Partida Rol por web

Luego de la Cena, Ragnar fue en busca de su hermana. Debía hacerlo antes de que sus padres quisieran hablar con ella, después de todo, hubiera dado una mano apostando que el Lord querría hablar muy seriamente con su gemela.

Su paso era decidido y frenó cuando sólo un obstáculo se encontraba frente a él: la puerta de las habitaciones de su hermana. Tocó con firmeza.

-Constance... soy yo... ábreme- dijo Ragnar. Espero que ya haya despedido a sus doncellas...

Era tarde y estaba realmente cansada, así que ni bien la prepararon para descansar, se encargó de que la dejaran a solas. Estaba sentada frente al espejo aún, pensando en todo lo que había acontecido en la cena cuando escuchó cómo golpeaban su puerta, por un momento pensó en Daeron molestando para cualquier cosa que se le hubiera ocurrido, luego pensó en Bastian pero no tuvo tiempo de seguir pensando pues a nada de responder que no quería ser molestada escuchó la voz de Ragnar. Se quedó mirando al espejo sin moverse, casi sin atreverse a respirar y terminó de deshacerse la trenza mientras gritaba:

-!Espera un momento¡

Con el cabello ya suelto se levantó lentamente, no tenía ganas de verlo porque sabía perfectamente que venía a restregarle en la cara su compromiso, a reclamarle por cómo le había respondido a su prometida, venía a cualquier cosa menos a decirle lo que ella quería escuchar. Abrió la puerta dejándolo pasar, lo miró a los ojos y le dio la espalda yéndose a sentar en la cama.

-Sea lo que sea que apremie tanto que me veas, habla pronto porque estoy cansada y no me siento bien.

Estiró una mano para indicarle un sillón enorme y mullido, aunque algo viejo para ser honestos, invitándolo a sentarse; era evidente que estaba enojada, él no necesitaba que nadie se lo dijera pero también era una manera de ocultar lo que le dolía.

Ragnar se quedó un momento mirando a su hermana con toda su furia contenida. La conocía, pero tampoco sabía cuánto tiempo tendría antes de que sus padres llegaran. Cerró la puerta tras de sí y caminó cansinamente hasta la cama donde estaba sentada Constance. Se sentó a su lado y le acarició el cabello como siempre hacía desde que eran pequeños.

-Constance... ¿qué sucedió allí afuera?- preguntó con suavidad Ragnar -Me has preocupado...-

Su pregunta iba más allá de la mera obviedad. Su pregunta apuntaba a qué había pasado con su hermana que tan bien llevaba sus emociones en público; y no sólo en público, en la cena de bienvenida del torneo en Harrenhal con las grandes casas como testigos...

Sintió la mano de él en su cabello y ese sólo movimiento bastó para que se diera cuenta de una cosa: no estaba allí por ella, estaba ahí porque estaba preocupado por su prometida, preocupado por todo el resto del mundo. Volvió su rostro a él, lo miraba fijamente a los ojos.

-Lamento haber incomodado a tu prometida o su familia. Prometo...

Ella intentaba que las palabras salieran de su boca con fluidez pero costaba mucho porque contener las lágrimas delante de él no era algo que pudiera hacer con facilidad. Se mordió los labios porque sentía un inmenso deseo de besarlo, respiró profundo y prosiguió.

-Prometo que no volveré a responder a ninguna provocación de lady... Como se llame. Prometo que seré buena con ella y su familia.

Constance no pudo evitar que una lágrima rodara y luego otra y una más.

-Si te hace feliz ofreceré una disculpa a la que será tu familia...

Los sollozos de la joven apenas dejaban entender lo que decía.

-Y explicaré a padre lo de Fossoway si lord Nightwing lo solicita...

Subió las piernas a la cama y se recargó de la enorme pared de piedra que hacía las veces de cabecera.

-Eso es lo que querías, ¿no?

Antes de que su hermana continuara con esa catarata de palabras de disculpa, que sabía que no sentía realmente, y que ahora estaban acompañadas de lágrimas verdaderas, Ragnar la abrazó con fuerza.

-Hermanita... no me importa todo eso...- le susurró al oído -Te pregunté porque no te reconocí, por los Siete que no te reconocí...- 

El aroma de la joven y su tristeza hacían mella en la entereza del heredero. No quería que su hermana sufriera como lo estaba haciendo, por él. Sabía que sus caricias no harían nada, pero era lo único que podía hacer ahora...

-Constance, haz lo que quieras con eso que me propones, yo vine porque padre, y seguramente madre también, vendrán y querrán explicaciones de por qué reaccionaste así y pusiste en peligro las negociaciones de la Casa- dijo Ragnar -Quiero ayudarte a pasar por ésta... quiero que estés bien... quiero que seas feliz...-

Ya vendría el momento de preguntarle por lo dicho sobre el Fossoway, después de todo había quedado sospechoso y proclive a duelos por honor...

Se dejó abrazar por Ragnar. Si alguien podía verla siendo vulnerable era él pero no podía seguir pretendiendo que no pasaba nada y luego de un instante, lo empujó con suavidad.

-No me reconociste porque te niegas a ver a la Constance mujer, sólo ves a la Constance gemela y lo entiendo, juro que lo entiendo... He sido yo la que rompió este cariño hermoso de hermanos pero es así, ¿para qué te voy a mentir?

La pelirroja se secó las lágrimas y lo abrazó con fuerza ahora ella.

-Gracias por querer ayudarme con nuestros padres pero dudo que sea necesario... Aunque reciba un regaño, me lo he buscado.

Lo apretó aún mas fuerte, podía sentir su respiración, su aliento, su cuerpo junto al de ella y aquello era demasiado, aún así, la menor de los gemelos, continuó hablándole suavemente al oído.

-Sólo dilo, pídemelo y lo tendrás. Pide que no vuelva a decirte nunca mas que te amo, que mate esto dentro de mí para siempre y que no te mire como sólo alguien que te ama podrá hacerlo... Pídemelo y lo tendrás... Nunca mas tendrás que luchar con la aberración de mi amor por ti...

Si Ragnar la conocía bien, sabía que ella estaba hablando en serio.

Ragnar había quedado perplejo mientras sentía el rostro de su hermana rozando su barba. Podía sentir cada latido acelerado a través de la ropa. Estaba hablando en serio, lo sabía, era una certeza. Pero no sólo eso... Había mucha determinación y tristeza junta.

-Veo a la Constance mujer...- comenzó hablando el joven con una suavidad y lentitud poco común en él -Es una mujer hermosa, seductora y muy inteligente... también veo que es impulsiva, como nuestro padre... pero que le da un atractivo que la hace aún más bella...- la voz grave y dulce de Ragnar era como un poema -Eso fue lo que no reconocí... que podías ser más impulsiva de lo que creía... pero ahora lo sé.-

El abrazo se extendía y el calor de sus cuerpos se mezclaba y creaba una sensación muy placentera. Con una mano comenzó a acariciar la espalda de su gemela.

-No puedo pedirte eso... simplemente no lo puedo hacer...- le dijo a Constance -No puedo obligarte a hacer nada... nunca te haría hacer algo que no quisieras...- y le dio un beso en el cuello para luego darle otro en los ojos como cuando eran niños.

El abrazo había terminado, pero los gemelos estaban enfrentados con las miradas intensas de cada uno puestas en los ojos del otro. 

Constance sintiò un pequeño alivio cuando èl pronunciò aquellas palabras, muy pequeño, un atisbo de esperanza y cuando le dio aquel beso en el cuello su cuerpo se estremeciò por completo de pies a cabeza, el tiempo se detuvo en ese momento: ¿què clase de ser bastardo era ella para albergar aquellos sentimientos por su hermano? Sin duda Mèrida tenìa razòn, no debìa sentir aquello y no se habìa parado a sentir lo que podrìa pasar por la cabeza de su gemelo. Se mirò en sus ojos que si bien no eran del mismo color, tenìan la misma intensidad, el mismo modo de mirar. ¡Era un maldito monstruo y parecìa que no le importaba arrastrarlo con ella! Acercò su rostro al de èl, lentamente, pensando en todas las posibilidades y en la catàstrofe que se le vendrìa encima y se detuvo cuando apenas rozaba los labios de Ragnar sin tocarlos realmente; su aliento tibio se confundìa con el de ella.

-Tienes que irte... Yo tampoco puedo obligarte a que hagas algo que no deseas.

Puso una mano en el pecho de Ragnar sin poder apartarse de èl, de su cercanìa, nunca habìan estado asì pero aquella era una lìnea que de cruzarla no tendrìa retorno y èl era el ùnico hogar que tenìa; tenìa que convencerse de que realmente ya lo habìa perdido. Quizà Ragnar amara a la norteña y tenìa que respetarlo pero còmo si ni siquiera se atrevìa a moverse y esa frase que le habìa dicho se la habìa dicho de una manera que ni el màs tonto de los bufones le creerìa, no tenìa que irse. Debìa pero ella lo habrìa sujetado para retenerlo si viera aunque sea un poco la intenciòn en su hermano. Se hincò en la cama y lo abrazò de nuevo, dejando que sus labios rozaran la oreja de Ragnar ahora, èl podìa sentir las làgrimas que al resbalar por el rostro de Constance, caìan entre su cuello y su hombro.

-Deseo que seàis feliz con ella, hermano... Deseo que os dè muchos hijos y que todos sean como vos... No dejèis que yo entorpezca vuestro futuro... Si me soltàis os soltarè. Nadie muere si ya està muerto.

Lo tenìa sujeto de tal manera que su hermana parecìa màs alta y mucho màs fuerte pero sollozaba, lo notaba no sòlo por las làgrimas, sino por la manera en que su pecho subìa y bajaba.

Tienes que hacer algo, Ragnar...

Constance estaba encima de él, abrazándolo con fuerza y él no podía hacer nada. Sólo quedarse dándole calor y compañía. Sabía que ella esperaba que él hiciera algo, pero no haría nada. Ella tenía que tomar la decisión, no él. Él la amaba, como una hermana, una bella e inteligente hermana, pero no como una amante, no como su mujer. Una parte de él quería corresponderla, pero todo su enseñanza, tanto religiosa como secular, le decía que eso no era posible, es más, que era pecado y castigable.

El silencio, apenas roto por los sollozos de Constance, se adueñó de la habitación. Ragnar sólo respiraba, la amaba, la abrazaba con dulzura. Se quedaría así todo el tiempo que fuera necesario, nada era más importante ahora...

Te amo Constance... espero que puedas superarlo rápido... sé que puedes hacerlo...

Sollozó un buen rato más, abrazada a él, a su única esperanza y sabía que era momento de dejarlo partir porque él no sentía y nunca sentiría por ella lo que ella necesitaba. Se apartó suavemente de él con el corazón destrozado, vencida porque sólo su otra mitad podía vencerla, se secó las lágrimas una vez más y le sonrió.

-Entiendo, Ragnar, lo sé... Ha sido una locura, no lo planeé, sólo sucedió pero te entiendo y sé lo que tienes que hacer. Tú estás en lo correcto, siempre lo has estado y sé que me quieres, que aún soy tu hermana y lo seré siempre. Sé que cometí el peor de los actos para contigo y me disculpo por ello... Nunca volveré a decirte... Nunca volveré a hablarte de ello pero no me busques, no estés a solas conmigo, es muy difícil, sé que lo entenderás. Por eso, me iré pronto, posiblemente antes que tú y no te preocupes por nuestros padres, estoy acostumbrada a sus regaños... Siempre fuiste el mejor de los dos.

Se levantó y caminó hasta la puerta con la sonrisa aún en el rostro, parecía como si no pasara nada por su cabeza en ese momento; había hecho esto tantas veces con su madre, con su padre, con Mérida, con el resto del mundo pero nunca con él, siempre había una primera vez. Abrió la puerta con gracia y delicadeza.

-Buenas noches, caballero. Id a descansar que os espera un gran torneo en el cual poner el nombre de vuestra casa en alto y además, debéis hacer sentir orgullosa a vuestra prometida.

Se quedó ahí, impávida, como si el tiempo no fuera a pasar jamás, como si nunca le hubiera dicho lo que sentía, simplemente se rendía y respetaba lo que él quería que era precisamente que ella dejase de sentir amor por él. Miró unos instantes afuera, contuvo el aliento, se prometió no volver a llorar frente a él, ni frente a nadie y volvió a mirarle con sus ojos de niña.

-Tengo que descansar, si me perdonáis...

Era la decisión de su gemelo y Constance estaba dispuesta a respetarlo.

Ragnar parecía escuchar impávido las palabras de su hermana, pero ambos sabían que por dentro había un terremoto.

-Constance... no dejaré de verte...- le respondió con un dejo de tristeza en la voz, y cuando se levantó hacia la puerta, más rendido que otra cosa, su hermana gemela le dijo "caballero".

¿¡Qué!?

El rostro de Ragnar se encendió con el enojo que sentía en su interior. La tomó por los brazos y le dijo:

-Hermana, si me vuelves a decirme "Caballero" cuando soy tu hermano...- se interrumpió Ragnar atragantado por el enojo de la frialdad con la que lo trataba ahora.

Cuando lo vio tan enojado sintiò que el corazòn volvìa a rompèrsele, ¡què difìcil le resultaba ser frìa con èl! Con cualquiera podìa ser moneda corriente pero con èl no, cuando la sujetò de los brazos, ella quedò de espaldas a la puerta y la empujò con el cuerpo, entonces volviò a abrazarlo.

-¿Què esperas que haga? ¿No entiendes que esto que vive en mì es màs fuerte que yo? ¿Crees que no he recibido las mismas enseñanzas que tù? Pero... ¿què puedo hacer si te amo? No mando en mi corazòn.

Los brazos de Constance se cerraron en torno al cuello de Ragnar y apartò el rostro para mirarlo a los ojos. No estaba lejos, estaba a su alcance, no era un extraño, habìa vivido con èl incluso antes de ser personas, no era mentira lo que sentìa por èl y si Los Dioses querìan castigarla por ello pues era mejor a la desgracia de no haber probado uno solo de sus besos y entonces lo decidiò, segundos en que se sintiò viva y capaz, llena, plena de sì y de su amor.

-Perdòname, Ragnar, perdòname...

Se acercò y lo besò sorpresivamente sin poderse contener y como si en ello se le fuera lo ùltimo que le quedaba de vida.

Cuando Constance lo abrazó de esa forma, y cerrando la puerta, Ragnar intuyó algo... pero su hermana fue más rápida.

El beso lo tomó totalmente desprevenido...

Constance...

Fue apenas un momento, pero mucho más largo de lo que hubiera esperado. Realmente no sabía cuánto tiempo había sido en verdad. Para él había sido un siglo. ¿Para ella? No lo sabía. Cuando tomó la fuerza necesaria, Ragnar la apartó muy gentilmente. Mucho más de lo que hubiera esperado después del enojo que había invadido todo su ser ante la frialdad de su gemela. Pero ahora entendía mucho más esa reacción.

La miró a los ojos con amor, algo de confusión y también de sorpresa. Ella lo notaría, pero él no tenía la voluntad necesaria para ocultárselo.

-Constance... lo mejor será que me vaya a mi habitación...- le dijo con lentitud, como si no hubiera caído en cuenta de lo que había sucedido, pero sí se había dado cuenta, al menos una parte de él -Que descanses...- y le dio un beso en los ojos como despedida.

Constance sintió que se le iba la vida en ello, que nunca más se sentiría de esa manera y cuando él la apartó y se despidió con un beso como cuando eran niños, lo detuvo interponiéndose entre Ragnar y la puerta.

-Te dejaré ir a descansar cuando me lo digas...

Sujetó el rostro del joven hombre con las dos manos y fijó sus claros ojos en los de él. Los de la mujer estaban vidriosos pero no lloraba y sabía que aún tenia una esperanza.

-Dime que no has sentido nada... Dímelo, no te pido que me digas que deje de amarte porque dices que no me quieres obligar a hacer nada que no quiera pero dime mirándome a los ojos que no has sentido nada...

No lo soltó, no lo dejaría ir hasta que tuviera su respuesta.

-No huyas de mi, no soy un monstruo...

Ragnar volvió en sí cuando su hermana se interpuso en el camino de la tranquilidad del desolado pasillo. Estaba lúcido, tal vez demasiado... 

-Constance... sabes que no puedo hacerlo...- le dijo casi rendido ante los ojos llorosos de su hermana gemela pero para luego agregar con un tono más duro, pero no por ello amoroso -No huiré... porque no eres un monstruo- en todo caso lo somos los dos -ahora me dejarás ir y te acostarás para descansar. Yo haré lo mismo...- la firmeza de la voz de Ragnar era casi verdadera... Constance notaría cierto temblor poco común... si estaba atenta -Hasta mañana, hermana- dijo tiernamente con una sonrisa que tenía mucho de sincera.

El Heredero de la Casa Nightwing estaba parado frente a su hermana con tranquilidad, sabía que no haría nada más, pero también sabía el dolor que estaría siniendo en ese momento, porque él sentía el mismo pero por diferentes razones...

Pero... ¿Qué demonios estaba pensando ella? Se dio cuenta por primera vez hasta dónde había llegado. Tuvo miedo de sí misma y de que realmente él hubiera cedido, su hermano era mucho mas valiente que ella y estaba lleno de coraje y determinación. Iba a decirle que aquel había sido su primer beso pero cualquier cosa que dijera estaba de más.

-Si, descansa... Y Ragnar, lo de la espada de Bastian... El no la ha blandido en ningún sitio cercano a mí..
Buenas noches.

Se apartó lentamente de su puerta y lo dejó pasar. Había dado todos los pasos que podía y aun si Ragnar había sentido algo, ya no le correspondía a ella ir tras él y lastimarlo mas. Iba a tocar su hombro y detenerlo pero no, ya no.

Se notó el alivio en el rostro de Ragnar cuando su hermana dio aquellos pasos que le dejaban el camino libre. Y más aún cuando mencionó lo de Bastian.

-Gracias por decirme eso, me aseguraré que Padre no tome acciones contra él- le prometió tomando sus manos entre las suyas y estampando un beso en ellas.

Dio media vuelta y no volteó a mirar atrás. Podía ser su perdición...

No le importaba, sabía que Fossoway era demasiado hombre para enfrentar a su padre y no sólo decirle la verdad, sino para algo más. A Constance no le preocupaba él porque también conocía a su padre, quién realmente le importaba la dejaba allí herida pero cambiada también. Estuvo a punto de ir tras él, sujetarlo y obligarle a decir lo que no había querido decir con palabras sin embargo su gemelo podía ser el hombre que amaba pero aún así no había sido distinto de cualquier hombre y no valía la pena ir tras él. Se merecía a la norteña que quería, la que le habían elegido, se merecía esa vida lejos de ella, si, se lo merecía. Constance cerró la puerta sin volver a mirar por el pasillo, él se había alejado de ella aquel día en el río, lo de esa noche no significaba absolutamente nada y no era que se rindiera, simplemente era que ella aún tenía cosas por hacer y él no iba a domar su orgullo, no, porque había sido como cada uno de los que había conocido hasta ese momento.

-Es momento de tomar decisiones... Con Daeron o sin él, iré a buscar a... No. Esta vez voy a hacer las cosas bien.

Comenzó a meter prendas en un bolso y todas las joyas que tenía consigo, la pequeña daga regalo de su padre y lo escondió justo detrás de la cama. Luego hizo llamar a una doncella y le ordenó llamar a Ser Bastian Fossoway pero la doncella se quejó diciendo que Daeron no se lo permitiría entonces Constance sonrió con una frialdad que asustó un poco a la doncella.

-Ordenad a ser Daeron estar aquí conmigo también pero primero a Ser Fossoway.

La doncella salió sin chistar, no estaba la pelirroja para que le rebatieran nada. Se levantó el cabello y aguardó. Finalmente si él quería eso de ella, eso tendría y cuanto antes mejor.

Ser Daeron se presento en la habitación de Contstance, vestía un jubon borrabino sin estampado, en su costado izquierdo llevaba su espada como siempre.

-¿La señorita Constance me hizo llamar? pregunto el caballero