Partida Rol por web

El joven beórnida no pudo evitar elevar las cejas al ver el disparo de la elfa. Le había parecido que el proyectil dejaba tras de si un extraño parpadeo ¿mágico? No tenía otra explicación. Siempre había escuchado aquel tipo de historias sobre aquellos seres milenarios, pero una cosa era oir y otra verlo en persona.

Por suerte el "embrujo" no duró demasiado y entre aquella extraña flecha y los reflejos de Welf, la sombra quedó fuera de combate. Al menos por un tiempo. Lo importante ahora era centrarse en Odorico. No pudo evitar manosear su enorme hacha mientras vigilaba expectante lo que estaba por venir. Listo para correr a intervenir si hiciera falta...

Odorico era un muchacho imberbe de cabellos cobrizos y rostro pecoso que afrontaba el encuentro sin mostrar miedo y decidido a defenderse si fuera necesario. Llevaba unos ropajes andrajosos, fruto de las desventuras del camino, y la espada que llevaba al cinto y cuya empuñadura todavía no había soltado era lo único de calidad que llevaba encima. Sin duda la espada de Merovech. 

—¿Salvarme de qué? —Dijo mirando al elfo con suspicacia—. ¿Quién sois?

Vanwa mostró su sonrisa de perla al suspicaz Odorico. Poco sabía de ese pueblo recién nacido de humanos errantes, unidos bajo el liderazgo del Hombre Oso.

En cualquier caso sí que creía saber lo que cualquier hombre necesitaba escuchar en una situación así.

- Mi nombre es Vanwa, Amigo de las Sendas y de los Árboles…- Se presentó. - El caballero del hacha es Welf Ramaverde, conocedor de cada trocha y camino de aquí hasta el Brezal Marchito. Del resto del grupo, os haremos las presentaciones a su debido momento.

Hizo una pausa y sonrió otra vez. Conciliador.

- Salvaros de qué, habéis preguntado. Venimos a salvaros de la estrecha vigilancia de Faron. - Comentó, señalando al vigilante caído.- Salvaros de ser cómplice de las correrías de Valder. Salvaros de hacer lo incorrecto e invitaros a hacer lo correcto. ¿Preferís ser conocido como integrante de las incursiones de Valder el Sanguinario? ¿O preferís ser conocido como el que ayudó a liberar a los esclavos de Valder? ¿Cómo aquel que ayudó a dar una segunda oportunidad a los seguidores de Valder? Esta gente sigue la senda equivocada, pero aquí tanto yo como el señor Ramaverde creemos en las segundas oportunidades… ¿Y vos, compañero de Faron? Creeis en la redención y las segundas oportunidades?- Le espetó, pasando su mirada de los ojos de Odorico a la espada de Merovech. Tanto por la posibilidad de que saliera rauda de su funda, como por el hecho que portara la espada del campeón beórnida. ¿Lo hacía por respeto al muerto? Ya estaba temiendo la reacción de Baldbrand cuando lo viera con aquella espada al cinto.

Welf miraba desde la distancia a Odorico mientras apoyaba de forma tranquila el hacha en el suelo. Viendo como Vanwa hablaba casi se pierde él mismo en sus palabras, pero había cosas que hacer.

Se agachó junto al hombre caido para comprobar si vivía o no y apartó la flecha de Miriel con cuidado intentando recuperarla intacta mientras buscaba la segunda flecha, no quería dejar rastros de elfos y... eran las flechas de Miriel.

Ahora mismo todo estaba en manos de Odorico, su respuesta a las palabras de Vanwa determinarían su futuro y una decisión equivocada le llevaría a un futuro muy corto. Deseaba que supiera elegir bien.

El enano se removía inquieto en su "escondite", simples arbustos altos como él.

-Ya que es mejor desde esa altura, vísame si nos necesitan- le dijo a Balbrand el enano, que por momentos se ponía de puntillas para ver, y otros corría alguna rama con el hacha.

Podía escuchar con nitidez, pero no podía ver tan fácilmente.

...los bosques son peor que llevar casco...

Welf atendía las heridas del inconsciente Faron y recuperaba las flechas de Miriel mientras Vanwa se encargaba de confundir con su palabrería a Odorico, quien le miró frunciendo el ceño, intentando seguir su conversación a duras penas. Pero a pesar de que el muchacho relajó la mano sobre la espada y se mostró dispuesto a escuchar lo que tuvieran que decirle, no dejó de sospechar de ellos y de mirarles con desconfianza. 

Las palabras de Vanwa, de hecho, turbaron al joven Odorico, pues al parecer quería creer que los bandidos eran amigos suyos, pero era consciente, tal vez en el fondo, de que eran un hatajo de bandidos y asesinos, aunque parecía negarse a creerlo. 

—No... está gente no hace ningún mal. Son buenas personas. Ellos no quieren hacer daño a nadie... —dijo, aunque su voz no sonaba muy convencida—. Valter es un buen hombre. Es de la nobleza, debería ser rey, de hecho desciende de reyes. Él no quiere mal alguno para los beórnidas. Además me ofrecen un lugar en su campamento y gloria. Las segundas oportunidades no existen en Vado de Piedra, si vuelvo allí me juzgaran por un crimen que no quise cometer y seré juzgado por aquellos a quienes no les caigo bien y que siempre han desconfiado de mí. 

Parpadeó confuso, y se permitió una cándida sonrisa al muchacho pelirrojo. No se podía ser más inocente.

- Has visto los prisioneros que arrastran tras ellos. Estoy seguro que entre el pueblo de Valder existen muchas buenas personas como tú, pero nadie que se quiera hacer llamar rey puede esclavizar a otros. Los puestos de liderazgo han de ser ocupados por gentes bondadosas y justas... Como Beorn.- Deja caer, para intentar que Odorico (el cual aún oculta su nombre) pudiera ver como no iba a ser tan mal juzgado. ¿Cómo podía creer en las palabras falsas de Valder y no en la reputación del Gran Oso?

Miró entonces a Odorico y su rostro cambió por un momento. Pasó de jovial a severo, com si de golpe hubieran caído sobre él siglos de existencia.- ¿Qué ha ocurrido para que Valder ponga en marcha a los suyos? ¿Dónde se dirige? Los títulos que se dice otorgar ese Valder no valen nada para nosotros. Un rey pordiosero es. Señor de saqueadores que arrastra a un puñado de ladrones como él...- Masculló, con aire poderoso, señalando al caído Faron.- Y a otro puñado de valientes engañados como vos. - Añadió, abarcando a Odorico con un gesto.- Decidnos qué mueve a Valder y uníos a nosotros. No somos reyes de nadie, pero a la vez somos reyes de todo, pues no tenemos súbditos pero tampoco señores. Vivimos para hacer retroceder a la Sombra y grandes señores como Beorn buscan nuestro favor y ayuda.- Le explicó, con voz profunda, haciéndolo parecer más poderoso y grande de lo que era.- Venid, ayudádnos ahora y convertíos así en alguien como nosotros. 

Miriel se mantenía oculta entre los árboles cerca de Baldbrand y Ainar.

- Os aconsejo maese Baldbrand que si logran meter razón en esa cabezota, os abstengáis de comentarios dirigidos al muchacho hasta que estemos lejos de estos bandidos. A ser posible al otro lado del Anduin. – comentó Miriel en un susurro incluso más quedo que su tono habitual. Por sus palabras se entrevía claramente que la conversación estaba logrando que su opinión sobre Odorico estuviera cambiando a peor.

No hay mayor necio que quien se convence así mismo de las mentiras que quiere creer…

Para Ainar, lo que lograba Vanwa con las palabras era todavía más difícil que la danza de hierro y sangre que sabía hacer con su hacha y sus músculos. ¿Por qué elegía cambiar de tono? ¿Por qué esas palabras y no otras? No lo sabía, así como él intentaba enseñarle al elfo las decisiones que tomaba él por puro instinto y entrenamiento. Era magia pura.

Mientras pensaba todo esto, aguardaba, aunque levemente más relajado...

Miriel obtuvo un gruñido incómodo por toda respuesta a su "sugerencia".

No tendría problema en no hablar... de hecho, él no solía hacerlo, pero estaba claro que el tipo no le caía bien. Nada bien. Y que desconfiaba bastante de él. Desde luego tenía ganas de decirle un par de cosas... lo primero que devolviera la espada y el dinero que no era suyo.

Inspiró con fuerza.

Lo cierto es que, bien visto, el hecho de mantenerse en silencio seguramente haría que el tal Odorico se viera más pendiente de los que hablaban y así, él tendría tiempo más que de sobra para escrutarle. No iba a permitir que hiciera otra de aquellas acciones.

Odorico se giró hacia Faron y observó como Welf atendía sus heridas mientras prestaba atención a las palabras del elfo. Se notaba en su rostro que estaba indeciso, carcomido por la duda, quizá buscando cuál era la mejor acción que podía hacer. Escuchó´en silencio los argumentos de Vanwa, negando con la cabeza en algunos puntos, bien fuera porque no creía en ellos o porque no quería creerlos. Su gesto mostraba confusión. 

—Valter sólo... sólo quiere lograr que los beórnidas caminen bajo el mismo estandarte, aquellos que llamáis esclavos son prisioneros, disidentes, a los que se les da un trato justo —dijo todavía considerando las palabras del elfo y con demasiadas dudas en su atribulada mente. Odorico no decía aquello porque lo hubiera visto, sino que repetía lo que Valter y los suyos le habían contado para justificar la presencia de aquella gente apresada—. Valter quiere traer la paz a estas tierras. Evitar la guerra que se avecina. Por eso me ha pedido que le revele las defensas secretas y los bastiones de los beórnidas.

Miriel se esforzaba en leer los labios de la conversación a través de las hojas para relatarsela a sus compañeros en un susurros incluso más quedos que su habitual tono. Intentaba que no se le notase al hablar, pero le resultaba increíble lo ingenuo (por no llamar estúpido) que era Odorico. La capacidad de ver el mundo como uno quiere verlo no debe subestimarse nunca… igual que no debían subestimar a Valter que además de sanguinario resultaba ser astuto y saber aprovechar la oportunidad cuando la ve pintada de oro en alguien como Odorico.

Si no logramos que venga nosotros habrá que matarlo aquí mismo para evitar que revele más de lo que ya haya revelado. Las vidas de cientos, puede que miles, de beornidas podría depender del silencio de este necio.

No dudaba que Baldbrand debería estar pensando lo mismo, que estaría haciendo acopio de todas sus fuerzas para no saltar y descargar su temible hacha en su cabeza en este instante.

Odorico... te han utilizado.

Los beórnidas jamás vivirán bajo el mando de nadie. Ahora respetan a Beorn porque él les ha respetado antes. Cada pueblo es libre en estas tierras. Cada comunidad llegó libremente y puede irse libremente. Beorn no pide nada a nadie más allá que respete sus decisiones en su propia tierra. Los demás han decidido libremente seguir sus palabras y aceptar sus juicios cuando no son capaces de llegar a un acuerdo.

Pero libres.

Tú has vivido entre ellos. ¿crees que aceptarán someterse por la fuerza a... Valter? Como si fuera el mismísimo Rey por venir. ¿Y qué pasará cuando no lo acepten? ¿Con las mujeres y los niños que han nacido y vivido libres? Habrá sangre y muertes y entonces Beorn y todos los pueblos que libremente le siguen reaccionarán y aplastarán a aquellos que han atacado a los suyos. Porque... lo que planea Valter no es otra cosa que pillaje y destrucción. Muerte en una tierra donde todos sus habitantes han llegado libres, no lo olvides. Deja que Valter funde una nueva villa, deja que prospere el comercio, deja que prosperen sus gentes y entonces quizá los beórnidas se le unirán porque habrá demostrado algo bueno. Pero... ¿someterlos a la fuerza? Jamás.

Te han engañado en tus momentos de mayor debilidad. Cuando has creido que estabas solo te han utilizado. ¿No crees que debes responder por tus actos? Se un hombre. Mira a la cara a los tuyos y reconoce lo que sucedió y asume el castigo. ¿el exilio? ya lo tienes. ¿pagar a su viuda? trabaja y lucha para lograrlo. Hazte merecedor de volver a tener un sitio entre los tuyos. Todos hemos cometido errores. Todos. Pero pagamos y seguimos pagando por ellos. Por ser mejores. Por ser dignos.

A tí te han utilizado. Piensa en los tuyos. ¿crees que les espera un mejor futuro bajo la bota de Valter? ¿crees que van a aceptar esa bota? No... se la harán tragar. Dos veces. Por favor...que son gente de Beorn!

Pero es tu vida. Es tu decisión y ahora te toca decidir. Ser digno o seguir arrastrando una culpa por la cobardía de no afrontarla y  no creo que el hijo de tu padre sea un cobarde.

Iba a estallar en carcajadas ante la ingenuidad de Odorico. Definitivamente le caía bien aquel muchacho, pero estaba tan solo y perdido que habría dado por buena la palabra de un dragón si eso quería decir darle significado a su existencia.

Estaba pensando que replicar cuando Welf se arrancó con un discurso sincero. Ponía sobre la mesa el hecho que sabíamos quien era, lo que hacía posible que Odorico atara cabos y se resistiera, pero después d elo de Valter, a saber si lo iba a entender.

Vanwa se limitó a asentir a las palabras de Welf, con los brazos cruzados y la lanza apoyada sobre su hombro. Era un buen chico Welf. Y sabía hablar. Sería un buen cuentacuentos, si quisiera. Un trabajo mucho más honrado que ir dando hachazos a la gente.

Odorico iba a contestar a Welf, a replicarle, a darle argumentos de por qué Valter no era un mal hombre. A fin de cuentas era alguien que le había acogido cuando estaba en su peor momento, que le había dado comida, un fuego y una aparente sincera compañía, que le regalaba los oídos con promesas y palabras heroicas. Que, en definitiva, le decía lo que quería escuchar. Aunque fuesen mentiras. Pero Welf le habló con la verdad, con el corazón en la mano y la crudeza de la más simple y pura realidad. Algo que dejó completamente desarbolado a Odorico. No pudo responderle. No sabía cómo. Balbuceo algunas palabras que ni siquiera llegaron a componerse en su boca, y después, cuando Welf mencionó a la viuda se pudo sentir como se le encogía el corazón. Al hablar de los suyos, de los de Vado de Piedra, se sintió apenado y agachó la cabeza rendido a la evidencia de la realidad que Welf le mostraba. Aquellos hombres crueles y malcarados no eran sus amigos, y sus intenciones no eran para nada buenas. 

—No me gustaría infligirle más dolor a mi familia adoptiva —dijo en voz baja.  

Odorico estaba siendo también sincero en aquellos momentos. Solo le faltaba admitir que era un necio que buscaba ser engañado. Miró a Welf, que parecía también conmovido con todo aquello. tanto que parecía tener un nudo en el estómago, la lengua o donde fuera.Qué raros eran los humanos, con todos aquellos sentimientos desbocados. Capaces de matar entre lágrimas.

Vanwa respetaba el discurso que había dado y no quería robarle aquel momento de gloria, pero era muy posible que el humano no viera aquel momento como una competición de ingenio y labia. A pesar de su estrecho contacto con Miriel había podo de elfo en él. Bueno, mejor dicho, había poco de Vanwa en él. O sí... A fin de cuentas, era el único de la compañía que se había mostrado abiertamente favorable a la inocencia de Odorico. Los más hostiles al chico eran los barbados del grupo.

- Ven con nosotros.- Pidió. Su voz era segura y firme. La voz que llevaba usando décadas para hacerse querer en los pueblos por los que pasaba.- Hemos rescatado periannath de guardias de trasgos. Hemos protegido las tierras de los pueblos libres de la Sombra. Somos portadores de luz, risa y esperanza a este mundo cada vez más sombrío. El propio Beorn confía en nuestro valor y criterio. Ven con nosotros, pues no vas a tener mejores valedores para que sea visto tu caso bajo la mejor luz posible.- Explicó.*

Sin duda los méritos que Vanwa clamaba sobre su grupo de héroes eran impresionantes, Odorico así lo debía pensar y le costó evitar que se le notara demasiado. Además era uno de los Primeros Nacidos quien le hablaba, ya solo eso era digno de admiración. En su rostro podía leerse que al joven le encantaría unirse a ellos, pero todavía albergaba algunas dudas. 

—¿De verdad tenéis el favor de Beorn? —que unos extranjeros en tierras beórnidas se lo hubieran ganado ya era de por sí muy admirable—. No sé que es un periannath, pero suena heroico. Yo también quise ser un héroe en mi pueblo, pero... Supongo que no todos estamos destinados a serlo —dijo con gran pesar—. Pensaba que con Valter sería distinto, que encontraría algo de heroicidad en este mundo. Supongo que quise convencerme a mí mismo de que Valter es un hombre de porte soberano que no quiere mal alguno a los beórnidas, pero ahora puedo escuchar con claridad la voz de mi interior que me dice que no es así. Creo que todos estos días lo he sabido, pero que necesitaba creer que Valter era honrado. Embotaron mi mente con sus palabras de gloria, ofreciéndome comida y un lugar junto al fuego, pero me habéis hecho ver que me estaban utilizando. Os lo agradezco. 

Odorico irguió su espalda mientras hablaba y mostró una sonrisa en el rostro que le acercaba en furioso parecido a Baldbrand. Ahora sí parecía un guerrero beórnida y no un muchacho tonto y estúpido que se dejaba engañar por unos bandidos. Eran increíbles aquellos cambios de humor y carácter que Odorico presentaba; a veces daban ganas de compadecerse de él o abofetearlo para que espabilase y otras se mostraba como un valeroso guerrero digno de su pueblo. No dejaba de ser un adolescente, a fin de cuentas.

La perspectiva planteada por Vanwa de tenerlos como valedores también era algo positivo para él, que la gente que tenía el favor de Beorn intercediera en por él en su juicio era positivo. Tal vez todavía hubiera alguna esperanza de tener un lugar entre los beórnidas.

—Pero... si me voy ahora mandarán a alguien a buscarme —dijo mirando a Faron, quien yacía inconsciente en el suelo—. Y si Valter es como decís llevará la muerte a Vado de Piedra o al resto de pueblos beórnidas. No. Debo reparar este error. No iré con vosotros. Él tiene razón —dijo mirando a Welf—, es hora de que responda por mis actos. Me quedaré con ellos y les conduciré hacia una trampa, algo más al norte de Vado de Piedra a través del Viejo Vado. Así los beórnidas tendrán tiempo de preparar un ejército si vosotros les avisáis. 

Vanwa lo miró muy fijo. En silencio. Evaluando al muchacho. Podía ser un movimiento muy astuto, hacerles creer las palabras que había dicho. Hacer que se fueran para evitar su "rapto". Iba a ser muy complicado conseguir una segunda oportunidad como aquella.

Si Odorico era el villano que Baldbrand aseguraba que era, podían darse por muertos los habitantes de Vado de Piedra. Y el joven pelirrojo se iba a estar riendo de ellos durante semanas. O bien tocaba confiar en las personas. ¿Qué había dicho a baldbrand durante todos aquellos días? ¿Cómo podía ahora desdecirse y llevarse a rastras a Odorico después de sus heroicas palabras? Sí, el curso de acción propuesto por el muchacho era el más honorable. Y astuto. Aunque peligroso.

Intercambió una mirada con Welf, para saber su opinión. A fin de cuentas era el hombre del bosque quien había llegado a la fibra de aquel joven ingenuo.

Finalmente parecío convencerse de sus intenciones. O como mínimo darle el beneficio de la duda. A veces alguien con malas intenciones cambiaba de opinión ante un buen gesto. O al menos ese era el lema vital de Vanwa.

- Es un plan osado. Heroico. Y peligroso para ti, Odorico. Desde luego dirá mucho a tu favor cuando seas juzgado.- Creía escuchar la voz de Baldbrand el gruñón, diciendo que de eso nada, pues a fin de cuentas era el propio Odorico quien había puesto a los hombres de Valter sobre la pista de los beórnidas. ¿Sería realmente tan ingenuo aquel joven? Tenía tan pocas primaveras aquel chico... Y tan mala suerte... Vanwa se compadecía de su negra fortuna.

- Solo falta un detalle...- Comentó.- Te van a pedir que expliques qué ha pasado aquí. Se puede torcer todo mucho... A no ser que te dejemos como a Faron...- Explicó, señalando con un gesto al vigía derribado, y a su vez dedicando una mirada cargada de significado hacia Welf.- Todo sería más sencillo si dijeras que perdiste el sentido cuando atacaban a Faron. Nos buscarán, pero me parece la explicación más razonable. La más fácil. Aquella en la que no puedas decir nada y así evitas mentir más de lo que ya vas a hacer.

Nada más quiso decir sobre sus futuros movimientos. Cuanto menos supiera Odorico, mejor. El muchacho no parecía tener la lengua muy quieta. Vanwa sonrió ante la crítica por un defecto que ambos compartían.

Miriel no salía de su asombro. Aquel tierno brote de planta acababa de pegar un estirón para convertirse en un joven árbol con la esperanza de convertirse en un roble como Baldbrand. Todo en un instante gracias a la magia de regarlo con las palabras de Welf y Vanwa. Sus compañeros eran realmente asombrosos.

Coincidía punto por punto con Vanwa aunque no pudiera decírselo. En el pueblo del ocaso no eran tan diferentes unos de otros y la esperanza en la luz los unía. Era peligroso lo que proponía el muchacho, tanto para él como para ellos si el muchacho flaqueaba y los vendía, pero estaba dispuesta a partir una lanza por él.

Esperaba que Welf con su conocimiento del Anduin supiera el lugar que les indicaba Odorico para llevar a cabo la emboscada. Si no, seguro que se acordaría de preguntárselo antes de dejarlo inconsciente.

     Si lo logras habrás hecho un bien mayor que el mal que causaste. Será una buena forma para empezar el camino de encontrar a la mejor versión de ti mismo, al menos un camino que te haga estar orgulloso de la persona en la que te puedes llegar  a convertir.

     Ah... dijo Welf mientras se dirigía hacia Odorico esto podrás devolvérmelo más adelante levantó nuevamente su hacha por la parte plana y... Brunilda te perdona y quiere volver a verte con vida. Dejó caer su hacha sobre la cabeza de Odorico para dejarle inconsciente.

     Se volvió hacia Vanwa Vamos a coger sus armas y todo el equipo que lleven, que piensen que somos unos bandidos como ellos o tal vez esclavos huidos. Ahora tocará dejar huellas en dirección contraria a los pueblos de la gente de Beorn, que seguirnos no sea una opción para ellos y se olviden de nosotros.