Partida Rol por web

- Pero no deb...

Antes de terminar de pronunciar palabra alguna, el bárbaro ya estaba haciendo de bárbaro, lanzándose a la refriega como un bárbaro que le encanta la barbarie, al fin de cuentas era un bárbaro y confiar en que fuera menos bárbaro era un sinsentido para un bárbaro... En fin, ¿qué más podía esperar?

No iba a ser ella quien renunciara a una buena batalla, así fuera en una caverna contra unos esqueletos y que solo una puerta los separara de una horda demoniaca. Mira de soslayo la maciza puerta de piedra y se pregunta que sucedería si esa puerta se llagara a abrir.

Bahh todos moriremos algún día - Pensó

El arma de Tunka empezaba a reflejar una aspecto que no había visto antes y entendió que estaba siendo encantada por la maga, así que dejó que el bárbaro atacara desmedidamente y como si fuera un ejército coordinado, Sophitia tomó la vanguardia y atacó de nuevo con su espada (3 daños).

Solo había sido un ligero roce de sus dedos con el frío metal del arma. Una ligera vibración se había producido -Esta preparada- Un pequeño vaho salía de la boca de Zarlene al pronunciar estas palabras. La hoja parecía ahora envuelta en una capa blanquecina que resaltaba su color y producía un siseo fuera de lo normal al ser utilizada. Era sencillo apreciar el resultado, cada vez que se aproximaba a un golpe su brillo aumentaba y parecía pesar menos -Sera como cortar mantequilla con un cuchillo caliente. Tunka, este filo segará esos cuerpos ya muertos y no volverán a levantarse- La joven giró su cuello para enfrentar la mirada de Shopita -Es tu turno, déjame tu arma y entre vosotros dos tenéis que ganar tiempo. Necesito que me deis un poco de tranquilidad y calma para prepararme

En el efímero transcurso hacia los no muertos, una vibración si no un escalofrío recorrió el cuerpo del bárbaro desde sus manos hasta el resto del cuerpo. _Nunca me acostumbraré a su magia, me siento sucio y culpabl..._ Pensó Tunka conteniendo una nausea, antes de atacar. 

El brillo hizo que aquella criatura dudara, quizás tan solo por una milésima de segundo, pero sumado a la ligereza que aportaba al por sí pesado mandoble del bárbaro, todo junto en manos entrenadas hacía vencer la balanza a su favor.  

El espadón de Tunka hace pedazos al primer esqueleto esparciendo sus huesos por la cripta. El bárbaro se queda inmóvil un instante, sorprendido de su propio vigor, sujetando su enorme arma con ambas manos. Siente una tormenta de emociones encontradas rugiendo en su interior: combatir a las abominaciones, servir al poderoso Groz, ¿servirse de hechicería? Frunce el ceño de tal modo que nota tensarse su doliente espalda.

Los demás esqueletos ya alargan sus huesudos dedos para atraparle cuando Sophitia le echa a un lado y entra en la sala valientemente acero en mano. Las valkyrias de Avesta han entrenado durante siglos para dominar las artes marciales. En el antiguo Reino de Khorden había muy pocos que pudieran igualarlas en combate.  En estos tiempos desolados, todavía menos. Otro esqueleto cae hecho pedazos ante cuatro mandobles casi simultáneos hechos con la misma hoja.

Los no muertos hacen grandes soldados: nunca se cansan, nunca desobedecen órdenes, no se molestan por partes del cuerpo perdidas y jamás retroceden. Los cuatro esqueletos restantes simplemente ignoran a sus compañeros caídos y avanzan impasibles con la única misión de matar.

En la retaguardia, Zarlene estira sus dedos intentando recordar otro sortilegio. El maná ¹ de este lugar es oscuro y enrarecido, difícil de emplear para ella. Sin embargo, si se concentra, puede hacer algo con él. Sabe de hechiceros oscuros que alimentan su poder con esta hedionda energía pero es un poder que tiene un precio, como todo lo relacionado con la magia negra. Da un paso atrás y ve, a lo lejos en la oscuridad, la silueta de la puerta brillando en rojo. Los demonios siguen ahí detrás.

¿Qué vais a hacer?

Sophitia retrocede y trata de hacer retroceder a su amigo bárbaro también.

-Quizá estos esqueletos no puedan dejar esta habitación. -Dice en medio del flagor de la batalla, con el sudor cayendo de su frente y formando un camino húmedo hasta su quijada. Aún le causaba curiosidad la razón por la cual una parte del muro estaba más desgastada que el resto.

Retrocede unos metros detrás del umbral de la puerta esperando que su compañero le siga la cuerda y haga lo mismo, y prepara su espada en caso de equivocarse.

Puede funcionar, esta Valkiria es muy inteligente- Zarlene retrocede siempre resguardada por sus compañeros mientras intentaba encantar el arma de Sophitia, algo que no era sencillo mientras reculaba con miedo a tropezarse y caer al suelo.
Si esas abominaciones estas atadas a este lugar, quizás solo puedan alejarse unos metros. No perdemos nada por intentarlo- Tuvo que detener sus palabras por el dolor del costado. Con la adrenalina de la lucha y la persecución casi había olvidado su herida. La maga se llevó la mano y notó como sus dedos se humedecían, estaba sangrando.
Con más lentitud de la que deseaba, se agachó para simular runas escritas sobras las losas. Con la capa de polvo que las cubrían alguna parte de la escritura que estaba realizando con los dedos casi era perceptible.
Formó un círculo amplio con ella en el centro y se arrodilló con las nalgas apoyadas en sus talones.
-Es vuestro momento, ahora necesito que los mantengáis alejados mientras termino. Si están atados a este lugar, nos iremos y en caso contrario, los destruiré- La sensación al percibir el maná sólo podía describirse como suciedad. Mal olor y un sabor asqueroso, algo que solamente ella percibía mientras recitaba los salmos y las runas del suelo parpadeaban. Todos los pelos de su fino cuerpo se erizaron -Inmundicias, si dais un paso más... Os daré el descanso eterno- Apretó los dientes mientras acumulaba poder, no debía fallar, no podía hacerlo. Sus vidas, su futuro y el de muchos otros dependían de ellos. Con las palmas unidas y los dedos apuntando hacía el techo, Zarlene fue levantando los brazos hasta la altura de su rostro. Allí con un movimiento más brusco, las separó y palmeó el suelo con las manos al unísono -Volved al descanso, volved a la tierra- Finas líneas de luz azul partieron de sus dedos hacia las runas y de estas hacia los esqueletos con una intensidad renovada, zigzagueando como los rayos de una noche de tormeta. Lo conseguiría, Zarlene no fallaría a sus amigos

El joven bárbaro hizo caso de las palabras de la valkiria y retrocedió hasta el pasillo, esta vez con la guardia alta. Sus dos manos aferrando el mango dejando la guarda criciforme a la altura de su frente. El arma era tan grande que casi rozaba el techo.

_ Descuida Cocinaojos, nosotros haremos nuestra parte. Sólo quedan cuatro y el pasillo es estrecho._ 

Los pelos de la peluda espalda y la nuca se le erizaron como un gato al sentir el maná que Zarlene estaba reuniendo.

_ Más vale que Sophitia tenga razón o que esa Tragasapos haga algo útil, todo esto me da muy mal Yu-yu bu-bu._ Gruñía para sus adentros. Mientras tenía clara su parte, si alguno entraba en el rango de su mandoble le partiría el cráneo con un golpe descendente.

Aquellas criaturas caminaban por encima de sus compadres caídos sin preocupación, como si sólo tuvieran algo en esa osea mente. Muerte.

Los Compañeros de la Ciénaga retroceden por el corredor. Para su disgusto, los esqueletos cruzan el umbral sin titubear. En ese instante, el propósito de la cripta se revela como una verdad aterradora: es un criadero de no muertos. Las hordas del inframundo surgen de lugares como este y el suelo de la entrada está desgastado por el paso de cientos, miles de muertos reanimados. Quien quiera que construyese este lugar, lo hizo para usar cuerpos con los que engendrar más soldados de la oscuridad.

-El templo...-Sophitia se queda inmóvil, paralizada por la revelación. Ella estuvo en el Asedio Final del Templo de Avesta. Su destino, cualquiera que fuese, le fue negado pero circulan terribles historias sobre lo que ocurrió allí. Las inagotables legiones que arrasaron el lugar hasta los cimientos tuvieron que surgir de este lugar.

-¡Cuidado, mujer!-la maldice Tunka al chocar con ella de espaldas.

Es un instante de distracción pero lo cambia todo: unas manos de hueso se cierran en torno a la garganta del bárbaro. Tunka intenta defenderse pero su espadón es demasiado grande para emplearlo en este estrecho corredor. Sin embargo, el combate a distancias cortas no tiene secretos para el hijo de Gora: su puño enguantado atraviesa las costillas del esqueleto sin dificultad pero, para su horror, el ser no muerto ni se inmuta. Intenta entonces golpearle en la cabeza con la empuñadura de su arma pero al intentar maniobrar el segundo esqueleto le aferra la muñeca. En ese momento, choca de nuevo con Sophitia que intentaba adelantarle para ayudarle y bárbaro, valkyria y esqueletos caen al suelo en un confuso revoltijo al que se unen los otros dos caminantes...

-¡Mha Kuu!-oyen sisear a Zarlene con una voz que no es la suya.

Un escalofrío recorre los cuerpos de Sophitia y Tunka al mismo tiempo que la presa de los esqueletos se afloja. Los cuatro cadáveres ahora son simplemente un montón de huesos inanimados de nuevo. Se miran unos a otros sin saber qué decir. La cripta parece tranquila pero todavía sigue habiendo una gran pila de huesos.

Al fondo del corredor, la puerta de piedra tiembla levemente.

-He... he visto algo en la pared-dice Zarlene con voz débil. Está pálida, casi tanto como su melena-Es un glifo. No sé lo que quiere decir pero probablemente anuncia lo que viene después: un laberinto.

Y señala una baldosa al lado de la bifurcación. Veis un grabado:

-¿Es un mapa?-pregunta Tunka limpiándose el polvo de los hombros.

-Lo... dudo. Un laberinto... protege algo que no debe ser... encontrado. No pones... un mapa en la entrada.

¿Qué vais a hacer?

Un momento de respiro, un descanso que no lo es en realidad. Como la calma antes de la tormenta, una vez superados los esqueletos, Zarlene se enfrenta a un nuevo reto -Sophitia ¿Sabra el significado del glifo? -Si era lo que todos suponían, en su interior estaría el maldito amuleto. Debía encontrarlo y salir con él. Un laberinto que debían superar dos veces.
-¿Esto es habitual en tus tierras, Valkiria?-
La hechicera herida y jadeando ya por agotamiento no se veía con fuerzas para superar el nuevo reto. Tunka tenía sus brazos siempre prestos a blandir su mandoble. Sophitia jamás dudaba y sin embargo a ella, la joven Zarlene ya le habían salvado la vida en dos ocasiones. Dunriq, el quizás malogrado elfo, era quien le había permitido seguir hasta donde se encontraba.
Quizas podría ir marcando los lugares por donde vayamos pasando para no perdernos. Un pequeña runa escrita ¿Habrá más peligros en el interior?
No quiero que me alcen como esos esqueletos. Tenemos que terminar lo que hemos comenzado por difícil que nos lo pongan-
Zarlene da un paso hacía el posible laberinto y se dobla del dolor, no solo por la herida sino también por la podredumbre de la Magia que llena ese lugar. Cada vez que utilizaba sus poderes debía tocar esa asquerosidad. Este lugar es el Mal.
Tunka, te sigo- Con esfuerzo se irguió aunque ahora caminaba algo encorvada y arrastrando ligeramente los pies - Este bárbaro nos llevará a la muerte o la gloria

Extrañas y desagradables corrientes atravesaron el cuerpo de Tunka, incluso sus oídos se taponaron. Ipso facto los esqueletos volvieron a ser lo que eran, una montaña de huesos.

Sin más dilación acordaron recorrer aquel maldito laberinto. El bárbaro ya se encaminaba, cuando las dos mujeres que formaban la comitiva discutían sobre un dibujo en la pared. El nómada lo ojeó de pasada, pero su tribu tenía una tradición oral y cualquier escritura o glifo, que no fuera un dibujo representativo de un objeto o animal no lo comprendía.

Ante las palabras de la maga respondió. _ Bien, entonces Sophitia irá en la retaguardia. Por si algo nos sorprendiera desde a tras._ Frotó con sus manazas el colgante que llevaba al cuello. _ Guía mis pasos amada mía, permítenos el reencuentro Groz._ Besó la figura que estaba tallada con forma de jabalí y sin esperar respuesta o debate dijo. _ Por la derecha!!

Los pasillos eran estrechos y tras un pequeño inconveniente anterior, optó por enfundar su infalible espadón y armarse con su hacha de mano. Más pequeña y manejable, ligera y rápida, perfecta para el cuerpo a cuerpo o para arrojarla en caso de necesidad.  

-Lo que sea que hagamos, debemos movernos de inmediato! -Señaló la puerta por la que entraron a ese lugar y parecía que los demonios no se habían quedado tomando una merienda, en cualquier momento la puerta cedería.

Aún así, mientras el bárbaro lideraba, Sophitia se tomó unos pocos segundos para estudiar más de cerca el Glifo.

A su cabeza llegó como un relámpago el símbolo de su diosa Avesta y se esfumó tan pronto como sacudió su cabeza y continuó con su labor.

Sophitia se negaba por todos los medios a recordar, a recordar aquel día en que lo perdió todo: Su fe, sus hermanas, su templo, su vida... Y su verdadero amor, una de sus hermanas, a quien veía con más admiración que con pasión. Verenedice era su nombre y día tras día luchaba por no recordar su rostro, su voz y sus enseñanzas.

Pues que no se diga más.
Lugar de interés.
Tb había pensado en ese. Más que nada por cambiar, porque de una a otra.
Ahora nos queda luego trajín

Con Tunka guiando la marcha, iluminados por la antorcha de Zarlene y con Sophitia cerrando la marcha, los Compañeros de la Ciénaga se adentran en el laberinto.

Los corredores cambian de dirección cada pocos metros y las bifurcaciones abundan. El bárbaro deja que le guíe su instinto pero pronto se desorienta. Intenta mantener la mano en la misma pared pero sólo tiene la sensación de dar vueltas. Nota el estómago vacío y la espalda dolorida. Ocasionalmente, oyen extraños ecos a su alrededor pero resisten la tentación de separarse para explorar. 

Después de un tiempo difícil de determinar pero que sus estómagos juzgan muy largo, los tres aventureros llegan hasta una puerta en medio de un pasillo. Tiene pomo y llamador. Tras tantos pasillos similares, la estructura de madera con flejes de bronce parece fuera de lugar.

El pasillo continúa hacia la oscuridad. 

Tunka husmea la puerta: después del incidente con los demonios se siente reacio a tocarla pero está tan cansado que cualquier cambio es bienvenido.

Zarlene examina la puerta golpeándose en la barbilla: parece sólida y no tiene protección mágica. Es más, parece incluso que está abierta.

Antes de que sus compañeros puedan detener a la hechicera, Zarlene abre la puerta. Con un chirrido escalofriante, una silenciosa biblioteca se revela ante ellos. Nada parece perturbarse en el lugar cubierto de telarañas. 

-Sssssst... oigo algo.

La valkyria tiene razón: algo se aproxima. El sonido de muchos pasos tambaleantes se aproxima por el corredor. Suena como si una multitud de esqueletos viniera hacia aquí. 

Uno de ellos aparece en el límite del círculo de luz de la antorcha. Va armado con una espada oxidada y un escudo abollado. A sus espaldas, o tal vez por el otro extremo del pasillo, resuenan los pasos de muchos más.

¿Qué vais a hacer? 

Una biblioteca!!! Nunca me lo hubiese imaginado. Este lugar es extraño. Quizás podamos encontrar la información que necesitamos oculta en estos viejos libros- Las palabras de la hechicero cesaron en cuento escucho lo que ella creía que se aproximaba -¿Si bloqueamos las puertas, aguantarán?- Otra vez necesitaban ganar tiempo y esta vez era peor. No era para preparar un hechizo sino para buscar la aguja en el pajar. Estanterías repletas de tomos, algún baúl con manuscritos y demasiadas telarañas que limpiar para encontrar como estaba organizada la biblioteca.
Zarlene buscaba con desesperadion algo para arrancar las puertas, una silla, una mesa o cualquier cosa que le pudiese servir -Quizás pasen de largo- Sus ojos mostraban el miedo y la desconfianza de sus palabras. Una frase que no ella misma se creía

El cansancio empezaba a irritar a la Valkiria y a punto estuvo de mandar al carajo al bárbaro por guiarlos en círculos (sin ser culpa de él), justo en el momento de encontrarse de frente con la puerta.

Zarlene tenía razón, obliga a sus compañeros a entrar a la biblioteca a ciegas. Era eso o enfrentarse a los esqueletos sin sabr cuantos eran y cansados como estaban no parecía buena idea. Por lo menos intentarían evitar el combate por ahora.

Cerró la puerta tan rápido como pudo. -Tunka, ayúdame aquí -Insta al bárbaro, dentro de no mucho los esqueletos se aglomerarán en la puerta y no será tan fácil sostenerla sola.

-Por Avesta, Zar, busca rápido algo con que trancar esta endemoniada puerta.

Era la tercera vez que el símbolo de su examada diosa se aparecía en su cabeza como recuerdo o pensamiento, y era la tercera vez que sacudía la cabeza para quitarse la imagen de la cabeza.

La orden de Sophitia hizo que Zarlene se pusiese en movimiento. La determinación de la Valkiria y como era capaz de mantener la sangre fría en todo momento, era una de las cosas que atraían a la hechicera.
Sophitia siempre sabía que hacer en cada momento, nunca la paralizaba el pánico como a ella. A Zarlene le era mucho más sencillo seguir órdenes, así que se puso a buscar algo para sujetar la puerta. Arrastrar un baúl o un banco no era sencillo por el agotamiento y la herida. Miraba a ambos lados -Una silla ¿dosnde hay una maldita silla?- Sus ojos se desviaron hacia una estantería -Eso sería perfecto, taponaría todo- Se llevo la mano al rostro y mientras negaba con la cabeza -Soy tonta, no puedo mover un baúl y quiero utilizar una estantería...