiwa podía volver a girarse hacia la puerta. Giró el pomo de esta pero estaba cerrada, seguramente con un pestillo desde el otro lado, o quizá con una llave, era difícil decirlo. Ahora que la cosa se había calmado escuchaba el ocasional sonido proveniente del garaje de la casa, una de esas herramientas neumáticas sonaba de vez en cuando, así como el temblor de música con buenos bajos.

Finalmente y tras un buen magreo, aquel tipo cayó desequilibrado al suelo, por lo que tuvo un respiro para intentar salir de allí. La maldita puerta estaba cerrada así que intento abrirla con algo de sutileza. No es que ella fuese ningún experta abriendo cerraduras, pero tampoco seria aquello una puerta de seguridad. Si no lo conseguía, siempre tendría el socorrido recurso de darle una buena patada a la cerradura. No iba a ser lo mas discreto del mundo, pero quizá allí estaban acostumbrados a oír golpes y demás follón. Ademas, si lograba hacerlo coincidir con la herramienta que sonaba en el garaje tenia alguna posibilidad de pasar inadvertida.

Crack. La puerta no es que fuera la más resistente, y efectivamente, camuflarla con el ruido del taller fue ideal, puesto que la madera saltó allí donde había un pestillo encajado, y no hizo mucho más ruido que aquel. El pasillo era ancho para lo que se esperaba de una casa así, largo, y con dos secciones distintivas. La reforma de juntar ambas casas no había sido muy sutil, aun se notaban las diferencias de una y otra.

A la izquierda el pasillo terminaba en un salón, donde había un humo persistente y el olor a maría, era la zona de donde provenían los ruidos de taller. A la derecha, con un par de puertas cerradas en el pasillo, este desembocaba en un antro lleno de colchonetas y gente tirada, algunos aun con una jeringuilla clavada en el brazo, y rostros de somnolencia en el mejor de los casos. Era un antro de yonquis claramente…Por el rabillo del ojo Kiwa pudo ver a un hombre moverse por el salón de la izquierda, inclinarse sobre una mesa y accionar un mechero para encenderse un cigarrillo, estaba de costado a ella, pero si se giraba seguramente la viera…No parecía un colgao, ni un yonqui, y llevaba en la parte de atrás del pantalón una pistola.

Kiwa cerró la puerta en silencio tan pronto como hubo salido al pasillo, intentando que a simple vista no pudiera descubrirse que había sido reventada.

Aun estaba estudiando el pasillo cuando detectó a uno de los habitantes de la casa. Ese no era un desgraciado de los que venían a drogarse, sino que debía de pertenecer a la banda. No tenia mucho tiempo, y podía girarse en cualquier momento, así que si iba a descubrirla prefería que cuando lo hiciera la distancia entre ambos fuese la menor posible.

Con todo el sigilo que fue capaz empezó a avanzar hacia el salón, procurando no hacer ruido y tensándose para golpear con fuerza si fuera necesario. Necesitaba dejar fuera de combate al guardia antes de que pudiera disparar o dar la alarma.

Con su agilidad entrenada, Kiwa pudo alcanzar la espalda de aquel tipo antes de que este se girase, dejó sobre la mesilla el mechero que había cogido y…

Kiwa aprovechó el momento en que se agachaba para dejar el mechero y en completo silencio alzo la pierna completamente recta hasta dejarla delante de su rostro. Por un segundo permaneció allí, cambiando la inercia del movimiento y a continuación descendió con fuerza para impactar en el pandillero. Con suerte podría dejarle fuera de combate antes de que reaccionara y cogiera el arma. Tan solo esperaba no golpearle demasiado fuerte como para causarle daños irreparables.

El pandillero no se lo esperaba y el sonido seco y su cara contra la mesilla indicaron a Kiwa que todo estaba yendo según había planeado. Se había ido al quinto sueño, y no parecía tener ninguna herida mayor, así que sobreviviría seguramente…

Lo que Kiwa si esperaba era que este no estuviera solo, del pasillo lateral, por donde había venido aquel, escuchó algunas pisadas y pudo ver a un pandillero con los ojos abiertos de par en par, descalzo, y de complexión normal, de raza negra parado en mitad del pasillo…Hasta que reaccionó alargando la mano y cogiendo un bate.

-¿Quién c----El ruido del taller no permitió que Kiwa escuchase el resto, pero el tipo se quedó en aquel salón, bate en ambas manos, obviamente no se iba a meter al pasillo con ese arma.- ¡pirate de aquí!

Kiwa alzó las manos mientras daba un par de pasos hacia atrás.

- Oye, no quiero líos, de verdad. Pero creo que tu amigo necesita ayuda... ¿porque no bajas eso? No tienes que pegarme ¿vale?

No estaba segura de si aquel tipo echaría a correr cuando avanzara por el pasillo así que prefirió mostrarse asustada y retroceder con la esperanza de que se envalentonase y viniera hasta donde ella estaba. Quizá de ese modo podría dejarlo fuera de combate con rapidez. Si lo hacia, aguardaría a que estuviera a una distancia prudencial para rotar sobre si misma y lanzar una patada giratoria que también lo echase a dormir. Estaba claro que aquellos tíos no podían ser alumnos del Dragón Negro, o al menos no demasiado aplicados.

La estrategia de Kiwa funcionó, al verla asustada el tipo avanzó por el pasillo con el arma en las manos, en una zona donde le costaba blandirla, y trató de agredir a Kiwa con este.

El tipo que iba a la carga pareció adelantarse a los reflejos de Kiwa y prever la maniobra defensiva de esta, descargando un golpe que hizo que Kiwa notase como se le entumecía ese brazo…Podía haberle dislocado el hombro o algo parecido.

-¡Qué coño haces aquí!

La estrategia había funcionado y el pandillero se adelantó hasta Kiwa, pero lo que no se esperaba era la rapidez con la que actuó y la destreza con la que manejaba el bate. El golpe que recibió fue tan potente que a duras penas logro aguantar el quejido de dolor que se escapo entre sus dientes apretados.

Aguantándose el dolor, proyectó el pie hacia delante con la esperanza de castigarle lo suficiente y esperar que no volviera a golpearla de nuevo, pues difícilmente podría soportar un nuevo impacto como ese.

El tipo recibió la patada en el abdomen, cosa que le hizo doblarse un poco hacia atrás, descargando otro golpe con el bate a ver si lograba derribar a la mujer que se estaba defendiendo, soltando algun que otro gruñido.

Kiwa golpeó al pandillero aunque no fue suficiente para derribarlo, y este volvía a la carga, así que intento amagar para no recibir de nuevo un golpe como el anterior y a continuación descargar un nuevo impacto sobre él.