Partida Rol por web

La situación está más o menos así. Los pentágonos rojos, por si alguien se lo pregunta, son demonios.

El dolor de las quemaduras hizo que algo en su interior se despertara, llevaba tiempo reprimiéndolo desde que entraran en estas malditas cuevas. El corazón se aceleraba, resonaba en sus oídos como tambores de guerra. Y en frente, estaba el enemigo, decenas, docenas o quizás mas. Por un breve lapso de tiempo, Tunka pensó en tomar su espadón y hacer frente a esa marabunta de dientes y garras, incluso acarició el pomo de su herramienta. El mandoble fue la paga de meses escoltando una caravana. Reogar, otro guardaspaldas tenía una igual, salvo que la suya tenía nombre, Creadora de viudas. Su tribu consideraba de mal fario dar nombre a los objetos. Además, un Jabalí de Hierro lucharía con cualquier cosa a su alcance con tal de acabar con su enemigo. Reogar le indicó donde comprar, una antes de seguir cada uno con su camino. Dunriq, al que desde entonces consideraba un amigo no estaba, había desaparecido y no había rastro de él. Si gritara en post de ayuda, éstos fueron apagados por la algarabía de aleteos y risas de aquestas viles criaturas.

Se maldijo para sus adentros una vez mas. _ Todo es por mi culpa, si no fuera tan impulsivo y escuchara más, quizás él... No, no he visto su cadáver no tiene porque estar muerto. Hay que seguir adelante, nuestra misión está por encima de cualquiera de nuestras vidas. Y si así ha sido, haré todo en mi mano para que su muerte no sea en vano._

En un rápido gesto casi inconsciente, se lleva la mano a la tripa, después sobre el pecho formando un puño y para terminar se besó los dedos corazón e índice, para terminar lanzándolo al aire.

_ Rápido, adentro!!!!_ Las palabras eran escupidas desde las fauces del bárbaro, el cual había salido corriendo com oun león tras su presa. Una vez dentro, empujó de nuevo la puerta y se interpuso con todas sus fuerzas y el peso de su cuerpo.

_ Más vale que tengas un hechizo preparado para bloquearla, Escupechispas. O juro por Groz, que esos hijos de mil hienas chuparán tus huesos de tu cuerpo inerte._ En esa situación no podía fingir lo que sentía hacia ella. No sabía que había sucedido cuando se mantuvo abstraído con el rastro de las huellas. A su parecer, una vez más, la maga necesitó ayuda y más que seguro, Dunriq fue presto donde ella haciendo de escudo.

_ Sophitia, echa un vistazo al corredor no vaya a ser que hayamos salido de la sartén, para caer en el fuego._ 

El dolor del costado era cada vez más intenso. Zarlene tenía que realizar un gran esfuerzo para continuar con la mirada alta sin dirigirla a la posible herida. No quería ver su propia sangre, no quería conocer la gravedad del golpe recibido. Camino arrastrando sus pies y tropezando hasta que el último empujón de Tunka hizo que traspasara el umbral y se encontrara ya casi a salvo.
Con las pupilas dilatadas trataba de encontrar cómo cerrar la puerta, palpaba la pared con ambas manos hasta descubrir el cordel que sujetaba el pequeño fragmento de madera que anclaba la puerta. Al tirar, la pesada puerta cedió y comenzó a cerrarse. No iba a ser suficiente, debían hacer algo más.
De rodillas con las manos sobre sus muslos, aspiro en profundidad. Su largo y blanco pelo comenzó a alborotarse lentamente, el iris de sus ojos se tornó blanquecino y unos sílabas extrañas eran pronunciadas por sus labios. Con movimientos lentos y pesados, fue alzando sus manos mientras se iluminaban ligeramente. Comenzaba a temblar por el esfuerzo aunque el resultado no estaba siendo el esperado.
Las palabras del bárbaro la motivaban -Haré cualquier cosa para conseguirlo.... Lo lograré...- Un pequeño reguero de sangre descendía por el orificio de sus fosas nasales. Apretaba con más y más fuerza sus dientes por el esfuerzo. Sus oídos comenzaron a sangrar en abundancia -Darlo por hecho, confiad en mi... Sellare esta maldito puerta-
Unas marcas brotaban en su piel mientras la puerta se sellaba lentamente y Zarlene casi se desvanecía por el agotamiento

Al presionar de nuevo, la puerta baja lentamente hasta su posicion inicial emitiendo un gruñido lento y ominoso. Los chillidos de los demonios se van apagando a medida que la enorme plancha de piedra bloquea la entrada del tunel. El estampido de la roca contra la roca reververa en el tunel durante largos segundos.

La oscuridad envuelve a los aventureros durante lo que parece una eternidad hasta que Zarlene crea luz magica con sus manos. Tunka, demasiado cansado para quejarse, se da cuenta de lo mucho que le duele la espalda y se desliza hasta el suelo contra la pared con un largo suspiro. El hechizo de luz ilumina un silencio largo y tenso entre ambos aventureros solo interrumpido por los amortiguados gritos de los demonios.

De repente, Sophitia surge de la oscuridad. Es la que ha salido mejor librada de la escaramuza. Su armadura brilla como si estuviera recien pulida.

-He explorado el tunel-dice simplemente. Con todo el follon de la puerta, ni Tunka ni Zarlene se dieron cuenta de donde estaba-Mas adelante hay una bifurcacion: hacia la izquierda, el pasillo se bifurca de nuevo y cada rama lleva a mas intersecciones mas adelante. Hacia la derecha, hay una sala un poco mas adelante. No me he acercado mas pero desde donde estaba he podido ver que esta llena de huesos y restos humanos. Parece una cripta de algun tipo.

Zarlene y Tunka responden con gruñidos y gemidos de dolor. Estan cansados y hambrientos.

¿Que vais a hacer?

Respiraba con dificultad por el cansancio, el dolor y la angustia. Giró el rostro en dirección a Tunka y con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos comenzó ha hablar -Salto ¿verdad?... Tu lo viste lanzarse al agua... Él se ha salvado- La voz se le quebraba en cada palabra, la sensación de culpa le llenaba el corazón. Arrastrándose hasta el bárbaro continuó su letanía -Deimelo por favor ¿tú lo viste? Dunriq... ¿Volveremos a verle?-

Las palabras de Sophitia resonaban en su cabeza pero en estos tristes momentos no podía escucharla. Estaba paralizada por ser la responsable de abandonar al elfo, a la persona que le había salvado la vida hoy en dos ocasiones. Esa sensación la aturdía, no podía pensar y buscaba consuelo en sus compañeros

El dolor de la espalda lo derrumbó al suelo donde se quedó unos segundos apoyado en la pared. El conjuro no surgió efecto, pero aparentemente no les resultaría tan fácil abrir aquella puerta, y estaba demasiado dolorido y abatido por la desaparición del elfo como para materializar la amenaza contra la maga. Ahora que escuchaba sus palabras o más bien, sus sollozos no pudo más que mirarla como a una niña pequeña.

_ Solamente Groz sabe si Dunriq se a unido a sus dominios, formando parte de la tierra._ Groz era el dios de la tierra, y como tal, la tribu de Tunka enterraba a sus muertos. Por ello no se internaban en las cuevas o grutas, pues bajo tierra es donde descansan los muertos. Era tabú y nuestro bárbaro lo sabía, por ese motivo se encontraba tan nervioso desde que se adentraron en aquel subterráneo.

Las palabras de Sophitia, hicieron que el nómada emergiera de sus pensamientos para confirmar lo que el sabía. Habían abandonado el mundo de los vivos, y se encontraban recorriendo los pasillos de la morgue. Groz no estaba contento, sus heridas le confirmaban que estaba solo. Su dios ayuda a quien se ayuda a si mismo, pero algo en su interior le decía que en las futuras penurias no podría contar con la gracia divina que siempre le había acompañado.

_ No recorreré pasillos tomando bifurcaciones para acabar dando círculos, donde al final nos topemos con esos malditos demonios o Groz sabe qué!!_ Podría decirse que había trazas de miedo en sus palabras, perderse bajo tierra era de los peores destinos para un Jabalí de Hierro. _ No es que prefiera molestar a los difuntos, o los restos de ellos. Pero sin conocer el camino y sin un explorador que rastree los corredores, creo que nuestra única opción es explorar esa habitación._ Intentaba con todas sus fuerzas no pensar en que ese había sido el final de Dunriq, le había visto esquivar flechar, evitar cargas a caballo mientras escoltaban aquella caravana. _Tenía... No, tiene la agilidad de un gato. Es imposible que no haya podido salir de esta situación con vida. A menos que Groz me esté castigando por quebrantar los tabúes..._

Los pensamientos de nuestro bestial guerrero, se disiparon cuando un rugido proveniente de su estomago inundó la gruta. Había perdido la noción del tiempo, desconocía cuanto había pasado desde su última comida y no tenía suministros. Normalmente, si no podía pagar por algo caliente salía en busca de ello, pero bajo tierra no había mas que bichos y sabandijas las cuales no estaba dispuesto a probar. Y eso, que Tunka era capaz de comer cosas que harían vomitar a una cabra, pero ya había infringido suficientes leyes.

Se apoyó en su mandoble para incorporarse y no la volvió a enfundar, esta vez no le pillarían desprevenido. 

Dejáis atrás la puerta de piedra. Los aullidos de los demonios se van perdiendo más y más en la oscuridad hasta que no podéis oírlos. Lucháis por olvidarlos, sin éxito.

Llegáis hasta la habitación que os ha descrito la valkyria.

Es una habitación cuadrada de unos diez metros de largo, techo de unos tres metros de altura y con las paredes de ladrillo cubiertas de grabados esotéricos. El aire huele a cosas antiguas y mohosas. En el centro de la sala se alza una gran pila de huesos, muchos de ellos humanos. Es difícil saber cuántos cadáveres forman la pila pero se pueden contar decenas de cráneos. De vez en cuando, una escolopendra cavernaria surge de entre los restos para meterse de nuevo bajo ellos: el sonido de sus patas es lo único que altera el silencio de este lugar.

Las paredes están decoradas con cabezas de piedra. Algunas representan personas; otras, criaturas más exóticas. Las baldosas alrededor de la puerta por la que entráis están bastante gastadas.

En el techo, encima de la pila de huesos, hay un enorme agujero circular de dos metros de diámetro que es la entrada a una galería vertical cuyo final se pierde en las alturas. Parece una escalada muy difícil pero de arriba parece venir una corriente de aire frío.

¿Qué vais a hacer?

Sophitia frunce el ceño. No le gusta este lugar. La mera idea de que un adorador de las fuerzas oscuras pudiera construirlo tan cerca del Templo de Avesta le resulta muy perturbadora. ¿Estaba la Orden corrompida desde dentro? ¿En decadencia?

-No me gusta este lugar-gruñe.

No eres la única que se siente así- Zarlene contestaba a la Sophitia mientras seguía los pasos de Tunka. El bárbaro le hacía sentir bien, sus palabras le habían dado la fuerza suficiente para continuar y cuando él se llevó una mano al estómago, no por tener una herida sino seguramente por hambre, la maga le ofreció algo de la comida que portaba -Esto nos ayudará a recuperar energías, solo es pan y algo de carne pero nos reconfortará en estos momentos-

La sala no la gustaba en absoluto, Zarlene pasaba las yemas de los dedos por las cabezas de piedra. Estaba intentando recordar su significado y los rituales que en un lugar como este se habrían realizado. Algo absorta en sus cavilaciones se fue acercando al centro de la sala -Si él estuviese ahora aquí... El era un gran explorador, todos los de su raza lo son. Sus sentidos eran agudos y siempre estaba alerta... Pobre elfo, por mi culpa...- Zarlene no prestaba la atención que se merecía el lugar, no era capaz de concentrarse.
-¿Que lugar es este?

_ Guarda tus viandas para Dunriq, Bruja. Cuando nos encuentre seguro que estará famélico._ Esa maldita hechicera, no para de acosarme. Seguro que esa comida es producto de sus potinges y pociones, para nublar mi mente y doblegar mi voluntad._ En verdad, tenía hambre pero él sabía de qué se trataba. _Ésta es tu prueba verdad Groz, es mi castigo por alejarme de los tabúes. Pero tú, mi único y loado Dios, siempre has estado ahí, conoces mis pensamientos antes si quiera de que lleguen a formarse.

En la décimo tercera luna desde el Cataclismo, Zoltan y el consejo de ancianos, han enviado guerreros para esclarecer lo sucedido y regresar para hallar una solución. Ninguno regresó.

_ Tal vez esté siguiendo los mismos pasos que aquellos valerosos guerreros, pero conoces mi promesa... No formaré una familia con Lhidya, mientras nuestros ancestros no obtengan su merecido descanso._ 

Tres brazas es la profundidad a la que hay que enterrar a los difuntos, eso dice el tabú del clan. Mandato de Groz, dicen los ancianos; Para que no se los coman los lobos, dicen los menos devotos. Fuera lo que fuere, todo Jabalí de Hierro temía la ira de Groz. Y desde entonces, no habían podido consagrar ningún sacrificio. Pues su altar, una roca de granito en mitad del llano, había sido engullida tras abrirse la tierra.

_ Ésto parece un criadero._ Soltó saliendo de sus pensamientos. _ Aún a esta profundidad, puedo oler el aire fresco._ Apuesto a que Selene, ya lleva tiempo en el cielo. Por ese agujero arrojaron estos cuerpos, con los que alimentar a los demonios, que por aquí moran._

Los restos que allí se encontraban incomodaron en exceso al bárbaro que retrocedió hasta la entrada. Allí no puso evitar fijarse en el desgaste de aquella losa. Por lo que, se concentró en las paredes. Si tanta afluencia tenía debía haber una salida. Lo había visto hacer, aunque no sabía bien que debía realizar. Así que, puso sus enormes palmas contra la piedra y palpó cada centímetro, como si estuviera cepillando a su caballo. 

Tunka examina cuidadosamente las paredes, golpea las baldosas con la empuñadura de su espada y mira por dentro de las bocas de las estatuas pero sin suerte. Dedica un rato a escudriñar a través del agujero del techo pero su mirada se pierde en la oscuridad.

Aparentemente, la única entrada a este lugar es a través del techo pero la chimenea es demasiado ancha para intentar treparla.

Zarlene, mientras tanto, examina los grabados de las paredes. Identifica a varios demonios mayores y deidades del Inframundo: Gal-Garosh, Zarzamuth, Schernar... todos nombres prohibidos durante siglos. El séquito de Thanatos. Estos heraldos han tentado a los mortales durante siglos susurrándoles promesas de poder al oído a aquellos lo bastante locos o imprudentes para pagar el precio. Y el precio siempre es el mismo: una ofrenda de sangre y dolor.

Después de un rato, Tunka repara en un detalle: una escolopendra cavernícola sale de la pila de huesos y se aleja por el túnel por donde ha entrado el grupo. Tuerce el bigote al mirar de nuevo las baldosas desgastadas. Sólo están cerca de la entrada. Si alguien viniese a alimentarse de los cuerpos, lo lógico sería que todo el embaldosado estuviera igual de desgastado.

Zarlene se frota la cabeza intrigada y se encuentra sangre en sus dedos: con tantas emociones se había olvidado del ataque del demonio. Tiene una brecha en la cabeza y el cuello cubierto de arañazos. No parece grave pero necesitará atención si no quiere que lo sea. Una solitaria gota de sangre cuelga de sus dedos y cae. Para su sorpresa, desaparece al tocar el suelo con un siseo. 

-¡Maldición, mi espalda duele como si tuviera mil flechas clavadas!-gruñe Tunka frotándose los riñones. 

En ese mismo momento, un repiqueteo empieza a sonar en la pila de huesos como si estuvieran temblando. Una docena de escolopendras cavernícolas huyen de la habitación.

Zarlene palidece y traga saliva, inquieta.

Una ofrenda de sangre y dolor. 

El dolor de la espalda lo hacía inclinarse parecer más bajo de lo que era, además le impedía concentrarse en su tarea.

Al ver, una escolopendra cavernícola, saltó como un resorte. Se tocó la frente y el pecho, para agacharse y coger tierra y frotársela por el cuerpo, como si limpiara alguna impureza. _ Yu-yu bu-bu, yu-yu bu-bu!!_ No dejaba de repetir esa palabras mientras se restregaba la sucia e impía tierra, pero sus supersticiones eran más fuertes que su atención. Y al ver al resto de sabandijas salir del osario, sus ojos casi salen de sus cuencas. Soltó un grito sordo y se le formó, la peor mueca de dolor que pueda expresarse, pues al incorporase tan rápido la espalda le volvió a crujir.

_ Hay que salir de aquí, y hay que hacerlo ya!!! No esperaré a ver que les ha asustado..._ Y sin esperar respuesta, tomó la mano de Sophitia y salió de la habitación, observando la dirección que tomaban aquellos bichos infernales. _Tú verás lo que haces Cuecesapos._ Soltó la mano de Sophitia, que apenas puso resistencia, y asió el espadón con las dos manos sin dejar de mirar para todos lados.

Sophitia notó la sangre que cayó al suelo y siseó, se evaporó como cuando una gota de agua desaparece al caer sobre la roca caliente. Pero el suelo estaba frío y húmedo.

Al ver esos bichejos salir despavoridos tenía una razón y razón tenía Tunka en no querer quedarse para averiguarlo, se dejó arrastrar unos metros por el bárbaro, pero se soltó para regresar por la maga.

- Vámonos de aquí, de inmediato -Y así como Tunka había tomado su mano, Sophitia tomó la mano de Zarlene para ayudarla a salir de ese agujero infernal.

Los ojos por fin le brillaban con algo de alegria, su triste cara tomaba un gesto algo más relajado al recordar su infancia, su vida en la granja familiar. Esa sala, esos huesos le acababan de traer recuerdos.
Una vez al año siempre había motivo de alegria en cualquier granja que se preciase. Las cosechas podían ser mejores o peores pero siempre, cuando llegaba la época de la matanza, se hacían grandes comilonas. Era habitual que en su casa hubiese más de una veintena de personas ayudando y comiendo.
Los huesos que ahora contemplaba, el olor a sangre que percibía en su piel, todo le recordaba a sus últimas matanzas de versos y corderos, su madre desplumando las gallinas una vez que se les había partido el cuello -Es curioso, me recuerda a como apilaba mi padre los huesos de los animales cundo aciamos matan...-
Sin terminar la frase y aún con la boca abierta, Zarlene se acaba de dar cuenta de lo que significaban sus palabras. Un escalofrío recorría su espalda -Nosotros somos la comida, somos los que vamos a morir-
Al sentir el tacto de la mano de Sophitia reaccionó. Seguía los pasos de la Valkiria con sus pensamientos aún en la representación de los demonios, los huesos -Somos comida, para ellos no somos nada

Los repiqueteantes huesos empiezan a unirse formando cuerpos completos: primero uno, despues otro y, al cabo de poco tiempo, hay media docena de esqueletos incorporandose.

Con pasos animados por oscura brujeria, los muertos vivientes avanzan todos a una arrastrando los pies hacia el grupo. Sus cuencas vacias parecen observaros con regocijo.

Retrocedeis por el el pasadizo hasta la interseccion. Siguiendo de frente hay una bifurcacion. No podeis sino preguntaros si este procedimiento de levantar a los muertos no habra ocurrido innumerables veces antes y donde estaran ahora los resucitados.

Si torceis a la izquierda, volvereis a la puerta de piedra donde dejasteis atras los demonios.

Los esqueletos avanzan por el pasillo.

¿Que vais a hacer?

Si huían, al doblar cualquiera de aquellas esquinas que les esperaban allí adelante, caer en una trampa y con los esqueletos pisándoles los talones se verían en un gran aprieto.

_ Debemos hacerles frente aquí y ahora._ Bramó atropellándose las palabras. _ Son muchos pero en este estrecho tramo de nada les servirá._ Zanjó con una carcajada y una gran sonrisa. Intentaba camuflar su congoja, aunque en el fondo sabía que debía dar descanso a los restos de aquestos desgraciados.

La espalda aún le dolía pero la adrenalina pronto la mitigaría hasta casi desaparecer, al menos por un rato. 

_ No creo que pueda defenderme ágilmente con este dolor y en tan poco espacio, Habrá que usar la fuerza bruta, tal y como me enseñó Zakyos._ 

_ Tendremos que turnarnos Sophitia, no creo que pueda con todos._ dijo manteniendo la sonrisa. Pero su gesto cambió en milésimas de segundo, su mirada estaba fija en el primer esqueleto que salía de la cámara, y sin desviar la mirada de su objetivo se dirigió a la maga. _ Cagachispas!! Qué no me golpee tu magía..._

El bárbaro dio dos zancadas dejando los brazos y el mandoble por detrás de la línea del cuerpo, con la punta rozando el suelo. Clavó fuerte el talón y atacó con furia, en un giro ascendente de atrás hacia adelante  

Nigromancia, algo prohibido, oscuro y que no se debería practicar- Los ojos de Zarlene no eran capaces de expresar el terror que tenia. Un reanimado no tenía frío, no se cansaba, no conocían el miedo y siempre llegaba hasta el final.
Mientras soltaba la mano de la Valkiria pensaba si realmente podría ayudar, si había sido una decisión acertada el aceptar este encargo. Un trabajo que puede que hubiese causado ya la muerte a Dunriq.
La maga dio un par de pasos hacia Tunka para tocar el arma del bárbaro -Esta vez si, ahora estamos preparados. No me gusta pero debemos eliminarlos- Señalaba a los esqueletos -Ellos no abandonan, tenemos que frenarlos-
La joven continuó moviéndose para situarse tras la espalda de Tunka, desde ese lugar aún podría intentar algo más. Iban a necesitar algo de suerte pero ella era conocedora de lo que el bárbaro y Sophitia eran capaces. Entre los tres lo conseguirían, saldrían vivos y con el maldito amuleto.
Ten fe, no seré un estorbo-
Fuego ¿Las llamas serían útiles? Mierda que debo hacer