Partida Rol por web

Libis pidió simplemente una jarra de agua fresca y el plato de la casa. No tardó en acabar y pidió una segunda vez el mismo plata, y otra jarra de agua. Mientras devoraba la comida no le hizo el mínimo caso al grupo que les observaba, solo tenía en mente llenarse la barriga.

ufff... - dijo al terminar de comer. - Realmente lo necesitaba. ¿Has terminado Hao? Será mejor que nos retiremos a las habitaciones y descansemos un poco. No me gusta nada este lugar, con tantas miraditas. Será mejor irnos pronto. A ver que decide Attem. ¿Vamos?

Se levantó de la mesa sonriente al notar la tripa llena y se encamino hacia su habitación.

Pido lo mismo que mi compañera. No estaba malo. Claro que con el hambre que tenía ya me podrían poner lo que fuera que no me sabría mal. Paso de los tipos que nos miran. Ya sabía que era guapo, y si les gustaba mirarme, pues que disfrutaran de las vistas.

- Y yo que pensaba que las señoritas no comían así. - digo sonriendo en lo que termino también mi segundo plato. Me dan ganas de pedir un trozo de queso o un postre para bajar la comida, pero con lo de comer por dos estaba bastante lleno, y ella parecía ansiosa por ver si Attem había descubierto algo. - Espera, voy a pedir aunque sea un bocadillo para llevarle arriba. No puede ser sano ponerse a pensar con el estómago vacío.

Le hago un gesto al camarero para que me prepare algo que pueda subirle a mi amigo y sigo a Libis hacia arriba.

Antes de que subáis os fijáis como los tipos que tanto os han observado comienzan a llamar vuestra atención con rudos silbidos. Incluso podéis ver a uno de ellos, el que tenía más pinta de gracioso, intentar llamaros con la mano, sin lugar a dudas estaban estableciendo un contacto directo con vosotros.

Libis enarcó una ceja. Aquellos tipos estaban llamándolos con silbidos, ¿acaso los habían tomado por perros?

Vamos a ver que quieren, me tiene hartita. - dijo a Hao mientras se encaminaba con los brazos en jarras hasta el grupito.

Llegó a un par de pasos de ellos, y cruzo los brazos, con un pose chulesta. - ¿Y bien? ¿A que vienen todas esas miraditas? ¿Nunca habéis visto una dama tan hermosa como yo vestida de cuero?

Lo mejor será pasar de ellos... Pienso, aunque por lo visto Libis no era de la misma idea que yo. A ella sí que le habían picado. Pobrecillos. Acabarían hechos polvo. No sabían con quien se habían metido. En fin... no la iba a dejar sola.

Sigo a la chica y me coloco detrás de ella. Por precaución alcanzo el mango de mi espada, que no pensaba que tuviera que utilizar y espero a su respuesta.

Uno de los tipos comenzó a reír

- Oh vamos ¿esos aires tienes, princesita? - comentó burlón mientras el resto de sus compañeros se reía

- No os hagáis ideas que no son pandilla, desde que os hemos visto entrar sabíamos que no erais de por aquí, y eso siempre son buenas noticias para nuestra ciudad, dejadme que os haga una pregunta - de repente sacó una baraja de cartas bastante lujosa

- ¿Os gustan los juegos de cartas? - dijo con una gran sonrisa esbozada en la cara

- Nadie puede irse de esta ciudad sin jugar contra mi -

¿Juegos de cartas? ¿Estás de broma? No tengo tiempo que perder con jueguecitos. Haríais bien en buscaros un trabajo honrado y no ir por ahí holgazaneando. - se giró para encaminarse hacia las habitaciones, pero aún no había terminado con aquel tipo.

Y si vuelves a llamarme princesita, será lo último que digas con todos los dientes. - dijo de espaldas, andando ya hacia las escaleras.

Estuviste muy concentrado en tu habitación estudiando el medallón, no sabías exactamente cual sería su origen pero por la manufactura que tenía y sus grabados debía ser algo muy antiguo, quizás demasiado ¿realmente formaría parte de los restos de la antiguas civilizaciones donde la alquimia era algo tan natural como la lluvia?

No lograste entender como era su funcionamiento, pero para ti era fácil saber que albergaba un gran poder, tenerlo entre tus manos hacía que tu psinergía interior vibrara, era algo que incluso te daba miedo...

Conforme voy descubriendo las cosas voy haciendo anotaciones en una libretilla para tomar apuntes, tambien hago un boceto del dibujo del medallón. Mientras investigo trato de trasmitir un poco de mi Psinergia sobre el medallón para ver si ocurre algo o nada. Hago una lista tambien de las diferentes  civilizaciones posibles  que pudieron haber creado el medallón busco los significados de el simbolo de la luna (creo que ese era la forma del medallón)

Me encojo de hombros de nuevo. ¿Para decir eso no era mejor haber subido directamente y sin pararnos a hablar con ellos? En fin... por lo menos no había aceptado jugar a las cartas con él. Seguro que hacía trampas y hubiéramos acabado bastante mal.

Ya que Libis había contestado por lo dos, me abstengo de declinar la oferta de la partida de cartas y la sigo escalera arriba.

El hombre comenzó a reírse

- Uyyy que cobardicas... hasta críos de 12 años han sido capaces de jugar y pasar un buen rato, pero vamos, yo sé que es lo que pasa, sois unos pobretones de tres al cuarto y no queréis reconocer que no tenéis nada valioso para apostar como nosotros - se os quedó mirando mientras no perdía aquella sonrisa.

Le hubiese gustado darle un par de sopapos a ese tipo, pero tenían cosas más importantes que hacer y sería una estupidez poner en riesgo la misión por una pelea absurda.

Así que fingió no oír la última pulla y siguió subiendo las escaleras.

Miro a Libis cuando el tipo ese vuelve a hablar. Cada vez me daba más ganas de contestarle, o de aceptar su reto, pero cuantas más ganas tenía más era consciente que no tenía que seguirle el rollo. Puede que en otro momento, pero ahora teníamos algo muy grande entre manos. Algo más grande que mi orgullo.

Aunque algo de razón tenía, yo no era poseedor de nada valioso que pudiera ser apostado.