Partida Rol por web

- Eso igo yo, que andará por el pueblo rozando las nalgas con cualquier mozo. Que la Puri es muy asín, aunque vaya de inmaculá está más montá c'una yegua carreras.

Y seguía zampano las guminolas tan relajá cuando nota cún mozalbito la pilla del muslamen. Seguramente querría juegar al Olifante y el Paso la'Montaña. Pero cuando la Lore mira pabajo en vez de ver un crío ve un jobi, y se queda tos trañá hasta que ve ques el Jacinto, que es mu caniñoso él.

- Pos sí, me tié bien alimentá. Y mejor que ma'limentará el día que llegue ese que dice que tié el dinero de tu cuenta en la tabernica. ¡Pos pa buen jamonaco nos daba! Enga, vamosacér caso del Cojo y a ver otros juegos u algo, que maburro.

Efetivamente, el Bwalden vio a los agentes de la ley sin ganas de ganarse un garrotazo.

– ¡Ea! ¡A pastar contotus'uerto!

De un portazo se metió pa dentro. Parecía que la cosa de la Puri, la Retrasá, no labía entendío o no iba con él, que le importó un boniato. ¿Dónde estaba la Puri? Pos en su opinión, en las fiestas, por el pueblo, en la capilla, a saber.

La Japuta hizo un gesto con el mentón mientras masticaba saliva asín en plan po ya está to dicho, y se dieron la vuelta asín que los cuatro investigadores acabaron ajuera de los terrenos del Bwalden. Sencaminaron de vuelta pal pueblo, dejando atrás la urbanización Mellyrn Verdes. ¿Onde husmear ahora?

– Si me queréis, irsen. ¡Irsen! – dijo la Japuta–. Que yo me voy por allí a golismear. Que tiengo una corazonada que hay que investigar. Luego sus veo.

La Japuta tomó otro camino y mandó a sus ascensores pabajo al llano de Elanor, donde sestabá yendo to Bree, porque se iba a comenzar el plato fuerte de las atividades de la tarde: la cumpitición de cucaña, un deporte mu noble que se juega por equipos y ques mu de tradición de siempre de Bree a las Colinas de Jierro y de Forochel al Lejano Harad. ¡La que se iba a liar!

La competición de cucaña…quien sabe si alla pudria encontrar argo de informasion…

-Amos palla que por lo que me cuelga que encontramos a la niña…o al menos unos vinos, ¡¡CAGONLOSTIAYA!!-

Dicho y hecho.

Herculano engancho la callejuela tras la Japuta, no vaya a ser que se mosquee y se líe aun mas….

- Pos yo me voy a ir a buscar a los Orkos Muertos, a ver si me puén firmar un otógrafo, y a ver si han visto a la Puri, que lo mesmo está de parranda con ellos. De la Puri me lo creo tó.

Con tal que asín la Lore se va pal hostal o pa donde cree que están los Orkos Muertos esperando que les toque actuar en las fiestas. Seguramente onde haya cerveza y mozas.

Gromenauer, que había permanecido un buen rato pensando en Mahal sabe qué, pareció de pronto despertar de su ensimismamiento. Mirando a un lao y a otro, y viendo como la Japuta se iba a los porahis, y que había competición de cuscaña, anuncio—. ¡Pos ea, amos a la cuscaña esa a ver que podemos hacer!

Pero fue entonces cuando la Pellegrina dijo de ir a ver a los Orkos Muertos. Y claro, el deber es el deber. Y el deber de un enano es fostiarse con los orcos, así que dijo—. ¡Los Orkos! ¡Esos seguro que tienen a la muchacha! ¡Amos que seguro que la están violeando o algo peor! ¡Se van a enterar esos esgraciaos!

Y dicho esto, el enano se encaminó hacia donde estuviesen el grupo reposando. Si no habían tenido bastante la primera vez, esta se iban a llevar un poco más...

El Chato se iba a ir con la Japuta, seguramente porque lo atraía su belleza y su dulce carácter, pero la Japuta le mandó a friír espárragos ordenándolo irsen a investigar a otro lao que ella taba mu ocupá, que dicía que tinía una corazoná más gorda que la del Gollum cuando le preguntó al señor Bilbo que qué tinía en el bolsillo.

Los ayudantes del chéri don Gromenauer y doña Lore, que iban enfilaos pa buscar a los Orkos Negros. Ellos no tinían ni idea de pa onde estaban, pero un buen sitio pa empezar a preguntar era en la posada del Poni Pisador. Bajo la enseña del Poni Pisador esperaron a que llegara el Chato en su patineta de manufatura naugrim.

Que ya no era posada ni polla en vinagre, que eso sabía convertío en un emporio de la restuaración y el hospedaje de pirigrinos mu grande y mu to, que hasta tinía posadas franquiciás por to el Camino Verde y medio Gran Camino del Este. ¡Si hasta el Mantecona era pratocin patozrin pratrozrinador había pagado muncho de las fiestas de Nuestra Señora de Lothlorien!

Porque resulta que después de las cosas de la Guerra del Anillo, el Sebas, el Mantecona, se montó en toa la vuragines esa de los lugares santos y de que si aquí se hospedaba el rey Elessar cuando era montero del norte, que si este era el orinal del señor Sotomonte, que si la reliquia del trozo de maera del escudo de roble de Thorin Escudo de Roble, que si en este taburete se sentaba don Gandalf, el Pirigrino Gris, que ya era pirigrino antes de que vinieran los pirigrinos y to. ¡Tan listo que era el señor Gandalf, que Manwë lo guarde! En fin, que no se pué negar que el Poni Pisador ha tenío su importancia en la historia de los hechos recientes, pero munchos en Bree pensamos de que el Mantecona se ha subío demasiao. Ahora en la posada ya no hay quien esté como sestaba antes. Que era estar bien, como está mandao. Un sitio pa sentarse y tomarse un vino y calentase ante la chimenea en invierno después de estar tol día en el campo.

Ahora la posada está to reformá por dentro. El suelo ta nuevo to brillante, han puesto to la barra de maera güena, mubiliario de deseño, bebías caras, vinos y tapas de mariconeo de esos de ciudad. Ya no tenemos ni aserrín en el suelo, ni bolas de sirvilletas, ni palillos mordíos ni güesos de olivas. Ya no hay perdices desecás, ni la cabeza de uroch encima de la chimenea y hasta quitaron el mostrador de las navajas, llaveros y cajicas de música de los más grandes bardos de la historia de la música de la Tierra Media. ¡To lo güeno perdío!

Algunos guiris entraban y salían. Los tres ascensores entraron a investigar. Lo primero que vieron, en la pared de la derecha, era to la colección de arretratros del Mantecona con famosos que había pasado por el Poni: el señor Bilbo, el señor Frodo, los dos señores Meriadoc y Peregrín, el señor Faramir y su parienta, Manolico el Parterranas, Imrahil el príncipe de Dol Amroth, la Faraona de Umbar, don Gimli y don Legolas, que han venío munchas veces por Bree, Ustaquio el Bacalao y otras munchas gentes importantes, aristró arestó arestrócra ricos y famosos y cantantes. Y, por supejtíjimo, el mesmésemo rey Elessar Telcontar. Ahí tinía su arretrato, al lado de un plato mu bonico del rey con su señora, la reina Arwen.

- Macaguen, esto sí qués una posá y lo demás es tontería. Aquí sí que hay gente de postín, de los míos, elfos y descendientes delfos de alta cuna. A la Puri no sé si la encontraremos, pero lo mesmo yo salgo de aquín con marío.

La Lore estaba toa emocioná por estar en un sitio de tanta fama y que era visitao por tanto famoso, porque ella siempre había soñao con que se casaría con un príncipe de la altura de Aragorn, que era un tío guapo con una gran espada a la que sacar brillo, y quería vivir en la Ciudad Blanca onde hasta los patios tien forma de pene flecha.

A la Lore no le gustaba mucho Rohan, porque ella más que montar a caballo quería que la montara un buen potro.

-¡Oh! Er Pony...hablan tan bien de el...pero esto es pa pijos, pa ricachuelos de Rivendel y de por ahi. Seguro que no tienen ni un buen vinico decente, de esos que rajca la garganta al bajar. Lore, voy a charlar con el camarero, siempre tienen vino información valiosa-

Dicho y hecho, Herculano tiro pa la barra, que olisqueaba el vino de lejos el mu...bueno, lo dicho, que se fue pal camarero preparando su ya estrenada placa, con cara de mala jostia...

- A ver tú nejecito tus ropas, tus botas y tu....no, osea, que me pongas un vino y dime si has visto a la Puri...si hombre, la Puri, esa que ...bueno, ya sabes-

Quizas, y solo quizas, supiera algo...

El Gromenauer estaba encantao de estar en el Poni Pisaor. Era to mu hermoso y to mu bonito. Pero él estaba aquí por una cosa. Y es que tenía una misión mu importante, mucho más que ir a la barra y pedirse de beber. Así que, como era más importante, se dirigió a la barra del lugar.

—Amo a ver, chiquito de la barra —dijo el Sinpán—. Me vas a poner un cubo lleno de vino y me vas a decir ande pollas están los orcos negros, que estamos en una investigación mu importante y seguro que ellos son los culpables, así que les voy a aviar el ato.

El chiquito de la barra era el jobi Nob, que llevaba en el Poni Pisaor más años que la trenca. Empezó de jobi-pa-todo pero se agarró al Poni y de ahí no lo han sacao hasta hacerse el jefe de sala y rececionista mayor del Poni. ¡Anda que no había crecío na! Ahora el Mantecona podía de atender a otras cosas porque los jobis Nob y Bob estaban más resabiaos y llevaban el negocio palante sin apenas tener que regañalos ni una miaja.

Nob estaba revisando unos papeles en la barra, subío a un taburete, y levantó la ceja al ver entrá a los tres inmestigadores. La barra igual servía para servir a los comensales que para recebir a los viajeros. Había un par de humanos forasteros apoyaos en la barra, tomando vino en copa fina y poniendo cara despertos. El Poni ya era un sitio en el que no se pudía de estar de lo fino que se había puesto. Tos los lugareños de jiempre, los cabíamos levantao ese templo y cantao a gritos en él las canciones más picaruescas del Reino Setentrional, nos habíamos vistos espulsaos poco a poco. Pa rejoji jejocizo regogui Muncho mejor pa las otras tascas de Bree, como la de la Mûmaka, por en de ejemplo.

Nob chasqueó los deos espabilando a un camarero, que sirvió unos vinos a los invitaos y a Pitiflu.

– Glo glo glo –dijo el palomo.

– Pues no, no he visto a la señorita Puri. Y a utedes tampoco. Hace tiempo que no se les ve por asquí, señores. No sabía que habían entrao en el cuerpo –dijo Nob. Eran gente de pueblo y por en de tanto, conocíos. A Nob le importaba un nabo que esa gente ya no entrara allí, porque era el tipo de gente que espanta a los de dineros y da mala fama a los restaurantes de lujo. ¡Que la cocina del Poni ya tié dos Estrellas Eärendil! Pero la güena educación no se le negaba a nandie allí, y igual que te recibían te echaban con la misma sonrisa cortés: «Vuerva usté cuando quiera, señol».

Aquí lo importante pa Nob era que esos tres tenían chapas de ayudante de montero real. Normalmente, Nob pensaría que vinían pa lo suyo, que sería guardarse el sobre semanal investigar y golusmear. Pero no. No era eso.

– Ya era hora que veniera la utoridad a hacer el parte. Avisamos hace ratico –dijo, parecía enfadao–. Acompáñenme, agentes.

Nob saltó del taburete, rodeó la barra de madera noble y les hizo una señal.

– Entendemo que los artistas famosos son asín, pero en el Poni hemos tinío gente mu artísta y muncho famosa y se han comportao. ¡Así no se puede, como se los digo! Pero claro, como son famosos y eso pos uno tié que tragar. Luego se le pasa la fatura al mánajer y listo, pero la molestia y el insulto ahí están. ¡Serán que no tiniemos cosas que hacer!

En un local como el Poni Pisaor to tenía que estár perfeto jiempre, porque no se sabía cuándo estaría mirando un crítico de las Estrellas Eärendil, que esos van de incónito.

– ¡Malditos Orkos Negros! –murmuró mientras ponía el pie pelúo en el primer escalón.

Estaba la Lore pavoneándose delante de un grupo de elfos rebonicos a ver si alguno picaba el anzuelo y se acercaba, cuando vio que el nano y uno de los jobis que llevaban el tinglao se iban pa una escalera diciendo nosequé de los Orkos.

- ¡Einh! ¿Pero qué pasa? ¿¡Ande vais pa'llárriba!? ¿Está ahín la Puri?

Y muy a su pesar, amos, bien joía, dejó de prestar atención a los rebonicos y se fue tras el nano.

—¡Eso! ¡Amos a enseñarles a los Orkos Negros lo que vale un peine! —grito el enano mientras se iba aremangando y subía las escaleras a toda velocidad.

- amo Pitiflu, jolisquea algo, por el chucho que llevas dentro, ¡amo!-

Herculano sabia que no iba a encontrar na, maldita mascotucha, pero por intentalo...

Pitiflu se adelantó por las escaleras y dejó a Nob detrás, to enfilao el palomo que iba mu seguro de saber lo cacía. Nob subió al primer piso seguío por los ascensores de la Japuta y miró confuso al Pitiflu cuando este cogió el pasillo de la derecha cuando había que coger pa la izquierda.

– Se le escapa el palomo, oiga –dijo, y siguió caminando–. Esto ha sío una vrergüenza mu grande, mu grande. La que han liao esos asquí no tié perdón de Mandos. Ya pa venir a Bree han pedío munchas cosas que son un ninero y una molestia, pero güeno, que se les da porqe de luego lo pagan: que si una tinaja con burbujas pa bañase, que doscientos cazoncillos nuevos de algodón élfico, que si una habitación llena de rosas rojas... menos mal que el Cagapinos planta flores. Y luego que si una pianola enana, que si una habitación tié que estár pintá de negro toa y que si el coñá del minibar tié que ser de Anfalas y no otro, cuidao. Al entrar en las habitaciones tenía caber un chuletón de auroch de sentecientos gramos, al punto y hecho ocho minutos antes dentrar. En fin, que me dejo munchas pijás de esas de famosos, que están mu mimaos y mu consentíos que es pa darles de guantás que se ve que no tuvieron padres pa darselas. El señor Rick Martel no tiené tantas tontás en la cabeza, pero claro, es un artista de verdá y no como otros.

El jobi Nob se iba calentando la boca a cada paso. Se cruzaron con algunos empleaos del Poni que cargaban con muebles rotos.

– Es por aquí. Ahora, les digo que los caprichicos son lo de menos. Lo que pasa es que esta gente se viene parriba y se les va la mano. Anoche les dio por el balconing, ahí a tirase como animales en la piscina de abajo. ¡¿Y se subieran esnafrao?! ¡¿Saben ustedes la mala imagen que da eso a un sitio decente como este?!

Llegaron al final del pasillo, donde los Orkos Negros habían ocupao varias habitaciones. ¡De vrergüenza to! Se sabe que habían perturbao a otros residentes del poni y que habían malentendío a algunas buenas mozas de Bree, niñas decentes y formalicas. ¡Quién iba a decir que alguna de esas, tan limpias y tan rebonicas y tan to, pudieran de acabar con esos sinvrergüenzas! ¡Acabar reliás con músicos de esos de hacer ruido! ¡Sucios como son, melenúos! Endrogás, seguro, que las habían endrogao, porque ninguna moza decente hace esas cosas ni trae la deshonra a su casa por su propia mano.

Se asomaron a las habitaciones y eso era pa velo. Los colchones rajaos, las sillas rotas. La tinaja de burbujicas taba quebrá y to hecho un charco, con lo bien que se está en una bañera de esas que te suben las pompas asín por la raja del culo y te hacen blu blu blú en... el eso, usté ya sabe lo que le quiero de decir. Po eso, roto. Se habían cagao en algunas papeleras y escrito con mierda en las paredes. Habían tripas usás por toas partes, un espejo rajao y hasta huellas de pisás en el techo. ¡En el techo! Habían bandejicas de plata con restillos de polvo blanco, bolsicas de hierba para pipa y colillas por toas partes. En fin, to mu sucio y mu mal.

¡Habían montao la de Dagor Dagorath los muy!

Nob abrió la puerta de una de las habitaciones pa ver los daños del estilo de vida de los malditos Orkos Negros. La cama estaba hecha un rebullón de ropa de artista raro y Nob tiró de una sábana pa echalo to pal suelo y que se pudiera arreglar algo, y debajo de to el montón apareció una moza roncando. ¡En pelota picá! ¡Al descaro y al destape! ¡En cama ajena!

Y no era la Puri, to sea dicho.

-Mae mia, la can liao aqui...- Herculano estaba mirandoselo to de reojillo, como flipando un poco de la que habian liao los sucios orcos estos.

Más aun, cuando vio vino desparramao por el suelo no puo evitar una lagrimilla...Intento encontra algo entre tanta mierda  cosa tira por el suelo.

-Pitifluuuuuuu, puto pajarradco de mierda, ¡venpacayahostiacopon! A ver si tu encuentras algo...-

La Lore iba adquiriendo un gesto de remarcada indignación a medida que el jobi iba hablando.

- ¡Pos normal! ¡Son estrellas! ¡Famosus! Se tién que comportar asín, lo dice su código.

La Pellegrina intentaba hacerse la entendía y a la vez defender a su grupo favurito. Y en el fondo estaba enfadá, porque al final allí no había más que mierda, ni Orkos, ni Puri, ni hostias.

Déjeme que le diga, porque yo lo sé que estoy en tos laos que pa eso soy el pregonero de Bree, que Euhlogio Focín, el ovejero, taba sentao en un poyo a la sombrica haciendo la indigestion. Había gente que iba y vinía, y la mayoría tiraban pabajo pal llano de Elanor, que ahí se iban a celebrar cosicas de las Fiestas de Nuestra Señora de Lothlorien.

Vio pasar al grupo: la Japuta, el Sinpán, el Chato y la Pellegrina, de venían desde la urbanización Mellyrn Verdes y quiban buscando algo mu profesionales. La Japuta se paró ahí.

– Si me queréis, irsen. ¡Irsen! – dijo la Japuta–. Que yo me voy por allí a golismear. Que tiengo una corazonada que hay que investigar. Luego sus veo.

Se separaron y los unos se fueron por un lao y la Japuta por otro. Na fuera de lo común. El Eúhlogo estaba más pendiente de curar sus molestias. Todavía se le movían los dientes y le dolían un poquico las costillas rotas después del la lucha en el barro con el Chispas, pero na que no se pudiera de curar con unos coñás bien servíos y unas calás de tabaco negros. Na grave. Había comío bien pa llenar el bandullo bien y eso es mu güeno pa empujar pa fuera las costillas rotas, que comer hasta dejar el cuerpo rígido como un odre lleno pone muy bien los güesos en su sitio que lo sabe todo el mundo que eso es mu güeno. En na y menos le crecerían los dientes malos, le saldrían costillas nuevas y ea, a bailar la jotica.

Al cabo de un ratico, cuando las calles ya estaban casi vacías, escuchó un grito desgarrador que venía por el callejón de Esgaroth, ahí mismitico.

Asinas mismo estaba el Éuhlogio, tal como ya lo han relatau la mar de requetebién: con la tripa hasta allá del fartizamiento que se había pegau pa olvidar las penas y con una miaja de somnolencia encima, producía por los movimentos digestivos, la fresca de la sombrica ande se hallaba y el dolor sordo de las magulladuras quel dichoso tocino le había vuelto ha producir, un año más.

A su lao, con la cabeza apoyada encima de la pierna del Éuhlogio, sesteaba también su perro fiel. Y asín, en este ambiente de recogimiento y reflesión, fue que pasó la patrulla de la Japuta, que se pararon allí mesmo y que ni darse cuenta de que estaban ellos allí. El ovejero se desencajó un poco la boina pa ver qué pasaba, no entendió nada de lo que dicían pero sí que le extrañó que la vieja nombrase algo de irse a 'invistigar' y, sin darle mayor importancia, esperó a que se fuese cada uno por su lao pa proseguir con lo que estaba haciendo.

Y en el momento de quizás mayor meditación, fue cuando se oyó aquel grito pavoroso, que lo saco de sus ensoñaciones por la vía rápida, respingo incluido. A él, y al chucho que se levantó de golpe como si le hubiesen arreao con un palo.

- ¿Has oío eso, Gollum? Parece que vinía de ahí... -Chucho y amo se miraron, pa fijarse después en la entrada del callejón de donde se había escuchao el chillo.- Amos a vé que ocurre, no vaya a ser que alguno haiga tomado mal.

Ya se sabe que en las Fiestas, tos los años hay alguno que se abre la cabeza de un garrotazo en la cucaña, o que algún mozo sale herío de alguna guerra amistosa de pedrás. Eso no era extraño. Lo raro era que, ahora, tol mundo debería estar en el llano de Elanor.

Se levantó haciendo palanca con la gancha en el suelo, se cargó a la Blanquilla al cuello, y p'allí que se encaminaron, con paso lento y cauteloso. ¿Qué estaría pasando? ¿Qué es lo que habría producío ese grito desgarrador?

Todo era mu raro, y mu misterioso...