Partida Rol por web

Mediodía, tras el almuerzo.

Llegas a la planta superior, la última. Cuando sales del ascensor, parecía un edificio distinto. Toda la decoración era minimalista pero lo poco que había era muy lujoso, el puesto de secretaria, la señorita Brown era de la más alta calidad todo desde el teléfono hasta la silla. Y, al final del pasillo, una puerta doble lleva al despacho del presidente Lizz. Pero no el antiguo, sino el nuevo. Su nombre se mostraba en una plaquita dorada, en letras negras. El mismo presidente te había citado a esa hora, así que podías entrar sin llamar. Dentro del despacho, el lujo aumenta. El despacho empieza con una extensión del pasillo, solo que, a ambos lados, había tanques de agua con peces de colores. Al final de este corto pasillo, tras la mesa de ejecutivo, había un ventanal ENORME que daba vista a Central Park. Era septiembre y las hojas empezaban a tiznarse pardas. Un sillón con ruedas, en el lado del presidente estaba girado hacia el ventanal. Ves una cola escamosa, saliendo por el borde del asiento.

- ¡Ah sí Pietro! Pasa pasa -  se gira el sillón y, obviamente, era tu jefe, el presidente Carl Lizz, un lagarto de color pardo y ojos con el iris amarillos y el resto oscuro - ¿Qué tal la entrevista? ¿Divertida? Un pajarito me ha dicho que te has encontrado con una compañera de universidad - aunque no se ríe, sí muestra una sonrisa, aunque no sabrías decir si es de malicia o de alegría.

Mediodía, tras el almuerzo.

Pese a estar citado y poder entrar sin llamar, toqué a la puerta y aguardé dos o tres segundos antes de abrir. No esperé ningún 'pasa' o similar, era mera cortesía, para darle esos dos segundos para recomponerse o poder despedirse si estaba en alguna llamada o cualquier otro evento imprevisto.

Buenas tardes, presidente.

Terminé de acercarme a la mesa mientras colocaba las solicitudes de empleo. Mi rostro ante el comentario de la compañera fue más bien resignación, no era algo que ocultase, pero me hubiese gustado informar a mi.

En efecto. Es una chica muy capaz, pero a veces le faltan un par de luces. Pese a todo, sería una incorporación fresca para el departamento de Márketing. Eso sí, si fuese contrada y le pareciese bien, me gustaría darle la noticia personalmente, y recordarle algunas cosas básicas.

Moví la zarpa siniestra para pasar al siguiente tema, como si aquel no tuviese más importancia por el momento. Sabía que le había dado una información que él a mi no, que era el departamento para el que optaba, y era la única. Pero posiblemente la pajarito ya se lo había dicho también, y si no era un modo de confianza en mi mismo y una muestra de que no había nada malo en aquella relación.

Hemos venido a hablar de los candidatos. ¿Quiere que revisemos uno por uno los informes o tiene alguna otra idea en mente?

Mientras te escucha, el presidente Lizz junta las manos sobre la mesa y ves que mueve ligeramente la cola. Tras concluir tu discurso sobre la chica, Carl no se lo piensa dos veces.

- De acuerdo. Le darás tu la enhorabuena. Si es tan capaz como dices tu, será una incorporación genial para la empresa - al cambiar de tema, él asiente y se levanta - Bueno, ¿revisamos los formularios? - se dirige hacia ti con cara de alegría, como si disfrutase de esos momentos en los cuales se contrata a gente... O les dices que "desgraciadamente", este puesto no es para ellos.

¿Necesita feedback también del señor Morse?

Preguntó mientras se sentaba enfrente suya, señalando que era precisamente el primero de los informes. Tenía absolutamente ningún problema con valorar el destino de alguien que ya estaba empleado, así como de recomendar, o no, a los candidatos que había visto en persona. Equivocarse era parte de la vida, lo importante era aprender de esos errores.

El lagarto se queda pensativo, pero a los pocos segundos, niega con la cabeza.

- No, de momento no. Ya hablaré yo con él en privado. Obviamente será una charla amistosa, para que me de su punto de vista. A quienes ve más capaces, a quienes menos. Veamos...

Coge los formularios que le ofreces. Con algunos tiene una cara que es un poema. Cuando termina los deja sobre la mesa, cruza los dedos y se queda pensativo durante unos segundos, girando su silla para poder mirar Central Park.

- Solo dos personas han respondido lo que yo creía más lógico a las últimas dos preguntas, Peralta y Baker. No cuento a Morse porque ya está empleado, y su currículum es excelente. Los otros dos... Son demasiado positivistas. Si hubiese un temporal saldrían encantados a la calle desnudos, sin medidas de seguridad. Al menos eso pienso yo. Y con lo de la tercera pregunta... Dios, Bluefeather y Forest no tienen remedio - da un golpe en la mesa - La familia es como un trabajo. Es como una extensión. El trabajo es la forma de ganar dinero para ese otro trabajo. Te requiere tiempo y dinero, pero también bastantes buenos y malos ratos... - aquí se para un segundo, mirando al parque, pero tu sabías que estaba mirando al vacío. Pasados unos segundos, se gira y suspira - En mi cabeza ya hay una decisión, pero quiero que tu tomes una. Quiero ver el carácter del futuro vicepresidente de SouthPort.

Entiendo.

Dije tras la conclusión sobre el león albino. Sin mucho más arranqué con cuidado una hoja de mi libreta, la doblé y la dejé sobre el currículum del citado.

Me he permitido tomar notas sobre todos, simples observaciones durante el proceso. Puede leerlas libremente si lo desea, quizá encuentre algo útil entre esos papeles.

En cuanto al vaso, me lo hubiese bebido para decir que estaba vacío y evitar más discusiones polémicas.

Deposité la libreta con el resto de notas* por si quería observarla. No había ni media anotación más en todo aquello. Escuché también con tranquilidad y un gesto afable su opinión sobre la familia, pero aquel gesto se afiló en cuanto preguntó mi decisión, un claro examen, una prueba. Aquello me gustaba y hasta, porqué no reconocerlo, me excitaba ligeramente. ¿Quería saber? Sabría.

Hay que tener en cuenta varias cosas. Los currículums de todos ellos es intachable, con lo que tienen la preparación adecuada para trabajar. Sin embargo usted quería sangre fresca. Eso conlleva un precio. La gente menos ducha tiene unas costumbres y gustos diferentes. Quizá, y sólo quizá, pese a todos los inconvenientes que veo tanto en la señorita Forest como en el señor Bluefeather.

También es cierto que habría que condicionar su adaptación a la empresa. Quiero decir, bajo estrecha vigilancia y con una yellow flag de entrada.

Al fin y al cabo es imposible conseguir un beneficio sin un riesgo. Y está claro el beneficio que busca usted y, quizá, exista la posibilidad de que estemos desconectados de algunos escalones de nuestra clientela.

Finalmente bajé los hombros.

Aunque honestamente, resulta bastante pesado pensar en cooperar con ellos dos.

Señalé a la libreta, allí encontraría el motivo.

Añade el currículum de Calvan al montón de currículums de los recién llegados mientras recoge la libreta de notas que le ofrece Reaver. Además de escucharle atentamente sin modificar en lo más absoluto su rostro más allá de un ligero alzamiento de cejas y suaves asentimientos.

- Uhum... Je - cierra la libreta y se la vuelve a alcanzar - Sus comentarios sobre Peralta y Baker resultan divertidos - coge los currículums de ambas y empieza a revisar - Uh, Peralta estuvo en el Proyecto Animal, como dijo en el formulario. Y si dice ser amable, atenta y cariñosa con este precedente, puede ser bienvenida.

- Sobre la señorita Baker ¡Madre mía, dos carreras con honores! Aunque la palabra torpe le quita puntos. En sus notas no dice mucho de ella pero... Me da buenas vibras. No sé por qué. En cuanto a Peregrine y a Forest... Podemos incluirlos en plantilla. Pero pondré a alguien que los vigile. En esta empresa se tolera el buen "rollo", pero hay que saber cuando cortarlo - eso último lo dice con el rostro serio. Saca el teléfono móvil y marca un contacto.

- ¿Señorita Brown? Mañana dígales a todos los de la entrevista la fecha de entrada. Excepto a Calvin, claro. Ah y, a Bluefeather y a Forest. Póngales algún encargado. Manda al señor Ibory para que les pida una consulta, gracias - y cuelga. Llevabas el suficiente tiempo en esta empresa como para saber que el señor Ibory era el psicólogo de la empresa. Siempre que un trabajador estaba estresado o tenía problemas "personales", acudía al señor Ibory. Lizz se levanta y te sonríe.

- Buen trabajo señor Reaver. cada día estás más cerca de la vicepresidencia - y te ofrece la mano.

No sé hasta qué punto es buen rollo, o hacerse valer aplastando a otros, o aburriendo a sus rivales.

Se permitió la ligera broma. Estrechó su mano con una sonrisa confiada.

Gracias. Para cualquier cosa que necesite.

No terminó la frase, estaba claro lo que quería decir, que estaba disponible para cualquier cosa. Si había llamado al señor Ibory las cosas iban en serio.

Voy a notificar a la señorita Baker. Mañana pinta ser un gran día, director.

Inclinó ligeramente la cabeza antes de despedirse para irse.

Mañana, día 9

Recién llegas a tu puesto, saludando a todos tus compañeros. Pero, cuando te vas a sentar en tu cubículo, perfectamente ordenado, suena tu teléfono. Es de la línea 1: la dirección central. 

- Señorita Toussaint, pásese por la oficina del presidente, por favor - era la voz de Hanna Brown, la que te hizo la entrevista y os dijo que era la secretaria de la dirección. Pero... ¿Para qué querría verte el presidente? Casi automáticamente, vas al ascensor y pulsas el botón. Habías oído hablar de esa persona, Carl Lizz. Decían que era un joven implacable, que si veía algo que quería, usaba todos los medios para conseguirlo. Él era el artífice de la renovación de la empresa. Y una vez más te preguntas: ¿qué querría citándote a ti? 

¡¿La oficina del presidente?! Pero... aun no he hecho nada. Ni siquiera me he sentado. Encima me llama su secretaria. El presidente... Es Carl Lizz, es el quien ha estado renovando SouthPort. No puedo evitar sentirme algo nerviosa mientras me dirijo hacia el ascensor y este va subiendo a la ultima planta ¿Habré hecho algo mal? ¿Habrá visto mis proyectos? Quizá no le gusten... o puede que si y quiera hablar conmigo ¿Quizá... quizá ha visto mi pagina personal de Furbook? ¿Qué... que es lo ultimo que he subido? Aaaah, ahora no me acuerdo. Pero creía que había configurado bien mi pagina publica y la personal. El camino se me hace eterno mientras suena la relajante musiquilla del ascensor. Pero estoy en una montaña rusa de emociones que no me dejan tranquilizarme en ningún aspecto. Al llegar agradezco ser un reptil y no sudar.

Salgo con algo de temor ya en Dirección General y me dirijo al despacho principal, pasando por el propio despacho de Hanna. Inspiro e intento imprimir confianza en mi voz.- Soy Cassandra Toussaint, señorita Brown. Me acaban de llamar para ver al presidente.- Saco la lengua, como siempre que estoy nerviosa. Hago un ademan por llevarme una mano a la boca, pero eso si lo consigo evitar.

Llegas a la planta superior, la última. Cuando sales del ascensor, parecía un edificio distinto. Toda la decoración era minimalista pero lo poco que había era muy lujoso, el puesto de secretaria, la señorita Brown era de la más alta calidad todo desde el teléfono hasta la silla. Cuando le hablas, la secretaria te sonríe. 

- Ah sí señorita Toussaint. Le está esperando dentro. Me ha dicho que pase sin llamar. 

Al final del pasillo, una puerta doble lleva al despacho del presidente Lizz. Pero no el antiguo, sino el nuevo. Habías oído que el hijo, Carl, había heredado la empresa de su padre. Su nombre se mostraba en una plaquita dorada, en letras negras. El mismo presidente te había citado a esa hora, así que podías entrar sin llamar. Dentro del despacho, el lujo aumenta. El despacho empieza con una extensión del pasillo, solo que, a ambos lados, había tanques de agua con peces de colores. Al final de este corto pasillo, tras la mesa de ejecutivo, había un ventanal ENORME que daba vista a Central Park. El presidente estaba firmando papeles cuando te escucha entrar con delicadeza. Alza la mirada de su trabajo y te dedica una medio sonrisa. 

- Señorita Toussaint, pase. ¡Ah, cierre la puerta! No quiero que me entre corriente - era algo normal. Al fin y al cabo, era un lagarto. 

Me maravilla el buen gusto que tiene el lugar. No es ostentoso, ni artificial; cada pieza que se ve tiene un uso o un propósito. Destila elegancia sin resultar abrumador o amenazador. Como si caminara por un museo. Me encantaría poder trabajar aquí. Aprieto la mano en un puño, es un objetivo y ahora tengo una oportunidad de hablar con el presidente.

- Gracias.- Le digo amablemente a la señorita Brown y camino fijándome en cada paso que doy. Entro en el despacho y me llaman mucho la atención los acuarios, la ventana... todo. Es un gran despacho. Pero ¿Qué se podía esperar del despacho del presidente de la compañía? A mi mente acuden algunos pisos de chicos decorados como si fuese un videojuego o con temáticas extrañas reflejando los gustos de cada uno. Quizá esperaba algo así.

Le devuelvo la sonrisa, cierro la puerta tras de mi y camino con pasos ondulantes, moviendo mis caderas con cada movimiento. Es un paseo ensayado, simple pero efectivo.- Encantada señor presidente.- Intento imprimirle un tono seductor a mi voz. Lo cierto es que se ve joven y atractivo. Podría haberme acercado a el en algún café. Me quedo de pie, esperando que me ofrezca sentarme o que me explique porque me ha llamado a su despacho.

- Por favor, siéntese - señala con su zarpa la silla que tiene delante. Sin pensártelo dos veces, te dirijes hacia la silla. Mientras te sientas, te fijas que no te quita la vista de encima. Su mirada es de las más atractivas que has visto. Se echa hacia atrás en su sillón, guardando los papeles que estaba firmando en un cajón del escritorio. 

- He estado observando los datos de ventas de esta semana. Su primera semana. El proyecto de prueba al que se le había asignado ha aumentado la venta del producto bastante - medio sonríe, orgulloso. Pero a la vez te mira. ¿Estaba orgulloso de ti? - Quién dice bastante dice casi un cien por cien. Trabajar con el equipo de marketing y la señorita Fulgens ha resultado de lo más ideal. Y quiero felicitarla, Cassandra. ¿Puedo llamarla Cassandra? - se levanta, pero haciendo un suave movimiento con la mano, para que permanezcas sentada. Camina despacio, siguiendo la línea de la mesa, hasta colocarse cerca tuya. Entonces se apoya en la mesa y se cruza de brazos - La felicito, Cassandra. Y quiero darle una recompensa - alarga el cuerpo hacia uno de los cajones, dejando a la vista du trasero cubierto por los pantalones y su cola. ¡Y Dios, qué culo! Además de joven, se mantiene en forma. Del cajón saca un talonario, del cual arranca un cheque - Esto es para usted - cuando lo coges y lo observas... ¡Era una cifra desorbitada! Era casi el triple de lo que te dijeron que ibas a ganar - Buen trabajo Cassandra - pero no se mueve de tu lado. Puedes sentir su olor. Es como una mezcla de cítricos, tabaco y alcohol del bueno. 

-Si, por supuesto.- Respondo a su pregunta de utilizar mi nombre. Me sorprende que la campaña haya salido tan bien. Quiero decir, hemos implementado y mejorado las campañas del producto pero el resultado es mejor de lo que esperaba. Me ruborizo un poco, y esbozo una media sonrisa de dicha.- ¿Una recompensa?- Me distraigo cuando se inclina, y observo su culito mordiendo mi labio inferior. Al ver el talón, la cifra me parece un error.- Se... señor esto es mucho. Me siento muy alagada.- Y tentada.- Pero no solo cumplía con mi trabajo. No... no se si deba o pueda aceptar esto.- Su aroma es embriagador, salvo quizá ese toque a tabaco. No es como el olor a humo, pero sigue sin gustarme. Levanto la vista para mirarle a la cara intentando leer un poco de como debería reaccionar.- No ha sido solo merito mío. Todo el equipo ha colaborado.

El presidente te observa mientras le pones objeciones al cheque que te está entregando mientras asiente. Lo agarra con suavidad. Su mano entra en contacto directo con la tuya. Su tacto escamoso para otros reptiles es como... Como algo hipnótico. No puedes dejar de mirarlo. Era la primera vez que lo veías en persona. Y era tan guapo.

- Me parece una actitud muy honorable que quieras compartir este... "logro" con tu equipo. De verdad que sí - se levanta y comienza a pasear, despacio - Pero quiero recompensarte, de verdad. Te mereces mucho más que tu simple sueldo. Obviamente debes hacer más buenos trabajos para ascender - está detrás tuya. Puedes notar las vibraciones de sus pasos en el suelo - Así que... - entonces, comienza a acariciarte con suavidad tu hombro mientras avanza por tu otro lateral - ¿Cómo quieres que te recompense? - y, al llegar a la mesa, se coloca justo frente a ti, con las piernas abiertas. Ves que hay un pequeño bulto en su entrepierna, en su zona genital.

La presencia del presidente es intoxicante. Me encuentro sacando la lengua para percibir su aroma y con ganas de alargar la mano para tocarle cuando pasa cerca.- Una... recompensa.- Estoy distraída, me cuesta concentrarme. - Bueno, yo quiero llegar a trabajar en un lugar así.- Me revuelvo algo inquieta en la silla, nerviosa, excitada.- Yo...- El deseo nubla mi cabeza. Tanto mis propis objetivos como la lujuria que crece en mi.

El señor Lizz te sonríe. Se levanta, haciendo que el bulto de su entrepierna se marque más. Te indica con las manos que te levantes, algo a lo que no puedes decir que no. Una vez estás de pie, se acerca más a ti. Puedes olerle el aliento. Es mentolado, una fragancia agradable.

- Te lo preguntaré de otra manera - se acerca al lateral de tu cabeza, hasta llegar a tu oído. Sientes su aliento en tu cresta -¿Qué es lo que más deseas en este momento? - está peligrosamente cerca. Puedes sentir el calor que desprende todo su cuerpo, por mucha sangre fría que tenga.

Saco la lengua saboreando el olor que desprende, hipnotizada por el lagarto que tengo ante mi. Levanto la mano despacio posándola suavemente en su cuello y acercándome hasta pegarme a el. - Deseoo... - Repito en voz baja, inconsciente de donde estoy y de mi propia situación. Vuelvo a sacar la lengua, esta vez rozando su cuello con la punta. Busco una de sus manos con la que no tengo en su cuello, para enlazarla con la mía. Mi cola se desliza por el suelo, acariciando su pierna por encima de la ropa.

El presidente sonríe cuando tu lengua roza su cuello. Cuando dos siente tu cola por encima del pantalón. Te agarra suavemente a la altura de las lumbares y te acerca a él, su boca con tu boca. Juguetea con tu lengua mientras una de sus manos agarra una de tus piernas. Se sienta sobre su mesa, haciendo que caigas sobre él. Puedes sentir su hinchada entrepierna, algo largo que se extiende varios centímetros. Su beso es embriagador. Su mano juguetona se pierde por debajo de tu falda, hasta alcanzar tu nalga, la cual acaricia con delicadeza. Su respiración se vuelve más agitada. Su mano se vuelve más atrevida, acariciando por debajo de la braguita directamente tu nalga. 

Le devuelvo el beso, y acaricio su lengua con la mía. Una de las ventajas de ser una serpiente, es mi ágil lengua. Así que respondo jugueteando con pasión. -Aahnn... -Jadeo al notar la mano del presidente, separando nuestras bocas; aun conectadas por un hilillo de saliva. Me aferro a el con el brazo izquierdo y con la cola a su pierna, bajando mi mano derecha hasta su cintura. Deshago su cinturón y busco deslizar mi mano dentro acariciando su erección antes de sacarla. Es muy grande. Miro para abajo con una sonrisa picara.- Vaya, señor presidente.- Digo con una voz traviesa.

Vuelvo a acercarme para besarle y continuo masturbando su miembro por dentro del pantalón. Estirando los dedos hasta que mi palma toca la punta y luego subiendo, acariciando el cuerpo de su polla mientras suben.