Partida Rol por web

El silencio se adueñó del corrillo en cuanto notaron que alguien se acercaba. Suspiraron de alivio al comprobar que se trataba de Yofre, el limpiasuelos.

Yofre era un tío enrrollado, siempre les pasaba cosas y charlaba con ellos.

-¡Ey tíos! ¿Cómo estamos hoy? Veo que anda la cosa animada, ¿eh? - pronunció aquellas palabras en voz alta para hacer ver que todo era normal. A continuación se acercó más a ellos y les habló entre susurros -. Tíos, tíos, tíos... no voy a decir nada de lo de las llaves... ya sabéis que estoy de vuestra parte... pero necesito entrar en la enfermería, ¿podéis abrirme?

La existencia de un mapa, ya terminado, le atraía bastante más que la creación de uno. No quería ni pensar en cómo sería la parte que le tocara dibujar a Sinme o Amarhis. Le entró un escalofrío sólo de pensarlo, que le recorrió toda la espalda como si un hielo se hubiese escurrido rápidamente sobre la columna vertebral.
Pero ya estaba allí Perfecto para conseguir que su atención se distrajera de ese pensamiento y volviera al asunto en cuestión.
Aquel hombre le intrigaba sobremanera. Unas veces había que obligarle a abandonar la cama, mientras que en otras, se ponía en pie de un salto...con la mala costumbre de olvidar dónde se encontraba el orinal, con el resultado obvio.

Me alegra verte tan dispuesto, Perfecto. - le dijo - Pero sería bastante sospechoso que nos fueramos a dormir ahora, justo despues de comer.

Lo que le llevaba a pensar qué harían con las llaves hasta que llegara la noche. Si el ama de llaves no lograba encontrarlas, posiblemente se encargaría de hacer un registro de todas las habitaciones, empezando por aquellos que las ocupaban.
Se volvió entonces hacia Juanma - Deberías esconder eso. Piensa en un lugar donde no buscarían ni locos.

Una voz le hizo volverse rápidamente, para encontrarse con los amplios pabellones que sobresalían de los lados de la cabeza de Yofre.
Apenas había escuchado sus palabras cuando se apresuró a responder - ¿Llaves? ¿Qué llaves?

Yofre susurraba y miraba de un lado a otro cual jefe de una banda de ladrones que estuviesen planeando robar un banco.

-Venga, venga... sabéis de qué llaves estoy hablando, las que Juanma le ha birlado a Luisa. Necesito entrar en la enfermería tíos. Es importante, de veras. Además, ¿No creéis que Sinme lleva demasiado tiempo ahí metido con Miss Brown? Habría que ayudarle.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Cierto! ¡Vamos a yudarle! ¡Esto va a ser una misión de rescate en toda regla! ¡Snufs! ¡Hay que ir a por Sinm...eee..eeeEEEEEETCHÓOO!

Perfecto, que estaba dando saltitos alrededor de Juanma y sus llaves, casi se cae de la violencia del estornudo. Se va hacia atrás, pierde el equilibrio, y dibuja una media voltereta en el aire, para acabar sentado en el suelo. Cuando levanta la cabeza para mirar al resto, sus ojos están tan vidriosos como el hilillo de moco que cuelga de su nariz. Saca su pañuelo, y Acabado se suena mientras niega compungido con la cabeza.

MOOOOOOC!!

-¿Pero qué estoy diciendo....? No podemos entrar ahí.... Será nuestro fin... ¡nos matará a todos....!

-Nonez. Laf llavef fe quedan conmigo. Debemof hacer una copia antef de que Luiza laf eche en falta. Para entoncef las habremof tirado en un fitio donde fe le podrían haber quedado olvidadaf y lifto. De lo contrario nof interrogarán y nof darán de sopapof de tal manera, que acabaremof por cantar y devolver laz llavef. Nefefitamof cubiertof y una lima.

 Esto me recuerda a aquel safari por Sevilla cuando la doncella dejó que Marcelo el orangután albino de Féliz Rodriguez de la Fuente, mi tercer marido, se metiera en la cocina, Rafita el el gafitas se cree una bestia parda cuando se toma pastillas de colores fríos, porque no traerlo con nosotros a la enfermería, atiborrarlo de pastillas rojas, y soltarlo en el jardín con los histéricos. Me atrevería a asegurar que el revuelo se escucharía a kilómetros de distancia. Quizá así todos estén demasiado ocupados como para fijarse en la señorita y su escolta dejando el castillo.

Al ver a esa mujer se sintió como un pequeño ratoncillo asustado, y a ella como a un enorme, feo y viejo gato relamiéndose ante la perspectiva que se avecinaba. Sin pensárselo solo actuando por instinto se levanto y salió corriendo 

Sinme llegó hasta la puerta que comunicaba la enfermería con la sala común. Sin pensárselo se lanzó contra ella tratando de abrirla, mas estaba cerrada con llave. Lo único que consiguió fue darse un buen golpazo en el hombro izquierdo.

Tras él, la risa relamida de Miss Brown anunciaba su aproximación.

La discusión que tenía lugar alrededor de la mesa de los excluidos se vio interrumpida por un golpe seco en la puerta que comunicaba la sala común con la enfermería. Ésta no cedió, a pesar de que alguien había impactado contra ella desde el interior.

Era la misma puerta por la que habían desaparecido Sinme Moria y Miss Brown.

No..no…-Grito muerto  de miedo. No….Por favor – esta vez agitaba los brazos en modo defensivo.
Sinme se escurrió del sitio donde estaba y buscó con la vista la llave que mantenía cerrada la puerta . Notaba el corazón latiéndole con fuerza en el pecho y la boca seca…Sus ojos se movían nerviosos, se sentía igual que un animal acorralado por un cazador

El fuerte ruido en la puerta llamó la atención de Federico, que se volvió rápidamente hacia ella, incapaz de saber lo que estaba ocurriendo al otro lado...pero no podía ser bueno, no señor, nada bueno.
Tenía que pensar rápido porque estaba seguro de que Sinme se encontraba en peligro, pero ¿qué podía hacer él?
Miró a sus compañeros en busca de una respuesta, pero sabía que allí no estaría. Sólo había una persona que podía moverse con cierta libertad y sin que eso le crease problemas con el gorila de la puerta del fondo, y ese no era otro que Yofre.

¿Quieres que te abramos la enfermería? - preguntó tan rápido que las palabras se agolpaban unas con otras, provocando que hubiese cierta dificultad en entenderle - Está bien. Consigue que Sinme salga a la sala común y te abriremos ¿de acuerdo?

No tenía muy claro por qué ese interés en ayudar a alguien que, al minuto siguiente, se habría olvidado de lo ocurrido.
En eso Sinme tenía una ventaja sobre el resto de ellos y es que él olvidaría todo lo malo que pudiera ocurrirle.

Abrid la pueeeerta.- Gritó sinme desde el interior, su voz sonaba asustada y temblorosa. Los pasos rapidos y el remover de objetos denotaba que alguien corría en el interior de la infermeria

-¡SINME! ¡MALDITA SEA! ¡DAME ESE ANILLLOOOOOOOOO! - los ojos de la enfermera jefe se inyectaron en sangre y pugnaron por salirse de su rostro. Arrojó a un lado la jeringuilla y, olvidando todo decoro, saltó sobre el pobre de Sinme con las uñas por delante cual gata en celo.

-¿¿¡¡¡SINME ESTÁ EN PELIGRO!!?? - el bueno de Yosu se puso en pie de un salto y en lo que dura un suspiro todas las células de su cuerpo había pasado a DEFCON 5, incluso se diría que su pelo se había puesto aún más de punta. Aquel movimiento precipitado hizo que su cuerpo ya reumático emitiera varios sonidos de protesta -. ¡¡ESTE ES UN TRABAJO PARA UN SUPERHÉROE!!

Sorteando varias mesas adquirió un trote cochinero que fue acelerándose poco a poco conforme se acercaba a la puerta de enfermería.

-Utilizaré mis poderes de inercia para echar abajo esa puerta chicos, ¡Entrad tras de mí!

Lo siguiente que se escuchó fue el golpazo del anciano contra la hoja de madera y su posterior retroceder tambaleante, tropezando con diversos objetos hasta caer al suelo en medio de tres sillas.

-Va... vamos... ya... pod... ya pod... ya podéis entrar...

Evidentemente la puerta seguía en su sitio.

Una vez más Aitor se separó de su eterna compañera, la doble puerta blanca, y se dirigió hacia el lugar en el que Yosu trataba de recuperar la respiración tumbado en el suelo.

-¿¡PERO QUÉ PUÑETAS OS PASA HOY!? - el tono amoratado de su rostro no presagiaba nada bueno.

Nooooo, dejame, es mio....-En ese momento Sinme se quedo quieto ¿ donde estaba y que hacia aqui ? sus ojos se posaron en la mujer que tenía delante, en ese momento vió la aguja que tenía en su mano....
 

Esa inyección es para mi? -pero si no me encuentro mal.- Dijo extrañado

El grito resonó por todo el salón, con fuerza, furia y dolor, como el quejido de un velociraptor al que hubieran robado sus huevos.

-¡¡¡¡MIS LLAVEEEEEEEESSSS!!!!! - aún postrada y medio grogui la voz de Luisa no perdía su poderío - ¡¡ME HAN ROBADO LAS LLAVES!!

Comenzó a incorporarse...

-Padece que ze ha dado cuenta demafiado tadde. Bueno, ahoda que no me defcubra. Y vofotrof, fi quereif que mi hedoica intedvenfión firva de algo, ya me eftaif configuiendo un taco de plaftilina o mafilla.

Dicho esto, Juanma se marcha a su habitación, intentando sobre todo, salir del alcance visual de Luisa

-Buaaaaa!!!! ¡Esto es una tragedia! ¡Buaaaaa!

Quien sabe si muy en serio, y creyendo realmente lo que dice, Acabado se va directo a Josu que está hecho un ovillo en el suelo. Pero con quien topa, y bien topado, es con Aitor.

Sin embargo no se inmuta. No se inmuta.... más. Sigue berreando, sinceramente apenado, sorbiendo y moqueando, parte por culpa del resfriado, parte por sus propios sollozos. Y, para sorpresa del fornido cuidador, y de él mismo, se agarra a Aytor y hunde su rostro húmedo en el enoooorme hombro del hombretón.

-¡Tienes que abrirle la puertaaaa.... buaaaaa! ¡Casi se mata para ver qué ocurre ahí dentrooooo....! ¡BUAAAAAA! Es culpa de ellaaaa.....! ¡Ha perdido las llaves y ahora quiere echarnos la culpaaaaa....! ¡BUAAAAA!

Exclama señalando con un tembloroso dedo a la Brepuertas. Desde luego, acapara la atención tanto de Tazos como de Luisa... dando una oportunidad a Juanma de escaquearse, si éste la quiere aprovechar...

Sinme no recordaba donde estaba. No recordaba que hacía allí. No recordaba qué había sucedido.... ¡¡No recordaba por qué aquella mujer vestida de enfermera se lanzaba por el aire contra él con las uñas por delante!!

-¡¡¡AAAGGHHHRRRRRR!!! - Miss Brown gritaba y gruñía como una gata en celo.

Cayó sobre Sinme y ambos rodaron por el suelo. De alguna forma aquella mujer, sorprendentemente fuerte, había conseguido sentarse sobre el brazo del señor Moria y en esos momentos pugnaba con sus dedos tratando de arrebatarle el anillo.