Partida Rol por web

El viaje ha resultado más fatigoso y largo de lo que hubieras esperado y deseado.
Demasiado sol. Sofocante, ardiente y odioso sol...
Por suerte para ti gozabas de bastante ventaja durante la noche, la cuál te ha permitido deslizarte y fundirte con sus sombras y con la propia arena para ganar terreno de camino a Jerusalén.
Te has cruzado por el camino con alguno de los malditos que Él ha creado. Voluntariamente o no, quién sabe, sus cuerpos yacen sin vida atravesados por cortes de espadas precisos y profundos. Es un notable guerrero, de eso no te cabe duda. Quizá sea mejor así, pues será un cuerpo digno de poseer.

Ahora, por fin te encuentras cerca de las murallas de la ciudad supuestamente santa, aunque no sientes ningún tipo de incomodidad al estar cerca de ella.
Es noche entrada, las estrellas y la luna pueblan el cielo y pro tanto las puertas permanecen cerradas y vigiladas por unos cuántos soldados no demasiado atentos...

Una sonrisa se dibuja en su cara al ver que ha llegado a la ciudad con el protector manto de la penumbra que le proporciona la noche de entrada.
Seguro que el hombro que buscaba habrá llegado hasta aquella ciudad, y con la noche al caer lo más probable es que se haya refugiado en la misma.
No podía dejar escapar esta oportunidad, con la oscuridad a su favor, buscaría por cada rincón hasta dar con él.

Unos soldados vigilan la puerta de entrada. En primera instancia no dudaría un instante en irrumpir matándolos a todos, pero eso despertaría cierta alarma y no le viene bien, pues puede ser una clara llamada de atención para alertar también al hombre al que busca.
Por ello, se fundirá con las sombras que empiezan a hacer presencia y entrará a la ciudad valiéndose de las mismas.

Tal como planeaba, se funde con las sombras de la noche entrada y se mueve por cada oscuro rincón de ellas, pasando bajo la puerta, e intentando reaparecer en algún oscuro rincón cercano a la misma, dentro de la ciudad.

Te resulta tan fácil fundirte con las sombras y atravesar la puerta quedándote al otro lado que casi te entra una risa histérica de la incompetencia e inutilidad de los guardias humanos. Es una lástima que ese cuerpo se vaya "desgastando" día a día porque podrías planear grandes cosas con él si te lo propusieras...
Por el momento lo importante sigue siendo encontrar al Príncipe, podrías apostar a que estará descansando en algún lugar, al menos eso es lo que crees. Por suerte o por desgracia las calles están vacías y eso implica que probablemente intenten detenerte si alguien te ve, aunque que lo consigan es otra historia, sin duda alguna.

Empiezas por rebuscar en todas las posadas que encuentras a tu paso usando la misma "técnica" que ya empleaste para colarte en la propia ciudad, sin embargo tu búsqueda no tiene éxito, parece que el muchacho es más precavido.

Ha recorrido casi toda la ciudad, deslizándose entre las sombras, la oscuridad, mirando desde los más oscuros rincones las distintas posadas que encuentra. Pero no halla ni ratro de él.
Algo que se cabía esperar de un hombre así. Es listo y precavido, save que le está buscando, la cosa no iba a ser tan fácil, pero era evidente.

No tenía tiempo de rebuscar la ciudad entera. Debía pensar en algo, buscar en algún lugar donde sabría que no podría encontrarle. Sabiendo eso, quizás haya elegido un sitio donde la oscuridad no fuera miy predominante...

El oscuro ser pensaba, y debía hacerlo rápido. ¿Dónde estás...? Mi príncipeee...

Te quedas esperando en un rincón apartado y oscuro, viendo de reojo cómo de vez en cuando pasan guardias por la calle que ni siquiera reparan en tu presencia, así de confiados y distraídos van, menudos necios.
No parece que el Príncipe haya decidido pasar la noche en ningún lugar que pudiera considerarse "habitual" como posadas o lugares públicos, lo cuál tiene su lógica debido a su maldición, así que deberás pensar con rapidez donde buscar a continuación ahora que gozas de la ventaja de su sueño...

No se le ocurrían muchos lugares. Era una ciudad completamente desconocida para él. Hay muchos agujeros donde pueda haberse metido.
Pero... si lo que busca es evitarle, quizás haya cogido el rincón de algún sitio sagrado...
Sin más, va en busca de explorar todo lo a fondo que pueda algún templo pequeño o algo similar que encuentre, para empezar...

Te sigues desplazando con sigilo entre las callejuelas, aunque más de una vez sientes la tentación de atacar a alguno de los guardias por pura diversión y para desahogarte un poco.
Las horas siguen pasando y cuando se haga de día será más difícil moverse y pasar desapercibido, suele entrarte un sueño algo más aletargado que a los humanos por la noche.

Te dedicas a acercarte a templos, mezquitas e iglesias que encuentras a tu paso, pero aún así la ciudad es grande y no estás muy seguro de si los estás investigando todos...
Entras a los edificios usando tus firmes y fieles cadenas para engancharlas en las ventanas y escalar las paredes con algo de dificultad. Los lugares pequeños son fáciles de investigar, pero cuánto más grande más incómodo te sientes en su interior. De todas formas no lo suficiente cómo para que sientas la necesidad de salir huyendo.
De todas formas parece que la búsqueda sigue sin tener éxito y empiezas a preguntarte si quiera si se encontrará dentro de los muros de Jerusalén...

Grrrr...
La paciencia se le acababa. Había revisado mucho más a fondo la ciudad y aun así no había ni rastro de él.
Y si... quizás ni siquiera se haya ocultado dentro de la ciudad. Es posible, que esté incluso fuera de los muros, en un afán por no molestar a la más mínima persona en caso de que le encontrara.

Con esta nueva idea en la cabeza, la sombra se movió rauda entre la oscuridad de la noche de los edificios y callejones más siniestors para salir fuera de los muros y barrer los alrededores de los mismos. Usando si hacía falta sus cadenas para saltarlos.

Te acercas a uno de los muchos muros de la ciudad y tras comprobar que ningún guardia se acerca por las proximidades, haces surgir tus largas, y a veces letales, cadenas de tus propios brazos, amarrándolas en lo alto del mismo para empezar a escalar con bastante dificultad ya que no hay muchos puntos de apoyo para poder impulsarse.
Cuando llegas arriba te sientes algo cansado, pero la visión lejana de varias casas dispersadas en la lejanía te anima. Parece ser que hay pequeñas granjas y alguna ermita fuera de la ciudad...

-¡Deténgase!, ¿cómo ha llegado aquí?- escuchas a pocos metros de distancia, distinguiendo a un guardia a tu derecha que desenvaina su espada y empieza a acercarse despacio, manteniéndola sujeta con ambas manos delante de él en actitud defensiva.

Observa al guardia que le ha descubierto con cierta molestia.
Mas, al notar que sólo está él a solas, se dibuja en su cara una fina sonrisa divertida y siniestra.
La noche estaba siendo agotadora y frustrante, era hora de poder desahogarse un poco. Y para ello, tenía a un inútil guardia en el manto de la noche a solas con él. Era perfecto.

Sin más dilación, invoca a sus cadenas y las lanza contra el guardia con la intención de rodear su cuello con las mismas. Cuanto antes se deshaga de los obstáculos mejor.

Tus cadenas salen casi disparadas hacia el guardia, el cuál apenas es capaz de ahogar un grito de sorpresa antes de que se le enreden el cuello, clavándose dolorosamente y dificultándole la respiración.
La espada cae pesada y estrepitosamente al suelo con un ruido metálico que quizá alarme a algún guardia más. Mientrastanto el que permanece apresado sujeta con sus guantes las cadenas e intenta deshacerse de ellas sin demasiado éxito.
-¡A mí la guardia...!- exclama ahogadamente, lo cuál no le permite alzar demasiado la voz, sin embargo todavía permanece de pie.

Al ver el inútil intento por parte del guardia de pedir auxilio, la sombra se acerca a éste tapándole la boca con una mano.
Ni lo intentes, insecto... - Le dice mirándole a los ojos, los ojos de un simple humano contemplando sus amarillentos e infinitos ojos sobrehumanos daba una vista del dolor y el miedo en su expresión que a la sombra no le producía más que plaver y satisfacción.
Entonces tira de las cadenas enroscadas a su cuello con la intención de causarle un profundísimo crote en el mismo. De esa forma no podrá hablar y en breve se asfixiaría y se desangraría.

El hombre te mira con los ojos fuera de las órbitas, sea por el temor o por la propia asfixia. Sus manos continúan sujetando las cadenas intentando deshacerse de ellas pero sus fuerzas cada vez están más mermadas y mientras su cuello empieza a sangrar él ya cae inerte al suelo a causa de la falta de oxígeno.
El cuerpo produce un sonido sordo y poco sonoro, sin embargo distingues el sonido de pasos acercándose y que se trata de más de una personas.
Quizá sí escucharon su petición después de todo... Aunque ya es tarde para él.

La sombra observa con diversión cómo al hombre se le va escapando los últimos alientos de vida. Era patético, pero esa misma pateticidad de divertía y le satisfacía enormemente en su interior. Al final, lo último que debió ver ese pobre guardia fue su siniestra cara sonriente.

Mas su momento de diversión quedó truncado al instante, parece que le oyeron después de todo. Si por él fuera, se quedaría a destrozar a todos los guardias del mundo, pero el tiempo apremia.
Sin dudarlo un instante, fue hacia la otra parte del muro, la que daba afuera de la ciudad y se dispuso a bajar por él usando sus cadenas.

Consigues descender por el muro aunque hay que admitir que has estado a punto de resbalarte en un par de ocasiones y debido a al altura podría haber resultado doloroso...
Por suerte al final llegas hasta el suelo sin demasiados problemas, distinguiendo murmullos de voces de alarma arriba pero ya no pueden distinguirte en la oscuridad de la noche debido a tu habilidad para fundirte con las propias sombras.

Corres un rato, apenas cinco minutos, siguiendo un sendero de tierra formado a causa de las propias idas y venidas de gente y carruajes.
De vez en cuando y a poca distancia del camino se alzan pequeñas casas de barro o piedra, algunas algo más amplias con graneros o pequeños cobertizos donde guardar la pequeña cosecha de los huertos que las rodean. Otras sustituyen las hortalizas por unos pocos animales cómo cabras o incluso algún buey, de todas formas el silencio resulta casi aplastante. Todos los "buenos samaritanos" deben encontrarse durmiendo en sus chozas a estas horas...

La sombra esbozó una leve y siniestra sonrisa para él mismo. Ante él se abría unas nuevas posibilidades de encontrar al hombre que estaba buscando tan desesperadamente. Toda esa oscuridad y ese silencio le reconfortaban en una grandísima medida y hacían que su poder y habilidades aumentaran, lo que le hacía estar ma´s seguro de sí mismo...

Sin tiempo que perder, pues ya había perdido bastante, usa als oscuras artes de las que la maldición le ha dotado para fundirse con las sombras y la oscuridad que imperan en el lugar para buscar con más rápidez.
Casas, chozas, graneros, incluso alguna cueva o lugar donde simplemente sirviera como refugio.

Empiezas a buscar casa por casa, aunque no resulta tan fácil cómo creías en un principio conseguir colarte en el interior de todas y posteriormente en los graneros o demás cobertizos junto a los pequeños habitáculos.
Sólo encuentras simples campesinos durmiendo en sus lechos, algunas familias... Nada interesante para ti en estos momentos, lo cuál te frustra en extremo y hace que te desconcentres un poco perdiendo de vista algunas edificaciones más alejadas del resto.
Cuando empiezas a notar que falta relativamente poco para que surja el sol, la luz del alba te permite distinguir otras chozas lejanas. Tiene que ser ahí, no puede haber ido a ningún otro sitio, tu instinto te dice que ya estás muy cerca...