Partida Rol por web

Se escucha un ruido; algo cerrándose, posiblemente una puerta. La oscuridad se ha hecho total dueña de tu campo de visión: el silencio se rompe por tu propia respiración, agitada y tumultuosa. Pasos a un lado. Pasos a otro. Son movimientos rápidos, seguidos de un viento que azota tu mejilla. Sea lo que sea, está cerca. El corazón va a mil por hora.

Una pequeña luz, a los segundos que parecen horas, aparece ante ti: se trata de una puerta de madera. Es de estilo simple, con pomo marrón, y se halla no más de tres metros. La vela se encuentra sujetada con un soporte en el centro de la misma. El suelo que ilumina dicha luz es piedra. Sin embargo, otra luz aparece detrás tuya, y que notas por la breve iluminación de tu sombra; al girarte, observas una puerta completamente igual, salvo por la diferencia que en ella aparece una torre dibujada de forma adusta. Dos salidas.

El teléfono suena con los pitos significativos de que hay señal. Al poco, una voz algo grave coge la llamada, con algo de estática de fondo que no impide escuchar con acierto su tono.

¿Zí?

Mis ojos parecían más abiertos que de costumbre, y el sudor se deslizaba violentamente por mi piel, como las Cataratas del Niagara. Mi imagen desprende un patetismo desolador, propio de un individuo que lucha contra su destino de forma fútil, que trata de escapar de las garras de una muerte casi segura de la cual está a un paso y sólo le queda el último empujón. Mi respiración es agitada y sumamente sonora, y creo que empieza a dolerme el pecho. No soy capaz de discernir el grito ni ver de dónde viene, por lo tanto, ni siquiera puedo plantearme el huir para tratar de desvelar el misterio de ese sonido tan familiar.

- ¿Estás diciendo... que mi mujer está en el pueblo? - construyo la frase en inglés entre multitud de nervios, manteniendome en pie a pesar de la desesperación. Tal vez ese Hombre de Negro, más semejante a un personaje de una novela que a un elemento de la realidad, mencionó antes cosas más raras, como la de la apertura hacia una torre, que vete tú a saber qué cojones sería, pero no es momento de engañarse y preguntar nimiedades. Aunque me explicasen de que se trataba esa Torre, seguramente, mi mente no daría lo suficiente de sí para comprenderlo, y me importaba muchísimo más mi único ser querido de verdad que los objetivos de un psicópata amante del sufrimiento...

Lleva a Steve agarrado de la mano mientras baja las escaleras, procura no hablar demasiado alto para que no se entere lo que sea o quien sea que esté ahí abajo haciendo vete a saber qué.. a esa mujer.

- ¿Hola? ¿Emergencias? Necesitamos que avisen a la policía y a una ambulancia, estamos en Golden Forest y está pasando algo extraño, hay una mujer que grita mucho, creemos que le están haciendo daño. Dense prisa!

Le pide a Steve que abra la puerta para salir del edificio, mira hacia atrás para ver que ocurre a sus espaldas.

Tras pensar en que mi final está cerca, puesto que ese doble ha logrado cerrar la puerta, me quedé quieta, muerta de miedo. Mi respiración sonaba agitada, dando en todo momento una pista sobre el lugar en el que me enontraba. Notaba esas brisas de aire golpeando mi cara, diciéndome que cada vez estaba más cerca y que acabaría muriendo en mi lugar de trabajo, qué irónico.

Entonces pude ver una luz y sentí que existía una mínima esperanza. Una puerta se alzaba, cerca, muy cerca, quizá lo suficiente como para poder huir del lugar. Fui a dar el primer paso cuando apareció otra detrás mía, similar a la anterior, pero con un dibujo en esta. ¿Qué debía de hacer ahora? ¿qué clase de prueba era esta? ¿Alguien se estaba divirtiendo torturándome? Sí, algo de eso debía de ser. Pero yo debía tener fe, eso era lo que realmente importaba. No tuve tiempo para pensar, puesto que veía que todo se me echaba encima. Mis pies intentaron dar grandes zancadas, para salir por esa primera puerta que había visto, esperando que allí hubiera alguien que pudiera prestarme ayuda.

El individuo asiente, con expresión divertida. Zí. La puta china ze está jodiendo, chino de mierda. Todos los chinos sois iguales, comuniztaz. Mierda de gente con ojos zerrados. Se acerca a ti levemente. Déjame acabar con exto, chino. Ya haz hecho lo que quería...la zorra de tu mujer debe eztar pasándolo mal. Se ríe con un ligero zezeo. El ambiente se caldea ligeramente, y comienzas a sudar copiosamente. Las circunstancias comenzaban a ser dantescas, y la distinción entre sueño y realidad estaba más lejana que nunca.

La voz suena tras un silencio. ¿Han dicho que eztán en Golden Forezt? Dice la voz con extrañeza. No conozco ningún lugar azí. ¿Ez ezto una broma, zeñorita?. Pregunta la voz con un deje furioso.

Al menos, a tus espaldas no consigues distinguir nada extraño. El ruido sigue ininterrumpible y constante, a la par que desagradable. Si acaso, el ambiente se encuentra más caldeado. Steve, por otro lado, abre la puerta y ve ante sí un panorama que le deja la boca abierta: se encuentra ante una enorme explanada desierta, árida, sin vegetación alguna; el cielo se confunde con un par de soles que brillan de forma implacable mientras, en el centro y absorbiendo su mirada, se encuentra al torre más alta que nunca ha podido contemplar, una torre negra, que se alza en la lejanía hasta parecer tocar el cielo. Emana de ella una energía terrorífica, pero aún lo es más la capacidad de atracción que ejerce al actor, visiblemente afectado.

Steve salió fuera con prisa, buscando el coche y se encontró con aquel paraje baldío. Alzó la mano para taparse los ojos, que fueron apuñalados inmisericordemente por la luz de los soles...¿¿soles??

Con los labios entreabiertos por una mueca de sorpresa, dio un paso atrás y cayó de rodillas, sus dedos se le deslizaron, casi muertos por entre los de su mujer.

Miró al suelo y cogió algo de arena..de...¿de donde? ¿se estaba volviendo loco acaso? la arena de cayó por la mano, rebosando, y miró a su esposa.

-Esto...es...imposible...

Articuló como pudo esas palabras, mirándola. Los actores, como él, son mucho más sencibles que la gente normal, y aquello le afectó. Le afectó mucho. ¿Era un sueño? ¿Era real? ¿donde estaban?

Luego estaba aquella torre negra, más allá.

-Esto no puede ser real..

Le dijo a su esposa, incorporándose.

 - ¡Debes estar mintiendo! - exclamo con desagrado, agarrándome la camiseta con la mano izquierda con el fin de apretar mi piel tratando de poner fin a esta horrible pesadilla si fuese cierto el caso de que me encuentro alejado del mundo de la realidad. Es difícil creer en mi tono de voz, modulado para intentar fingir una compostura de la que, evidentemente, me resulta imposible hacer gala. Incluso mis fallidos intentos de fingir cierta valentía ante tan voraz enemigo me hacía parecer una presa más apetecible, como si fuese yo un polluelo que hincha sus plumajes de forma frustrada para dejar de parecer débil y tierno ante un voraz carnívoro. - No estaba en el pueblo... yo no la vi, y te aseguro que a mi mujer la reconocería inmediatamente...

Harto de ser insultado, me aparto hacia atrás instintivamente y saco con mi mano hábil, la derecha, la navaja que siempre escondo en algún lugar de mis ropajes y que, desde mi estancia en América, ha sido mi fiel compañera y protectora ante un mundo de hijos de puta que en cualquier momento pueden atentar contra tu vida. Sin embargo, es difícil plantarle cara a este maldito protagonista de show americano de bromas de mal gusto... así que el sacar la navaja sólo ha sido un método preventivo si mi próxima estrategia falla. 

La estrategia es simple: todo lo que puedes pensar cuando tu vida está amenazada y podría acabar miserablemente de un momento a otro: correr. Sólo puedo correr y gritar el nombre de Miao: si es verdad que está en el bosque, me escuchará, y si la voz que escuché antes se trataba de ella misma, no dudará en volver a despedir alaridos de sus labios para que yo pueda localizarla. Así, simplemente, decido correr para alejarme lo máximo posible del Hombre de Negro, y si me resulta imposible y me alcanza... tendré la navaja para poder defenderme.

Si consigo correr, en mitad de la carrera, doy algunos gritos en chino diciendo "¡Miao! ¿Estás ahí? ¡Miao!" 

Se quedó extrañada al escuchar la voz.

-¿Perdón? ¿Qué no existe? Se está equivocando.. si que existe, estamos alojados aquí, llevamos un par de días. ¡No estoy bromeando!! Localice la llamada con el gps y ya verá que no es ninguna broma.. aquí está pasando algo raro, tiene que ayudarnos!!

Se estaba poniendo muy nerviosa, parecía que no la creía, ¿cómo iba a estar mintiendo? Se gira para mirar a su esposo y salir de allí cuando se encontró con aquel paisaje.

- Pero..que es esto..

Dijo sin dar crédito a lo que estaba viendo. Miró hacia atrás nuevamente, había bajado el teléfono por la impresión, el miedo.. el no tener ni idea de que era lo que estaba pasando. Tragó saliva y se llevó el teléfono al oído.

- ¿Oiga..? Avisen a la policía..

Luego miró a su marido.

- Vamonos.. por favor..

Le estaba suplicando.

La voz suena tras el auricular. ¿La polizía?. Algo parecido a una terrible risa asoma tras el mismo. Uztedez doz van a morir, porque la Torre no va a abrirze. No lo permitiré, puta, dízelo a tu marido, el cabrón eze. Dile que te dezpejallaré delante de él. La voz no sonaba en ningún momento cabreada ni fuera de tono, sino con la monotonía que caracterizaba a la misma. Tras esas palabras, la estática indicó que, fuese quien fuese, había colgado.

Llegas al poblado como una exhalación, movido por la urgencia de que las palabras de ese individuo fuesen verdad. No has tardado ni la mitad de tiempo que ocupaste en llegar hacia el círculo de piedras, y observas que muchas cosas han cambiado cuando, con pasos azarosos, te descubres ante la plaza principal.

Horroroso.

Un cadáver calcinado asoma en una pira de leña quemada, y el olor es tremebundo. Toses como puedes, atónito ante lo que tienes ante ti: por si fuera poco, muchas casas en sí misma están ardiendo y grandes olas de humo marchan hacia el cielo, que ha tomado un cariz violeta. ¿Qué era todo eso? Tras, parado y respirando con dificultado, observas de nuevo lo que tienes enfrente tuya, ves un grupo de individuos, muchos de ellos reconocibles como compañeros y con las ropas de tu trabajo llenas de hollín, como se encuentran rodeando algo, aunque se encuentra a bastante distancia y es difícil discernir de qué se trata.

Desesperado, me acerco a ver qué ocurre, al lugar donde se encuentra mis compañeros. Definitivamente, ya nada puede ser peor, y si mi muerte está cerca, tal vez haya razones para ser optimista. Perseguido por extrañas razones por un psicópata que desea mi dolor, desconocedor del paradero de mi mujer, trabajador de condiciones míseras que ha sido explotado sexualmente varias veces, transfuga de una familia tradicionalmente volcada en el negocio de las drogas en los barrios bajos de Pekín... ¿qué motivo habría para que no me acerque? El miedo ya es un viejo conocido de mi vida, y ha estado constantemente codeandose con ella como dos viejos amigos del colegio, así que... es el momento de dar estos pasos y ver qué ha ocurrido. Además, es mejor acercarse a mis compañeros de trabajo que a ese tío de negro, tal vez...

Pero vamos, como si no lo viese. Tal vez se trate de Pig Joe. No habrán podido esperar para darle muerte, y no sé que pensar. He sido gilipollas creyendo que todo podríamos solucionarlo, tal vez... mientras me acerco, no puedo parar de toser debido a las molestias del humo. Me gustan mucho más los lugares con aire algo más puro...

Al aproximarte a la muchedumbre, algunos de tus compañeros te dejan paso, entre miradas que indican que han perdido completamente la cabeza y rostros ensangrentados. Los ecos de tu miedo se hacen mayores cuando, al zafarte de la multitud, observas lo mismo que ellos: el cuerpo de tu mujer, brutalmente desfigurado, con ambos brazos partidos y una de las piernas colocadas en una posición imposible. Su rostro parece haber recibido numerosos golpes, el extraño vestido blanco que porta, machando de sangre por todas partes. Qué locura. La visión es superior a tus fuerzas, así como las voces enloquecidas que parecen animarte a hacer algo que, simplemente, no escuchas. Todas las miradas están puestas en tí. ¿Cuándo acabaría esto? Era demasiado real como para no estar pasando.

Mira a un punto fijo, horrorizada por lo que acababa de oir. Suelta el móvil que se le cae al suelo, está temblando de miedo, literalmente. Vuelve a mirar el móvil y después a su marido.

- Ha.. ha dicho.. que.. que nos va a matar.. Que.. que me despellejará...delante tuya..

Nada tiene sentido, es como si estuvieran en otro sitio, en otro lugar, no se parecía a donde de verdad estaban. Ahora mismo no podía pensar con claridad, solo estaba horrorizada.

- No puede ser verdad.. esto no puede estar pasando.. ¿verdad Steve..???

Solo quería encontrarle algo razonable a lo que estaba pasando y poder tranquilizarse, estaba muy agobiada.

Steve escuchó lo que Aisha relataba. Su respiración aumentó, y tuvo que mirar hacia ambos lados, como si varios ojos le estuvieran observando en ese mismo instante.

Se puso en pie y la tomó de la mano.

-No..no debería estar pasando...pero no nos podemos quedar aqui, ni tampoco volver...de..dejame pensar...

El actor se pasó las manos por el pelo y cerró los ojos, estaba casi en shock por todo aquello..parecía tan real..tan real como su sueño.

-Podriamos..ir a la cocina a por un cuchillo..o ir alli..a la torre...No sé que es, pero es la única edificación que hay donde quiera que estemos.