Partida Rol por web

Parpadeó por aquel comentario. Los chinos tenían una forma muy particular de analizar los sucesos. Si todo sale bien, es que ellos tenían razón o fue gracias a ellos. Los norteamericanos podían discutir acerca de que tal o cual persona fue importantísima a la hora de labrar ese éxito... Pero tras décadas de autocomplacencia, los orígenes verdaderos se olvidaban o se borraban por decreto. Era una vieja tradición china que el nuevo emperador borrara los registros del anterior reinado para situarse como el único, más importante y mejor monarca de la historia. Wu Zi no era una excepción, solo que en su caso lo había hecho en vida y con respecto a su propio pasado. Pero Hong Fa recordaba todo aquello y era lo suficientemente inteligente como para tener criterio propio. Si no, no sería el consejero de la talla que era, capaz de conciliar realidad con los locos sueños de grandeza de aquella "familia" y la corte de palmeros que la frecuentaba.

-Entiendo... Es irregular, y podríamos haber concertado otra cita. Pero entiendo los motivos, si. Por favor, sean tan amables de acompañarnos.

Subieron un montón de plantas. Ella se conocía el camino, pero a la inversa, desde la primera incursión en paracaídas. Pasaron sobre la piscina del ático, que tanto le gustó en su momento, hasta la antepenúltima planta: el sancta sanctorum del imperio de Wu Zi. Una planta decorada con lujo real, donde él habitaba protegido por lo mejor de sus guardaespaldas y sus sirvientes.

Al salir del ascensor, más guardias en ésta planta. Un grupo de veinte, repartidos por aquella estancia. Se escuchaban más en un cuarto de servicio aledaño, jugando al mahjong y quejándose mientras veían la tele. Parecía la guarida de un gangster de los años 20, y eso le hizo gracia. Todo era excesivamente lujoso, pasado de moda. Los cristales eran antibalas y el sistema de seguridad podía sellar las salas en un santiamén. Además, sabía que Wu Zi tenía un ascensor privado para llevarle a la azotea o al garaje personal donde guardaba sus vehículos, justo a la derecha de la "silla del trono" que solía ocupar.

En la estancia principal estaba él, sentado con cara de evidente fastidio. Una capilla con flores, velas y una foto de su hijo recordaba permanentemente su pérdida. Más guardias armados, éstos del tamaño de armarios porteros, vigilaban las cuatro esquinas de la habitación.

-Maestro, ha llegado -dijo Hong Fa.

Las chicas ocuparon su posición en torno a Wu Zi. Solían sentarse junto a él en banquetas más bajas, y cuidaban de todas sus necesidades. Absolutamente todas. Eran sus ojos, que le acompañaban cuando era necesario, sus amantes y sus más personales y brutales guardaespaldas. Sentían por él un amor y admiración casi mística. Morirían por él si él se lo ordenara, de un día para otro, y aunque no tuviera ningún sentido que se lo pidiera. Wu Zi Mu estaba acostumbrado a esa clase de lealtad.

Miró en su dirección, aunque no podía verla. Si podía olerla, sentir su presencia. Y su presencia le asqueaba profundamente. El odio era un veneno poderoso, un veneno que había amargado su existencia. Su idílica existencia de dios en la tierra y magnate de los bajos fondos que tenía a todo el mundo tan asustado y extorsionado que hacía y deshacía a su voluntad.

-Choi... El apellido maldito. Esos malditos coreanos, que apestan a kimchi. Dime, jovencita. ¿Tan díficil era mantenerte al márgen? No hubiera permitido que mi hijo se casara contigo. No. Mezclar nuestras familias, que horrible blasfemia.

Una de las chicas acarició su pecho para calmarle.

-CJ, me llena de rabia e indignación que apoyes a ésta advenediza. Ella no tiene honor, ni entiende sobre negocios. Es una asesina y una tramposa. No entiende lo que tu me ayudaste a construir. ¿Acaso no te he respetado todos éstos años? No me he inmiscuido en tus asuntos, y he estado ahí siempre que lo has necesitado. Tu ayudaste a los mountain cloud boys cuando estábamos en nuestro peor momento, ¿Y ahora ayudas a la asesina de mi hijo?

Esos podían ser sus últimos momentos y quizás por eso Buda en su infinita sabiduría la había puesto en un coche con un extraño, para no dejarse llevar por las emociones y concentrarse. Aún así le temblaron los labios tras hablar con Golan, disimuló mirando por la ventanilla y condujo su mente hacia pensamientos menos profundos. Lamentablemente para ella la vida no era un videojuego, y no lo decía por el game over definitivo o la inexistencia de armas de balas infinitas, si no porque le hubiera molado ir a partirse la cara con el chino embutida en un modelito cool, con taconazos y una raja de esas que enseñan pierna hasta el sobaco o un reluciente mono de latex abierto hasta el ombligo “En las pelis queda guay”, pero no, lo suyo era el look macarra en vaqueros. Aun así salió del coche irradiando “coolnes”, si esas podían ser las últimas imágenes que quedaran de ella en vida (grabadas por las cámaras de seguridad) que fueran imágenes de una tía que anda como si se fuera a comer el mundo.
“Va por ti papá” pensó antes de poner el primer pie fuera del coche.

La recepción fue tal como se la había imaginado salvo por que la llamaban “señorita” todo el puto rato “¡QUE SOY SEÑORA COJONES!” Y el tontopollas que le quiso mirar las tetas. Normal si uno cae en la cuenta de que las chinas son tablas de planchar, así que ella con sus pechitos como mangos debía parecerles la ostia de las curvas. En fin, no estaba dadivosa ese día ni le iba a dar el gusto a un cerdo chino, así que se quedó más ancha que 10, como la señora que era, cuando le cruzó la cara igual que a un vulgar criado.
Parpadeó al ver a las gemelas, a lo mejor la vida si podía ser un videojuego. Sonrió interiormente, ese par de putillas le iban a dar guerra fijo.
Sintió un cosquilleo en la boca del estómago al entrar al despacho aunque fingió la tranquilidad más absoluta rayando el pasotismo. Metió las manos en los bolsillos y pasó de mirar a Wu Zi  para observar el altar dedicado a Gao. Era extraño ver esa cara tan bonita poniendo sonrisa de anuario en la foto enmarcada, muy diferente de la última imagen que guardaba de él con la mandíbula floja y los ojos vueltos. Le vino el chasquido de las vértebras al recuerdo.
“Mira, en eso estamos de acuerdo ¡JA!” pensó al oir lo de que hubiera impedido su boda, como si ella hubiera tenido ganas de semejante cosa o el psicópata del Gao fuera el partidazo del siglo “No flipa ni nada el viejo”. Dibujó una media sonrisa burlona,  aunque interiormente se sentía halagada y perturbada al mismo tiempo, imaginando a Gao hablando seriamente del tema con el “Topo”… iiiiiiiiick
“¿No entiende sobre negocios? Tocate los cojones mariloli ¡Mas que tu subnormal! Que tengo un título universitario y varios masters” pero eso le importaba menos que la puta cantinela de “no tienes honor” “¡MIS HUEVOS NO TENGO HONOR! ¡CHINO DE MIERDA!”. Estaba hasta las narices de esa presuposición machista, allí estaba ella batiéndose el cobre por su familia, para vengar a su padre, y le dice que no tiene honor. Ahora si que tenía el coño muy tocado, no obstante mantuvo la pose indiferente, iba a dejarle soltar toda la verborrea que quisiera sintiéndose el emperador de los mil años, cuanto más se viniera arriba más dura iba a ser la caída “Tu sigue, sigue soltando por esa boquita. No te voy a dar la satisfacción de que creas que me importas lo más mínimo!

Parpadeó y la miró de reojo. No parecía estar nerviosa, y eso la honraba. ¿No tenía miedo a la muerte, o es que confiaba demasiado en su plan? Los asiáticos son gente algo rara, la verdad. Había un dicho en la guerra de Vietnam. Se decía que alguien era un "asiático" cuando se le iba totalmente la pinza. No obstante, quería pensar que ella simplemente estaba harta de todo aquello, o que tenía los ovarios cuadrados.

-Deberías saber que yo nunca niego la ayuda a mis amigos, ni a mi familia. Tampoco a aquel que la necesita y cuya causa me simpatiza. Tu fuiste uno de esos, Wu Zi. Por que te conocí en unas carreras de coches ilegales, y me diste tu teléfono. Entonces no eras nadie para mi, pero me partí el culo para ayudarte a deshacerte de tus rivales los japoneses y los Da Nang Boys. ¿Y ahora quieres matar a César y a su familia? Ellos te han ayudado tanto como yo.

La señaló con el dedo.

-Mira, nunca la he visto en persona. Es el primer día que lo hago. Pero he oído hablar maravillas de ésta chica en los últimos años. Y no puedo decir lo mismo sobre ti, Wu Zi. Lo que he oído de ti éstos años me ha asqueado. Me han dado cero ganas de venir a verte, y por eso aquí estamos, sin vernos desde los 90. Joder... entonces no había ni internet decente. Era la puta protohistoria. La era digital te ha sentado muy mal, hermano. Se te ha subido el éxito a la cabeza.

Wu Zi levantó el dedo para responder algo grandilocuente. Entonces, uno de los guardaespaldas se acercó a decirle algo alarmante al oído. Le dijo que la seguridad del casino se había vuelto una puta locura. Que la gente comenzaba a ganar dinero masivamente, incluso en las tragaperras. El servidor central del ordenador estaba loco, y los archivos de emergencia subidos en la nube estaban corruptos. Nada funcionaba bien. La gente se estaba quedando atrapada en habitaciones del hotel y cosas similares. Varias alarmas de incendios saltaron en diferentes edificios. Además, al parecer, se estaban produciendo unos atentados con bomba en la ciudad, y la policía y los artificieros no daban a basto.

-¿Que tramas? -le preguntó, levantándose de repente de la silla.

Los guardias se llevaron la mano a la sobaquera, dispuestos a sacar las pistolas. Las gemelas se miraron, preparadas para actuar. No tenían armas, ni falta que les hacían.

-Señor -dijo otro de ellos- Se está produciendo un tiroteo en la caja fuerte. Un grupo de asaltantes armados se está llevando el oro de la cámara.

El chino abrió tanto los ojos que parecía que se le iban a salir de las cuencas. CJ creía que iban a morir en ese momento, por que los guardaespaldas ya tenían la pistola en la mano. El primero de ellos la iba a sacar de la sobaquera cuando se produjo una increíble explosión. En la pared detrás de él, se había abierto un boquete a través del muro, ancho como una pelota de baseball. La bala de calibre 50 BMG reventó el centro del pecho de aquel tipo, como si le hubieran disparado con una puta bala de cañón. Reventaron jarrones de porcelana, se escuchaban disparos en aquella misma planta y las superiores.

-¡Sacad de aquí al maestro!

El asalto había empezado, y los chinos se concentraron, de momento, en repeler a los asaltantes armados. Pasaron de ellos, milagrosamente, exceptuando el hecho de que una de las gemelas se llevaba a Wu Zi hacia el ascensor de emergencia, mientras que la otra se acercaba a Queen y le gritaba a uno de los guardias en chino. No entendió muy bien, pero algo así como "¿Que coño hacéis?, ¡Matadlos!".

CJ corrió hacia el ascensor, aunque no sabía muy bien si le iban a matar por interponerse en el camino del jefe. Uno de los guardias lo intentó, respondiendo a la orden, pero de nuevo el disparo del fusil Barett que disparaba Franklin desde el Bellagio, a casi 1 km de distancia, lo tumbó en el acto.

Había que actuar rápido o el muy cabrón podría escapar. En el hall de la planta, justo a sus espaldas, se estaba desarrollando un tiroteo intenso, incluso con la explosión de granadas. Era el equipo de asalto de la tirolina con Hwo y el loco de Trevor, que venía armado hasta los dientes. Habían traído material de guerra pesado, como lanzagranadas y fusiles de asalto avanzados, e iban blindados hasta las cejas con kevlar, para repartir amor aún cuando les dispararan desde varios ángulos a la vez. Las balas atravesaban las finas paredes de papel de las puertas y amenazaban con matar de rebote a cualquiera que no se tirara al suelo para evitarlas.

Pero Wu Zi seguía teniendo suerte, aunque tanta como todos los allí presentes, por que ninguna bala lograba darle. Mientras, la hermana psicótica número uno se acercaba corriendo para pegarle una patada al más puro estilo película de artes marciales. Era una cabrona ágil y muy peligrosa, capaz de matarte con cuatro golpes usando sus propias manos. Y lo peor era que estaba como una puñetera regadera y no temía a la muerte. Tendría que poner en práctica lo que el ejército de Corea del Sur le había enseñado.

Casi le enternecieron las palabras de CJ pero no bajó la guardia, mantuvo la postura mientras analizaba la estancia (el espacio, las cosas, las personas…) y se giró ligeramente hacia CJ cuando le dedicó esas bonitas palabras aunque fuera indirectamente. La familia, de eso es de lo que iba todo aquello más que de dinero, a ver como huevos respondía a eso el viejales.
Reprimió las ganas de mirar el reloj no tenía ganas de hablar precisamente y si aquello se alargaba mucho corría el riesgo o de que le sonara la tripa o le dieran ganas de bostezar y eso rompería el climax.
El equipo no se hizo esperar y pronto empezaron a temblar (literalmente) los pilares del imperio Wu "Ahí están mis chicos..." pensó al sentir como se desataba el caos y avanzaba hacia ellos freneticamente “¿Qué tramas?” gritó el topo desencajado y ella sonrió sumamente satisfecha (esa cara se la guardaba para el recuerdo), al fin se acababa la charada y comenzaba la hora de las ostias. De inmediato se tensó e intentó desplazarse hacia la vía de escape de Wu Zi pero las zorras eran dos y una de ellas le cortó el paso. Pero si algo sabía hacer Queen era improvisar y aunque por ser oriental todos esperarían (incluida la china loca #1) que respondiera con un bloqueo de Taekwondo, y bien buena que era en artes marciales... ella era más de ser una marrullera de barrio, así que agarró el incensario del altar de Gao y le roció la cara a su contrincante con las brasas incandescentes que este contenía. Lo siguiente sería una buena patada en el pecho y con suerte pillar la pipa de uno de los guardaespaldas muertos. No había llegado hasta allí para perder patéticamente el ascensor.

El incensario voló hacia su objetivo, pero ella se apartó. Las brasas le dieron, aunque solo de refilón, y la patada no fue todo lo potente que cabría esperar. Bien es cierto que a cualquier otra persona le hubiera dolido, pero debajo de la ropa aquellas cabronas estaban cuadradas. ¿Le gustarían a Wu Zi frotarse con tabletas de gimnasio mientras...? No quería ni tenía tiempo para pensar en esas cosas.

Rodó por el suelo, tratando de alcanzar una pistola. Pero ella pegó un salto e hizo la rueda, cogiéndola primero. La apuntó con ella y una sonrisa, recreándose en su cara de desconcierto, dándole algo de tiempo a su compañera. Mientras, CJ se tiró en plancha sobre Wu Zi, antes de que abordara el ascensor. La china número dos ya habría entrado en éste y dado al botón para que se cerraran las puertas, así que no pudo evitarlo. Al girarse no vió al maestro y eso la asustó mucho.

Fan fue a apretar el gatillo, pero una explosión la tiró al suelo. Se había abierto un gran hueco en las paredes de papel por la explosión de una granada que Hwo había lanzado, matando a un grupo de tres guardias y mutilando a un cuarto. Ahora podían verles pegando tiros y recibiendo disparos, ya que cargaban ciegamente confiando en sus protecciones de kevlar experimental que habían costado un ojo de la cara. Armaduras posmodernas, les hacían virtualmente invencibles contra la munición convencional.

Ambas habían caído por la explosión y la pistola más allá. Se arrastraban en busca de la misma, con más o menos agilidad. Pero como Queen era la que primero iba a llegar, la china se le tiró encima y trató de hacerle una llave para impedírselo.

Por primera vez en la vida se quedó como un ciervo deslumbrado en mitad de la carretera. No, ese no podía ser el final ¿Tan rápido? Tenía que distraerla, soltarle un rollo tipo Tom Who o desviar la vista hacia el viejo… La invadió un sudor frío y contuvo la respiración “Golan” fue lo único que tuvo tiempo de pensar. Imposible disimular, la había pillado.
Gracias al cielo el infierno se desató en la sala, paradójico, pero ya lo decía la Gaga “How can I protect something so perfect without evil?”, hasta Buda tenía demonios a su servicio, y ahí estaban los suyos particulares. La familia al rescate (le debía una muy gorda a Hwo, una putamente gorda).
La onda expansiva la tiró hacia adelante, aunque tuvo la rapidez necesaria para amortiguar la caída con los brazos. A tope de adrenalina gateó hacia el arma hasta que le tiró encima la china loca #1, ya le tenía ganas desde el principio pero ahora le iba a espachurrar como a una cucharacha ¡Nadie amenazaba a la reina y seguía vivo! Y menos aún la ponía a cuatro patas (bueno excepto Golan). Cabreada como una mona quiso dar un codazo hacia atrás para reventarle el oído (y el equilibrio) quitársela de encima y pillar la pipa. Le iba a abrir un bonito par de agujeros de ventilación en el cerebro.

La hora del dolor. Intentó revolverse, pero la verdad era que ella era una puta máquina de matar. No siempre los buenos ganan limpiamente, ni las películas son realistas. Los malos suelen ganar, por que son mejores, o por que les da todo igual y son unos auténticos hijos de la gran puta.

Así que cogió el brazo izquierdo de Queen cuando intentó darle un codazo, y lo retorció hasta llegar a la mano. Un fuerte tirón hacia arriba y un crujido de huesos. Varios tendones rompiéndose o a punto de hacerlo, que le provocaron un dolor difícil de soportar. Chilló en voz alta, de hecho en voz demasiado alta. La había jodido bien, y la china se regodeaba visiblemente por aquello. El dolor amenazaba con hacerle perder el conocimiento, pero la adrenalina que vino a continuación evitó que eso pasara. La mantuvo despierta, aunque crispó el dolor de la mano, como si le estuvieran clavando mil agujas bajo la piel.

Mientras tanto, CJ y Wu Zi tuvieron un forcejeo. Su antiguo amigo y ahora señor del crimen asiático trató de zafarse de su abrazo, pero el negro cogió su cabeza y la estampó contra el suelo repetidas veces, provocando una hemorragia y la pérdida de conocimiento para él. Ciega de furia, la segunda hermana cargó contra él, pero el antiguo pandillero la recibió con una patada en la pierna que la hizo caer. Vale que la china era muy dura y tenía músculo, pero CJ era un tío grandote que se machaba en el gimnasio. El volúmen es importante en la fuerza, y en éste caso había demostrado que el mito del rápido y ágil venciendo al grandote y fuerte era eso, un mito.

Queen estaba muy jodida. La tenían presa de una llave y sería casi imposible zafarse. Si se movía, podían hacerle más daño. Romperle el brazo, ya que estaba, y terminar de desmayarla por el dolor. En ese momento se sintió impotente. Era una impotencia que venía con una fuerte rabia. Ella quería venganza, pero en aquel combate eran sus amigos y parientes los que terminarían salvándola a ella, y no al revés. Por un instante, temió por el incipiente feto que cargaba en sus entrañas, y eso la mantuvo con fuerza suficiente como para seguir consciente y en la pelea.

La coreana sufría. La tenía donde ella quería, que era esperando la mordedura en la yugular, el golpe de gracia. Pero Wu Zi, el maestro, estaba en peligro, al igual que su hermana. Debía tomar cartas en el asunto y hacerlo rápido. Así que pospuso el asunto de la coreana, que no iba a ir a ningún lado con esa llave, y se estiró para coger la pistola del suelo.

-Quieta... escoria.

Queen notó la intención, y como se incorporaba para apuntar a CJ y disparar. Quiso moverse, estorbarle la acción, pero cuando lo hizo notó la punzada del dolor, por que ella seguía sujetándole la muñeca con la otra mano. Sintió ganas de llorar, por que no podía hacer nada. Llorar de rabia y frustración.

No dijo nada, solo acarició el gatillo.

Estaba cansado de todo aquello. Del tiroteo, de tener que pelear cada día por la familia, por sobrevivir. Quería acabar con aquellos chinos hijos de puta, que habían matado a su tío y amenazado a su padre, a su prima... a toda su jodida familia. Incluso a su novia, que ahora le importaba tanto como el apellido familiar o la reputación propia.

El hombre de hielo se había vestido como un robot de combate, y mataba con la misma eficacia. Los pistoleros de la tríada eran numerosos, pero no infinitos. No en aquella planta, en aquel momento. Vendrían más, pero con los ascensores parados por obra de Zero, tendrían que usar las escaleras. Los de las plantas superiores no eran un problema, por que podían oir en la distancia al equipo del helipuerto haciendo muy bien su trabajo. Un trabajo que involucraba explosiones, dos explosiones que dejaron fuera de combate a sendos helicópteros. Luis López se estaba ganando el sueldo, como solía, con profesionalidad y valentía.

Hwo, por su parte, había matado a ya no sabía cuantos chinos. Procuraba disparar a la cabeza, pero cuando no podía, lo hacía en el pecho, aún sabiendo que tenían chaleco, para luego rematarles en el suelo con otro tiro en el cráneo. No sentía nada más que ganas de terminar con todo aquello, pero mantenía una frialdad admirable, aún cuando los impactos de bala sobre la armadura de kevlar le hacían retroceder. Apretaba los dientes, como cuando en el ring el oponente dominaba el enfrentamiento hasta que él podía jugar según sus propias reglas. Aguantaba, y luego contraatacaba con mayor fuerza.

La granada fue mano de santo, abrió el hueco necesario. Trevor se encargó de lo menudo, de cubrir las escaleras, donde tiró una granada HE, destruyendo un tramo (y haciendo imposible que los malos subieran por allí). Mientras, él entró como una pantera en el sancta sanctorum de Wu Zi, a través del agujero que su granada había creado. Remató a dos afectados por la explosión, y recibió el ataque físico de un tercero, que paró con el hueso del antebrazo antes de darle de una patada que partió su rodilla, sacando la pistola (venía mejor para las distancias cortas) y dejando caer el fusil sujeto con el correaje sobre su pecho. Le reventó la cabeza de un disparo, y apuntó instintivamente a la siguiente figura, que era la de Fan Mei.

El disparo le reventó el cráneo, matándola en el acto. Regó con una mezcla de sesos y sangre a Queen, al suelo y el trono que Wu Zi Mu solía ocupar.

Gritaron algo en chino. Algo así como "Ayyaaa". Un grito de rabia y frustración. Con renovadas fuerzas, la segunda hermana Mei se lanzó contra CJ dispuesta a matar. Conectó un par de dolorosos golpes, mientras el canadiense entraba en la estancia por detrás de Hwo, viendo la masacre que se había desencadenado.

No quedaban sicarios vivos, o en estado de pelear. Así que el único blanco que vió a tiro fue la china aquella, que parecía muy acrobática y ducha en artes marciales. Eso le tocaba mucho los cojones. Además, estaba encima de CJ y no podía disparar.

-Mira que la dama esté bien -dijo a Hwo, mientras se acercaba a grandes zancadas a la pelea.

Su expresión era la de un maestro severo, que veía a dos niños jugar pelearse. La verdad era que el negro estaba pasando un mal rato, y que la china no paraba de moverse. Ni siquiera la pistola parecía buena opción, así que tendría que hacerlo al estilo canadiense.

-Ya está, niños...

Entre sus armas tenía un cuchillo. Uno de esos cuchillos bowie enormes que servían para despiezar alces en los bosques boreales. Un cuchillo americano al estilo Davy Crockett, que clavó profundamente en el cuello de la china. De lado a lado, seccionando ambas arterias. La chica luchó unos segundos más, y luego abrió los ojos tanto que parecía occidental, mientras se ahogaba en sangre. Cayó al suelo, pataleó sujetándose el cuello. Trevor terminó con su agonía reventándole la cabeza con el talón de su bota.

-Que... te... mueras... de una... puta... vez... ¡COÑO!

Se inclinó sobre Queen y la giró. Vió que la molestaba la muñeca, y la examinó con ojo profesional. Como quien había visto muchas lesiones serias por luchas de suelo en garitos de artes marciales donde el que sale con menos costillas rotas se lleva un fajo de billetes esa noche.

-Tiene mala pinta. Habrá que llevarte a un hospital... pero primero hay que salir de aquí.

La ayudó a levantarse. Era la primera vez desde que eran pequeños que estaban así, tan cerca el uno del otro. Y a pesar de ello, se sentía bien entre sus brazos. Era de la familia, alguien de fiar. Le sorprendió aquel pensamiento, y creyó que estaba completando los últimos pasos para convertirse en la nueva gran mafiosa de la costa oeste. Y el pensamiento la aterró.

Inmediatamente después, se acordó de Wu Zi, que comenzaba a despertarse para gemir de dolor y lamentarse en su lengua madre. Los ojos se le fueron a la pistola que Hwo acababa de guardar en su cartuchera.

Atrapada bajo el culo de una Chun Li chunga, pataleando y con el brazo encogido como un pollo, no era su idea de como se derroca a un emperador. Sentía rabia, ira, frustración, odio, humillación pero sobre todo vergüenza y lo peor es que estaba tan jodida que no le salían ni los tacos. Estaba quedando patéticamente delante de todo el mundo.
Cuando la rociaron la sangre y los sesos de la china dos lagrimones gordos como puños le rodaron por la cara y Hwo se encontró con una Queen vulnerable que muy muy pocos habían visto.
- Kamsa hamnida* primo- ladeó la cabeza a modo de gesto afectuoso. Respiró hondo y se agarró el brazo apretándolo como si quisiera estrangular los nervios para que dejara de doler –Luego…- suspiró -antes acabemos con esto-. Intercambiaron una mirada significativa, los dos estaban hasta el coño de esa mierda. No era como lo había imaginado pero el momento había llegado, al fin… se estaban cobrando su venganza. Que feo sonaba si uno se paraba a pensar ¿A estas alturas le entraban las dudas? ¡Joder! Le había cortado la cabeza a un tío y la guardaba de souvenir! ¿Por qué ahora? Tal vez nunca hasta ese momento había sido tan consciente de que podía palmar, tal vez era el embarazo o tal vez que cuando alcanzas la cima da vértigo observar el camino recorrido.El futuro puede dar muuuucho miedo.
Lástima que en los grandes momentos no puedas darle al botón de pausa y ponerte a pensar sobre que hacer, además le gustara o no la expectativa de tomar posesión del trono había hecho una promesa, varias en realidad, y tenía que cumplirlas. Porque era una buena hija y una mujer de palabra, por honor y por amor.
Echó mano de la pistola de Hwo, extrañamente el arma se le hizo más pesada de lo que debería, pero no era peso físico. Hubo un pequeño silencio por parte de ambos, buena señal, seguían siendo humanos
-Vamos allá…- exhaló cansada y su primo la ayudó a incorporarse. Escupió al cadáver de Mei Fan, tentada estuvo de dedicarle una frasecita “Aparta escoria”, “¿Quién es la escoria ahora?” o “Eso por llamarme escoria” pero le pasó por encima y se fue directamente al ascensor.
Parpadeó ante la inconfundible obra de Trevor, eficaz y brutal –Joder, que pasada de cuchillo- hizo un gesto de reconocimiento, eso debía cortar la carne como mantequilla y nunca estaba de más hacerle la rosca a alguien como él, convenía tenerlo de su parte aún en tiempo de paz.
De un rápido vistazo comprobó que CJ estaba bien y a continuación se centró en Wu Zi tirado en el suelo como el gusano que era, una pena que no pudiera verla en contrapicado, debía ser un plano muy impactante acompañado de los gemidos  de aquellos que agonizaban  y el chisporroteo de los cables sueltos a causa de las explosiones. Considerando su ceguera Queen sacrificó la pose para hacer gestos que él pudiera percibir, amartilló el arma y habló para que supiera que era ella –Última oportunidad Wu Zi- iba a mandarlo al infierno igual pero al menos le concedía la gracia de arrepentirse y pedir perdón antes de morir - por cierto, si esperas reunirte con tu hijo en el reino de los Narakas* te informo que me quedé con un recuerdo suyo así que...-* esperó a ver su reacción

Se giró para quedar boca arriba. Le dolía la cabeza y no era de extrañar, por que la tenía medio rota. Parecía desorientado, y llamaba en chino a los suyos. No tenía memoria de como levantarse desde el suelo en aquel lugar, pues tampoco sabía exactamente en que parte de la habitación estaba. Los ciegos memorizan su entorno y procuran que nada lo cambie, para no tropezarse con imprevistos. Una ligera variación en su rutina y terminaban francamente desorientados.

Escuchó la voz que le llamaba y la reconoció. Supo lo que pasaba, aunque no lo viera. Aparte de su voz, había silencio. No habría silencio si los suyos estuvieran vivos. Sintió que no cabía esperanza alguna. ¿Suplicar? No, no iba a suplicar. Hombres como él no lo hacían, afortunadamente. Demasiado orgullo, demasiado ego. ¿Pedir por su vida? No le importaba seguir vivo si no era al frente de sus negocios, disfrutando de poder y dinero. ¿Vivir una vida de mierda en un asilo? Había visto que pasaba en los asilos, con amigos de su misma generación, y prefería criar malvas.

-Disfruta de mi dinero, aunque esté manchado de sangre. Pero eso a los coreanos no os importa, no menos que a mi. Así que terminemos deprisa, por que mis ancestros me esperan.

Wu Zi lanzó sus últimas palabras como veneno intentando hacerle creer que era tan vil como él y amedrentarla con el fantasma del futuro. Sorprendente lo mucho que se parecían padre e hijo en esos instantes finales, sin miedo a la muerte e intentando aguijonear hasta el último momento. Por lo menos había que reconocerles eso.
-De tal palo, tal astilla-  disparó.
Se hizo el silencio, había cumplido con su deber pero no era feliz. El dragón había muerto ¿Y que? Nada podría compensar lo perdido en esa guerra “¡Maldito seas Confucio! Tú y tu mierda de filosofía china” pensó para sí. Se giró hacia Hwo y entonces, al fondo, vio como las brasas del incensario, que ella misma había derramado, prendían la alfombra y a través de ella las llamas ascendían y comenzaban a consumir el trono vacío del chino. De repente un intenso olor a incienso invadió la estancia convirtiendo la escena en un poético mandala. Sintió alivio y sonrió, era su epifanía particular.
El dolor del brazo la sacó de sus pensamientos, había que salir de allí pitando pero ella no estaba en condiciones de hacer acrobacias aunque fuera la izquierda la que le habían jorobado. Sin soltar el arma pulsó el botón para abrir las puertas del ascensor -¡¿Qué?! Si el chino iba a salir por abajo ¿Por qué no nosotros?-  

Tenía la mano estropeada, por lo que el plan original no podía cumplirse. Querían descolgarse por la fachada del edificio en plan NOOSE*, pero estaba claro que ella no iba a poder. Salir en helicóptero ya no era posible, por que ya no había helicópteros. Luis acababa de bajar a su planta tras despejar las superiores, y vio la que habían montado. Una puñetera masacre.

-Joder... venga, por el ascensor -dijo Trevor.

No sabían si cabían todos con un solo viaje, debido al peso extra de aquellas "armaduras". Era un ascensor privado que no paraba en todas las plantas, si no en sitios que habían sido designados como VIP o "lugares de esparcimiento" para el ahora finado maestro.

-¿Ya está? -preguntó el puertoriqueño.

Miraron una última vez al cuerpo. De hecho, López le pegó un par de tiros con una escopeta automática en la cabeza, reventándosela del todo. Le miraron sin entender.

-Con tanta ciencia y demás, a saber si no le podrían resucitar. Mejor asegurarse.
-Bien, veamos si el ascensor soporta el peso o pita -dijo Hwo- Cuidado abajo por que quizá le están esperando. Armas preparadas y granadas flashbang a mano.
-Ok, "jefe" -dijo Trevor con tono jocoso.

Vaya tropa se metió en el ascensor. Apretados, por que no era demasiado grande, con la chica atrás para protegerla mejor. Afortunadamente, estaba preparado para llevar bastante peso.

-A planta calle.
-Mmm... Hay una de garaje y en la planta 1. Pero planta cero no.
-Pues la planta 1, cojones.
-Planta 1, allá vamos.

Música de ascensor china. En serio... había música de ascensor oriental. Procuraron abstraerse de ella, pero resultaba humorística. Trevor a punto de partirse el culo, y el marcador indicando que iban bajando plantas a bastante velocidad. Era un ascensor rápido, incluso daba cierto vértigo cuando bajaba. Apretaron las manos en torno a las armas... planta 5, 4, 3, 2... Ascensor frenando, de nuevo vértigo en el estómago. "Cling". Puerta abriéndose, tres hombres armados apuntando hacia el exterior.

La zona era un hall para VIPs. Los mindundis accedían al edificio desde la planta cero o el centro de visitantes, pero allí había un elegante "lounge" donde poder tomar algo mientras te atendían los botones y la recepcionista. Dos guardias de seguridad, el primero que le reventaron la cabeza de un disparo por estar junto al ascensor, el segundo que no se hizo el héroe y tiró el arma al suelo.

-Quietecitos y sin tonterías, joder -dijo el canadiense.

Pánico entre los visitantes, que no sabían si huir o esconderse. La recepcionista se agachó tras la mesa, y ellos no se quedaron a mirar. Salieron rápidamente hacia la escalinata exterior que conectaba con el parking VIP, muro con muro con el parking a cielo abierto para los menos adinerados. Pero aquello suponía un problema, y es que el indio les esperaba en aquel otro estacionamiento.

-Mierda. Llama al cabeza de toalla, que nos recoja en la puerta de éste aparcamiento -dijo Trevor.
-¿No tenía que preparar una camilla de bomberos para que saltáramos?
-Pero no vamos a saltar desde ese sitio.
-Basta de cháchara. Deprisa, el parking es pequeño -respondió Hwo.

Los cambios en el plan generaban aquellos lógicos descuidos. Estaban afuera, en la ciudad que anochecía, enloquecida y llena de sirenas por los "atentados con bomba" planeados por Trevor. El 911 había recibido noticia de los tiroteos allí, y no tardaría en mandar a unidades para hacerse cargo de la situación. Corrieron por el parking, que era más grande de lo que parecía, mientras ella llamaba a Gupta. Pero Gupta no contestaba. El cambio de planes pintaba feo, y aquello se había convertido en la huida de Black Hawk Derribado, cuando los marines tienen que salir de la ciudad a pata, perseguidos por negros sedientos de sangre.

Salieron del aparcamiento, pero tenían que bordear el muro y correr unos cien metros hasta la entrada del contiguo. Sirenas de la policía, acercándose a su posición. La adrenalina latiendo, los cuerpos que se ponían a prueba... ¡Y menos mal que todos estaban bastante sanos y solían correr! Cualquier otro ya habría echado el bofe.

El aparcamiento a pie de calle era grande, más grande que el VIP. Era condenadamente grande. Tendrían que correr otro buen trecho hasta llegar al coche.

Finalmente, Gupta descolgó al otro lado.

-¿Por que llama, no dijimos no llamadas? -se le notaba algo nervioso- ¿Qué pasa? Yo estoy preparado ya.

Joder mira que tener que salir de allí a pata… con lo que molaba la idea del salto… si alguna vez le hacían una peli cambiaría eso en el guión. Bien mirado... contribuía a la intriga pero ahora le tocaba a ella vivirlo en primera persona... ni putas ganas de ponerse al trote, menos aún con un brazo doliendo como su puta madre y teniendo que llamar por teléfono con el otro.
-Vamooos Guptaaa… coge el maldito teléfono cooooooño- se quejaba mientras corría por tramos algo rezagada, con lo fácil que hubiera sido todo si hubiera descolgado a la primera, ains… las cosas del directo…
-¡POR FIN!- exclamó al cogerle el indio -Cambio de planes- se le notaba en la respiración que iba corriendo  -objetivo cumplido pero estoy herida y no podía salir de allí como estaba previsto. Estamos en el parking público pegando al VIP, pisa el acelerador y ven por nosotros- no debían entretenerse.  Lo siguiente sería dar aviso a los otros de que ellos ya habían salido del edificio.