Partida Rol por web

PNJOTIZADO.

Hola Ludovico... -dijo Nolan un poco pálido. Luego volvió a mirar a Andrea-. Lo que he encontrado ha sido esto -entonces sacó un papel, un fragmento-. Y es que Nolan parecía haberse colado ahí dentro. Luego mostró el fragmento:

Ludovico lo primero que hizo fue preocuparse por el estado de su compañero. Le aferró por los hombros y le invitó a que tomase asiento donde pudiera para recuperar fuerzas.

- Eh amigo ¿estás bien? menuda cara me traes... ni que hubieses visto a una antigua novia preñada - después miró a Andre intentando comprobar que ella estuviese en mejores condiciones.

Poco tardó en percatarse del hallazgo de Nolan, realmente había hecho progresos interesantes cosa que él no había sido capaz en todo ese tiempo.

Leyó algunas cosas en voz alta, para que nadie perdiese detalle. Después se quedó pensativo ¿sondas?¿alienígenas?

- ¿Qué has visto exactamente? Esto que traes es muy... revelador ¿cómo lo has conseguido? -

Me llevé un pequeño susto al ver aparecer a Ludovico justo cuando Nolan me iba a contar lo que había estado haciendo. Más calmada, una vez que comprobé que no era ninguno de los soldados, atendí por fin a la explicación de mi compañero, un poco celosa de que él hubiera conseguido entrar en el edificio de laboratorios y yo no.

—Es verdad... Estás muy pálido, ni que hubieras visto fantasmas o muertos...

No, no parecía que hubiera visto nada de eso, pero lo que había conseguido era más valioso aún. Escuché a Ludovico mientras leía en voz alta el recorte de papel, que parecía extraído de las notas de alguno de los científicos, y fruncí el ceño ante todo aquel asunto. Había cosas que no llegaba a entender pero lo que tenía claro era que se confirmaba una de las teorías más extendidas por el mundillo de los extraterrestres, y era que el gobierno conocía su existencia e investigaba en el asunto.

—No entiendo, ¿una sonda que ha permanecido dos millones de años en el espacio? ¿Un aparato que puede aprender por si solo? —Moví la cabeza negando ante aquel sinsentido—. Una sonda que evoluciona por sí misma... —Murmuré para mis adentros—. Increíble, parece que estemos dentro de un libro de ciencia ficción. Creo que será que nos movamos de aquí por si alguien nos ve y nos acaba echando de malas maneras... o algo peor.

Nolan no refirió mucho más... entregó el fragmento que había encontrado a Ludovico, y también lo leyó. Tras unos pocos minutos pensando en qué podía ocurrir allí, algo extremadamente extraño ocurrió en el recino. Un enorme haz de luz, procedente  de la plataforma que se encontraba en el centro del campamento a gran altura iluminó toda la zona atravesando paredes o cualquier otro obstáculo. Acto segudo, el fogonazo de luz despareció, pero no sólo el: dejó todo el recinto en una profunda oscuridad, como cuando "saltan los plomos" de todo un edificio... Acto seguido, se comenzó a oir por todos los altavoces instalados por el campamento un sonido, una voz como... metálica:

"busco al creador..."

Acto seguido, en plena oscuridad, comenzaron a oirse disparos muy cerca, a lo cual dedujísteis que se estaban produciendo dentro del recinto donde estábais retenidos. Veíais algunas linternas fuera del mismo, del perímetro, y os percatásteis que eran soldados corriendo en la parte exterior, como de un lado a otro, sin ningún tipo de órden... ¡y se estaban disparando entre ellos!

Sin dudarlo ante el inminente suceso del haz de luz y del consecuente apagón Ludovico dio un respingo que hace que casi se caiga al suelo.

Inmediatamente intentó tener contacto físico con sus compañeros. El ruido de los disparos que rompieron el silencio y aquella voz metálica lograron ponerle nervioso, bastante nervioso.

- Agachad las cabezas, agachadlas no vayan a ser que nos metan un tiro - dijo con voz casi titubeante mientras se agachaba.

- ¿Tenéis un mechero o algo? Tenemos que salir de aquí sin que nos metan un tiro en la cabeza... tan solo espero que todo lo que estamos viviendo sea efecto de alguna droga porque si es real me va a hacer creer que "mamá alien" ha venido a buscar algo - No tardó en caer sobre cual debería ser su siguiente prioridad.

- Deberíamos tener un arma... ¿no tendréis mágicamente alguna escondida verdad? - lentamente intentó acercarse a la ventana más próxima para seguir fisgoneando.

- Podemos o quedarnos quietos o intentar aprovechar el revuelo para escapar... o quizás algo mejor... husmear en sitios a los que antes no podíamos acceder ¿alguna sugerencia? -

Todo resultaba tan extraño que me había quedado sin palabras y, por más vueltas que le diera a lo que acabábamos de escuchar, era incapaz de sacar algo en limpio. Pero ni tiempo tuve para abrir la boca y quejarme de que no entendía nada cuando todo el recinto se iluminó con una potente luz para, acto seguido, quedar sumido en la más completa oscuridad.

Y la voz... Aquella voz diciendo unas palabras que, quizás por el momento de incertidumbre y sumidos como estábamos en la oscuridad, lograron que un estremecimiento recorriera todo mi cuerpo. Y después los disparos. Instintivamente me agaché ya que era incapaz de saber de donde venían. Por unos instantes creí que nos habían descubierto y que, sin preguntar ni darnos la más mínima oportunidad, querían silenciarnos para que no habláramos. Pero... ¿Hablar de qué? Por mi parte estaba tan perdida como en el momento en el que llegué a aquel lugar.

Escuché a Ludovico mientras negaba con la cabeza, sin darme cuenta que lo más seguro que no me pudiera ver. Armas... mechero... Joder, yo no tenía nada de eso, y desde luego si tenía un arma en la mano no tendría ni idea de como usarla.

—Podemos probar a entrar en los laboratorios, es el edificio que tenemos más cerca. Si alguien nos da el alto podemos decir que estamos huyendo de lo que sea que esté sucediendo.

¡¡Ratatatatatataa!!!!! -disparos por doquier-.

Tiros y más tiros... Ráfagas de ametralladoras y armas automáticas, típicas de un soldado. Notábais a un lado y a otro de la valla (sí, incluyendo dentro del recinto donde estábais) cómo los soldados que por allí campaban comenzaban a disparar a todo lo que se movía de una manera indiscriminada, ¡impensable! Os metísteis de lleno en el laboratorio, pues estábais justo al lado. Allí dentro notábais la presencia de científicos, que trataban de huir de las salas donde trabajaban. Finalmente os quedaron solos, y oíais tiroteos cada vez más largos y cercanos, todo acompañado, como entremeses entre pasos, de pequeñas ráfagas.

Acto seguido, en plena oscuridad en la que estábais sumidos. Una linterna se acercó por la puerta principal, de la mano de alguien. No sabíais quién era ni tampoco sus intenciones, y parecía buscar algo. Pronto alcanzaría el pasillo donde estábais, y pronto llegaría donde est... ¡¡un momento!! ¡¡Ya os había descubierto!!

¡¡Eh vosotros!! -dijo el tipo-, ¡¡No os mováis!! El haz de luz de la linterna os cegaba, pues apuntaba directamente a vuestro rostro. Lográteis ver a una especie de militar, y os apuntaba con un arma autómática de gran calibre, como un rifle o una ametralladora (no pudísteis cercioraros bien). Eso sí: el tipo era alto y fornido, vestido sólo con unos pantalones militares y una camisa de tirantes blanca algo sucia. ¿¿Eh?? -el tipo pareció percatarse de algo-. ¡¡VAYA!! -ahora incomprensiblemente, su voz y tono denotaban grat sorpresa-. ¡Vosotros estáis bien!

Aceptando el consejo de Andrea, Ludo corrió y tiró de sus compañeros para que se diesen prisa a la hora de ir hasta los laboratorios. Él ya casi no recordaba el camino a seguir pero parecía que sus compañeros tenían el recorrido más fresco.

La piel se le erizó cuandos e percató de que los disparos eran cada vez más cercanos, el asalto a la base estaba siendo cada vez más peligroso y no faltaría mucho tiempo antes de que recibieran un balazo ¡menuda forma de morir!

Finalmente llegaron a los laboratorios. Un lugar tan caótico como el resto. Los científicos corrían de un lugar a otro horrorizados y Ludovico pensó que de haber uno medio a mano, lo atraparía para interrogarle, pero esos malnacidos eran tan escurridizos como las lagartijas.

- No ha sido tan mala idea venir aquí, aunque igual el hecho de que hasta los científicos huyan de la zona no nos da muy buenas expecta... - no le dio tiempo a acabar la frase cuando comprobó como la linterna cegaba al grupo de investigadores. El excatedrático ya se daba por muerto ¿era lógico, no? los militares los habían encontrado y seguramente eran una amenaza por haber entrado ahí.

- Un placer haberos conocido chicos... una pena no haber ganado ningún premio de renombre - suspiró mientras se encogía de hombros. Sin embargo ese miedo se disipó en cuanto aquel hombre que parecía sacado de una película de Rambo entró, con un arma que era seguramente más grande que el orgullo del viejo y con más músculos de los que podría haber tenido nunca.

- Bueno... si no nos disparas estaríamos mucho mejor - sonrió nervioso a la vez que alzaba las manos en señal de derrota.

Una cosa era haber propuesto un lugar donde creía que podíamos encontrar un refugio y otra muy distinta ponerse manos a la obra... o más bien correr hacia el laboratorio, ya que las balas zumbaban por todas partes y seguramente ni siquiera miraran a quien estaban disparando. No era creyente, pero en aquellos momentos recé a todos los santos y a todos los dioses que recordé, mientras corría como una loca en dirección al edificio.

Allí el caos era parecido al que se vivía en el exterior, pero por lo menos no había balas. Rezongando por lo bajo, echando pestes por estar en aquella situación de máximo peligro para la mierda de sueldo que cobrábamos, mientras me dedicaba a esquivar a los científicos que parecían más muertos de miedo que nosotros. Se notaba que conocían bien las instalaciones porque, cuando me quise dar cuenta, ya habían desaparecido de la visto todos.

Apenas había conseguido recuperar la respiración y el pulso normal de mi corazón, cuando la luz de una linterna me dio en toda la cara. Cerré los ojos instintivamente mientras giraba ligeramente la cara para evitar que me deslumbrara. Escuché el alto que nos daban a la vez que intentaba acomodar poco a poco la vista al contraste de luz y sombras que la linterna generaba, para poder ver a nuestro más que probable matarife.

Joder... ¿De dónde ha salido éste?

Aquel energúmeno nos estaba apuntando con lo que fuera que llevara en la mano y tragué saliva con dificultad, viendo mi vida pasar a toda pastilla ante mí ante la inminente muerte que me esperaba, confirmada con las palabras de Ludo. Pero no me pasó desapercibido el último comentario del soldadito.

—¿Cómo que nosotros estamos bien? Si te refieres a que aún no nos han pegado un tiro... sí, estamos bien, y como dice mi compañero, nos gustaría seguir estándolo.

Aquel fornido tipo apenas os prestaba atención: parecía más interesado en que si "estábais bien". Sus ojos se posaron en vosotros tres y pareció aliviarle el encontrar gente allí.

En el centro de control... -decía de manera un poco inconexa-, aun se mantiene la situación. Los generadores de emergencia... hay que activarlos; sino... estamos perdidos. ¡Ayudadme! ¡Ayudadme! -apuntaba a todos lados en medio de la enorme penumbra-. ¡Sin los generadores está todo perdido!

El tipo comenzó a andurrear por el pasillo, nervioso. No lo veíais por la oscuridad, pero tenía su dedo en el gatillo preparado.

Sin energía... ¡no podremos pedir ayuda! -afirmaba-. Y allí donde se ha roto el aislamiento pronto no se podrá respirar, pues la máquina de reciclaje de aire se ha parado... ¡Debéis ayudarme!

Ludovico miró a sus compañeros enarcando una ceja.

- Un momento, un momento, ¿insinúas que si no activamos de nuevo el generador vamos a morir todos asfixiados?¿Por una clase de virus o qué? - no entendía bien la situación pero una cosa tenía clara: aquel tipo sabía lo que hacía y mejor aún, iba armado.

Con un gesto torpe intentó reincorporarse apoyándose en el mobiliario.

- Puedes contar conmigo solo si nos prometes que nos vas a proteger el culo a los tres, solo espero que no des prioridad a los que tengan el trasero más bonito - con un suave gesto alzó la mano para ayudar a Andrea a incorporarse.

En una situación de pánico como aquella, deambular sin un rumbo fijo, sin orientación y sobre todo sin armas era un suicidio prácticamente; tan solo esperaba que sus compañeros tuviesen las mismas ideas que él, de lo contrario habría que tomar una decisión rápida: o libre albedrío o seguridad militar.

A aquel tío le debía faltar un tornillo. No hacía más que gritar y pasearse nervioso de un lado a otro y, lo peor de todo, era que no apartaba ni un solo instante el dedo del gatillo. Como se le cruzaran los cables seguro que empezaría a dispara indiscriminadamente.

Fuera verdad o no lo que el soldado estuviera diciendo, la verdad es que estaba consiguiendo contagiar su nerviosismo y su paranoia. El hecho de no saber ni dónde estábamos ni con qué se estaba investigando en aquel lugar, lograban que mil imágenes de gérmenes, virus y bichos mutantes se reprodujeran en mi cabeza, y las palabras de Ludovico tampoco es que ayudaran demasiado.

Cogí su mano para levantarme, pensando la mejor manera de escapar de aquel lugar. Quizás ahora que las luces se habían ido y el caos parecía reinar por todas partes, nos pudiéramos colar y buscar cualquier vehículo que nos devolviera a la vida real.

—Tranquilo... Dinos dónde están esos generadores y te ayudaremos.

No sabía que pensar. Agazapados bajo la mesa intentando no ser descubiertos había aparecido un soldado y nos había cazado. En un principio nos había dicho que no nos moviesemos pero después algo había hecho que su actitud hacia nosotros cambiase.

- Los generadores -, decía. - Sin ellos estamos perdidos -, repetía.

Pero, ¿por qué estaremos perdidos sin ellos? Nada de esta locura tenía ningún sentido.

- Sí, sí, tu tranquilo - digo corroborando las palabras de Andrea. - Te ayudaremos con los generadores aunque bien podrías decirnos que demonios está ocurriendo porque la verdad es que estoy acojonado.

¡¡Lo intentaré!! -respondiendo a lo del trasero-. ¡¡SEGUIDME!! -el tipo, altamente entrenado militarmente, comenzó a correr hacia el exterior del módulo-laboratorio-. Algo muy gordo debió haber pasado en el recinto, porque estaba todo lleno llamas y cadáveres hacinados en casi cualquier punto. Pasásteis casetas y pasillos, yendo hacia un lateral junto a la zona de aterrizaje de helicópteros. Os detuvísteis en un gran panel de monitores, pulsadores y telcas al aire libre (únicamente protegido por una caja que podía abrirse y cerrarse sin problema).

Escuchadme. ¡Dos de vosotros tenéis que apretar el botón circular y rojo a la vez, uno en cada panel! -efectivamente, el tipo señaló a dos paneles similares unos metros hacia delante. Una sola persona no podría activar los tres juntos-. ¡¡Hagámoslo cuanto antes!!

El paisaje era desolador, nunca había visto tanta muerte cerca salvo en sus libros de historia. ¿Qué justificaba tal masacre?¿El avance tecnológico?¿El poder? la humanidad nunca aprendería y esa era una carga que a Ludovico le afectaba seriamente.

- Esto es todo un desastre, si realmente logramos que salga a la luz lo que ha sucedido aquí se deberían buscar a los responsables y encerrarlos de por vida - miró poco después a su compañero a la vez que rezaba interiormente de no recibir un tiro o una explosión en la cara.

- Nolan, si tuvieras aquí tu cámara podrías haber hecho un reportaje de Pulitzer - siguió avanzando hasta que se encontraron de bruces con aquel sistema de botones del cual requería toda su atención.

- ¿Seguro que así lograremos pararlo? Sea como sea, a estas alturas no voy a volverme atrás - dijo casi cerrando los ojos y siguiendo las indicaciones de aquel desconocido que hasta ahora se había ganando su confianza por el simple hecho de no pegarles un tiro.

Casi con la cara pálida, el excatedrático miró la cuenta regresiva.

- Santa Madonna, espero que sean 2 horas restantes y no 2 minutos... -

Aquello era como estar de informador en el frente. Cascotes, cadáveres calcinados, muertos por doquier. Mi mano se movió inconscientemente para coger la cámara que habría colgado de mi cuello si no me la hubiesen requisado los militares. Un gesto de amargura cruzó mi rostro al no encontrarla allí. Este reportaje podría haberme dado fama mundial y aquí estaba yo, corriendo con tan solo mis ojos para retener todas aquellas imágenes de desolación.

Las palabras de Ludo no hicieron más que confirmar lo que ya sospechaba. El Pulitzer, me podrían haber dado el Pulitzer. Tenía que encontrar mi cámara a cualquier precio.

El soldado interrumpió mi hilo de pensamientos al comentar algo de unos botones. Debí de quedarme mirándo con cara de idiota pero al verle señalar unos paneles similares al que estaba abriendo entendí a qué se refería. Presto me dirigí a uno de ellos esperando la señal para presionar el botón rojo situado en el interior del panel.

¿Dos horas? Aquel contador no auguraba nada bueno. - Céntrate en el botón y no en el contador, Ludo, no vayamos a cagarla. -

Qué otra opción teníamos que seguir a aquel hombre, por lo menos no nos había matado y era el único de nosotros que iba armado y que parecía saber manejar aquella arma. A medida que corríamos en dirección a sabe dios dónde, el panorama que se presentaba a nuestro alrededor era dantesco, lo que conseguía que mis piernas se empeñaran, una y otra vez, en detenerse. Pero el miedo era mayor que la estupefacción que sentía al ver toda aquella destrucción, todos aquellos cadáveres que desprendían aquel asqueroso olor a carne quemada que me revolvía las tripas, sintiendo las arcadas cada vez más fuertes a cada paso que daba.

Temblaba como una hoja, espantada por lo que estaba viendo y viviendo, nerviosa por lo que fuera a ocurrir a continuación cuando escuché, como llegadas de muy lejos, las palabras del soldado que nos acompañaba. Era incapaz de moverme, pero por fortuna tanto Nolan como Ludo, parecían tener mucho más temple que yo, y fueron ellos los que acataron las órdenes dadas por aquella especie de Rambo.

Mientras ellos se dedicaban a darle a un botón que desde donde me encontraba apenas podía ver, aproveché para tomar aliento, respirando el aire del exterior, mientras me doblaba sobre mí misma para evitar el vómito que amenazaba ahogarme quemando mi garganta.

¡Apretemos a la de tres! -gritó el militar unos metros alejado de vosotros-. ¡Una! ¡Dos! ¡Ahoraaaaa! -gritó el tipo, que tenía su ametralladora colgada a la espalda-. Entonces Ludovico y Nolan, junto a él mismo, apretaron sendos botones rojos... Un sonido de maquinaria comenzaba a moverse en el centro de control de la base, junto a la enorme estructura metálica que ascendía muchos metro mas arriba: algo habíais activado.

¡¡VAMOS, VAMOS, VAMOS!! -volvió a gritar el militar cuando ya habíais terminado-, ¡¡Corramos al centro de control!! -no sabíais muy bien por donde iban los tiros, pero entonces, en esa tesitura, un tipo agarró por la espalda a Andrea, que jadeó de sopresa y miedo...

Aquel hombre estaba fuera de sí. Parecía uno de los militares (de hecho, llevaba su uniforme, aunque rasgado y ensangrentado, casi imperceptible como tal) y abrazó a Andrea y comenzó a arrastrarla tras de sí, con claras intenciones hostiles. El militar al que seguíais le apuntó con el subfusil, pero no podía arriesgarse a disparar a la joven.