Partida Rol por web

Kraden se detuvo, sabía que se necesitaba organización para pasar a la acción. 

- Será mejor que me calme... Attem ha tenido una buena idea, deberíais ir a buscar provisiones, yo me encargaré de la biblioteca, esos medallones no eran más que un mito, así que tendré que ponerme a investigar profundamente para averiguar una localización plausible - se quedó pensativo

- Vuestra prioridad es ir a comprobar los medallones, en el caso de que realmente existan claro... - meneó la cabeza bruscamente

- Será mejor que no caiga en pensamientos negativos, escuchad, necesito que me deis unas cuantas horas, os daré una localización para buscar los medallones, moveros por la ciudad y equiparos con lo que necesitéis, nos reuniremos aquí al anochecer - después dio una palmada

- Vamos, marchad ya, tengo un par de tomos que quiero revisar - No había tiempo que perder, os habían dejado unas cuantas horas para que buscaseis equipo y provisiones para vuestro viaje, por el aspecto de la situación se veía venir una gran aventura donde vosotros erais los protagonistas...

Libis no tardó mucho en empezar a andar en búsqueda de sus pertenencias. En cuanto el maestro habló del equipo para el viaje enseguida supo que tenía que recoger primero. Pero antes miró a sus compañeros.

Chicos, nos vemos aquí en cuanto acabemos de conseguir el equipo para el viaje. Será mejor ir cada uno por su lado, iremos más rápido. No seáis malos - guiño un ojo a Hao y a Attem.

Salió veloz del patio y llegó a su cuarto. Allí recogió todos su ahorros para ir a las tiendas de la ciudad, pero lo más importante estaba guardado en su armario. Se quedó un rato mirándolo, recordando la primera vez que lo vio en manos de su padre. Era un arco no muy grande, hecho de madera de roble rojo, simétrico y curvo que parecía bien equilibrado. Lo cogió, sintiendo el suave tacto de la madera curada. - Espero darle un buen uso padre - pensó mientras lo colgada en su hombro.

Poco tiempo después estaba en el mercado comprando víveres que ordenaba con cuidado en una mochila. Varias raciones de viaje, un odre de agua, una manta para el camino y una cuerda. Se encaminó fuera del mercado, hacia un callejón donde estaba aquella armería donde hacia tiempo que le había echado el ojo a una armadura de mujer.

Entró y sonrío al verla. Enseguida se la la probó, inquieta, pero afortunadamente le encajaba bastante bien, tanto el chaleco negro con botones plateados, como los brazaletes ajustados y las flexibles perneras. Además un bello cinturón de hebilla metálica disponía de una par de bolsillos extra y lo que parecía un portadagas. Con la negra armadura puesta, el color violáceo de su cabello todavía resaltaba más, dándole más atractivo a su rostro.

Finalmente regateó con el vendedor, y pudo conseguir una daga curva que colgó del cinturón por el mismo precio. Salió de la tienda pasadas un par de horas, lo que tardaron en ajustarle un poco el chaleco y el largo de las perneras. Se encaminó de vuelta a la academia, lista para la aventura.

Me alejo rapidamente  del grupo y me voy directamente a mi habitación, una vez alli cierro la puerta con llave.

---Bueno, listos....veamos- digo mientras cierro los ojos y comienzo a llamarle- < Nombre de Djinn de Mercurio>,  tenemos una importante misión que hacer, asi que venga.

Un pequeño haz de luz azul aparece  y una pequeña criatura de color azul aparece en la habitación. La criatura  da saltos entusiasmada mientras Attem saca una caja alargada de debajo de su cama. Cuando Attem la abre  se puede ver un bastón de madera  de roble bastante grueso.

--- Bueno, creo que va siendo hora de que le saquemos uso...- digo  mientras lo saco.  Despues de eso,  cojo mi mochila y me paso  el resto de la hora empaquetando las cosas, mantas, mis cuadernos de anotaciones de alquimia, las raciones de viaje , tinta y pluma.

---Bueno, a dentro Djinn- le digo a mi pequeño compañero señalando el interior de la mochila- hay espacio suficiente para ti, estaras comodo, mas te vale que no comas la comida ¿eh? ¬¬

Tras haberlo metido en la mochila salgo a reunirme con los demas.

Asiento como única respuesta. Por lo visto ya habían establecido una cadena de mando, y lo mejor sería no cuestionarla. Había que salir cuando antes. Pero lo primero sería equiparse.

Equiparse... Lo primero es lo primero. Corro a mi casa y rebusco de debajo de mi cama para sacar un paquete con algo de polvo encima, aunque no tanto como las del resto de las cosas que se acumulan allí. Tras soplar el polvo y abrirlo lentamente saco mi espada del interior. Aunque había ahorrado durante años para comprarla apenas la utilizaba, ya que sabía que si la empezaba a usar para entrenar apenas duraría dos días, por lo que para ésto usaba una antigua espada de madera, que por supuesto no era lo mismo, pero a ésta no le pasaba nada si se rompía.

Después, de debajo de un tablón suelto del suelo saco mis ahorros, que nunca conseguían aumentar demasiado, pero tendrían que servir. 

Lo siguiente... ¡Una armadura! Eso sería necesario. Corro hacia la armería. Ésa armadura llevaba años allí y era simplemente perfecta. Puro arte de Xian. Llegaban pocas piezas de allí hasta Tale, pero por suerte éstas no se solían vender, al menos no fácilmente por lo que siempre podía ahorrar y terminar por comprarlas, como había hecho con la espada, y ahora con la armadura.

Bien, bien que más... ah, sí, ¡mi madre! Si no me despido de ella me mata. Vuelvo hasta mi casa y le cuento todo detalladamente, cómo me tenía que ir, que era algo de vida o muerte, que si yo pudiera elegir no lo haría y me quedaría con ella (sí, claro), pero que el destino de Weyard depende de nosotros... Al final consigo convencerla y me prepara comida para que me lleve durante el viaje (eso sí que lo echaré de menos). 

Termino de empaquetar lo imprescindible en ropa y en comida, la armadura nueva y mi espada y me preparo para partir. Por el camino hacia el punto de reunión me encuentro una moneda. ¿En qué usarla? Compremos un fuego de alquimista. Nunca se sabe para qué puede servir.

Me lo imaginaba, solo lo dejaba caer *guiño guiño* (no pretendia que de verdad me escogieses uno, aunque en verdad los djinnes de mercurio la mayoria son de curar o de defensa otros eran de ataque XD)

Ok, pues eso le llevo oculto  en la mochila y no les he mencionado nunca a Hao ni ha Libis de que tenia uno 

Andaba de vuelta a la academia. Todavía no se sentía cómoda del todo vistiendo su nueva armadura, pues el cuero era nuevo y tardaría un poco en dar de si y ajustarse a las formas del cuerpo de Libis. Aun así avanzaba rápidamente por las calles de la ciudad, evitando las miradas que le hacían sentir un poco incomoda, al ir por primera vez armada con su arco al hombro, su carcaj a la espalda y su nueva daga al cinto.

Afortunadamente no se encontró con nadie conocido y no tuvo que dar explicaciones de su nuevo atuendo. Ahora que andaba sola pensaba en la nueva aventura que se abría delante de ella y el gran giro que había dado su aburrida vida en la academia. A pesar de todo estaba serena, deseando estar pronto en el camino en búsqueda de esos misteriosos medallones.

Por fin llego a la academia, y buscó en el patio a Hao y Attem, pero al parecer todavía no habían llegado. Así que decidió entrar en el edificio y buscar al maestro. Lo encontró sumido en sus pensamientos, con varios libros encima de la mesa y escribiendo en la que parecía un mapa. Se quedo observando, callada, para no molestarle, durante un rato.

Ya estoy aquí maestro, con el equipo par el viaje. - dijo en voz baja mientras descolgaba su arco y el carcaj de su espalda y se sentaba en una silla, a la espera de que llegasen los demás.

Tras haber comprado el fuego de alquimista en el mercado sigo mi camino hasta la academia. Todo lo que llevaba pesaba algo más de lo esperado, pero no tanto como para enlentecernos. Además, según fuéramos comiendo todo lo que llevaba encima el peso iría bajando. 

Entro al edificio despacio, sin hacer mucho ruido. Seguro que el Maestro estaba estudiando, o preparando un plan de viaje. Lo mejor sería no molestar, y quedarme en el patio hasta que él saliese a buscarnos. ¿Habrían entrado ya mis compañeros? Si no recordaba mal Attem había decidido quedarse investigando. Tendría que entrar. Si molestaba al maestro y se desconcentraba... pues bueno, tendríamos que esperar más para salir...

- Ya estoy preparado. - Digo a la vez que entro, en voz baja. Veo a Libis sentada en una silla y me dirijo a sentarme junto a ella. - Vas a alucinar cuando veas la armadura que me he agenciado para el viaje.

Lo siento... un lapsus. Con tanto hablar de los héroes de Tale me debió salir solo ^^"

Salgo de mi habitación cargado con mis cosas y me dirijo hacia  la biblioteca  a pasos rapidos hasta ella. Cuando entro veo a los demas esperandome, les saludo  con la mano en la que llevo un bastón de roble  bastante solido y alto. Me acerco a ellos  y me siento junto a su lado dejando la mochila que se mueve ligeramente por si sola entre mis piernas.

Como si fuese lo mas normal del mundo, me cruzo de brazos cruzados y espero pacientemente a que Kraden acabe.

Kraden, a pesar de haberse enterado de que ya estabais allí, tardó un minuto en atenderos. Estaba acabando las anotaciones en un viejo mapa, se le notaba como en tensión.

- Bueno, he hecho todo lo posible chicos - comentó mientras enrollaba el pergamino y se lo entregaba a Libis.

- Me alegra ver que os habéis preparado tan rápido, en el mapa que os he entregado están las anotaciones sobre dónde hay indicios en los relatos sobre la existencia de los medallones. Chicos, es muy importante que entendáis algo, hasta ahora no han existido pruebas físicas de la existencia de esos medallones, todas mis anotaciones están basadas en conjeturas y mitos, debemos depositar fe en que os sirvan - hizo una leve reverencia, como si se estuviera disculpando.

- El medallón de la luna es el que se encuentra más cercan, en Gondowan, tendréis que viajar hasta el desierto de Sulhalla, os esperan muchas horas de camino pero sé que haréis todo lo posible para llegar cuanto antes. En el mapa os he marcado las zonas donde los libros han citado la posible presencia del medallón, seguramente estará oculto, de modo que debéis buscar algún tipo de cueva o similar - dijo mientras gesticulaba con las manos

- El medallón del sol en cambio está más lejos, al sur, en Tundaria, eso significa que deberéis viajar en barco, por suerte Lalívero tiene puerto, de modo que allí debéis de buscar la manera para lograr uno... - se quedó pensativo

- Chicos, no tenemos mucho tiempo pero... ¿tenéis alguna duda? -