Partida Rol por web

Gran Bilbao Sangriento II: La Serpiente Oculta

3- Al servicio de un poder superior

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01/11/2012, 15:40
Narrador

Conduces tu moto por las calles de Madrid. Te encuentras aproximadamente entre el estadio de fútbol Santiago Bernabéu y la plaza de toros de Vista Alegre, en un barrio conocido como Ciudad Jardín. Allí tienes una cita, en un lugar llamado Auditorio Nacional de Música. El típico lugar donde cabría encontrar a un miembro de tu Clan, aunque eres consciente de que Don Carlo es poco homogéneo en sus gustos musicales. Es capaz de disfrutar de la música clásica hasta el éxtasis, pero también le has visto sentir el mismo placer con músicas comerciales, ritmos latinos, e incluso el pop más rancio que has podido escuchar. Esta noche esperas que no destroce tus oídos con música de ese tipo, y que al menos puedas conformarte con la música habitual de un auditorio como este, música clásica que resulte menos molesta y que puedas ignorar.

Aparcas tu burra en el aparcamiento contiguo al edificio, frente a una explanada que hace las veces de parque y de acceso al Auditorio. Está iluminado mediante farolas alineadas con diferentes alturas, y parece que no hay apenas nadie por la calle. Caminas hacia la entrada, que parece cerrada, pero antes de llegar ves cómo se abre la puerta y un tipo grande, robusto tirando a gordo, con el pelo recogido en una coleta y el rostro lleno de las arrugas de la edad, aparece ante ti. Su aspecto no te engaña, sabes que es un cainita peligroso, uno más del grupo de Don Carlo. Janko, con su acento de Europa del este, te saluda brevemente, con un simple "hola". Entras en el edificio y Janko cierra la puerta a tu espalda. Compruebas que no hay mortales en los alrededores, parece que el edificio esté vacío.

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01/11/2012, 15:40
Janko

El jefe está arriba -Te indica con gesto de pocos amigos. Nunca habéis tenido una relación demasiado estrecha, aunque habéis aprendido a respetaros mutuamente en la distancia- Te está esperrando en su despacho, aunque no parrece que se vaya a quedarr mucho allí.

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01/11/2012, 21:25
Jules

Una de las pocas cosas que echaba de menos de España es la baja tasa de delincuencia, comparandolo con USA o Sudamérica, y como puedo dejar aparcada a mi pequeña fuera de mi vista sin riesgo a que me la vayan a levantar. Además de que no me cabe duda de que Don Carlo tendrá el sitio bien vigilado.

Llevo el casco el mano, sé que es territorio Sabbat pero nunca se sabe de dónde va a venir el peligro y desde que no puedo llevar un arma cargada en el cinturón, me gusta llevar algo contundente. No sería la primera vez que me sirve para deleitarme con la explosión de sangre de algún idiota que se ha pasado de listo.

Miro el auditorio según me acerco, pensando si hoy tocará música de ascensor o los últimos éxitos de chiringuito de playa para turistas. Pero bueno, cada uno tenemos nuestros gustos...

Hey. saludo a Janko con un gesto de la cabeza. No es el más listo de la manada pero cada uno valemos para lo nuestro. Tranqui, llevo las alforjas preparadas.

Se me hace extraño el acento con el que las palabras salen de mi boca, tantos años hablando inglés en los Estados o una mezcla gringa al sur de la frontera han dejado mi español en un limbo de procedencia desconocida.

Busco con la mirada el despacho y me dirigio hacia él, llamando con mi mano llena de anillos.

 

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01/11/2012, 21:58
Narrador

Asciendes por las escaleras, alejándote de la zona donde el auditorio llenaría tus oídos de música. Las escaleras llevan a una planta entera de puertas cerradas, pero tú sabes cual es la que buscas, la del fondo del pasillo, el despacho de dirección que Don Carlo está empleando para sus actividades aquí en Madrid, en los últimos meses desde que regresara de tierras americanas.

Golpeas la puerta, pero nadie responde a la llamada. Esperas, paciente, pero la puerta sigue cerrada y no oyes voz alguna. Lo que sí oyes es una melodía sonando a gran volumen al otro lado, así que eres consciente de lo que sucede. Esperas, como tantas otras veces has hecho, y cuando la melodía desciende de volumen y comienza a apagarse, dejas que los anillos de tu mano vuelvan a golpear. Entonces sí se oye una voz al otro lado, invitándote a entrar con un sencillo "adelante", con una voz enérgica y casual, casi divertida.

El despacho se abre ante ti, un lugar simple y cuadriculado, decorado sin apenas gusto. Don Carlo lo encontró así y no ha querido cambiar nada. Después de todo, es un refugio casual, temporal. Puedes ver en una gran televisión plana conectada a unos grandes altavoces cómo se van pasando canciones de un DVD, uno tras otro, seleccionados de un menú que Don Carlo controla con un mando a distancia. Ves a tu mentor seleccionando un nuevo tema, y pulsando la tecla de Play, antes de invitarte acercarte y tomar asiento.

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01/11/2012, 22:17
Don Carlo

¡¡Jules!! -Te dice, acomodándose en su asiento mientras te sientas frente a él, al otro extremo de la mesa- Querido amigo... Me alegra que hayas venido ¿Te has aburrido ya de Madrid? ¿No crees que es una ciudad... sin el más mínimo interés?

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02/11/2012, 03:00
Jules

Me aparto el pelo de la cara antes de abrir la puerta. El cuero, el pelo largo, los tatuajes y el metal es una declaración de quien soy, al menos de quien era cuando fui abrazado, y también ha sido una bonita forma de infiltrarme entre los anarquistas, pero eso no quita que no sea respetuoso con aquellos que me han dado una oportunidad o que han demostrado el poder suficiente para ganarse ese respeto.

Aunque tengo que aguantar una mueca de disgusto cuando mi maestro decide continuar con su lista de éxitos.

Hago una inclinación de cabeza, mezcla de saludo y señal de respeto, y acerco mis casi dos metros hasta la silla que me ha indicado.

Don Carlo. - respondo al saludo con una sonrisa pues, a pesar de no compartir sus gustos, ha demostrado con creces ser un vástago capaz de demostrar su fuerza y subir en la escala de poder de la Secta sin que nadie se interponga entre él y sus intereses. - Hace lustros que me cansé de la capital. Pasé mis años mortales aquí y aquí fue donde me fue regalado el Abrazo, antes de ser llamado por usted. - sé que seguramente no se acuerde de cosas tan mundanas y lejanas en el tiempo o que simplemente esté dandome algo de charla previa, como acostumbra.

Pero mis alforjas siempre están listas y mi deposito lleno para descubrir lugares nuevos. - indico así mi complaciencia hacia lo que tenga pensado para mí.

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02/11/2012, 11:06
Narrador

Hablas, pero tu convencimiento va menguando con cada palabra. Don Carlo cierra los ojos, levantando su rostro ligeramente, cautivado por la música. Incluso de cuando en cuando frunce ligeramente su ceño cubierto de tirabuzones dorados, al compás de la melodía y la voz. Solo cuando callas parece reaccionar, tras unos instantes de silencio por tu parte.

La amistad... Sí, se puede llamar de muchas maneras: compañerismo, confianza, lealtad... -Te das cuenta de que no tiene nada que ver con lo que has estado diciendo, aunque confías en que esta cháchara tenga algún sentido. Te preocupa más la mirada cansada y despreocupada de tu mentor, pues nunca has sido capaz de leer en ella sus verdaderas intenciones, y suelen reflejar lo contrario a lo que está maquinando- Son cosas que escasean en este mundo pútrido que está abocado a irse a la mierda. Nadie puede confiar en nadie. "Amistad" es una palabra usada más a menudo que practicada. Ni siquiera dentro del Sabbat puede uno confiar más que en su círculo más cercano, aquellos con los que se comparte la sagrada vitae. ¿Conoces la expresión "tener amigos hasta en el infierno"? Sí, eso sería lo ideal, pero ¿cómo hacerlo? -Entre sus cabellos rizados, sus ojos de víbora te miran espectantes, taladrándote como si fueran capaces de desvelar tus más oscuros secretos- Enviando a tus amigos cercanos allí, por supuesto...

No sabes qué decir, porque desconoces el destino de tales preámbulos. Don Carlo se dedica a filosofar delante de tus narices, pero sabes que tiene algo entre manos, como un perro que protege el hueso que mastica. El Inquisidor se pone en pie, acercándose a mirar por una de las ventanas del despacho, por la que se filtra la luz exterior de las farolas del parque.

De modo que quieres descubrir otros lugares... -Parece que sí te estaba atendiendo, después de todo- ¿Qué sabes de Bilbao?

Notas de juego

Tú decides lo informado que estás. En el Sabbat es sabido que hace poco más de un mes la comarca de Bilbao ha caído al fin (después de décadas de control Camarilla) en manos del Sabbat. Se dice que fue un golpe de una sola noche, y se habla entre susurros de la participación de un Priscus Lasombra de Madrid, hombre de confianza de Monseñor Monçada, en el plan de conquista, además de su incorporación al gobierno de la ciudad.

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02/11/2012, 14:56
Jules

Vueltas y vueltas y más vueltas daba Don Carlo cuando empezaba a filosofar sin importarle quién estuviese delante. Vueltas y más vueltas, como esas espirales que no paran de girar y hacen imposible saber dónde comenzaban o terminaban.

En el fondo le entendía, ya que era un ritual que yo podía llegar a practicar si me dejaban a alguien delante junto a varios instrumentos afilados y una cámara de vídeo. Claro, que en mi espiral el otro interlocutor solía tener algo que decir, generalmente mezclado con insultos y gritos de dolor.

¿Bilbao?

Arrugo el ceño y trato de traer los recuerdos que tengo de la zona norte.

Mi padre estuvo destinado un par de años cuando yo era un jovenzuelo, conozco la zona por encima. O la conocía, que ya sabemos cómo han cambiado las urbes en los últimos años. - informo a Don Carlo aunque supongo que ya tendrá un informe sobre mi pasado desde antes de conocerle y que ese será uno de los motivos para que me esté llamando y preguntando sobre ello.

Luego sé lo que cualquiera de mis hermanos, que por fin, después de años viviendo en el engaño de la Camarilla, - escupo el nombre de esos mentirosos - ha abrazado su destino y que fue un golpe rápido y brutal aunque muchas cosas no pasan de meros rumores o chismorreos.

Notas de juego

Con un destino militar del padre de Julen en los años sesenta, cubrimos el que tenga una base de conocimiento de la zona, al menos por si alguna vez se me escapa algo, ya que yo la conozco de primerita mano.

Sobre conocimiento, creo que lo mejor es un recién llegado, vamos, lo que sea vox populi y lo que le cuente Don Carlo.

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02/11/2012, 16:41
Don Carlo

Ah, rumores, chismes... -El Inquisidor parece paladear cada una de esas palabras, como si fueran de una extraordinaria belleza- Causa de desinformación, sombras en la pared, mentiras encubiertas... Pero suficiente para empezar a investigar...

Don Carlo se gira hacia ti, dejando que la tenue luz exterior bañe su delicada silueta, dotándola de una extraordinaria belleza, de un aura arrebatadora. Hace que hierva tu sangre, esa sangre compartida, esa lealtad asumida.

No obstante, yo no puedo permitirme dejar que me guíen simples rumores. Mi situación es... delicada. Muchos son los que me temen, pero más son los que desean verme caer. Nadie alcanza mi posición sin hacerse una legión de enemigos...

La mera mención de esos enemigos hace que una parte de ti se enfurezca, que sientas el calor del Frenesí inundando tus venas. La necesidad de enfrentarte a esos desconocidos es tal que llegas a preguntarte si surge de ti mismo o del vínculo que te une a tu mentor mediante las Vaulderies compartidas.

Bilbao ha caído -enuncia con entusiasmo- Sus calles son ahora territorio Sabbat, algo que se ha logrado de forma rápida, y no sin bajas. Es una ciudad emergente donde el control es precario, las estructuras de poder se están aposentando, las luchas internas dominan las noches y múltiples desconocidos se ven forzadosa colaborar. ¿Qué te dice eso, Jules? ¿Que relación puede tener eso con nuestro oficio?

Se hace el silencio en el despacho, mientras Don Carlo, el Inquisidor, mantiene su hermosa mirada clavada en ti. Esperando una respuesta.

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02/11/2012, 21:11
Jules

Cuando Don Carlo para en su discurso, lamzandome una pregunta directa, tengo que darme cuenta que la rabia estaba tomando posesión de mi cuerpo y que mis manos llenas de anillos están marcando el reposabrazos de la silla de la intensidad con la que estoy agarrandolos.

No puedo evitar hacer el gesto, fatuo ahora, de respirar un par de veces en un intento de someter a la bestia que se revuelve contra sus cadenas en mi interior.

Vuestro oficio - jamás se me ocurriría considerarme un Inquisidor, por mucho que trabaje para uno de ellos, algún día quizá... - es asegurarse que ningún miembro de la Secta haya sido corrompido por herejes, que nadie haya cometido el error de pensar que iba a ser capaz de hacer pactos con infernalistas, o convertirse en uno, y a la vez ser capaz de escapar de su merecido castigo.

Y, por supuesto, - miro a Don Carlo a los ojos directamente, mi mirada mostrando la lealtad que solo Don Carlo es capaz de transmitir a los suyos - llegar en la noche sin aviso para evitar que nadie trate de escapar de vuetra ira.

Mi oficio - mi puño cerrado golpe mi pecho con fuerza - es serviros como buenamente pueda para facilitaros dicha labor.

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02/11/2012, 22:36
Don Carlo

No me has respondido -La respuesta de Carlo es inmediata, aunque su expresión no se mueve ni un ápice. Parece una estatua cincelada en mármol, con su mirada clavada en ti como las de los antiguos dioses en sus panteones, diseñada para amilanar a los mortales con su presencia- ¿Qué relación tiene la nueva situación de Bilbao... con nuestro trabajo?

Nuevamente "nuestro", en un gesto resaltado por el tono de su voz, con una cordialidad rayana en la hermandad. Su voz te llena de calidez, aunque no olvidas que está preguntando, y que la pregunta de un Inquisidor, lo has visto muchas veces, es SIEMPRE un interrogatorio...

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03/11/2012, 10:31
Jules

Mi interior se convierte en una batalla entre la dicha que me provoca escuchar de parte de Don Carlo el ponernos juntos en la misma labor y la sensación de ser el blanco de un interrogatorio suyo, aunque sea uno de los suaves.

Si hay relación entre la caída de Bilbao y nuestro - casi me cuesta hasta decir la palabara - trabajo, es porque hay herejes e infernalistas relacionados. Herejes e infernalistas que tenemos que encontrar y castigar.

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03/11/2012, 11:53
Don Carlo

No logras estar seguro de si su expresión ha cambiado o no, aunque crees percibir que sus labios están ligeramente más curvados que antes, más sonrientes. ¿Acaso por satisfacción, acaso por algo parecido al paternalismo? ¿Has acertado, o al menos te has acercado, con tu respuesta?

Hay, Jules, Jules, Jules... -Don Carlo se gira hacia la ventana, mirando al exterior- Aún tienes tanto por aprender... No, no es que los haya. Al menos, no lo sabemos. Aún. -Sus ojos se entrecierran, con una expresión similar a la que adoptaría si estuviera viendo algo que le interesara sobremanera- Bilbao es ahora el lugar más inestable de esta parte de Europa, Jules. Una ciudad recién conquistada, con una base de poder aún en formación, con manadas recién formadas y cainitas que apenas se conocen entre sí. -Tu mentor aguarda unos instantes, dejando que proceses la información, en uno de esos silencios teatrales que tanto emplea para mantenerte en tensión- Los infernalistas y herejes que vivan ajenos a nuestra secta no nos interesan. La Inquisición no ha sido creada para perseguir a los siervos de los demonios por todo el mundo, sino simple y llanamente para evitar que se oculten entre nosotros, en las filas del Sabbat. -No es la primera vez que lo oyes, es una realidad muchas veces repetida, la base sobre la que se sostiene la institución a la que representa tu maestro. Entonces ¿por qué te la recuerda?- Obviamente, ellos no quieren ser encontrados, así que si se mantienen ocultos entre nosotros deben esconderse bien. Deben ser invisibles, esconder sus actividades, impedir que les descubramos... ¿Y donde se oculta mejor el que es diferente, en el orden o en el caos? -Ahora sí, don Carlo muestra una amplia sonrisa- En el caos, claro. Y Bilbao es ahora mismo el lugar más caótico de esta parte del mundo... Puede que no encontremos nada, puede que lo encontremos todo... ¿Quién lo sabe? Pero está claro que deberé acudir a Bilbao, tarde o temprano. Y necesito a alguien allí para preparar mi llegada... -Sus bellos ojos se clavan en ti, nuevamente, desvelando al fin sus intenciones.

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03/11/2012, 13:43
Jules

Asiento con la cabeza lentamente mientras escucho las palabras de Don Carlo, escuchando no solo con los oídos si no con todo mi interior, con mi mente y mi alma, paladeando lentamente uno de esos momentos en que más clara se hace nuestra relación, no solo de superior y subordinado, si no de maestro y pupilo.

Como muestra una realidad que se aplica solo a la Secta, como explica paciéntemente cuál es nuestra cruzada, nuestra misión, y cómo esta se aleja de una de aquellas cazas de brujas más propias de los hipócritas miembros de la Camarilla.

Asiento y escucho sin poder apartar mis ojos de él, sin saber muy bien si mis sentimientos hacia él son frutos del profundo respeto que siento hacia él y lo mucho que me ha demostrado o vienen de los fuertes lazos con los que nos ha unidos los sagrados rituales de Vauldurie que hemos compartido. Pero ciertamente no me importa lo más mínimo.

Abro los ojos, mostrando respeto y sorpresa, cuando escucho sus últimas palabras.

Don Carlo... - digo sin estar seguro de si he entendido correctamente sus palabras - ¿me habéis llamado para ser vuestra avanzada, vuestro explorador que os informe de la situación? - mi tono refleja un profundo respeto y una nota de temor, por haberle malinterpretado.

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03/11/2012, 14:57
Don Carlo

El Inquisidor te mantiene la mirada, como si viera más allá, como si no viera tu rostro sino algo mucho más lejano o profundo.

Si fuera ese el caso... ¿te complacería?

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03/11/2012, 15:23
Jules

Vivo para serviros. - no puedo evitar responder.

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03/11/2012, 15:41
Don Carlo

No, a mí no -Responde bruscamente don Carlo- A la secta, a la causa, a un bien mayor. No a mí. Recuerdalo siempre, Jules, el Sabbat existe para defender la libertad, el derecho de todo cainita a no tener que vivir supeditado a otros. Es la Camarilla quien vive de la jerarquía de la sangre y los años, quien vive para servir a "los otros". -La mención de aquellos que nunca nombra, los míticos demonios Antediluvianos, dioses canívales que según los postulados del Sabbat maquinan desde sus tumbas y amenazan con alzarse un día para devorar a todo cainita, hace que el Toreador Antitribu tuerza el gesto- Nunca olvides que sirves a una institución, a un fin superior, a ti mismo, y no a este humilde artista...

El discurso te recuerda las bases de la secta en la que moras tu eternidad. Pareciera una dura reprimenda, pero sin embargo puedes detectar un destello de satisfacción en los ojos de Carlo, algo que te indica que, aún corrigiéndote, está satisfecho de tu respuesta.

Acompáñame, -dice el Inquisidor, y de repente su esbelta figura desaparece de tu vista, en un flash que hace agitarse con fuerza las cortinas de la ventana junto a la que estaba- tengo algo que enseñarte. -La voz proviene de tu espalda, te giras y ahí está, junto a la puerta. Su velocidad, asombrosa, no es más que una artimaña más. La teatral salida, una demostración de poder. Los demás cainitas no disfrutan de estas cosas como los que militan en el Sabbat, más orgullosos de su naturaleza vampírica, más conocedores de cuanto implica. Emplear el poder de la sangre es para un Sabbat como usar las alas para un ave. Negarlo, casi un pecado.

Don Carlo abre la puerta, dispuesto a salir, pero espera tu reacción.

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03/11/2012, 16:07
Jules

Sabbat... libertad... fin superior... mis labios repiten en silencio las palabras de Don Carlo, casi como un niño pequeño siguiendo las explicaciones del profesor en la pizarra, mientras mi mirada se agacha, ligeramente avergonzado. Quizá tampoco estemos tan lejos de ese símil...

Cuando voy a levantarme, Don Carlo hace demostración de su fuerza, de su poder, y yo no puedo evitar terminar de levantarme con admiración en la cara, sintiéndome honrado de poder admirar una demostración de lo que algún día podría alcanzar.

Termino de levantarme y hago, por segunda vez, una inclinación de respeto con la cabeza y avanzo detrás de mi maestro.

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03/11/2012, 16:26
Narrador

Camináis en silencio, don Carlo delante y tú tras sus pasos. Os alejáis de las escaleras por las que subiste hasta esta primera planta, y llegáis a un ascensor que se abre inmediatamente. Tu mentor extrae de su bolsillo un manojo de llaves, y emplea una de las más pequeñas para activar una botonera inferior al cuadro general. Se activa el botón del menos dos, y las puertas se cierran.

Al salir del ascensor, tras una breve bajada, se presenta ante vosotros un corredor oscuro y tenebroso, con techos de obra mostrando tuberías y canales de cables eléctricos y de datos. Las paredes están desnudas, simple hormigón, y las puertas que veis son de metal forjado con manillas o barras antipánico.

Cruzáis una puerta doble, y te sorprende lo que encuentras tras ella. En una sala sin decoración alguna, un cuerpo cuelga del techo mediante un intrincado juego de cadenas de metal. Al extremo de cada una, un correaje de cuero con al menos una barra de metal atravesando. Y cada uno de esos extremos tiene una parte del cuerpo sujeta. Una cadena para cada mano, sujetando y atravesando cada muñeca; una cadena para cada pierna, sujetando y atravesando cada gemelo; dos cadenas sujetas a la misma correa, sujetando el torso mientras dos barras de metal lo atraviesan, justo entre las costillas y las caderas. No hay ropa sobre el cuerpo, aunque en su mayor parte tampoco hay piel. Arrancada limpiamente, la piel arrugada se amontona dentro de un barreño en un rincón de la sala, mientras el cuerpo supura sangre sin derramar demasiada. Pueden verse los músculos y parte de los huesos, incluso en alguna parte el asomar de un órgano interno atrofiado. La cabeza sigue manteniendo una larguísima cabellera negra. En un principio crees que el desconocido está muerto, pero al anunciar vuestra presencia con pasos firmes su cabeza se ladea y levanta una mirada sangrante.

De un rincón surge una impresionante figura, un hombre de inmensas proporciones ataviado solamente con unos pantalones de cuero y unas pesadas botas, mostrando un pecho descomunal coronados por una cadena de plata. Le conoces bien, es una reliquia de un tiempo mucho más salvaje, recuperado para la causa desde su letargo de demasiado tiempo como para ser útil más allá de su poder destructivo. Kratos, el Tzimisce conocido entre los suyos como "el Destructor", es tan bueno destrozando enemigos como torturando prisioneros, y has tenido el privilegio de disfrutar de ambos espectáculos en más de una ocasión.

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03/11/2012, 16:49
Kratos "el Destructor"

Está consciente, Carlo -Dice con su voz ruda y un cierto acento que nunca logras situar- Pero no garantizo que dure, hoy le he quitado mucha piel...

Las manos de Kratos están manchadas de sangre, goteando con cada movimiento.