Partida Rol por web

- ¡Anna! – grito el Laird sorprendido al ver aparecer de repente a su prima. Tenía que reaccionar. Tenía que buscar una rápida explicación, que tranquilizará a su prima. No fue difícil.  Sólo esperaba, que el resto le siguiera el juego. – Discúlpame, prima. Creo que soy el responsable de todo este alboroto. Me temo, que vuestro Whisky es tan exquisito como vuestra hospitalidad y no he sabido reconocer cuando es demasiado. Así que, al dirigirme a mi estancia perdí el equilibrio y caí al suelo. Jerry. Perdón. Quería decir el señor Owen – se giró un segundo hacia el abogado con un gesto forzado de disculpa en el rostro, sabiendo que este entendería en seguida su juego. – estaba conmigo y me ayudó, pero me temo que el ruido fue suficiente para atraer al resto de invitados, que al parecer aún no habían conciliado el sueño y querían comprobar que sucedía.

Dijo esto mirando al resto de los congregados. ¿Le delatarían o se darían cuenta, que todo esto también serviría para tranquilizar a Anna?

- Y ahora te he despertado a ti. Lo siento prima y espero no haber despertado también al pequeño. – intento poner un gesto a medio camino entre disculpa y preocupación. – si no te importa iré a la cocina a ver si encuentro algo que llevarme a la boca y tranquilizar el estomago. No te preocupes por mi. Conozco el camino y quizá alguno de estos caballeros o damas no tengan inconveniencia en acompañarme. Mejor será que tu vuelvas a subir a tus aposentos y te asegures, que Ben se encuentra bien.

Cuando Scott me dice que se ha caido, me preocupo

-¿Pero estás bien?- le pregunto "¡Hombres...! Desde luego, hay cuatro o cinco cosas que puedo decir sobre hombres que beben más de la cuenta. Tengo mucho que agradecer a mi marido en ese aspecto. Pero espero que lo de Scott sea algo puntual..."

-No te preocupes. Ben no se ha despertado. Y, por supuesto que puedes ir a la cocina, la Sra Bright seguro que está por allí aún.- Dudo un momento porque no tengo muy claro cómo me deja esta situación como anfitriona, aunque al final me decanto por hacer lo que me dicen -Bueno, entonces yo me retiro a dormir si no necesitan nada más. Espero que descansen todo bien.-

Respiró aliviado al ver que Anna se había tragado su cuento, quedándose más tranquilo. Aún no había llegado el momento de para confrontar a la familia Carrington con unos hechos todavía inciertos. Necesitaba pruebas y seguía convencido, que podría sacar algo mas de información del personal de la mansión. – Así que señora Bright, ¿verdad? Veremos que tiene que contarnos la buena mujer. – se animó con este pensamiento a seguir adelante con su plan.

- ¿Y bien? ¿Me quiere acompañar alguien a descubrir la verdad detrás de todo esto? – dijo al resto de invitados, no sin cierta pretensión en la voz. – No tengo intención de seguir discutiendo aquí y volver a llamar la atención de nuestros anfitriones. Al que quiera retirarse a descansar a sus aposentos le deseo felices sueños. Yo por mi parte estoy lejos de poder ir a acostarme, como si nada sucediera.

Tras decir esto giró el cuerpo en dirección a la cocina dispuesto a no perder más tiempo. 

¿¿A nuestros aposentos?? ¿¿solos?? He cogido del brazo a Jake y tiro un poco de él mientras le susurro.

- Bueno, si no encontramos nada siempre podemos tomarnos un te caliente, ¿no cree?- y echo a andar hacia la cocina.

Os dirigís los 4 a las cocinas. Avanzais por el pasillo, bajais la escalera y veis luz en la cocina. Así que os acercáis.

Cuando llegáis allí, no veis a la cocinera por ningún sitio pero, en ese mismo momento, sale de la despensa, el guardés. Os mira con cara de sorpresa

Estaba colocando en la despensa lo que acabo de traer, cuando al salir me encuentro con 4 de los invitados.

-Pe... perdonen ¿qué hacen en la cocina? ¿a estas horas?-

"¡¡¡Qué demonios están haciendo aquí!!! ¿¿Porqué no están durmiendo??... espera ¿qué hora es?"

Antes de darme cuenta, la mancha desaparece como temerosa de algo y me encuentro de bruces con mi prima. Del brazo tengo a Lady Gray y sonrío tratando de mostrar calma, pese a la situación y lo que pasa por mi cabeza.

Escucho la historia del Laird y aunque algunas de sus palabras me llaman la atención más que otras, me limito a asentir. No quiero montar ningún escándalo ahora. Bueno, sí quiero, pero no debo.

Caminamos hacia la cocina y entonces miro con media sonrisa a Lady Gray y con un tono de voz amable le respondo.

Claro, siempre es agradable compartir algo caliente. Además, quizá el té nos ayude a despejar un poco nuestras mentes y verlo todo con más claridad.

Pero es entonces cuando llegamos a la cocina cuando el señor Fiennes nos increpa, y con el humor del momento no es más apropiado, en cualquier caso hago acopio de calma.

¿Incomoda nuestra presencia?

Me quedo un poco confuso cuando me llaman la atención

-No, no, señor, en absoluto. Perdóneme. ¿Puedo ofrecerles algo? La señora Bright no está en este momento pero si necesitan algo puedo atenderles yo...-

Conocía a aquel hombre de los veranos pasados en su niñez. Era el hijo del guardes y parecía, que seguía los pasos de su padre. De niño buscaba la cercanía de Anna. ¿Podía ser, que el Harry adulto aún siguiera sintiendo la misma devoción por su ama? Si así era, bien podrían sacar provecho de esos sentimientos ocultos. Aunque un paso en falso y seguramente él se cerraría en banda y no sería de ninguna ayuda. Tendría que intentar ganarse su confianza.

- ¿Harry? ¿Puede ser verdad? Jajajaja. Que alegría volver a verte, hombre. – le dijo intentando poner un tono de felicidad en la voz, que no sentía en realidad. – Soy yo. Scott. ¿Recuerdas? Jugábamos de pequeños en esta mansión con Anna y los demás. Seguro que te acuerdas. – Siguió diciendo intentando sacar a aquel hombre de una posible posición defensiva. – Con el frio que hace, hemos decidido tomarnos un té antes de ir a dormir. ¿Podrías poner agua a calentar? Y ya que estamos, tómate tu también uno con nosotros, anda. Así podemos conversar todos un rato.

Esperó, que está estratagema hiciera efecto y el guardes se relajará lo suficiente, para poder sacarle alguna información sobre lo que estaba sucediendo en esa mansión.

Uno de los invitados parece que se congratula al verme y yo no puedo por más que sentirme sorprendido. Entonces se presenta y creo recordarle. Era uno de esos primos que los señores tenían. Siempre había algún niño más entre ellos. Cuando no era alguien de la familia, era el hijo de algún conocido.
Y el caso es que..."Scott... Scott..."

-¡Pero...! ¡Por supuesto que le recuerdo!- Uno de los primos de Anna. Era bastante agradable. Un poco prepotente pero, claro, es un señor... Pero recuerdo que sí se interesaba por las cosas de sus primos.

-Pero, por favor, no deberían estar por aquí a estas horas. Si no pueden dormir puedo subirles el té a las habitaciones...- pero entonces reflexiono un poco y llego a la conclusión de que quizás sea mejor aquí...

Así que les ofrezco, con un gesto de la mano, asiento en la mesa, mientras echo un trozo de leña al fuego de la cocina, aún no apagado y pongo agua a calentar.

Me acerco al fuego envolviéndome un poco más en la bata que llevo puesta, agradezco que aquel hombre añada algo más de leña porque estoy empezando a quedarme helada, será de tanto hablar de espectros.

Estoy cansada y se me cierran los ojos pero no considero apropiado pedirle a ninguno de los caballeros que me acompañen hasta mi dormitorio, y no se me ocurriría decírselo a Helena para que no vagase ella también sola por los pasillos de aquella casa que está empezando a parecerme... espeluznante, así que busco un sitio, no muy lejos de la chimenea, donde sentarme y acepto el te que nos ofrecen intentando mantener los ojos abiertos y la atención en todo lo que se dice.

Parecía, que el guardes había mordido el cebo. Se había relajado algo y el Laird esperaba poder sacarle ahora algo de información. Lo mejor sería jugárselo a una carta y la carta se llamaba Anna. Si aquel hombre aún sentía algo por su prima, podría quizás apelar a su sentido de protección de su amor platónico.

- Gracias, mi buen Harry. – le dijo señalando al fuego e indicándole, que había sido una buena idea añadir más leña. – Seguro que conoces los motivos, que nos han traído tanto a mi como a estas damas y caballero de vuelta a Grove Place. Realmente una pena, pero el vizconde ya tenía sus años y… Bueno, supongo, que es ley de vida. Realmente lo que me preocupa…

Se detuvo un momento observando a aquel hombre, que se movía con seguridad por la cocina, mientras les preparaba el te. Era una pausa provocada, para dejar que sus palabras hicieran efecto sobre él. Le prepararán para su siguiente paso.

- Lo que me preocupa es… Te quiero ser sincero, Harry. – continuo, queriendo dar un guiño de complicidad y confianza al resto de sus comentarios. - Desde que he llegado a esta casa he visto cosas. La verdad es, que no sabría como describirlas. Llamémoslas extrañas y sobre todo me ha preocupado ver el estado de mi prima Anna. Me parece, que esta sufriendo por algo, que no llego a entender. Es como si esta casa estuviera destruyéndola. Precisamente estábamos hablando de ello mientras veníamos a la cocina. Todos nosotros tenemos un lazo de unión con esta familia y nos sentimos cercanos a Anna.

Hizo una última pausa teatral antes de terminar.

- Dios mío. Sí al menos pudiéramos entender, lo que está sucediendo aquí, quizás encontraríamos la forma de ayudar a la encantadora Anna.

Los dados estaban echados. ¿Habría conseguido convencer a aquel hombre, para que les explicará lo que realmente estaba sucediendo en Grove Manor? 

Escucho la conversación entre el Laird y el guardes con cierta curiosidad, es como si Laird Scott mostrase un rostro distinto y no puedo evitar preguntarme cuánto hay de sincero. Resoplo sin demasiado disimulo ante el comienzo de su última intervención, sin embargo al final esbozo una leve sonrisa, en verdad parece preocupado por la situación, aunque lo veamos de modo distinto.

Yo... creo que mejor regreso.

Digo, con cierto tono de duda. No puedo evitar algo que me preocupa en mi interior, algo que siento que está mal y parece que Laird Scott no necesita mi ayuda para nada por aquí, su labia es, desde luego, envidiable. Niego con la cabeza.

No se preocupen, sabré llegar.

Bromeo, había estado varias veces en aquella casa y no había cambiado demasiado. Salvo por que ahora sus habitantes estaban más viejos. Me pongo en pie, dispuesto a salir.

Con permiso.

Solicito, de modo educado, por si alguien tuviera algo que añadir antes de que me marche o algún motivo por el que mi presencia aquí fuese... necesaria.

Hago un gesto de aceptación cuando uno de los hombres se despide para marcharse, mientras continuo preparando un té a las damas y al señor Scott*

Voy sacando tazas y platos, mientras el señor Scott continua hablando. Sus palabras... Pero él no entiende, no puede ser que entienda. Y yo no puedo decirselo, se llevarían a Anna... Y entonces...
Se me cae una taza al suelo, que se rompe.

-Lo siento, perdón, perdón...- me dispongo a recogerlo todo mientras intento que el señor Scott deseche esas ideas

-No, no... Anna está bien aquí. Aquí, aquí está su hijo y ella está bien...- intento que no se me note temblar mientras recojo todo -Tendrían que irse los demás que no son felices, pero ella sí, ella sí lo es. Ella está bien. Yo la cuido, de verdad-

Mientras Harry hace un gesto con la cabeza para confirmarte que te ha oido, sales de la cocina, dejando allia los demás...

El señor Laker no había estado a gusto con los comentarios y propuestas del grupo y Scott, supuso, que no era el único de ellos, que pensaba así. Posiblemente era el único, al que no le importaba mostrarlo abiertamente. El Laird se sorprendió al ver, que al final había decidido acompañarles a la cocina, pero al parecer no tardó en cambiar de opinión y querer regresar a sus aposentos.

A pesar de haber compartido durante el día distintas actividades, los dos hombres no habían intercambiado mas que un par de palabras. Así que, con un leve gesto de cabeza, Scott se despidió de él de manera escueta, deseándole buenas noches, para luego continuar su conversación con el guardes.

Por lo que parecía, Scott había tocado un nervio sensible al hablar con Harry abiertamente sobre Anna. Debía de intentar sacar provecho de aquella situación, aunque para ello debiera seguir echando sal en la herida. Hasta cierto punto le daba pena aquel hombre. Lo único que quería, era, que les dejaran tranquilos a él ya Anna y poder cuidar de su señora. Y el Laird posiblemente iba a hacerle daño con los siguientes comentarios.

- ¡Tranquilízate, Harry, hombre, que no tenemos intención de alejarte de Anna! Pero para ello tendrás que ayudarnos y explicarnos lo que está sucediendo en esta casa. Sabemos, que desgraciadamente el hijo de Anna ha muerto. – Miró fijamente a los ojos de aquel hombre, cuya vida solo cobraba sentido junto a su querida Anna, queriendo ver su reacción a las que suponía inesperadas declaraciones. Esperó a que sus palabras surtieran efecto y continuó. – También sabemos, que en esta mansión han pasado cosas muy graves. – Acostumbrado a jugar sus cartas en juegos de azar, Scott decidió tirarse este farol, para terminar de desarmar al guardes. Si este pensaba, que realmente ya conocían, lo que estaba sucediendo, tendría menos problema en contarles, lo que él sabia.

- ¡Harry! Sé que solo quieres lo mejor para Anna ¡Cuéntanos lo que sabes! ¡Déjanos ayudarte a ayudarla!

Voy en busca de mi prima, preocupado por lo que pueda pasar si se queda a solas con el mago. Maldito mago. No me fío de él. Acelero un poco el paso, pero sin correr, no sea que me tropiece y me desnuque yo sólo y sin ayuda.