Partida Rol por web

2 de septiembre, noche

Apoya la cabeza en tu pecho. Algunos rastros de tu semen te manchan un poco. Por suerte no son muchos y a ella no parece importarle. A ver, en parte es porque está algo borracha. En segundo lugar porque el polvo la ha dejado agotada. Peeeero no tanto como para mirarte, con una sonrisa y posesivamente. Los pocos restos de semen que quedan por su cara se los quita con la mano y se los lleva al pico, lamiéndolos de sus dedos. Traga despacio a posta, para que lo oigas y lo veas. Cuando observa que te quedas mirando a tu pene, suelta una risita.

- También sabía que eras un poco pervertido cuando estás con amigos. O... - comienza a acariciar tu mástil, el cual comienza a ponerse tieso, poco a poco - en solitario.

Te besa profunda y apasionadamente, compartiendo contigo el sabor de tu jugo y, tras eso, baja hasta la altura de tu cintura. De mientras te acaba masturbando suavemente, ella comienza a tocarse allí abajo suya, suavemente, recorriendo la curvatura de su sexo con lentitud, lanzando gemidos suaves sobre tu aparato. Comienza a lamer tus pequeños* genitales, pasando por tu pene después, mientras aumenta el ritmo en su sexo. 

2 de Septiembre, noche

El hecho de estar manchados de mi esencia no parece molestarla a ella, y a mí tampoco. Es una prueba de lo mucho que hemos disfrutado, y luego solo hará falta una ducha para quitarlo.

Observo como se quita los restos de la cara, llevándolos con gesto goloso a su pico y tragándolos lentamente, creando una escena de lo más sensual. Ya solo con eso mi pene se endurece algo más.

Sus palabras me hacen sonrojar un poco, pero al mismo tiempo no me aparto en absoluto cuando me besa, compartiendo el sabor de mi esencia que todavía quedaba en su pico.

Ya para esas alturas y con sus caricias mi pene está a su máximo de expresión, mientras siento como Stephy va bajando. Me parece que somos un poco pervertidos los dos, cariño le digo antes de sentir como empieza a jugar con mis genitales haciéndome lanzar un suspiro de placer. El llamarla cariño me hace sonreír como un tonto, feliz de por fin poder decirlo y más porque me corresponde.

Hum... Stephy, esto es lo mejor que me ha pasado nunca le digo acariciando suavemente su cabeza. Eres increíble.

Theo era una estrella, un león que ni siquiera con ropa anodina pasaría desapercibido. Aquella mirada, la forma de caminar, de moverse y aquella melenita corta, mmmmmm podría engatusar a cualquiera. Y estaba ¡¡¡ALLÍ!!! Yo también. Habíamos coincidido, había sido puro azar desde luego. ¿Azar? Es destino. Estaba en la sección de ropa interior femenina, no es que fuera algo casual.

Atendí a sus explicaciones después que con aquel movimiento "casual" me arrastrase hasta una pared. Excitación, morbo, incredulidad. Me palpitaba el corazón por la intensidad del momento. Estaba nerviosa, a la expectativa. Y va él y me pone la mano para chocar. Un saludo. Se presenta y dice que se llama Johann Michaels. No me suena, de nada. Él es Theo. Me deja un tanto confusa, no entiendo nada. Lo miro con perspicacia por si se tratara de un doble o la cámara oculta, pero no, es el modelo, el auténtico, el que sale en los spots con bañadores y trajes masculinos. Lo conozco muy bien, tengo varias revistas donde sale.

De todas maneras, reacciono. Se ha presentado - yo soy Rachel - choco su pata - pues si te has perdido, yo puedo guiarte, conozco estas tiendas. Además trabajo en... - ¿Para qué decirlo? No venía a cuento, o sí? Dudé, aquel león me hacía sentirme nerviosa - soy lo que andabas buscando, te puedo ayudar a encontrar exáctamente lo que andas buscando - no es que le hubiera dicho a qué me dedicaba pero alguna pista, muy escondida, le había soltado - sé lo que te sienta bien, además creo que puedo ayudarte a relanzar tu imagen - lo tenía, con un poco de suerte igual hasta podía llevarlo a la empresa para que firmara un contrato de publicidad.

Además si confiaba en mí y me dejaba hacer, hasta podría compartir o descubrir su intimidad... porque como consejera, tendría que darle el visto bueno a todo lo que quisiera llevar puesto mmmmmmmmmm

¿Me había adelantado y había pisado a la coneja? - Perdona, Savannah. A veces soy tan efusiva que no me doy cuenta y como que atropello a la gente. Ven, siéntate ahí, el sillón es amplio - Madre, qué iba a pensar, quién sabe, igual se deja llevar por el rol histórico y piensa que como zorra que soy, tengo alguna antipatía por ella. Al fin y al cabo, mis antepasados se divertían persiguiendo a miembros de su especie. 

Me acaricié el pelo de mis orejas. Quizás había venido con demasiado ímpetu a la entrevista de trabajo. A Sav, se la veía bastante tímida, igual le costaba al principio adaptarse o es que era así. Tampoco pasaba nada por ser así, cada cuál era como era. 

Abrí la boca, aunque fui rápida y la cubrí con la pata. A pesar de haberme tomado el café, quizás necesitase despejarme de algún modo. Más tarde, tendría que mirar la agenda a ver cómo tenía el día de cubierto.

El aire refrescante agudizaba los sentidos de los depredadores. No era diferente para el tigre, que llegaba a la dirección puntual como solía con su amiga. Miró su reloj para asegurar que todas las constantes estaban como debían.

Detrás de ti.

Fue lo único que le dijo, y es que ya podía discernir la silueta de la más varonil de la pareja.

Ey.

Era la gran elocuencia de saludo apenas unos segundos después. Sabía que era bastante capaz, pero aquellos momentos de tranquilidad haciendo un poco de deporte le servía para conectar con Abi.

Cuando Rachel va a pedir, Savannah se retrasa. La habían llamado por teléfono. No quería molestar al grupo. Además necesitaba cobertura, por lo tanto sale a la calle en lugar de estar allí dentro. El camarero parece preocupado. Esa expresión le acompaña todo el rato que está pidiendo un batido con dos pajitas. Es entonces cuando se acuerda de algo y sonríe ligeramente. 

- Por cierto... - saca cuatro tarjetas de un bar country llamado Pretty West Coyote, en Manhattan - todos los viernes aquí hay festivales de música country y folk. Puedo repartir las tarjetas porque los dueños de ambos locales son socios - tras dároslas, vuelve a mirar hacia Sav y le da dos a Sheila - La otra désela a ella, por favor - y, tras esta muestra, se alza - Bueno, en seguida estará vuestro pedido. Cuando entre vuestra amiga avísenme, por favor, para que le tome nota - y se marcha. 

Los pelos de la nuca se le erizan del susto. Y se gira a toda velocidad, con el puño alzado, en dirección a tu brazo. Y eso no lo puedes bloquear. Cuando impacta, suena el puñetazo piensas que en todo el parque. Aunque ha sido más bien una reacción al susto. 

- ¡Joder, hijo de puta que susto me has dado coño! - agita un poco la mano con la que te ha golpeado. Pero sólo un poco. Señala con la cabeza en dirección al parque. Al parecer ya había hecho calentamiento. Tu también ahora con el dolor en el brazo - Vamos. 

Comenzáis a trotar por el parque. A esas horas estaba todo muy tranquilo y pacífico. Suena el cantar de los grillos de fondo y los pocos coches y motocicletas que aún circulaban a lo lejos. 

- Entonces qué. ¿Has ascendido al puesto de chupollas del presidente? 

Mientras Brian nos toma nota, observo como Savannah sale brevemente a hablar por teléfono, aunque su cara no parecía de alegría precisamente. Miro algo preocupado, espero que todo fuese bien. Si ella luego quería contar lo que había pasado, para desahogarse o algo parecido, la escucharía y le ofrecería algo de consejo si así lo quisiera.

Acepto una de las tarjetas que el camarero ofrece y sonrío. -Suena realmente interesante-respondo con una sonrisa y leo la tarjeta. -Además es buena idea que ambos locales cooperen de esta forma-digo contento. 

-Muchas gracias Brian-le digo al conejo con una amable sonrisa. Esperaba que la otra coneja no tardara mucho con la llamada y que no estuviese pasando un mal rato. 

1 de septiembre, noche

Empieza a decir los motivos por los cuales ir a Japón es un poco como un suicidio económico. No podía negarlo: las obligaciones, la familia, lo hijos... Todo eso deja a Japón en un papel casi secundario. Bajo la cabeza, con una sonrisa casi triste, asintiendo.

- Ya, es lo que tiene ser adulto y tener que pagar impuestos. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Soñar es gratis, como dijo uno. Y mi sueño de recorrerme Japón de una punta a la otra lo cumpliré en algún momento de mi vida - para estas alturas, había alzado la cabeza y la decisión había vuelto a mis ojos. Kenshi nos mira, sonriente. Cuando escucha a Peregrine pidiendo la cuenta, asiente y calcula la cuenta... ¡Con un ábaco! Era increíble. Por eso este negocio me gustaba tanto.

- Son X dórares con X centavos - deja el ábaco y coge una botella, de la cual vierte en unos vasitos de barro muy bonitos el contenido transparente, los cuales pone frente a nosotros - Y aquí tenéis el sake tibio. Tanoshii - nos dice teatralmente. Tras eso, vuelve a sus cosas: limpiar boles, vasos, etc. Cojo uno de ellos y lo levanto.

- Porque nos contraten - y me lo bebo de un sorbo. Obviamente, estaba tibio y algo amargo. Pero es un subidón brutal. Me pone un pelín chispa, pero solo un poco. Dejo el vaso en la barra, con una sonrisa y Kenshi lo coge.

- O sake wa chōjikan gamandekinai - le dice a Peregrine. Aunque yo me enfado.

- Usotsuki! - y comenzamos a reírnos.

1 de septiembre, mañana

"Johann" alza una ceja, intrigado. Aparta la mano que te bloqueaba el paso, pero se acerca a ti. Tanto que solo con levantar la mano podrías tocarlo.

- ¿Y cómo sabes qué es lo que necesito? ¿Cómo sabes que era a ti la persona que estaba buscando? - entonces, acerca su boca a tu oído, para susurrarte - ¿Cómo sabes que eres la mujer a la que deseo conocer? - notas un cosquilleo en la espalda que te baja hasta la cola. Entonces se aparte y te mira con una mirada que no sabrías descifrar. Es entonces cuando le dices lo de relanzar su imagen. Su rostro muestra dudas.

- ¿Relanzar mi imagen? ¿De qué hablas? A ver, sé que soy guapo y que estoy como un queso - tras decir estas palabras, se muerde el labio inferior, para después continuar - Pero no necesito nada para poder serlo. Simplemente, me gustaría comprar ropa bonita y parece que sabes juzgar bien los cuerpos - pasa el índice derecho por el lateral izquierdo de tu cuerpo. Otra vez el cosquilleo.

Me giro al ver que Savannah sale a hablar por teléfono. Su expresión era preocupada o molesta, no sabría decir, la vi muy fugazmente. Aún así, no era de buen comer la situación.

Le preguntaré después de esta quedada. 

Observo como Rachel se disculpa. Quizás había metido un poco la pata, pero no creo que ella fuese la causante de este embrollo. Simplemente la habían llamado por teléfono y ya está. Alguien molesto, sin duda. Después de todas estas conclusiones, vuelvo a sentarme como es debido (no sin antes disfrutar de la comodidad del suave sofá) y seguir tarareando en mi cabeza I'll be there for you, asiento al camarero, con una sonrisa y vuelvo a la conversación. Calvin no había dicho de dónde era, aunque Rachel sí.

- ¡Uh, Kansas City! Dicen que es una de las capitales de la carne de EEUU - me rasco la nuca, un poquito avergonzada - Las otras no sé cuales son, jeje - tras la risita, me acomodo un poco en el sofá y miro hacia Calvin - Señor... Bueno ¿Puedo llamarle Calvin? ¿De dónde es usted?

¡Jajaja, tenías que haber visto tu cara!

Reía el tigre. No pretendía asustarla, pero pese al momento del impacto se sentía bien escucharla. Aunque le dolía el brazo, no dio muestras de ello, sencillamente comenzó a trotar a su lado. La calma de aquel lugar, de aquellas horas, se sentía tan rematada bien que podría gritar a pleno pulmón.

Más quisiera ese sangre fría. Por ahora sólo estoy observando y aprendiendo, pero eso de lamer escalas no va conmigo. Prefiero el pelo, las garras y el cuero.

Le sacó la lengua, casi como si fuese un falso tonteo con ella.

¿Qué tal lo has llevado tu?

Cuando el teléfono vibró Savannah no dudó en mirar la pantalla, pero si se pudo notar en su rostro cierta molestia. Resopló a la par que cerraba los ojos y con un tranquilo movimiento se llevaba el dispositivo a la oreja. Al principio de la conversación se la veía bastante neutral, sus movimientos no eran demasiados y se mantenía quieta en un punto. Aunque según avanzaba esta hacía algunos gestos en el aire con clara molestia, incluso su rostro se había visto alterado por lo que fuera que pasase. La expresión de Savannah era una mezcla entre tristeza y molestia, era difícil saber exactamente por qué estaba pasando la joven.

Tras un largo rato la coneja miro hacia el interior, hubiera sido fácil simplemente marcharse de allí, pero lejos de hacer eso colgó la llamada de golpe y tras eso apagó el teléfono. Le apetecía tirarlo al suelo y pisotearlo... Pero no le sobraba el dinero. Guardó el aparato en el bolso y se obligó a relajarse. Sacudió su cabeza a la par que se palmeaba las mejillas dándose ánimos.

Con paso tranquilo y una sonrisa en los labios volvió al interior del local, uniéndose al grupo que había conocido hoy.- Perdonar, llamada inesperada, pero todo arreglado- "O eso me gustaría.." Buscó un hueco entre los presentes, sentándose en el borde del gran sillón al lado de Sheila. En la butaca próxima estaba Rachel. Miró al grupo, escuchando el intercambio de frases.

1 de Septiembre, noche

Sonrío a Sheila afirmando un poco. Seguro que si alguien puede conseguirlo es ella, si ya ha conseguido superar todo lo que ha superado, realmente creo que puede conseguir lo que quiera.

Me sorprende la forma de calcular el total que tiene el señor Kenshi, casi tanto como el precio. Joder, que estamos casi en la Quinta Avenida. Pero desde luego no me voy a quejar. Pago el total antes de que nos sirva un par de sakes.

Por un momento lo miro pero las palabras de la nutria me hacen levantar el vasito. Porque nos contraten. ¡Kampaiii! digo antes de bebermelo, de forma parecida a Sheila, de un solo trago.

Por un momento las plumas del copete que tengo detrás de mi cabeza se levantan ante el estremecimiento que recorre mi cuerpo por el choque alcohólico. Y es que al estar tibio calienta todavía más. Además se me suben los colores un poco pues no estoy tan acostumbrado a beber cosas tan fuertes.

Luego el cocinero dice algo que no entiendo pero Sheila le llama mentiroso. Me pregunto qué habrá querido decir. Expresiones como esa todavía no las controlo, dado que ni siquiera he empezado a estudiar japonés. ¿Qué ha dicho? le pregunto a mi acompañante para saber si es verdad que miente o no.

2 de septiembre, noche

Ella se ríe, mientras sigue lamiendote los genitales. Entonces, empieza a subir por tu mástil con la lengua, hasta llegar a la copa, donde comienza a lamer lascivamente el glande antes de introducir tu endurecido falo en su pico, haciendo movimientos de arriba abajo. De mientras, puedes observar como está chorreando por su sexo. Las sábanas se van a poner perdidas. Parece que le da igual. Es entonces cuando cambia de mano para acariciarse. Uno de sus mojados dedos entra poco a poco por tu cloaca, buscando estimular tu próstata, tocando arriba. 

Ante tu respuesta, Abi se ríe suavemente, sin abrir la boca, mientras sigue trotando al mismo tiempo. Aunque cuando le sacas la lengua te vuelve a zurrar en el brazo. Ella lo hace de broma, pero vuelve a doler. 

- Ains, pues estoy a mitad de un diseño que me tiene noches y días despierta. Mary ha conseguido que me vaya a la cama. Recuerdo haber dormido un par de horas o tres. Esa lechucita logra milagros - sonríe al hablar de su pareja - Es básicamente un anuncio para un producto que se vende precisamente en SouthPort. Bueno, no es un producto, es un servicio que va incluido con un producto. Es básicamente un seguro a terceros que va incluido con un electrodoméstico. Suena sencillo, pero no lo es. Pretendo incluir muchas cosas y a la vez pocas y me está matando el cerebro. Varias veces he pensado en mandarlos a la mierda. Tengo otros clientes, coño. Mary me insiste porque trabajas tu - ahora es ella la que te saca la lengua a ti - Pero no sé... Agh, mira que me jode pedir consejo. ¡Sobee todo a ti! - aparece un pequeño rubor en sus mejillas - ¿Qué hago? ¿Sigo con el proyecto o los mando a la mierda? Para que entiendas lo que me espera, son empresarios viejos, que adoran el presente y no se fijan en el futuro para nada. ¡Coño, si parecen japos! 

2 de septiembre, noche

Las acciones de Stephy me provocan empezar a lanzar algunos suspiros de placer. La verdad es que sus lamidas son lo más excitante, si excluimos su sexo, que he tenido hasta ahora. Realmente siento que podría acostumbrarme a esto.

Me levanto un poco para mirarla mientras compruebo que la sábana debajo de su entrepierna está cada vez más empapada. Igual tendremos que cambiarla antes de dormir pienso por un momento antes de que meta su dedo por mi cloaca haciendo que cualquier pensamiento que tuviera salga disparado mientras lanzo un incontrolable gemido mezcla de sorpresa y placer.

No sabía... que te... fuera eso... Ni que a mí... también... digo pues es cierto que alguna vez lo he visto en algún vídeo o película porno pero hasta ahora nunca nadie me lo había hecho. Y cuando mueve el dedito hasta alcanzar la base de mi próstata lanzo otro gemido de placer que en otra situación probablemente me haría sonrojar, pero en esta simplemente no puedo controlarlo. No sé si es lo que busca, pero como haga eso durante mucho tiempo voy a correrme otra vez directamente en su pico.

2 de Septiembre, noche

Stephy parece que sabe lo que se hace. Ha pasado de acariciarse el clítoris a directamente meterse los dedos, ya que la escuchas gemir, ahogadamente por tu verga en su pico, y los dedos en te cloaca siguen acariciando suavemente tu próstata. Ella está cerca, quiere llevarte al orgasmo de nuevo. Aunque ella está tan excitada que vuelve a correrse poco a poco, pero sin dejar de chupar y lamer. Es más, los temblores de su cuerpo funcionan como un breve vibrador para, al terminar, continuar con su tarea de lamer y acariciar. 

Córrete. Córrete en mi pico. Quiero saborearlo de nuevo. 

2 de Septiembre, noche

No me cuesta notar que Stephy también se acerca a un nuevo orgasmo ante sus gemidos ahogados y los chapoteos que puedo escuchar provenientes de su sexo, demostrando que se está penetrando con dedos.

Así pues decidido abandonarme a las placenteras sensaciones y dejar que pase lo que tiene que pasar. Y así, probablemente poco después de que ella misma se corra o quizá cuando todavía lo está haciendo, sujeto su cabeza intentando no ejercer demasiada fuerza mientras mi pene palpita expulsando su carga directamente en su pico, y probablemente incluso algún impulso en su garganta.

Es mi segunda corrida, pero un poco porque hacía un tiempo que no lo hacía y un poco porque la excitación de la próstata aumenta la cantidad de semen, la corrida será solo un poco más pequeña que la anterior. Oh, joder... se me escapa mientras arqueo la espalda por el placer antes de caer ahora sí rendido.

La verdad es que no creo que ya tenga fuerzas para un tercer intento, pero tampoco creo que ella ande con esas intenciones. Que es cierto que nos teníamos ganas, pero también es cierto que tenemos mucho tiempo para seguir haciéndolo en otro momento.

1 septiembre, noche

Me río ante su pregunta. No por ridiculizarlo, sino porque me hace gracia. Alguien con un conocimiento tan bajo de japonés escuchando hablar a un nativo y a una persona que podría hablarle a un niño pequeño perfectamente.

- Te ha dicho que no aguanto el alcohol. ¡Mentiroso! - le traduzco y tras eso, el mentiroso va dirigido a Kenshi, con una sonrisa de oreja a oreja. Tras eso, me levanto y cojo el bolso - Entonces Kenshi. ¿Cuándo podría ser la siguiente clase?

- Ya te doy yo un toque. Ahora tengo que atender a nuevos crientes - efectivamente, otra pareja de empresarios están al lado del puesto, una morsa y un león marino - Oyasumi nasai, Sheira-chan.

- Oyasumi nasai, sensei. Vamos - y dejo el sitio libre a los empresarios. Me había fijado que a él el sake se le había subido menos que a mi, aunque solo fue un chupito - Entonces. ¿Crees que puedes volver solo a casa? - le pregunto, con una mirada dulce - Ah, por cierto - le señalo el bloque de pisos que está haciendo esquina con la Quinta Avenida - Ese es el edificio donde vivo. Es un pelín antiguo, pero lo suficiente para mi. Si te soy sincera, si me dan el trabajo empezaré a buscar piso como una loca. He visto varios en las paralelas a la Quinta Avenida, bastante cerca de la oficina, para no tener que ir en metro.