Partida Rol por web

Gran Bilbao Sangriento II: La Serpiente Oculta

3- Al servicio de un poder superior

Cargando editor
03/11/2012, 16:53
Don Carlo

Gracias, Kratos -Responde el Toreador, antes de volverse hacia ti- Supongo que te preguntarás qué ha hecho este desgraciado para merecer tantas atenciones...

Cargando editor
03/11/2012, 17:05
Jules

Sigo a Don Carlo en silencio, preguntándome cuál será nuestro destino en los subterraneos del edificio, cuando me lleva ante la obra de Kratos.

Sí, la obra. Porque lo que es capaz de hacer es una maravilla para mis sentidos, cómo es capaz de ahogar en gritos de dolor a sus prisioneros impidiéndoles que se desvanezcan ni tan siquiera en la inconsciencia, cómo es capaz de desollar un miembros entero en una sola peladura rosácea y cómo hace todo eso disfrutando del resultado de años de práctica.

Tengo que contenerme para no empezar a dar brincos de emoción alrededor del complejo mecanismo de contención y tortura, como un niño en la mañana de navidad al bajar las escaleras y encontrarse el árbol rodeado de regalos.

Disfruto de la visión, tratando de captar con mis retinas cada punto sangrante y despellejado de la víctima, como uno de esos humanos en un bar de Strip-Tease comiéndose con los ojos a las mujeres semidesnudas para poder repetirlo en su mente cuando lleguen a casa.

Mi lengua asoma entre los labios, labios que están a punto de echarse a temblar cuando...

Supongo que te preguntarás qué ha hecho este desgraciado para merecer tantas atenciones...

Cuando la voz de Don Carlo me saca de mi embelesamiento.

Tengo que concentrarme unos instantes para recordar las palabras de mi maestro. Perdón. - me disculpo, aún sabiendo que él es uno de los que mejor puede comprender lo que estaba experimentando. - Por supuesto, no creo que haya sido merecedor de tal honor - señalo a Kratos, un maestro en su arte - si no es por los peores agravios.

Cargando editor
03/11/2012, 17:28
Don Carlo

Agravios, sí... -Don Carlo medita unos instantes, con la mirada perdida en pensamientos lejados y una sonrisa maliciosa en los labios. Su estado solo se rompe cuando suena la puerta abriéndose, al abandonar Kratos silenciosamente la estancia- Este pobre imbécil se atrevió a amenazar la integridad física de alguien que me era muy preciado, alguien que se encontraba además bajo mi protección. -La mano derecha de Carlo me mueve veloz, casi imperceptiblemente, y de repente aparece en ella una brillante navaja de afeitar, de estilo tradicional, con intrincadas decoraciones en relieve sobre su delicado mango- Y, por si eso no fuera de por sí una soberana desfachatez, lo hicieron cuando se encontraba a mi lado. Lo hicieron, sí, pues no actuaba solo. Su compañera, una pequeñaja rápida y salvaje como un felino, tuvo más suerte que él. Kratos acabó con ella sin sufrimiento alguno. Este, en cambio, es mi pequeño recuerdo... -Su mano libre se desliza entre los cabellos que le caen al torturado sobre el rostro, tirando de ellos hasta levantar su cabeza y mostrar su cara destrozada. Te sorprende ver un tercer ojo, cerrado y sangrante, en el centro de su frente- Lo divertido del tema es que tiempo antes habían formado parte de la misma manada. De hecho, querían matarla por haberles abandonado. Era su Sacerdotisa ¿sabes? -El prisionero parece tratar de decir algo, su boca se abre y balbucea algo ininteligible antes de que don Carlo haga un gesto fugaz con su navaja y el destello metálico sea precursor de un chorro de sangre desde su garganta, chorreando hacia el suelo. El Toreador extrae de un bolsillo de su camisa un pequeño tubo cerrado, similar a los de los análisis médicos, le quita el tapón y lo sitúa bajo la herida, dejando que la sangre mane desde el cuerpo hasta casi llenar el tubo. Entonces lo aparta, lo cierra y te lo tiende- Está en Bilbao, instalada desde justo después de la toma de la ciudad. Le darás esto de mi parte, cuando te presentes ante ella. En el tubo está su dirección. Le recordarás que la llevo siempre en mi pensamiento, y le notificarás mi inminente llegada. Semanas, meses... no pongas fecha, pero que sepa que iré hasta ella. Es una cadena, Jules. Yo necesito a alguien que facilite mi llegada, a ti. Tú necesitas a alguien que facilite tu llegada, a ella. -Su mano se agita velozmente, y la navaja desaparece de entre sus dedos- Pero recuerda, ella solo es una llave. Usala para entrar, pero busca tu lugar dentro. Únete a una manada, se uno más, descubre lo que puedas y envíame informes. Se mis ojos y mis oídos en Bilbao. Puedo contar contigo para esto ¿verdad?

Cargando editor
03/11/2012, 18:09
Jules

Excitado hasta la médula por ver a Don Carlo cortar con la navaja de barbero el cuello de aquel estúpido que había osado atacar a uno de los suyos, recojo el vial con la delicadeza que una madre toma a su recién nacido entre los brazos, sosteniéndolo como un niño tratando de mantener un copo de nieve entre los dedos de sus manos.

Por supuesto. - pese a la excitación y emoción del momento, mantengo la costumbre de no mencionar su nombre delante de un enemigo. Sería casi un milagro que ese pobre necio saliese vivo, no-vivo, de este sótano pero no sería la primera vez que un vástago realiza prodigios de semejante dimensión, con ayuda o en solitario.

Me fuerzo a mirar la dirección del vial para apartar la vista de Don Carlo o las heridas del prisionero y asiento con la cabeza. Saldré esta misma noche, ya le dije que tenía mis alforjas preparadas.

No puedo evitar incar la rodilla al suelo, como un caballero rindiendo pleitesia a su rey o quizá como un ferviente devoto ante la posible bendición de su obispo. Seré sus ojos y sus oídos. Mi no-vida es suya y le serviré o abrazaré la muerte definitiva en el intento.

Notas de juego

Así que finalmente voy a conocer a la "amiguita" de Julia... ;)

Cargando editor
04/11/2012, 11:25
Don Carlo

Desciendes momentáneamente la mirada y, al levantarla de nuevo, te encuentras de frente con esos hermosos ojos de don Carlo, fente a los tuyos, a la misma altura. Con una rodilla en el suelo, ha descendido hasta situarse a tu par, con una entrañable expresión en su rostro.

Álzate, hermano, como mi igual en la sangre -Su voz es dulce y melodiosa- Tú y yo somos uno, unidos por el vínculo de la vitae, por nuestra lealtad compartida. Allá donde estés, allí estaré yo. -Te invita a ponerte en pie, sujetándote paternalmente de los brazos mientras se levanta contigo- Y ahora vete, y permite a este humilde artista gozar de unos instantes de inspiración...

Sus manos comienzan a remangar su blanca camisa, liberando sus brazos para lo que ya conoces. El gusto de Carlo por la música no es nada comparado por su deleite por el sufrimiento sangriento, y la presencia de un prisionero inmortal es una tentación difícil de evitar. Casi sientes lástima por el desgraciado, a la par que envidia por tu mentor.

Pero tienes una misión, y prisa por asumirla...

Notas de juego

Si quieres puedes poner un último post como colofón a la escena, explicando lo que vas a hacer y demás. Luego prepararé una nueva escena para ti ;)

Cargando editor
04/11/2012, 17:10
Jules

Me dirijo silencioso hacia el ascensor, con la imagen de Don Carlo alzándome del suelo grabada en mi alma y sus palabras rebotando por los acantilados de mi mente.

Cuando las puertas del ascensor se abren, me miro en el espejo y me doy cuenta que aquello que estaba notando en el rostro era una lágrima de sangre corriendo por mi mejilla desde la comisura del ojo.

Me la seco con el dorso de mi mano y empiezo a colocarme los guantes de cuero mientras sostengo el casco por la cincha.

Hago un mero gesto de despedida a Janko y me dirijo, encendiendo un pitillo, al aparcamiento donde mi nena me espera aparcada en su sitio.

Monto sobre ella y me coloco el casco mientras mis facciones se aprietan con dureza y mi mirada observa más allá de las calles de Madrid.

Tengo una misión que cumplir, una misión sagrada, para con Don Carlo y para con el Sabbat, y tengo intención de abrazar la muerte definitiva antes que fallar.

Hago rugir el motor y enfilo las calles en dirección a la A-1, no tengo tiempo que perder si quiero llegar esta noche a la dirección indicada en el vial.