Partida Rol por web

No es que Portugalete cuente con un gran ambiente nocturno, en realidad. Apenas hay locales abiertos en plena noche, y los pocos que lo están parecen cerrados a cal y canto hasta que uno pasa junto a su puerta y escucha la música. Es un asunto peliagudo que suele interesar bastante a la comunidad vampírica en cualquier ciudad del mundo: fomentar la vida nocturna de una ciudad equivale a facilitar el acceso a las presas. Por ese motivo son muchos los cainitas que abren negocios relacionados con la noche, bares o discotecas, o al menos inyectan dinero a tales actividades económicas.

Accedéis a un local tranquilo, de estilo rústico: madera oscura revistiendo las paredes, y láminas o recortes de periódicos antiguos enmarcados. Cómo no, un escudo del equipo de fútbol local, el Athletic de Bilbao, sobre un cartel que indica que se emiten sus partidos. Lejos de parecer un lugar de marcha, parece más una cafetería coqueta, con reservados, especializada en infusiones aromáticas y cervezas de importación. No llevará abierta toda la noche, sino que a buen seguro habrá abierto sus puertas hace poco para comenzar a servir desayunos. En la barra hay sándwiches tostados, algunos vegetales, y un camarero está sacando de la cocina una tortilla de patatas recién hecha. Hay un par de hombres sentados en altos taburetes, pidiendo café. Uno de ellos, con un pincho de tortilla. El otro, con un chupito de licor de hierbas.

Hunter caminó junto a sus compañeros envuelto en su habitual mutismo ceñudo. Las calles de Portugalete estaban casi en silencio, en esas horas previas al amanecer. Delgados regueros de agua provenientes de los sistemas automáticos de riego y de las mangueras de baldeo del servicio de limpieza urbana se cruzaban en su camino. Los cinco se movian con paso decidido, convertidos en el más curioso grupo de juerguistas que paseaba inocentemente en busca de, en apariencia, un lugar donde desayunar algo despues de trasnochar.

El local al que les guió Albret era el típico bar obrero, dispuesto a sirver desayunos a los trabajadores de la ciudad.

El cambio de ambiente y la mezcla de olores (del asfalto baldeado al tufo de los churros y el anis, del brillo de las farolas a la tenue penumbra del bar) excitó las fosas nasales del cazador, cosquilleando sus sentidos. Dejó paso a Steff y al señor Koldolak, mientras sus compañeros se distribuian. Antes de reunirse con ellos, Hunter se asomó un instante a la calle, lanzando una mirada a los cielos, gruñiendo hoscamente a la noche...

"Pronto amanecerá... Tenemos que terminar cuanto antes... Si la caga, no saldra de este bar..."

Un lugar tranquilo, apartado, sencillo, corriente. Escenario perfecto para negociaciones en la hora que precede al alba. Aunque el aspecto de algunos de nosotros no indique que apostemos en este bar a modo de avituallamiento pre-matinal post-nocturnidad, estoy seguro que las pintas del melenudo ya son suficientes para hacer ver a los dos unicos clientes que no queremos, ni se nos debe, interrumpir.

- Seguro que se ducha en bourbon - pienso mientras le dejo pasar por la puerta tras la Ductus, el Sacerdote y el Cazador.

A pesar del natural recelo que siento hacia Jules, no puedo evitar apreciar su presencia y su posible utilidad. No hay que olvidar que, entre otras cosas, esta manada esta todo menos unida. Aun hay asuntos pendientes que deben resolverse internamente y la obtencion de aliados siempre es conveniente.

Y eso sin entrar en la miriada de asuntos por resolver que tenemos externamente donde, por descontado, un incremento en nuestro numero seria un win-win para nosotros que, sin lugar a dudas, haria saltar las alarmas en mas de una cofradia.

Con relativa rapidez, dada la hora que es y la accesibilidad de opciones en el casi vacio local, nos vamos colocando para la reunion.

De forma deliverada, me siento a la izquierda de Jules.

Me dirijo entonces a nuestros cabecillas para obtener el beneplacito de comenzar las intrigas, juegos de palabras y tejemanejes con los que tanto disfruto.

- Ductus?; Sacerdote?; Hunter?; Que opinais de Jules? - Pregunto mirandoles directamente ignorando, de nuevo deliveradamente, a Jules, pretendiendo que no estuviese sentado en la mesa junto a mi.

El Sacerdote parece esforzarse en mantenerse en un segundo plano todo el tiempo, tanto durante el trayecto como al acceder al local. Todos sois conscientes del modo en que los transeúntes tuercen sus miradas inconscientemente para no tropezar con su rostro alienígena, y cómo desvían sus pasos para no cruzarse con el caminar del Tzimisce. El poder de la sangre hace que nieguen su existencia.

Cuando tomáis asiento, se apresura a situarse al fondo de la mesa, en el punto más apartado del resto del bar y de las miradas de los clientes. Y allí permanece, tranquilo y en silencio, mientras sus ojos negros sin emoción inspeccionan el local. Hasta que Albret toma la palabra.

Si me lo permitís –Dice mientras levanta el índice de su mano derecha, un dedo huesudo y largo terminado en una pequeña garra- Creo que es bastante difícil, si no atropellado, hacerse una opinión de alguien a quien apenas se conoce, y que no ha dado explicación alguna sobre sí mismo ¿Sí? Soy el Sacerdote de esta Cofradía y, si he de permitir que Jules participe de nuestros ritos, exijo la respuesta a tres preguntas ¿Sí? -El índice huesudo del Tzimisce deja de estar solo, cuando dos dedos más se le unen en un tridente. No obstante, van desapareciendo a medida que las preguntas surgen de su boca de piraña, ahora sí mirando directamente al motero- ¿De donde vienes? ¿Qué buscas aquí en Bilbao? Y la más importante de todas… ¿Cómo has dado con nosotros?

Avanzo junto a los miembros de la cuadrilla hacia el bar que Bufón parece conocer en la zona.

Hago un gesto con la barbilla a modo de saludo al hombre tras la barra, sin prestar más que la mínima atención a los dos parroquianos.

Peludo no dice nada, solo observa, mientras Bufón no puede evitar tener que llevar la voz cantante; parece que la Ductus necesita un relaciones pública... No seré yo quien le diga como tiene que llevar su manada, este tipo de cosas siempre pasan factura, y quien decidió que ese era su puesto, sabrá el motivo y deberá asumir las consecuencias.

Me doy cuenta que, inconscientemente, me he encogido de hombros ante este pensamiento.

Pirañita decide, o no le queda más remedio, que ser quien comience y decide hacer preguntas cortas y directas.

Echo la cabeza ligeramente hacia delante y con un rápido movimiento la vuelvo a echar para atrás, acompañando mi mata de pelo con la mano, para que no me moleste en el rostro al responderle.

Sacerdote. - mi voz muestras respeto, de la misma forma que la inclinación que hago es ligera pero honesta. - He viajado varios años con diversas manadas al otro lado del charco, United States. - pronuncio las palabras como solo un nativo sería capaz - Las otras dos preguntas se responden casi a la vez... llegó a mis oidos que ambos buscabamos una serpiente que cazar y supuse que siempre es mejor unir fuerzas con otros Hermanos.

Admito cualquier tipo de animal... - miro a Peludo al decir esto. - Pero a quien vende a mis hermanos a la Camarilla tiendo a cortarle en pequeños pedazos. Lentamente.

Hunter tomó asiento sin ceremonia, colocandose en el sitio libre entre la Ductus y Jules. Antes de sentarse lanzo una mirada despreciativa hacia los parroquianos cargada de sentido... "Quizás no veís al señor Koldolak... Pero a nosotros si que podeís vernos... Lo que puede convertirse en lo último que veaís jamas"

Me arrellano mientras el silencio se adueña del rincón, roto ocasionalmente por los ruidos y matraqueos del bar.

Incluso a traves de una boca llena de dientes del señor Koldolak, el sacerdote consigue expresar con mucha claridad lo que sentimos en nuestro fuero interno. La respuesta de Jules no es, ni de lejos, la más clara que el cazador habia escuchado en su vida...

"Bien. Muy bien."

El cazador echó mano del palillero y extrajo una de esas delgadas astillas de madera con que los mortales limpiaban su dentadura de restos de comida.
Los colmillos de Hunter destellearon suavemente mientras se hurgaba sin perder de vista al supuesto Sabbat... Partiendo el palillo sin esfuerzo, el antitribu Gangrel tomó la palabra de nuevo...

"Lo que el señor Koldolak ha preguntado es como has dado con nosotros... precisamente." Hunter giró la cabeza, paseando la vista por todos los reunidos alrrededor de aquella mesa. "Bilbao no es Nueva York." De nuevo, el antitribu Gangrel se volvió hacia el recién llegado para clavarle una dura mirada... "Alguien te ha dicho como encontrarnos o quienes somos... ¿Quien? Esa es la respuesta que el señor Koldolak espera... antes de considerar hacer más preguntas."

Hunter alargó la mano y la acercó el palillero, mientras que con la otra sacaba su encendedor del bolsillo...

Sonrío a Peludo, sosteniéndole la mirada sin ningún problema o atisbo de miedo. A mi mente vienen esos perros cuyos amos no hacen más que pegarles y ellos siguen acercandose, sin saber muy bien si quieren una caricia o que les vuelvan a azotar en el hocico.

Curiosa manada. - recorro a mi vez a los reunidos en aquel bar. - Donde unos hablan por boca de otros.

Mi mirada vuelve a aguantar la de mi último interlocutor.

Bilbao entraría en un par de manzanas de New York, - vuelvo a permitir aflorar el acento, solo para fastidiarle un poco más - así que creo que te has equivocado en el ejemplo.

Hago un gesto con la mano, como quitando importancia a su fallo y continúo.

No habéis sido precisamente la manada más discreta. Averigué que el manito iba a vender un cargamento y digamos que... le convencí de contarme algo sobre el destinatario del regalito. Cuando supe más, no pude evitar ofrecerme a acompañarle.

Fue cuando conocía al trío que me trajo con vosotros.

No he visto a los parroquianos, ni me he preocupado de los humanos. Simplemente intento no arrugar la nariz por el hedor del sudor de los parroquianos que estan alli reunidos.

Me siento en una de las sillas de la mesa entre el nuevo y Hunter, la verdad es que me gusta la posicion, la conversacion no tanto, la queria en privado por lo que ha pasado esta noche.

Nos atacan en nuestro antiguo refugio que debo decir que es propiedad de nuestro insigne hermano serpiente. La lengua bifida tal vez sea igual con sus acciones y eso no me gusta nada. Esbozo una medio sonrisa cuando hace la comparacion y  giro lentamente para mirarle.Si intenta algo digamos que se que el cazador que tengo detras se lo merendara.

Interesante, asi que te trajeron y no te hicieron ninguna pregunta mas interesante aun. Sobre todo considerando lo que ha pasado ultimamente a nuestro alrededor.
Jules, si consideras que los que venden a sus hermanos a la despreciable Camarilla deben ser cortados a pedazos..¿que opinan de los que no puden permiso a su ductus? ¿de aquellos que se saltan las normas mas basicas de la manada?  Yo soy de la opinion que hay que castigar a los niños malos, con mano dura, si no es posible una buena bala.

Por encima de su hombro miro a Albret con gesto frio para que se calle por que como no lo haga le voy a arrancar la lengua. Vuelvo a mirar  a mi interlocutor mientras no pienso en los demas. Me inclino hacia delante un poco y le hago un gesto para que se acerque para susurrarle algo al oido que no quiero que nadie mas sepa. 

Jules, quiero que mates al trio que te ha acompañado. De la manera mas atroz que puedas imaginar.

No me gusta la gente que me desafia, que no siga las normas. Algo que aprendi mientras vivia y crecia en Little Italy, las normas hacen que vivas mas tiempo.

Lo que aceptas simplemente haz algo que no se espere nadie, sino tendre que pensar que no eres la persona que pensaba que eras.

El Sacerdote parpadea un par de veces cuando Hunter "traduce" sus preguntas a un idioma más complejo, pero al mismo tiempo más comprensible. No dice ni hace nada, en cambio, para mostrar su aprobación a la iniciativa del Gangrel, como tampoco lo contrario. Solo permanece atento, impertérrito, observándolo todo. El único gesto que no logra evitar es un ligero entrecerrar de sus ojos de tiburón, justo cuando la Ductus se inclina hacia Jules y le susurra algo.

Miro a la Ductus y no puedo evitar sentir pena al saber cómo todo esos juegos de politiqueo y de ver quién la tiene más grande, quién mea más lejos o quién es el macho alfa terminan dando al traste con el espíritu de la Secta.

Digamos que... tengo mis métodos para evitar que hicieran preguntas. - comienzo a responderla. - La labor del Ductus es liderar a la manada y no es solo un derecho si no también una obligación.

La fémina entonces se acerca a mí, quiere una privacidad que no ha sido capaz de conseguir por sí misma, pero no voy a negarme a escuchar por ello.

Escucho sus palabras y durante unos segundos me quedo callado, mirándola. Mi lengua asoma levemente por la comisura de mis labios, en el antiguo gesto humano de humedecerlos, antes de susurrarle mi respuesta.

Cuando abro la boca, mis colmillos se muestran a través del pelo que cubre mi rostro, mostrando sin ningún disimulo mi verdadera naturaleza a un observador atento o cercano.

El buen amo es el que sabe educar a su perro, - susurro en respuesta - no el que necesita sacrificarlo la primera vez que no es capaz de enseñarle a hacer sus trucos.

No voy a matar a un hermano solo porque no hayas sabido poner orden en tu manada. - mi mirada ofrece una dureza acorde a la que llevan los susurros que salen por mi boca. - Si me aceptas a tu lado, tendrás mi ayuda para enderezar esta manada y morirán lenta y agonicamente si traicionan al Sabbat pero no ejecutaré tu vendetta personal contra ellos.
 

- Joder que hambre... -

No se si es el hedor de los pocos humanos de este lugar o el holor a tortilla de patata recien hecha, o tal vez el aroma del cafe de la maquina, pero las distintas sensaciones se acumulan en mis fosas junto al hambre causado por la carrerita nocturna.

La conversacion esta girando entorno al melenudo. Eso no me gusta. No parece perder la iniciativa ni su soberbia autoconfianza en ningun momento. Eso no me gusta. No teme al cazador ni al sacerdote. Eso no me gusta. Y aun con todo, a nuestra ductus parece que le gusta. Eso no me gusta.

- Y ahora que, Steff? Piensas inmiscuir a terceros, y desconocidos, en los asuntos internos de nuestra cofradia? - Pienso mientras la ductus lanza indirectas camufladas de preguntas a Jules. - Acaso confias mas en el que en tus hermanos? -

Y a continuacion comienzan su juego de susurros. No puedo evitar que mi rostro dibuje desaprobacion y cierto desagrado.

Vuelvo entonces la mirada hacia Hunter mientras la Ductus y el nuevo hablan con la clara intencion de que el resto de nosotros no escuchemos...

- Para que mierdas hemos venido entonces? - gesticulo con los labios hacia el cazador mientras me enojo de hombros

Oyes la voz susurrante de Steff...

Jules, ... que mates al ... manera mas atroz ...

No me gusta ... me desafia ... Little Italy, ... que vivas mas tiempo.

... haz algo ... se espere nadie, ... pensar que no eres ... que eras.

Jules le responde...

El buen amo ... a su perro, ... sacrificarlo ... no es capaz de ... trucos.

No voy a matar ... en tu manada. ... Si me aceptas ... enderezar esta ... morirán lenta y ... si traicionan al Sabbat ... tu vendetta ... ellos.

Los dedos de Hunter se crisparón en el aire, derribando el palillero y desparramando los palillos sobre la mesa. La mirada que dirigió al recién llegado contenia una solemne promesa de odio...

"Ja. Chico listo..."

El antitribu Gangrel apartó unos cuantos de los palillos y los amontonó mientras pasaba por alto los ironicos comentarios de Jules...

"Escurres el bulto..."

Sosteniendo la mirada de su interlocutor, el cazador distribuyó los trocitos de madera sobre la superficie plástica de la mesa. Satisfecho con el resultado, chasqueó los dedos encendiendo la mecha del Zippo con un gesto nacido de la práctica...

"... y eso no es buena señal."

Hunter dejó las manos sobre la mesa, con el encendedor sostenido con firmeza en una mano. La cuidadosa disposición respondía a un diseño predefinido, a pesar de una aparente aleatoriedad.

Ningún asomo de sonrisa apareciaba en el duro rostro de Hunter, mientras asistía al intercambio de susurros entre Steff y Jules. Un gruñido de disgusto brotó entre sus dientes, una forma tosca de llamar la atención... Y de mostrar un renuente acuerdo con las suspicaces miradas de sus compañeros.

Hunter golpeó suavemente la superficie de la mesa, a un par de centimetros del montoncito de palillos...

"Concentrate. Mira. Responde."

El conjunto de palillos que ha amontonado Hunter configura la forma de un glifo de la secta.