Partida Rol por web

Me despierto. Sé con seguridad que hay algo aquí, pero no puedo pensar en nada, solo... tengo miedo. Me quedo petrificada en la cama, respirando lentamente y mirando por el rabillo del ojo al lado derecho. No puedo ver nada, así que empiezo a deslizarme hacia la izquierda muy lentamente. Me empiezo a quitar la sábana que me cubría sin hacer movimientos bruscos. Cuando llega el momento de incorporarse, me levanto muy rápido y empiezo a correr a la puerta, cerrandola tras de mi con un portazo mientras grito. Voy al cuarto que está al lado del mío, el número "8" y empiezo a aporrear la puerta con las palmas de las dos manos.

- AYUDAAA!! POR FAVOR!!

Miro el pomo de la puerta y sin pensarlo más, lo giro y entro.

Vuelves a tu habitación, corriendo. Cierras la puerta, mientras sostienes con una mano temblorosa la lamparilla. Abundantes lágrimas corren por tus mejillas, mientras miles de preguntas acuden a tu cabeza. Te encuentras aturdida, de pie, detrás de la puerta. Entonces, una voz aparece de la oscuridad, de la esquina izquierda que se encuentra en oscuras pues la suave luz de la que sostienes en la mano no atina a alumbrar dicha parte.

Unos ojos ámbar te contemplan con regocijo. Flotan en el aire, como si fuesen incorpóreos. Una voz retumba en la sala. Es afilada, tanto que parece cortar el espacio entre ambos, y tremendamente desagradable.

-¿Haz visto eso? Te lo dije, te lo dije, zorra rubia. Él ez un mierda. Ezcoria. Yo ze lo que quieres: lo ze. ¡¡Vamos, dímelo!!

Lo último es un grito que te hace retroceder hacia la puerta, a tu espalda. Sus ojos eran hipnóticos. Te miraban y atravesaban tu caparazón, como una sonda que vislumbraba tus recuerdos, tus miedos, todo...

Comienzas a correr para la puerta como alma que lleva el diablo. Alcanzas la misma, chocándote, y con manos temblorosas, en la oscuridad, palpas hasta encontrar el pomo. Intentas girarlo, pero es imposible...¡¡está atascado!! Das un gritito, y escuchas un ruido atrás.

Te giras lentamente, mientras gotas de sudor perlan tu frente. Delante tuya, en la más absoluta oscuridad, al otro lado de la cama, aparece de nuevo la figura de la bestia negra. Está mirándote como solo un depredador mira a su presa. Enseña los dientes, blancos, largos, afilados. No  parece moverse, ni emitir ningún ruido.

De repente, a su lado escuchas una voz que aparece de la oscuridad. Más que una figura de la que solo adivinas su contorno, aparecen dos ojos rojos como el fuego, que parecen echar chispas. Son ojos grandes, y algo rasgados. Ojos que te absorben durante un momento, ojos que hablan por sí solos, ojos que han visto muchas víctimas caer. De repente, una voz afilada como un cuchillo corta el aire.

-¿Te da miedo? Le guztan las putitas como tú.

La bestia emite un leve gruñido. 

Al comprobar que la puerta está cerrada me giro instintivamente con lágrimas en los ojos. No puedo creer lo que veo, ¿será esto una pesadilla?

Abro mucho los ojos, cojo aire y AAAAAAAAAAHHH!!! ¿Qué... qué coño eres? ¿qué quieres de mí?

Su espalda se pega contra la puerta, está asustada, muy asustada y confusa. No podía ser verdad lo que estaba viendo.. no, no, esas cosas no existen..

Sus ojos parecía que se iban a salir de sus órbitas, su corazón parecía que se iba a salir de su pecho, temblaba cada vez más mirando hacia esos ojos, esos ojos que no sabía a que pertenecían, pero que él parecía conocer todo cuanto quería.

Su garganta se había quedado seca. El odio que sentía hacia él, hacia la mujer que estuviera con él, el deseo que tenía de que solo tuviera ojos para ella, que solo la amara a ella, se había disipado por la presencia de esos ojos. Pero con su pregunta, volvieron a su mente, al deseo de que sufriera tanto como estaba sufriendo ella, que pasara por lo mismo para que supiera lo mal que lo estaba pasando.

No fue capaz de articular palabra, estaba demasiado asustada como para decir algo.

El individuo se ríe durante un momento. La risa congela durante un momento tu aliento, mientras intentas boquear por sobrevivir. Con la mirada desenfocada, observas como la sombra, el contorno parece moverse...hacia tí.

De repente, está delante tuya. Huele extraño...como un olor a metal quemado, olor a...olor a fuego. A quemado. A azufre. Un aliento putrefacto llega a tus fosas nasales, impregnando todo de un ambiente que te obliga a toser ligeramente y buscas aire...

Ya lo haz vizto. ¡¡Lo haz visto¡¡ Puta, haz visto lo que él haze. Yo zé que te engaña. Lo zé. Zoy listo.

Su mirada pasa a una especie de regocijo. De repente, le miras de nuevo a los ojos, incapaz de resistirte a ellos.

Ya no estás allí. Un extenso yermo se abre ante tí. Todo está desierto, es un páramo que no parece encontrar fin por ninguna dirección. Das una vuelta sobre ti misma. El aire está cargado de polvo, lo que hace que tus ojos lloren durante un momento. No hay Sol, y sin embargo, existe una claridad absoluta. Al darte la vuelta, ves una gran Torre Negra que se alza hasta el cielo, hasta donde tus ojos no pueden ver. Está bastante lejos, o bastante cerca, no sabrías adivinarlo. Pero impone demasiado. Te quedas mirando sus paredes, intentando fijarte en algo diferente...distinto. Algo que te permita orientarte.

Zas!

Un dolor lacerante atraviese tu pecho. Gimes y miras hacia abajo. Una hoja sangrienta cruza tu cuerpo. El dolor es demasiago grande, llega en oleadas, te impide respirar. Tus ojos se nublan, y comienzas a perder el conocimiento...

Con un grito, te levantas automáticamente como un resorte, gritando como nunca has gritado antes. Es por la mañana. Unos pájaros cantan fuera. Estás en la cama de matrimonio. A tu lado, Steve parece despertarse, gruñendo. Miras a todos lados. Todo sigue normal. Todo sigue igual...

El individuo clava en ti su mirada...y palideces, aunque consigues mantener la compostura, a duras penas. El ser bestial que está a su lado gruñe de nuevo amenazadoramente. Le miras a los ojos, a ambos....el que habló...el que habló vuelve a hacerlo, con un deje de impaciencia en su voz.

No grites, zorra. Nadie te ezcucha. Yo zé lo que le hazes a la gente. Le clavas cozas. Para cambiarlas. Durante un momento, hace una pausa. Ahora te lo voy a hazer a ti. Voy a abrirte en canal desde abajo. Zi zeñor. Te va a doler, pero te jodez. Te jodez. Luego él te comerá.

Sus últimas palabras se pierden en un deje sinsentido. El ser bestial emite un grito que te hiela la sangre, y de repente, los ojos del otro individuo están a tu vera, mirándote de repente. Lanza una estocada hacia tu cuerpo con algo brillante. Gruñes un momento de dolor. Algo se ha clavado en tu esternón. El dolor es lacerante. Notas la sangre manar a chorros por tu pecho. El aire...el aire comienza a hacerse pesado.

Gimo de dolor cuando se me clava algo en el esternón. Me tapo la herida con las manos y se me empiezan a llenar de sangre.

- Por.. favor... - miro a la cara de mi agresor- ¿por.. qué?... me cuesta respirar - no he hecho... nada malo - en ese momento pienso en la señora Grubman - hago... lo que los demás...quieren.

Caes al suelo de rodilla, comenzando a marearte. Todo da vueltas. Escuchas la risa, fría, afilada, llena de inmundicia, de desolación. No puedes alzar la cabeza para mirar a esa extraña figura...todo comienza a desvanecerse...

Las zorras como tu merezen morir. Morir.

Tu cabeza se nubla pro completo. Pierdes el sentido. Todo acabó...todo...

Te incorporas con un grito fuerte. Miras a todos lados sujetándote el esternón con ambas manos. El corazón te late deprisa. Sudas. Miras a todos lados, donde una suave brisa acompaña la llegada del día. El sol ya aparece fuera, en el cielo e ilumina tu maleta llena de ropa. Te sostienes el pecho e intentas expirar suavemente. Al poco lo consigues. Estás bien. No había bestias infrahumanas. Ni individuos grotestos. La mañana se asomaba por todos lados. La noche...la noche había pasado.

Miro a todos lados de nuevo. ¿Todo ha sido una pesadilla? Era tan real. Me miro donde debería tener una herida mortal, me examino el resto del cuerpo y entonces caigo en algo. El cuadro de la habitación, el perro siniestro. ¿Sería él el culpable de todo esta pesadilla? Sólo se que esta noche ha sido de las peores de mi vida.

Se despertó de golpe, incorporándose mientras gritaba, llevándose las manos al pecho. Sus ojos están de nuevo muy abiertos, su corazón latía con mucha fuerza, y respiraba tambien muy rápido, como si hubiera estado a punto de ahogarse.

Se miró el pecho, parecía que no había nada, nada de restos de sangre. Poco a poco intentó calmarse, miró hacia la ventana, ya se había hecho de día, y un gruñido hizo mirar a su lado en el que estaba Steve. De nuevo, la sensación de desazón volvió a ella al recordar lo de la noche pasada, ¿o era un sueño? Ahora mismo no estaba segura de si lo que habia pasado aquella noche era verdad o mentira.. pero de lo que estaba segura es de que la desconfianza y el miedo había vuelto a hacer mella en ella.

Steve ya estaba acabado, hecho polvo, destrozado y todos los sinónimos de estar mordiendo el polvo que existen. Un ruido llegó a sus oidos, un golpeteo. Pegó la mejilla en la puerta y luego fue subiendo poco a poco hasta quedar de pies.

La puerta estaba cerrada, pero ¿y si era Aisha? aun podría alcanzarla y decirle que no se fuera.

Steve apoyó las manos en el marco y cogió fuerza para golpearla con el pie y abrirla. Lo que menos le importaba ahora era el extra que el señor Garrow le iba a dejar por romperle la puerta.

Bajas rápidamente las escaleras, tras golpear con fuerza la puerta de tu dormitorio. Tus pasos son rápidos, desesperados. Hay alguien abajo...¿puede ser Aisha? Tenías que saber por qué, tenías que saber que pasaba. No era normal, todo esto no era normal. Desesperado, miras a lo que sería el Hall del pequeño Hotel, tras abrir la puerta. Al instante, contemplas que todo se encuentra a oscuras, salvo por una luz que sale de la zona de la Sala de Estar, donde las revistas. Una tenue luz sale en esa dirección. Entonces...escuchas un ruido ahogado. Lo has identificado enseguida. Era un ruido de dolor.

Era la voz de Aisha.

- No.... no puede ser... - murmuro en chino de forma entrecortada en mi voz.

En esos momentos, el temblor era el único dueño de mi cuerpo. Mis piernas vibraban con fuerza asemejándose al movimiento de una gelatina, y realmente, mi cabeza no estaba en esos minutos dispuesta a preguntarse sobre la veracidad, la realidad o la sensatez del momento que estaba viendo ahora mismo. Siento como mis ojos se dilatan más fuertemente que nunca y mis suspiros se hacen bastante fuertes, incluso oprimiendo a mi pecho. No podía dar a basto con lo que veía. Sólo una profunda confusión entre realidad y ficción chocaban violentamente en mi cerebro, provocando un enfrentamiento que incluso ni en los peores capítulos de mi vida había visto. Un ser sobrenatural y terrorífico, que creía producto de una visión, estaba azotando a la puta persona que posiblemente más haya odiado en todo el planeta...

Saco la navaja, y la sujeto con mi mano derecha bastante tembloroso, pero no en intención ofensiva, desde luego. No puedo evitar dar un grito ante la visión que podríamos calificar de apocalíptica, terrible, sobrecogedora y con todos los adjetivos relacionados al terror existentes en el propio lenguaje universal, con la propia esperanza de que el resto de huéspedes me vea y puedan acudir en mi ayuda. Desde luego, no podía hacer otra cosa que lo que tenía en mente: huir. Por lo tanto, comienzo a mirar a todos lados en búsqueda de una salida cercana o de la propia puerta para salir al exterior del hostal. ¡Un puto toque de queda no podía ser peor que esto! Subir hacia arriba a oscuras podía ser peligroso, podía caer o desde luego, esa criatura podría aprovechar para divertirse de mi... encerrarme en una habitación no creo que fuese lo mejor, puesto que no sería muy difícil que la traspasase.

Realmente, por instinto y por el inmenso frío y horror que jamás podía haber experimentado antes, busco alguna salida por la que poder huir, preferentemente para salir de semejante hostal...

Esta horrible escena sexual... no podía seguir viendola.

Te quedas quieto, temblando. Tu cerebro no manda órdenes precisas, no sabes que hacer, que no hacer. Todo se estaba poniendo demasiado complejo, demasiado...irreal. Pero eera él, el encapuchado que vistes anteriormente en los ojos del conserje. El individuo azota una vez más, de manera más violenta, a Pig Joe, que da un gritito de éxtasis y cae al suelo de lado. En ese momento, fija sus ojos en ti. Están llenos de...lujuria, llora pero parece que ha tenido la mejor experiencia de su vida. Incrédulo, escuchas la voz de nuevo, la voz fría, despectiva, que parece llenar todo de cuchillos. Sus ojos te miran, te atraviesan...

¿Era ezto lo que querías, no? Chino de mierda, puto chino de mierda. Habla más consigo mismo que contigo. En un momento, coge el palo y atiza con fuerza la cara de Pig Joe, que emite un gemido estentóreo. Cuando retira el palo, observas su cara completamente desfigurada. Tiene la nariz rota, y feas heridaspor las mejillas. Sus dientes delanteros, se caen.

Ayúdame....ayúdame, Yi-Jie. Susurra como puede, mientras la sangre mana a chorros.

El individuo de ojos rojos le mira con regocijo.

Chino, puto chino. ¿Vaz a ayudarle? Yo te puedo dar máz, máz. Zabes que soy fuerte. Lo soy. Puedo matarte. Lo zabes ¿no?

No puedo creerlo... de verdad, no puedo aceptar lo que estoy viendo.

¿Qué voy a hacer en esta situación? Ese ser... no puedo hacer nada contra sus ojos aterradores, su escalofriante voz, su brusquedad, su violencia... sería imposible que intentase vencer ese mal, si se plantease el matarme lo conseguiría sin el menor esfuerzo... por una parte, sé que Joe se merecería la peor de las condenas, sé que ha sido un bastardo, que me ha hecho sufrir a mi, a mi mujer, a todos mis compañeros... he tenido que dar la cara por él en infernales, abismales e inhumanas condiciones de trabajos que mis colegas y yo hemos tenido que soportar estoicamente...

Pero, era la vida de una persona... no sabía que hacer... la confusión se apoderaba de mi... el miedo prevalecía, dominaba y sometía al resto de mi organismo a un eterno caos del que era imposible descifrar nada... a pesar de mi odio, de todo lo que había hecho, me costaba dejar de forma fría a una persona abandonada y que alguien acabase de forma fría con su vida... ¿pero acaso Joe era una vida? Su puta obsesión y su jodida locura hacen dudar de sus orígenes humanos, pero... joder... no sé que hacer...

Es imposible defender a Joe... no sólo porque sea un bastardo... sino porque no voy a ser capaz de hacer nada contra algo que no sé ni lo que es... pero... ¿podré soportar

Tal vez humillarme, lo que siempre he hecho, lo que únicamente he podido hacer en mi vida. Humillarme en pos de mi supervivencia, en pos de mi propio ser, sufrir, arrodillarme, reconocer la superioridad de los demás por permitirle a mi alma seguir atada a este mundo, mantener lo único que tengo, mi vida, y a mi esposa...

Caigo de rodillas, casi en gesto de sumisión, con las manos temblorosas y los ojos llorosos del miedo, sujetando mi navaja, al lado de Joe... no puedo mirar su cara desfigurada, me es imposible, y ni si quiera sé que hace aquí...

- Por favor... no quiero nada contra ti... para... no nos hagas nada más, no sé quien eres... pero puedes tranquilizarte, te lo suplico - comento desesperado atemorizado, asustado, con los ojos humedecidos - Mi jefe ya ha pagado todo lo que debía pagar... ya le has hecho pasar por esto... es suficiente...

Es humillante...

Pero no hay nadie tan frío como para poder observar como torturan y devastan a un hombre delante tuya.

El individuo de negro emite algo parecido a una risa, pero demonios, suena como si el peor sonido del mundo se clavase en tu oído cuál daga afilada. Tiemblas durante un instante, y alzas la vista. A tiempo para ver como el tablón grueso de madera se estrella contra el rostro de Pig Joe, destrozándole la cara, desfigurándosela, mientras salpica largos rastros de sangre por todos lados. Pig Joe, quien apenas tiene cara, con una nariz totalmente aplastada, una boca sin dientes, y unos ojos que, del impacto, han retrocedido en sus órbitas, emite algo parecido a un jadeo recortado y cae al suelo, yaciente. El individuo clava los ojos en ti.

Chino de mierda, chino asquerozo. Te di la oportunidad, chino. Maldito comunista, mierda, mierda. Zolo eres un tonto lameculos del zeboso. Me lo he cargado, y ahora haré lo mismo contigo, cabrón. Te golpearé en eze culo rojo que tienez, lo zé, lo haré.

El individuo empieza a avanzar hacia ti, cuando aun no te has recuperado de la fatal visión de ver a tu, a lo que era tu jefe con la cara....desfigurada. Muerto delante tuya. No hay tiempo. Hay que hacer algo. Tiemblas, sientes la vejiga que se comienza a soltar...¿qué haces?

Decido desplazarme cautelosamente hacia la puerta, arrastrando los pies para no porvocar el más mínimo ruido. Abro la puerta de mi habitación con la llave, despacio.

Salgo rápidamente al pasillo, y cierro la puerta a prisa y corriendo. Se me caen las llaves al intentar meterlas en la cerradura, pero las recojo rápidamente y consigo completar mi tarea. Miro hacia las demás habitaciones, esperando encontrarme a alguien.

El ruido sigue siendo continuo en la habitación contigua. Sí, en la que supuestamente no había nadie. Un grito ahogado te pone durante un momento los pelos de punta. Parecía una mujer siendo golpeada de forma brusca. Un sonido de un cristal al romper en el suelo irrumpe en el pasillo, procedente de la habitación. Luego, silencio. Una pequeña luz asoma en el pasillo oscuro por la puerta de la susodicha habitación. Nadie más parece haberse percatado de lo que está sucediendo. Estás sola, enmedio del pasillo, algo asustada.

De repente, una voz, fría como el hielo, capaz de cortar el ambiente, sale de la zona de atrás de la puerta. Te pone los pelos de punta. Es una voz completamente carente de emoción alguna.

Vamoz, entra. Sé que eztaz ahí. No me hagaz ezperar, niñata.

Asustada por aquella voz, decido alejarme un par de pasos. Después, cojo la llave en una posición defensiva, preparada para atacar a la yugular, o a donde primero prillara, si alguien intentaba tocarme.

Me acerqué despacio, giré el picaporte y, cuando estaba a punto de abrirla del todo, le dí una patada por si había alguien detrás, poder golpearle.