Partida Rol por web

Valeric se mostraba ansioso y dominante, quizás más que antes, en su encuentro anterior, tomándola del cabello y dirigiendo cada uno de los movimientos, para recibir placer y marcar territorio frente a la mujer.
A regañadientes, Vyserya acepto el trato que le daba su tío. No iba a disculparse con él, no abiertamente, pero la había cagado, y Valeric sabia eso, lo había sufrido y estaba tomando venganza. Por eso, por esta vez, ella se dejo llevar, y el, sin palabras lo acepto. Ese encuentro seria para él, y el tomaría eso en su provecho, en los siguientes, verían como se daba la cosa.

Un rayo cayó, iluminando la escena otra vez, a Valeric de pie, cabellos al viento, en una posición de poder, mientras ella yacía con su falo entre sus senos, y era que el morbo de dominar a la Señora de Targaryen, en la misma cima de la torre targaryen era enorme, y eso podía notarse en la dureza de la erección del Valyrio.

Lentamente, asintiendo con la cabeza al mismo tiempo que lo hacía con las manos, le soltó de los cabellos, apoyando ambas manos contra el costado del dragón.

Le quemaba por dentro esa sensación de ser doblegada a los deseos de Valeric, pero lo soportó como una muestra de que, a pesar de lo sucedido, él le importaba... puede que más que su propio ego.

Cuando soltó el agarre de sus cabellos de plata, Vyserys alzó sus ojos violetas hacia él mientras sujetaba suave pero firmemente su hombría para guiarla a su boca, lamió su glande despacio, pero sus labios descendieron hasta la raíz del miembro, besando y succionando suavemente, ascendiendo hasta el glande y volviendo a descender mientras su mano libre se deslizó hasta una de las nalgas del varón. Vyserya repitió, lamiento y besando en uno de sus descensos los testículos de su tío, antes de volver a subir y, esta vez sí, apresar entre sus labios el palpitante miembro para introducirlo en su boca todo lo que su garganta le permitió sin provocarla.

Valeric estaba desatado en el momento en que ella decidió aceptarlo como la figura dominante en ese encuentro, la guerrera que aceptaba la sumisión, y permitía que el otro valyrio la tomara a gusto y placer, colocando todo su miembro en su boca, e ingresando en ella, mientras la miraba a los ojos con deseo y lujuria.

Lentamente, muy lentamente, empezó a ingresar más con su fallo, obligando a la señora del dragón a abarcarlo a alojarlo en su interior, a pesar de que le era cada vez más difícil con cada centímetro que ingresaba. El Señor del Rocadragon no estaba mal dotado, y aunque no era impresionante, no era fácil de manejar. Y ya cuando estaba a punto de ahogar a la nueva señora, el empezó a retirarse, conforme con haber podido dominarla y no pretendiendo humillarla.

Parecía satisfecho con su entrega, y la tomo de ambas manos, girándola ahora de la cintura, para apoyarla contra la bestia alada, Llamahueso. La lluvia que los mojaba a ambos, se evaporaba en cercanía del dragón, causando una ligera niebla que los cubría a ambos y los mantenía húmedos, pero a la vez, calientes.
Se dio cuenta de que era el momento en que el valyrio iba a tomarla, pero la espera hacia que la decisión de la forma en como iba a tomarla le perteneciera a la guerrera. ¿Iba a apoyarse de espaldas sobre el dragón, o iba a abrazarlo y dejar que el otro la tomara por detrás?

El fervor de Valeric al penetrar su boca podía sentirlo la Señora Dragón en cada fibra de su ser, siéndole más difícil cada vez complacer a su tío. Pero necesitaba demostrarle que podría entregarse enteramente a él, aguantando como podía sus envites.

Aceptó las manos de Valeric cuando liberó su boca y se incorporó despacio, observando la cálida piel del dragón cuando el valyrio la hizo volverse. La mujer acarició las escamas de la sierpe con respeto y admiración, pero se giró para mirar a Valeric —Quiero mirarte a los ojos mientras me haces tuya— dijo, acariciando la mejilla del varón con su mano —, verme reflejada en ellos— añadió, retrocediendo hasta sentir en su espalda la piel Llamahueso.

El fue sobre ella sin decir nada, sin darle piedad, tomándola de la garganta y del muslo, besando su cuello, sus labios, y levantándola lo suficiente como para succionar de uno de sus pechos. La hombría de Valeric no tardo en penetrarla violentamente, como un dragón toma a otro, observándola con fiereza en sus ojos purpuras. La lluvia pegaba sobre la espalda de el, haciendo que todos sus cabellos blanquecinos parecieran de plata pura, mientras el ritmo de las penetraciones era continuo, parejo, con fuerza, la hacía suya. A la espalda de Vyserya, el lomo del dragón era cálido, y no tardo demasiado Valeric en llenarla con su cálida simiente.

Sin embargo eso no satisfizo al señor de Rocadragon, quien la empujo contra el lomo y la hizo arquearse, tomando los brazos de Vyserya de forma que expusiera sus pechos y los beso, mordió y succiono con ganas mientras rayos caían alrededor.
Al poco, muy poco rato, la dureza volvió al miembro del valyrio, y la giro haciendo que los pechos de ella se aplastaran contra Llamahueso, y tomándola del cabello la penetro con ganas, haciendo rebotar sus nalgas una y otra vez, hasta que también exploto en su interior.
El cansancio tomo el control, por un rato, dejando que fuera Vyserya la que tenia el control, pero la fuerza demoniaca que poseía al targaryen no tardaría en volver.