Partida Rol por web

Parfemius se quedó cerca de la puerta por la que acababan de pasar. Tenía mucha curiosidad por inspeccionar el cadáver de la mida y, sobre todo, los cristales, pero puede que acercarse activara algún tipo de alarma de atrajera a las sombras, así que no lo hizo de momento.

-Yo te es-es-espero aquí. Ten cuidado-le dijo a Linnet.

Esperaría a que la mediana echara un vistazo a la estancia iluminada de más adelante y luego volviera para informarles.

No se confiaba ni un pelo de que las sombras se hubieran desvanecido, por lo que mantuvo en todo momento una actitud alerta. Una emboscada podría resultar en la muerte de alguno de ellos si les atrapaba en una mala posición. Sus ojos impasibles fueron de sombra en sombra, seguro que allí se esconderían esos seres, esperando el momento oportuno de atacar. De momento esperaría al informe de Linnet y prepararía su espada si esta necesitaba ayuda.

Tu daga se clava sin problema en el informe ser que está formandose en el portal, aunque no podrías asegurar con exactitud si la criatura ha sufrido algún daño, pues no ha dado señales de ello.

—¡No puedo controlarlo! ¡Deten esta locura, por piedad! — oyes gritar al mago. Está claro que se dirige a ti, haciéndote ver que el efecto de invisibilidad ha dejado de afectarte. Recuerdas entonces que Parfemius te contó una vez que el hechizo se rompía si atacabas a alguien.

Ahora que eres totalmente visible, ¿qué vas a hacer?

El tiempo pasa y ni Linnet ni las sombras hacen acto de presencia.

Escucháis entonces una voz masculina que procede de la caverna a la que fue la mediana, aunque no llegáis a entender lo que dice.

Quizá sea momento de empezar a moverse.

- Estoy cansada de esperar. Vayamos directamente a la sala en la que está Linnet y veamos con nuestros propios ojos lo que ocurre allí - digo, mientras noto como la impaciencia va creciendo en mi interior al ver que no ocurre nada.

El draconiano parecía una estatua, emulando algún antiguo héroe con sus armas en alto, listo para atacar a cualquier ser maligno que apareciera. Pero nada ocurrió, sea lo que fuera que hubiera visto Linnet ya se había marchado, quizás alertadas por la presencia de la mediana. Daphne le puso palabras al sentimiento que comenzaba a crecer dentro de él.

-Iré al frente, Therekor, Parfemius que no les vean- podían contar con una pequeñísima ventaja si el mago y el pícaro podían actuar sin ser vistos. La guerrera era más versátil, así que le dejó a ella decidir su posición. Linnet se había topado con algo y necesitaba su ayuda, su capacidad para encontrar problemas era casi un don divino.

Esperaba que el ataque tuviese éxito y no solo parece no dañar a la criatura sino que encima me quedo al descubierto.

Miro al mago extrañada cuando habla conmigo y miro hacia atrás esperando ver a alguien mas, ¿habla conmigo, cómo es que puede verme? pues no recuerdo la advertencia de Parfemius me señalo con el indice sin llegar a hablar, ¿es a mi?, convencida ya de que no hay nadie mas y el mago habla conmigo, mierda como es que Parfemius no me dijo que duraba tan poco el hechizo... no espera, si que lo hizo, genial, debo estar mas atenta a estas cosas.

Miro a los lados buscando algo que tocar y que pueda ayudar, pero me resulta tan extraña la maquina que no se si mi "ayuda" pueda terminar perjudicando si toco lo que no debo.

- !!!AYUDA¡¡¡ grito esperando que mis compañeros vengan y tengan mas idea que yo.

Me fijo de nuevo en el mago - ¿qué hago? digo encogiéndome de hombros y acercándome a la máquina buscando alguna palanca o botón que pulsar.

Parfemius se movió unos cuantos pasos por detrás de Arbahin y Daphne. Dejaría que los guerreros entraran primero a la sala, e intentaría escuchar lo que ocurre desde este lado de la puerta, sin dejarse ver. Si percibía que la cosa se ponía fea no iba a andarse con remilgos y se uniría al combate al momento. No quería que su cautela perjudicase a sus amigos en modo alguno.

Mientras avanzáis por el débilmente iluminado pasillo de piedra, escucháis gritar a la mediana solicitando ayuda.

Al llegar a la sala en la que ésta se encuentra, os encontráis con que la habitación está cubierta de una luminiscencia azulada, que emana de un extraño portal situado en el suelo. Una compleja maquinaria arcana, distribuida por toda la sala, parece alimentarse mediante cuatro cristales de color azulado. Levitando sobre el portal, una tenebrosa criatura de energía se alza amenazante, sosteniendo un duelo de voluntades con lo que que parece ser un agotado mago.

- Los cristales... destruye los cristales - le escucháis decir. Parece estar dirigiéndose a Linnet, la cual se encuentra de pie investigando la maquinaria.

Un rayo de color negro surge entonces del extraño ser, impactando en el suelo, justo al lado de la pícara.

Salí tras los demás hacia la nueva sala con los brazos extendidos. El sentido del peligro de mis compañeros era totalmente nulo.

Al entrar, allí estaba Linnet, como si nada, investigando una extraña máquina situada en el centro, obviando el peligro que parecía surgir de un portal.

El mago estaba a punto de desfallecer y nos pedía ayuda.

Linnet. ¿Qué demonios es esto? Deja de mirar y destruye los cristsles antes de que la criatura se libre del mago.

Corrí hacia uno de los cristales con intención de destruirlo.

Apuró el paso al oír el pedido de ayuda por parte de Linnet, preparando su mente para cualquier enemigo que aparecería. Una sala con una extraña maquinaria se abrió ante ellos, pero fue la figura oscura y tenebrosa la que ocupó su atención. Lanzó un bufido y asumió una posición de ataque.

Los cristales, vale, me encojo de hombros antes de intentar romper uno.

Doy un par de pasos cuando un rayo impacta cerca de mis pies, doy un pequeño brinco, mirando con enojo a la criatura - cuidado con eso.

Me vuelvo entonces hacia Threkor al escucharle y mi rostro se ilumina al ver llegar a mis amigos, que bueno que llegaron, pero mi expresión cambia rápidamente cuando me increpa Threkor- y como diablos voy a saber que es, yo apenas he llegado hace un rato, intenté clavarle la daga pero no funcionó. Ya va, ya va... qué te crees que hacía, pero esa cosa me ha lanzado un rayo y ha faltado esto digo alzando los dedos mostrándole un pequeño hueco entre el pulgar y el indice - para que me diese,  y si estoy bien, muchas gracias por preguntar digo algo enfurruñada.

Trato de alcanzar uno de los cristales para destruirlo

-¡Rayos y cen-cen-centellas! ¡Sapos, demonios y tri-tri-tritones! -exclamó Parfemius mientras se remangaba la túnica para poder apretar el paso y entrar en la habitación a zancadas.

Estando claro lo que tenemos que hacer, destruir los cristales que alimentan la máquina y mandar al asqueroso ser de vuelta a dónde sea que habite, preparo mi arco y disparo a unas de las piedras.

La flecha de la guerrera se desvía enormemente de su objetivo, golpeando en el muro de piedra y cayendo inofensivamente al suelo.

Entonces un rayo del color de la noche sale disparado desde el extraño ser, sin conseguir impactar en la morlock por escasos centímetros.