Partida Rol por web

Gladiatrix

Cap 1. Tu nueva casa

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23/04/2016, 18:10
Gladius

El viaje había sido largo, muchos eran los días que las nuevas gladiadoras habían pasado en el interior de aquella prisión portátil bien custodiada por los hombres de Balbo. Las mujeres que compartían idioma ya comenzaban a entablar conversación y poco a poco el hielo de la desconfianza había comenzado a quebrarse. Pero las palabras no eran lo único que habían compartido. A pesar de que habían sido bien alimentadas, algunas incluso mejor de lo que jamás lo habían sido, también ahora compartían los piojos bajo su cabello, la suciedad en su piel y el cuerpo entumecido.

- Despertad, sucia escoria - gritó uno de los romanos que dirigía aquel carruaje abriendo una pequeña ventana que daba a la parte delantera - El viaje llega a su fin, preparaos para bajar.

Algunas de las mujeres comenzaron a mirar por los barrotes metálicos de las ventanas laterales, contemplando el gran ludus que se encontraba frente a ellas. Sobre la puerta de este estaba escrito "Escuela de gladiadoras de Barbo". Una vez hubieron cruzado aquel portal no tardó en sellarse de nuevo, aquel ludus sería ahora su hogar, su prisión, lo sería todo para ellas aunque ninguna podía saber por cuanto tiempo.

Uno de los guardias abrió las puertas del carro y colocó una rampa de madera para facilitar el descenso de las mujeres, el descenso a la arena de entrenamiento que ahora se encontraba casi vacía preparando su llegado. En el exterior podía verse parte del ludus: la enfermería, la zona de las celdas y por último los baños; aunque aún ellas no supieran lo que encontrarían tras esas puertas.

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23/04/2016, 18:12
Vara

Ante ellas, adelantando de los demás hombres que las observaban se encontraba Vara uno de los entrenadores con mano dura que dirigían aquel ludus. Su piel estaba tostada por el sol y su cuerpo lleno de cicatrices que delataban su antiguo puesto de gladiador. Pero lo que más destacaba de él era aquello que tenía entre sus manos, aquello que le daba el nombre: el sarmiento de vid. 

- Desnudaos y deshaceos de esas sucias túnicas dejándolas en el barril - vociferó mientras alargaba su mano diestra, señalando con la vara un barril cercano a donde se encontraban las gladiadoras.

Detrás de él permanecían en silencio tres figuras que destacaban sobre las demás. Uno de ellos era oscuro como la misma noche, con una sonrisa dibujada en sus labios y unos dientes blancos que destacaban con su piel. A su lado se encontraba un galo, que con curiosidad se fijaba en la carne recién llegada esperando su reacción. Y por último, con más importancia, se encontraba un romano de mediana edad de rostro serio. Sus brazos estaban cruzados y parecía estar estudiando lo que sus ojos contemplaban.

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25/04/2016, 23:01
Director

Notas de juego

Vosotras  no posteeis nada, iré añadiendo vuestros comentarios de la otra partida según aparezca hasta llegar a donde nos quedamos ^^. Asi voy espabilando a las nuevas XD

 Ya os aviso yo cuando os toca XD

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25/04/2016, 23:08
Amaia

El viaje había sido más que largo, eterno. A cada paso que la obligaron a dar se sentía un paso más lejos de su tierra y a cada golpe que recibió en aquellos primeros días más que dolor le infligió una sensación de pérdida que la joven trastocó en una sorda ira que crecía y crecía en su interior sin descanso.

El miedo llegó con el viaje en barco. El mar inmenso y siempre en movimiento que se vislumbraba desde la oscura bodega en la que fue encadenada y aquella sensación de que sus entrañas querían huir de su cuerpo y todo daba vueltas alrededor. Entonces miraba al mar de nuevo entre las grietas del casco y se sentía morir, en aquel río inmenso del que no se veía la orilla, ni un árbol, ni una montaña, ni una planta, ni una flor.

Noches y días se confundieron pero al fin llegaron a tierra y Amaia sintió el alivio de posar sus pies sobre tierra firme y la inmensa pena de saber que jamás podría volver a su hogar, pues no sabía caminar sobre aquel río, aunque creía haber visto las mismas estrellas en el cielo que las que veía desde sus montañas.

El viaje en aquella carreta le resultó tedioso y se dedicó a permanecer tumbada, ajena al resto de desgraciadas que como ella iban cautivas, y a recuperar algunas energías. Realmente la comida no era tan mala y había esperado con ansia el fin del viaje, así que descendió del carro con una mueca de satisfacción.

Estiró sus músculos entumecidos mientras aquel hombre cimbreaba una vara ante ellas y les ordenaba algo que no llegó a comprender del todo. Durante todo el camino se había sentido bastante perdida, pues apenas conocía unas palabras de la lengua de los romanos. Los hombres que las habían llevado hasta allí gritaban todo el tiempo así que se limitó a quedarse quieta y enseguida su atención fue a parar a uno de los tres hombres que las observaban.

Había creído que la mujer que había hecho el viaje en el carro era alguna especie de animal desconocido, similar a una mujer. Pero pudo comprobar que uno de aquellos hombres también tenía la piel oscura como la noche, y pese a su total negrura, mostraba unos dientes blancos que hicieron tiritar a Amaia. Tal vez fueran hombres y mujeres, después de todo. Incluso parecía que el hombre gozaba de la confianza del romano que parecía el dueño de aquel lugar, al que apenas echó un primer vistazo, tan sorprendida como estaba.

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25/04/2016, 23:29
Ejra Sterki

Habia sufrido fiebre, y dolores agudos pero ahora mis heridas estaban casi curadas. Ahora el dolor era emocional, eramos tratadas peor que animales, todas juntas en un mismo carruaje y sin intimidad.

Pero ensimismada en mi dolor, mi pensamientos estaban en mi aldea. Aun no lograba olvidarlos, no queria. Y cada vez que recordaba alguna lagrima salia sin llorar. Solo pesar.

La comida no era mala, y eso al menos nos mantenia fuerte.

En el otro extremo habia una mujer tambien de tez oscura. La mas oscura que hubiese visto en mi vida, era como el carbon. Habia escuchado cuentos asi de esas gentes del sur por la vieja Mabon mientras curtian pieles y siempre lograba auyentar a las mas jovenes con sus cuentos de miedo. Yo simplemente me reia. No podia ser.

Habiamos llegado.

Un edificio extraño se aparecía frente a nosotras cuando nos hacian salir de celda que nos transportaba.

Simplemente hice caso autómata, descendiendo con el resto del grupo.

Allí un hombre nos daba ordenes que aunque no entendía pude ver por la reacción de las demás que debía quitarme la túnica y quedarme desnuda. Consciente de las represalias mi cuerpo quedo desnudo rápidamente mostrando la reciente cicatriz del brazo y del hombro. Vi como algunas se tapaban por pudor cubriendo  sus pechos o cruzando sus piernas, pero yo altiva me mantuve erguida frente a los hombres.

Y allí también estaba otro ser del Sur. De negruzca piel y dientes blancos capaz de intimidar al soldadito romano y a todas nosotras, pero no baje la mirada a cada uno que me viera. Lo único que mas detestaba de estar allí era la mirada del romano y el calor. Ese maldito calor que sonrojaba mi piel y me hacia sudar.

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25/04/2016, 23:30
Mirza

El destino de Mirza era ser una esclava. Había nacido siéndolo y no conocía otra cosa. Sirvió a varios amos, uno compasivo y bueno, otro cruel y malvado. De las mujeres que encontró en ese carro, ella era la mas tranquila, la que mas aceptaba su situación y condición de esclava, despojada de todo orgullo.

Conocia unas pocas palabras en gaélico ya que de niña trataba bastante con una esclava gala que servía al mismo amo que ella y su madre. Por desgracia de eso hacia mucho tiempo y mantener una conversación mínimamente interesante le era imposible.

No necesitaba hablar ningún idioma para ver que la mayoría de las chicas habían nacido libres y lejos del dominio del imperio. Esperaba que se acostumbraran pronto y se despojaran de sus orgullos o lo pasarían realmente mal.

El viaje había sido horrible, la suciedad, los piojos y dormir como animales en aquella apestosa jaula y no obstante aquello era mejor que otras situaciones que podía recordar, por lo que no se quejaba por ello.

- Todo irá bien.- Les decía a sus compañeras en susurros, forzando una sonrisa de triste esperanza para ellas. Eran las ultimas palabras que su madre pronuncio antes de que las separasen, convertidas en su oración personal pues solo la esperanza de que eso fuera cierto había logrado que siguiera a delante.

Cuando al fin llegaron vio tres hombres enormes que les pedían que se desnudasen. Aunque no quisiera hacerlo sabía que negarse no serviría para evitar nada, al contrario, seria peor.

Con la mirada baja Mirza cumplió la orden de inmediato. Tenía marcas en la espalda, caricias que a su antiguo amo le resultaban tremendamente excitantes de procurarle. No se cubrió, dejo los brazos a ambos lados del cuerpo y mantuvo la mirada baja, no establecer contacto visual solía ser mejor para la salud.

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25/04/2016, 23:58
Asherah

   Sin duda alguna de todas las heridas que surcaban el cuerpo de la fenicia de piel tostada, aunque no tan oscura como la de otra compañera, ninguna dolía tanto como la que soportaba su corazón. Moratones, marcas de golpes y latigazos a medio curar. Ninguna de ellas dolía tanto como la vergüenza, y la certeza de aquella vergüenza que poseía la mente de Ashera cada vez que dejaba su mente divagar en su pasado. No había nada en el mundo, ni la perdida de una madre, un padre, un hermano o un hijo, comparable a la pérdida del orgullo y el honor.

   Pero Ashera no se dejaba vencer. Alguna noche, cuando los guardias dormían o se entretenían con algunos menesteres, alguna compañera había sorprendido a la esclava de piel tostada con el rostro surcado de lágrimas. Otros días miraba al horizonte, con sus ojos oscuros anhelantes y soñadores. Soñando con solo los dioses sabrían el qué. Cuando otra de las esclavas, una muchacha de tez nívea y dulce, y cabellos resplandecientes como el sol, había susurrado aquellas palabras de ánimo, Ashera sonrió y asintió. "Si... todo va a salir bien." Aunque Ashera era algo escéptica.

   Llegaron al ludus y las humillaciones se sucedieron. Cuando bajó de la carreta, Ashera se hirguió, alzó su barbilla y sus ojos miraron a los romanos con orgullo. Al menos eso no se lo podían quitar. Se entretuvo en mirar a cada uno de los hombres que las recibieron. El romano con la vara de vid, el gigante negro, el galo y el hombre con los brazos cruzados. Sin rechistar, Ashera se desvistió. No sabía si se lo habían ordenado por diversión, para ver el cuerpo de las esclavas desnudo, o por higiene pues sus ropas, como sus cabellos, debían estar repletas de piojos. Así quedo la fenicia, vestida solo con el poco orgullo que se negaba a perder y la mantenía con vida, sintiendo la abrasadora arena bajo las plantas de sus pies, y con el corazón palpitante y asustado. Porque, sí, estaba asustada y aterrorizada. Aquellos hombres tenían su vida en sus manos.

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26/04/2016, 00:11
Fanah Dahl

Mientras el carro traqueteaba por el camino pensaba en las ultima palabras de mi amo

"- Me has hecho ganar mucho dinero, Fanah. Te aseguro que mañana dejaras de ver mi gorda cara jajajajaj...-"

Y así fue. Desde luego no falto a su palabra. Esa noche me emborracho, haciéndome creer que después de tanto tiempo luchando para el en tabernas y fosos clandestinos llenos de mierda me haría libre.!! Maldito cerdo romano!! A la mañana siguiente estaba metida en una jaula con mas mujeres. Una jaula que me era mas estrecha de lo normal. Pero estaba acostumbrada a ese tipo de tratos. Me habían vuelto a vender... otra vez.

Las demás mujeres me miraban extrañadas, no se si por mi tamaño o por el color de mi piel. Quizá por ambas. Mujeres blancas, pequeñas y delicadas. Allí había una que tenia la piel bastante morena.. casi como la mía. Pero no igual. Alguna que otra parecía recién sacada del matadero: marcas de latigazos y algunas cicatrices.

Eso me hizo mirar las mías propias, sobre todo las de las muñecas. Había llevado durante tanto tiempo los pesados grilletes que lo que al principio era carne viva hoy eran cicatrices callosas. Agradecí a los dioses de mis padres que ahora me sintiera mas ligera. Tan solo si viera de nuevo a mi antiguo amo le rompería los huesos del cuello solo con una mano. Sin los grilletes parecía una mujer libre, pero los barrotes de la carreta me decían que no iba a ser tan fácil. Nunca es tan fácil. Tras tanto tiempo obligada a pelear por mi vida , sabia que mi destino seria morir peleando.

El mar.. ansiaba tanto poder ver el mar de nuevo. El mar y la orilla de mi pueblo. Una utopía que solo podía permitirme en mis sueños.

La carreta paró frente al Ludus y pronto me temí mi destino. Los apostadores viejos de las tabernas siempre hablaban de ellos. Y nunca bien. Carne de caños para el divertimento de la plebe y el Cesar... !Asquerosos ricos en sus túnicas blancas!! Antes de morir juro escupir mi ultima sangre sobre sus pies!!

Nos hicieron salir y desnudar. Me estire cuanto pude para desentumecer los huesos y mis músculos y pronto advertí que sacaba a todas no menos que palmo y medio en altura y corpulencia. Algunas se tapaban sus vergüenzas. Sonreí al ver aquellas que torpemente intentaban evitar la mirada del negro, que para mi no era tan gigante.

Afortunadamente yo no era tan bella como algunas que había allí, así que no tenia mucho que esconder. No sería la primera que la que violarían esa misma noche... eso era seguro. Y si lo hacían, era mas que probable que tras ello les faltase el miembro o alguna oreja de un mordisco como recuerdo.

Mientras nos colocábamos en fila, vi como una rubia del norte amenazaba a los hombres manteniendo su cabeza en alto. Mal asunto. Me coloque a su lado y la di un codazo ligeramente para que me mirara. No sabia si me entendería, así que la hice un gesto, solo con la mirada para que bajara también la suya. No la conocía de nada, pero su vida bien podría correr peligro. Los guardias los primeros días siempre escarmientan a uno para que el resto no se les ocurra hacer nada. Había aprendido que es mejor callar y no mostrarse rebelde ... al principio. Desgraciadamente, eso lo aprendí yo por las malas a la edad de 16.

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26/04/2016, 01:06
Nerva

El viaje estaba resultando realmente duro. Los piojos, la suciedad, aquel olor tan desagradable que desprendíamos todas y cada una de nosotras. No poderte mover, el zarandeo incesante de aquella celda que hacía golpearte contra las paredes de la misma cada vez que pasábamos por terrenos escabrosos. No estaba acostumbrada a todo esto. Nací esclava y fuí educada como tal. Pude disfrutar de mis padres hasta hace poco. Tenía mis obligaciones, pero no estaba entre suciedad y miseria.

Por lo que veía, muchas de mis compañeras preferirían estar bajo el cuerpo de aquel viejo gordo llamado Rufus, el cual cada noche me reclamaba a su alcoba. Luego me llenaba el cuerpo de esas babas apestosas que tenía en la boca y estrujaba mi cuerpo con aquellas rechonchas y feas manos. Para finalmente abofetearme y gritarme, culpándome por no ser capaz de levantar su viejo, diminuto y arrugado miembro. Después de aquello me repudiaba y me echaba de su dormitorio, siempre diciendo lo mismo: no te quiero ver más. Y al caer la noche, volvía a hacerme ir.

Pero eso ya había pasado y no me arrepentía de lo que hice para acabar aquí dentro. Volvería a hacerlo, una y mil veces más. Me sentí libre viendo como la sangre emanaba por su cuerpo tras asestarle una puñalada tras otra en su grasiento cuerpo. Poco después la sangre salió por su nariz y boca, mientras gruñía de dolor y su corazón latía, le asesté una última puñalada sobre su pecho. El muy cabrón tardó en morir y yo disfruté con ello, viéndole agonizar lentamente. Aun disfruto recordando aquel momento.

Recordarlo era lo que me daba fuerzas para aguantar en aquella carcel rodante y lo previo a mi llegada a ella. Miraba a mis compañeras y veía el dolor y el miedo en la mayoría de ellas. Me llamaba especialmente la atención la mujer más negra del grupo. No por el tono de su piel, sino por su gran altura. Ya había visto esclavos negros anteriormente pero pocos de aquella embergadura.

Note como se detenía el carro y vi la cara de aquel puto tuerto gritándonos por el ventanuco. Descendí junto al resto de mujeres. Aproveché para estirarme un poco y mover mis articulaciones. Demasiado tiempo allí encerrada, me sentía entumecida y sucia, pero esto último era evidente.

No sabía exactamente donde estaba, pero tenía claro que no iba a servir a ningún señor allí dentro. Seguí las instrucciones del hombre de la vara de vid y me quité los harapos sucios, lanzándolos al barril. Con naturalidad, caminé y me puse junto al resto de mujeres que ya estaban desnudas, no era la primera vez que me hacían desvestirme en público en los últimos meses.

Los moratones de las palizas de Rufus habían desaparecido hacía tiempo así pues, los nuevos eran del viaje, al igual que las pupas por rascarme y los piojos en mi cabello. Las únicas cicatrices visibles eran las que tenía en la espalda, de todos y cada uno de los latigazos recibidos hasta que aprendí a ser sumisa y obedecer. El resto las llevaba dentro de mi. Invisibles a los ojos.

Con cuidado, miré a cada uno de aquellos hombres. No sabía cuales eran sus intenciones ni nuestros destinos, pero traté de buscar respuestas en sus miradas, las cuales no me decían nada. Me giré un momento, buscando al tuerto cabrón que nos había acompañado durante todo el viaje. Me preguntaba si no sería mejor continuar bajo su tutela y cuidados, que bajo los hombres que tenía de frente. Al menos comíamos bien y no nos tocaban.

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26/04/2016, 01:14
Titania

Todo un trayecto, largo , aburrido y aborrecible. Al principio, había estado encerrada y ensimismada, maquinando en gaélico y latín, buscando mil maneras de vengarse. Se imaginaba cómo mataría a aquellos dos malditos criminales... ¿Lento?¿Rápido?¿Usaría fuego?¿Quizá acero al rojo vivo?¿Tal vez les cortaría miembros poco a poco?¿Aplastaría entonces sus genitales con un martillo?...

Poco a poco, no obstante, dejó de vagar por su ensueño y volvió a la realidad. Observó por encima a las demás mujeres, aunque tampoco le importaba mucho qué les ocurría a ellas. Con cada vuelta de rueda, ella pensaba en cómo actuar para salir más rápido de ahí y estar más favorecida...

De vez en cuando, instintivamente, se palpaba las muñecas y los tobillos, donde antaño había tenido grilletes férreos, y las zonas donde más cardenales había recibido. Afortunadamente, por cuando la carroza esa se detuvo, Titania ya no tenía marcas sobresalientes. Rastros, quizá , por los grilletes, pero nada más a destacar. Lo que odiaba era que hubiera bajado tanto, que hubiera perdido toda la honra de la aristocracia y que la humillaran así. Pero era demasiado orgullosa como para siquiera llorar, para mostrar debilidad. Había resistido todas las cargas del asesino gordo y sus clientes, y podía aguantar aquello. Por algo decidió tomar ese sobrenombre, por el que juró hacerse llamar a partir de entonces. Su convicción , su sed de venganza, su resolución eran de un titán. Así,  aunque su cuerpo se quebrara, su mente seguiría siendo suya...

Fue de las últimas en salir y se sorprendió al ver que era de las más altas. La única que la superaba era, por lo visto, la mujer de ébano. Había oído historias sobre hombres negros y tierras áridas, repletas de arena. Playas interminables, dunas enormes como colinas y oasis bellas, paradisíacas... No esperaba, no obstante, que sus guardianes fueran de azabache y ópalo... Prefería la tez plateada propia... 

Observó a los tres hombres y , en su mente, pensó que no eran nada nuevo, nada que no pudiera superar. Una pandilla más de débiles que querían ser fuertes... La inquietaba la sonrisa de perlas del hombre negro, pero el impacto fue efímero. Luego, se fijó en el galo. Compatriota suyo, ¿eh? Y el romano, casi que también lo era. 

En cuanto a la orden del hombre de la vara, la acató sin cambiar de expresión. Antes, se había peinado instintivamente el pelo, sucio y mal oliente. Aquello era desagradable, pero la idea de quitarse esa basura de prendas era más que placentera. Así, sin siquiera molestarse en cubrirse, se detuvo al lado de las demás.

En un latín claro, aunque con un poco de acento gálico, contestó en bajo a los susurros de la pequeña rubia, y hacia todas las demás:

-Irá. Suerte.

Su mirada no era desafiante hacia los hombres, pero tampoco era mansa. Era, en efecto, casi hierática, inexpresiva y solemne. 

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26/04/2016, 01:40
Haribrig

¿Que diferencia había entre aquel sitio y los otros? Haribrig no era capaz de verlo. Desde que la arrancaron de su poblado allá en germania, había sido vendida a diferentes amos, en algunas casas trabajó en cocina, en otras en la enfermería, pero había un exponente común en todas ellas. Sus amos habían abusado de ella continuamente. Quizás el simple hecho de saber que tenían en aquel momento, el poder de someter a una guerrillera germana los excitaba de más.

Todo ocurrió en una mañana lluviosa, cuando estaba convaleciente de unas heridas sufridas contra los romanos en semanas anteriores. Los bastardos del sur atacaron el pueblo y los cogieron indefensos, sobre todo a ella, haribrig, la völva de la aldea, incapaz de defenderse debido a sus heridas. Rápidamente reconocieron los tatuajes sagrados y se la llevaron como premio.

Ya había escuchado las historias sobre la esclavitud de los romanos, por eso siempre encajó todas las bajezas para con ella de forma estoica, escondiendo su corazón en lo más profundo de su gélido pecho, manteniendo una promesa que la guiaría hasta el fin de sus dias.

Volvería a ser libre, volvería a Germania, y se vengaría de los romanos.

Mientras tanto, solo quedaba aguantar y aguantar, sobrevivir por encima de todo y no dar un motivo para ser ejecutada a las primeras de cambio.

Su último amo, Lucio Valero, se cansó de ella rápidamente, lo que unido a la pérdida de su capital en apuestas, lo llevó a venderla a un nuevo amo. No le importaba quien fuese aquel romano, ya estaba acostumbrada a todo. Vejaciones, abusos...un sinfín de atrocidades contra la moral y el orgullo.

Se vengaría de todos, y sacrificaría personalmente a 100 romanos antes de ver cumplida su venganza.

Como era de esperar, no conocía a ninguna de las mujeres del carro, ni le importaba, no al menos de momento, aunque si le dio impresión al ver a las mujeres de color oscuro, ya que aunque no era la primera vez, nunca las había visto tan de cerca. Y curiosamente para ella, resultó que el roce de su piel era como el de los demás, al igual que su olor. Todas olían a miseria.

Finalmente, llegaron a su destino y se les ordenó desnudarse en mitad de aquel recinto con arena formando el suelo.

Se quitó la ropa rápidamente y quedó allí, desnuda, haciendo visibles sus tatuajes rituales, uno encima del seno derecho, que simbolizaba el Valknut, y otro en el vientre, en forma de árbol místico. Pero no solo sus marcas de tinta eran visibles, si no que podían comprobarse las cicatrices de lucha contra los romanos, en especial, la que la hizo convalecer durante semanas. Una impresionante lanzada en un hombro.

Se quedó allí de pie, firme, esperando la siguiente orden.

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26/04/2016, 20:07
Vara

El hombre de baja estatura pero de cuerpo ancho se quedó observando como la mayoría de las nuevas gladiadoras comenzaban a obedecer su mandato. No se fijaba en ninguna en especial, ni siquiera se paraba a ver los atributos femeninos para deleitarse con ellos. Como entrenador veía a mujeres desnudas casi todos los días y con la rutina había aprendido a calmar sus instintos. No sin ayuda de Balbo, por supuesto, quien proporcionada esclavas a sus hombres para que no abrieran el surco a las gladiadoras.

Pero entonces sus ojos se pusieron en una de ellas, joven de pelo castaño. Gruñó a la vez que el gesto de su cara se fruncía y con paso firme se acercó a ella hasta colocarse a medio metro mientras la observaba con rudeza. Sin decir nada llevó su vara entre las piernas de la joven y comenzó a alzarla haciendo que la parte baja de la túnica que llevaba puesta se alzase dejando sus muslos a la vista de todos. 

- He dicho que te desnudes esclava o la próxima vez será mi vara la que te lo pida - regañó entre dientes a la mujer, sin preocuparse de que esta comprendiera o no su idioma pues lo único que debía hacer era imitar al resto de las gladiadoras.

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26/04/2016, 20:09
Amaia

Ensimismada en su sorpresa no cayó en la cuenta de que el resto de chicas estaban despojándose de sus túnicas hasta que el guardia se posó frente a ella y sintió el tacto de la madera recorriendo la piel sudorosa de sus muslos.

El primer instinto fue lanzarse sobre aquel hombre con toda su furia, tal vez hundirle los ojos en el cráneo y desgarrar la piel de su cara hasta sentir en sus dedos el tacto del hueso bajo la carne.

Antes de mover un músculo, mientras sentía ascender la tela de su túnica, recordó dónde estaba y los gritos del guardián le hicieron girar la cabeza. Entonces entendió. La mayoría de las chicas ya formaban desnudas en la fila y se mostraban sin recato ante los hombres.

Conocía las costumbres depravadas de los romanos. Había oído mil historias y había visto con sus propios ojos las consecuencias de su barbarie. En su tierra, en su tribu, respetaban y honraban a las mujeres, creadoras de vida. La Tierra misma era una mujer, dulce y poderosa. Amorosa y terrible.

La respiración de Amaia se agitó, cruzó la vista con el guardia sólo durante un instante y se sacó la túnica por la cabeza, buscando un punto en el infinito en el que fijar su mirada y sus pensamientos.

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26/04/2016, 20:10
Elektra Papadopulus

Después de un viaje largo, cansado, insoportable, donde Elektra era tratada como ganado junto al resto de las esclavas de los guardias romanos de Balbo que las llevaban en el interior de aquella prisión portátil, trató de entablar conversación poco a poco, ya que el hielo de la desconfianza había comenzado a quebrarse con algunas de las otras esclavas para saber algo acerca de sus captores y su destino para adaptarse lo más posible a su negro futuro.

        A pesar de que había sido bien alimentada, no mejor de lo que había sido antes en libertad, ahora compartía los piojos bajo su cabello, la suciedad en su piel y el cuerpo entumecido con la mayoría de las esclavas, de manera que no hacía a ninguna de ellas mas o menos que ella y solo veía la oportunidad de formar con ellas una alianza para escapar de sus captores.

       - Despertad, sucia escoria - gritó uno de los romanos que dirigía aquel carruaje abriendo una pequeña ventana que daba a la parte delantera - El viaje llega a su fin, preparaos para bajar.

        Elektra como algunas de las mujeres comenzó a mirar por los barrotes metálicos de las ventanas laterales, contemplando el gran ludus que se encontraba frente a ella, sobre la puerta de este estaba escrito "Escuela de gladiadoras de Barbo", entonces entendió que aquel lugar sería ahora su hogar, su prisión, pero que dependía de ella habituarse al mismo para concentrarse día con día en conseguir la mayor cantidad de seguidoras para escapar de allí, así que dijo:

        " Señoras rápido y en silencio que hoy es nuestro primer día aquí y no será el último si reaccionan rápido y se adaptan a nuestra realidad"    

       Cuando uno de los guardias abrió las puertas del carro y colocó una rampa de madera para facilitar el descenso de las mujeres, entonces la esclava griega descenso a la arena de entrenamiento que antes se encontraba casi vacía preparando su llegada.   Ya allí observó a su alrededor y escuchó molesta al tipo que les ordenó se desnudarán y apretando la mandíbula pero absteniendo de demostrar toda su furia y sin mirar directamente a ninguno de los tipos a su alrededor ella misma rasgo sus ropas para quedar desnuda antes de arrojar los harapientos trapos en el mentado barril junto al de los demás mientras pensaba: 

        - Estúpidos romanos, estúpidos hombres, pero mas estúpidas las mujeres esclavas que no saben cual es su lugar en esta estúpida vida 

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26/04/2016, 20:11
Ejra Sterki

La mujer oscura me había dado un codazo mientras miraba como la otra mujer un poco mas morena apenas reaccionaba a quitarse la túnica. La mujer me dijo algo que por supuesto no entendi pero era obvio. Mi altivez ya me había traído problemas antes, e incluso recordé al verdugo de la arena aquella donde pelee por primera vez.

La oscura tenia razón. No era el momento de hacerme la valiente atrayendo mas problemas y ademas la morena parecía llevarse los premios, ademas parecía una niña.

Rápidamente asentí y baje mi mirada con sumisión.

Malditos romanos, los voy a matar a todos.

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26/04/2016, 23:21
Nerva

El incidente con el hombre de la vara y la mujer de pelo oscuro me llamaron la atención, pero no mucho más que la mujer con el cuerpo lleno de dibujos. No pude apartar la vista de ella, más que de ella, de su piel. Sus símbolos, sus dibujos... yo los conocía. Algunos estaban grabados en lugares ocultos en mi antiguo hogar, realizados por mis padres. Otros me los describía mi madre, sobre todo cuando era pequeña, en aquellas historias donde Odín, el dios tuerto señor de la guerra, envíaba a su hijo Thor a rescatarnos o a Sleipnir, su montura de ocho patas. Con el tiempo descubrí que eran todo invenciones suyas para mantenerme esperanzada y distraida, a la par que me enseñaba la religión de nuestro pueblo sin levantar las sospechas de los romanos.

Sólo había una forma de averiguar si ella era una germana como yo. Aproveché que todos continuaban distraidos con el hombre de las cicatrices y la vara y la mujer aun vestida y me deslicé junto a la mujer tatuada:

<Odin, guía mis pasos, con tu sabiduría
Odin, guía mis manos con tu lanza...>

Susurré en germano una vez estuve a su lado. Si conocía el idioma, si sabía el rezo... estaría en lo cierto. No me atreví a susurrar más, pues podría llamar la atención de todos sobre mi y eso no sería bueno. 

Notas de juego

Master, no se como quieres que "usemos los idiomas".

Yo he puesto la frase entre los dos símbolos < > por eso de que en el mundo del comic se usa junto la anotación: traducido del griego, del aleman etc...

Así no tengo que andar con un traductor de alemán para hablar "mi idioma materno" y quedaría claro que los que no sepan hablarlo, no deberían saber que digo (aunque lo lean :P)

Es que es la primera vez que me encuentro en esta situación....

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27/04/2016, 14:07
Asherah

   Asherah se mantuvo tensa cuando el hombre que las gritaba se acercó a la joven que no había obedecido sus órdenes. Sus músculos, pequeños y enclenques, se tensaron como un resorte y su espíritu quiso hacerla saltar contra la vara de aquel romano. Pero su cabeza se mantuvo fría y ató en corto al espíritu rebelde de la fenicia, pues no estaba en posición de conseguir nada a cambio de su sacrificio. Cuando era niña su padre siempre le decía, que tanto en los negocios como en la vida misma había de ser consciente de los riesgos que iba a tomar una acción, sopesarlos junto con los beneficios, y una vez sopesados si el beneficio era seguro e iba a ser sustancioso, tomar el riesgo.
   
    Pero la muchacha pareció obedecer. ¿No habla latín? Asherah miró a sus compañeras. ¿Cuantas sabían latín? Deberían aprender, si alguna no hablaba aquella lengua, o sus vidas iban a valer muy poco. En ese momento Ashera se propuso enseñar a aquellas que lo necesitaran. Aunque si no sabían latín... ¿en qué lengua iban a comunicarse? Todo aquello era tan difícil. Mas Ashera no cejaría. Era preferible que aquel grupo hiciera piña, que se mantuvieran unidas, aprendieran las unas de las otras... hasta que tuvieran que matarse en la arena. Debían hacer todo lo posible por mantenerse con vida.

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27/04/2016, 23:48
Vara

Vara se quedó mirando fijamente a la gladiadora, con cierto desafío sabiendo que no se atrevería a hacerle nada, deseando equivocarse para darle una lección delante del resto. Pero por el momento se contuvo y tan solo soltó una fuerte respiración, mirando a las demás sin separarse de la castaña viendo como al fin todas se habían desecho de sus prendas. Era hora de continuar, antes de que esparcieran aquellos malditos bichos entre todas las gladiadoras. Por lo que volviendo a mirar a Amaia retrocedió unos pasos y alargó su mano señalando el otro extremo de la arena de entrenamiento.

- Avanzad, no me hagáis perder más tiempo sucias esclavas - dijo alzando la voz, provocando que las gladiadoras comenzasen a caminar con los pies desnudos sobre la arena por el campo de entrenamiento. Sabia que muchas de ellas no lo entenderias. Algunas eran extranjeras y otras... solamente barbaras.

Miro a varias de ellas, según avanzaban despacio, sobre todo a  las que mantenían la mirada altiva. NO tenia claro si alguna de esas había entendido la reprimenda a Amaia, pero pronto lo sabrían de seguir con esa actitud.

Sin separarse mucho de ellas comenzó a seguirlas dejando atrás al resto de los hombres, los cuales parecía que de momento eran solo espectadores. La zona de entrenamiento era grande y normalmente estaba repleta de gladiadoras luchando y entrenando, pero hoy estaba desierta. Las mujeres no tardaron demasiado en cruzar el lugar hasta que llegaron a edificio con una amplia puerta dando al lugar. Con un gesto el rudo hombre indicó que fuesen entrando, aún no era hora de entrenar.

 

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28/04/2016, 00:04

Los Baños.

Situados en la parte trasera del ludus, al final de la zona de entrenamiento. Están formados por varias piscinas, una de agua cálida y otra de agua fría para que los músculos se relajen. También posee varias habitaciones pequeñas con camillas donde las gladiadoras son depiladas y preparadas para lucir un buen aspecto en sus espectáculos.

El entrenador os guió hasta una de las salas más amplias de los baños, el lugar donde se encontraba la piscina de cálidas aguas. A pesar de que los materiales empleados eran buenos su decoración era algo pobre limitándose a unas columnas y algunos bancos repartidos por el lugar. No había ningún objeto pequeño o nada que pudieran tomar para usarlo como arma, evitando así que pudieran darse más problemas de los necesarios. En esa ocasión también se encontraban varias mujeres junto a unas tinajas de gran tamaño y un olor agrio, desagradable, inundaba la habitación.

Entre todas las esclavas había una que destacaba sobre el resto, una más entrada en edad y que poseía un rostro malhumorado en todo momento. Su nombre era Greta y era la jefa de las esclavas, una gala de pelo claro a medio teñir por las canas. El resto parecían ser más jóvenes y agraciadas, de todo tipo de procedencia al igual que lo eran las gladiadoras. Incluso había una chica que apenas alcanzaría los catorce años, destacando por su juventud.

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28/04/2016, 00:07
Greta

Greta se acercó a Mirza y sin decir nada llevó sus manos al cabello de la joven comenzando a examinarlo, apartándose tras unos segundos con un gesto torcido en su rostro. La tomó del brazo con rudeza y tiró de ella hasta llevarla a un pequeño taburete que había junto a las tinajas, indicando con la mano al resto de las gladiadoras que hicieran lo mismo que la ella.

- Rápido, tomar asiento para que matemos esas liendres y piojos - dijo mientras cogía un cuenco de madera y lo introducía en aquel oloroso y denso líquido, tomando bastante cantidad mientras se colocaba delante de la gladiadora que había tomado - Varia, encárgate de la griega. Gyda tú... - ordenó mientras señalaba con la mano libre a Ejra - La gigante negra, ven aquí vas a ser la próxima cuando termine con esta.

Sin esperar la aceptación Mirza la mujer vertió aquel líquido en su cabeza, el cual comenzó a bajar lentamente por su pelo haciendo que el olor que desprendía se hiciese mucho más notable. Era algo desagradable y viscoso, pero sin duda alguna eso era mejor que el rasurar la cabeza para eliminar la plaga.

- Venga, ya estás lista, al agua - ordenó dándole una fuerte palmada a la rubia en la parte baja de la espalda para que espabilara y se moviera.

Notas de juego

Greta Habla Latin y lenguas mediterraneas.

Con ella vais Mirza, Fanah y Asherah